jueves, febrero 01, 2018

jorge aulicino. ezra pound sentado en las escaleras de la Dogana

I sat on the Dogana’s steps
For the gondolas cost too much, that year,
And there were not “those girls”, there was one face,
And the Buccentoro twenty yards off, howling, “Stretti”,
And the lit cross-beams, that year, in the Morosini,
And peacocks in Koré’s house, or there may have been.
Gods float in the azure air
Bright gods and Tuscan, back before dew was shed.
EZRA POUND, CANTO III



Ezra Pound sentado en las escaleras de la Dogana

Sentado en las escaleras de la Dogana,
sentiste el mar y sus múltiples negocios,
la imposibilidad de enumerar ventas y pájaros.
Esa cercanía con lo innumerable mueve
a iluminar las cosas y compararlas
como quien subraya con grueso rojo o azul
en un libros de cuentas, o
alza reliquias hacia la luz, o sopesa la carne.
Aquí hay olor a folios y sello, cera y brea,
al cemento agrio cubierto de guano
que sobrevuelan las gaviotas,
seres de mirada honesta,
sin escrúpulos para comer carne o basura.
Todo lo procesan. Todo es tráfico, de algún modo.
En el arsenal de los venecianos la pez arde ancora.
Sabés: lo abstracto se hace material en Venecia
o en cualquier puerto, pero más en este que ya no es.
Símbolo o signo, trofeo en la pared cada pieza de a ocho.
Navegación hay detrás de la moneda,
el duro olor de las letrinas,
shithole en el que se mueve y huele el interés,
lobos de mar y focas, acantilados y habitaciones de madera,
los fusiles de chispa y el negro cuero del caído en la estepa.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
de Delectatio terrestris
Inédito
imagen John Coplans, Instalación Dancing With Myself

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