martes, marzo 25, 2014

jorge aulicino. olímpicas



Olímpicas 2

Prometeo liberado de sus cadenas
va con ellas
por la calle golpeando a los falsos ciegos,
a los inválidos,
a los menesterosos,
como si todos ellos
fueran mercaderes en el templo.
He ahí
dice Zeus,
el resultado
de condonar, compadecer, indultar
y, por así decirlo,
el resultado general de la piedad.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
de El Camino Imperial, Escolios, Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012
imagen de Heinrich Füssli, Prometeo liberado por Hércules en Mitología clásica

miércoles, marzo 19, 2014

gonzalo rojas. la viruta



La viruta

De 
unos años a esta parte veo una viruta de luz
a la altura de la fosa izquierda entre la aleta
de la nariz y el ojo, de repente
parece obsesión pero no es obsesión, le hablo
y vuela, por el fulgor
es como un cuchillo. No, no es mariposa, tiene algo
de mariposa pero no es mariposa.

Se instala ahí y duerme, por horas
vibra como cítara, entonces
es cuando recurro al espejo. —A ver, espejo,
le digo, discutamos
esto de la mancha fosfórica. Se ríe el espejo,
me hace un guiño y se ríe el espejo.

Son las privaciones, todo tiene que ver con las privaciones.
Al año de nacer, ya uno quiere irse, la pregunta es a dónde
y ahí mismo empieza el juego
de la traslación. Quiero que este ojo sea mano,
patalea uno, pero que no sólo sea mano, que sea aire, eso es
lo que quiero, ser de aire. ¿Cómo el agua
que está en las nubes es de aire?

Así es como se explica la viruta, es que no hay vejez, no
puede haber vejez, venimos llegando.
Donde llegamos, a la hora que sea, venimos llegando.
Cuando lo apostamos todo y lo perdemos venimos llegando.
Al amar, al engendrar venimos llegando, al morir
escalera abajo venimos llegando.

Todo eso sin insistir en la persona, ¿qué es la persona?
¿Quién ha visto a la persona? Claro, hay una cama
y alguien durmió ahí, un poco
de sangre en la ventana, un hoyo
en los vidrios y a un metro en su letargo el espejo, el gran espejo
que no tiene reflejo.


Gonzalo Rojas, Lebu, Chile, 1917
imagen de Alison Rector, en ARector

lunes, marzo 17, 2014

anna ajmátova. unos van por un sendero recto




1

Unos van por un sendero recto,
Otros caminan en círculo,
Afloran el regreso a la casa paterna
Y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
Llevo conmigo el infortunio,
Voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
Como un tren sobre el abismo.


2

En las profundidades de la música
No hallé respuesta alguna:
Sólo la mudez y el sosiego
Junto al fantasma del verano.


3

Yo voy hacia donde ya nada es cierto.
Allá donde el más querido compañero
Es apenas una sombra:
El viento irrumpe desde el jardín perdido
y bajo los pies sólo siento el frío del camino.


Anna Ajmátova, Odessa, 1889- Domodedovo, 1966
versión de Jorge Bustamante García
En Periódico de Poesía, nueva época, núm. 3, UNAM-INBA, otoño de 1993, págs. 21-24
imagen: Reproducción que aparece en el disco sobre el cuadro-mural de Picasso, sobre LA GUERRA.

sábado, marzo 15, 2014

martín moreau. dclxvi


DCLXVI

Cuando el planeta Tierra era más plano
que un mapa de llanura pampeana
y la Historia sus años descontaba,
los átomos que ahora configuran
mi cuerpo humano andaban tan dispersos
que ninguno se hubiera imaginado
que Lilita Carrió, mirando al público
con más cara de oráculo que nunca
iba a anunciar mi nuevo advenimiento,
invocando la unión casi monstruosa
de un paisano con una oveja negra
para engendrarme audaz
pero mortal.
(…) 
Cumplidos los planetas, los entonces
y las caras, ahí se complicaron
mis átomos en esta anatomía.
Afuera un sucederse de prodigios:
saltaban las alarmas de los autos,
perdían su señal los celulares.
Entonces lloré al verme en patria extraña,
tanto me mareaba el movimiento
de rotación terrestre el primer tiempo.
(…)
Incontenible más Inalcanzable,
allá del planisferio, los relojes                              
y los espejos, soy el desconocido
que al pasar te saluda por tu nombre
sin levantar del piso la mirada.
Busco puchos tirados para darles
una pitada: voy siguiendo un rastro.
(…)
Paro frente a una casa de familia,
gestos de discusión girando en torno
al salero en la cena derramado
puedo ver a través de las cortinas.
(…)
No vengo a tocar timbre el domingo
temprano, redimirlos de ese dios
odioso es el mandado que recién
me salió en el horóscopo bazooka.
Fue con tal de un probar de sus secretos
que he llegado a empinarme puro el vino
divino y la verdad es que si Cristo
la cara a cara a Dios le hubiese visto
no lo habrían clavado así en la Cruz.
 (…)
Desconocido pero inconfundible,
soy algo más que la suma de mis átomos,
si mi nombre completa crucigramas.
No hay mapa que me pueda contener,
ni los relojes pueden alcanzarme
y no me reconocen los espejos.
Dios está en todas partes,
                                          no puede huirme.

En ciudad de Ayacucho, veinticuatro
de junio de dos mil diez

Martín Moureu, Ayacucho, 1981
de Sin Tácticas
imagen s/d


sábado, marzo 08, 2014

jack kerouac. coros



1er Coro

Veo las espaldas
de los viejos entrando
con lentitud a tiendas
para negros.

2do Coro

Una fila de caras de hombres negros
con bigote y gastadas gorras alemanas
dadas vuelta, se atropellan
con bolsas de arpillera & se lamentan
hablando con compañeros secretos
de largos cabellos
en la vereda
en la calle 3
San Francisco
bajo una lluvia de caños de escape
goteando en la neblina
podrías ver en las puertas
de los negocios para negros—
camiones para el franeleo pedorreando—
infinita ciudad.

Jack Kerouac, Lowell, Massachusetts, 1922- St. Petersburg, Florida, 1969
De “San Francisco Blues”
En Book of Blues, introducción de Robert Creeley, Penguin Poets, New York, 1995
Versión © Silvia Camerotto

1st  Chorus
I see the backs
Of old Men rolling
Slowly into black
Stores.

2nd Chorus
Line faced mustached
Black men with turned back
Army weathered brownhats
Stomp on by with bags
Of burlap & rue
Talking to secret
Companions with long hair
In the sidewalk
On 3rd Street
San Francisco
With the rain of exhaust
Plicking in the mist
You see in black
Store doors—
Petting trucks farting—
Vastly city.

miércoles, marzo 05, 2014

edgar bayley. me doy cuenta


Me doy cuenta
ahora que viví entre dos labios
ahora me doy cuenta que no es nada
que no es nada cantar cuando se han ido
que no es nada tanto ambiguo color tanta pereza
pisar mi ambigüedad mi gallo insomne
equivocar mi bandera y mi osamenta
ahora que viví oculto abajo
ahora me doy cuenta que no es nada
mirar hacia el fondo si ha quedado
la muerte al fin trajeada de ambrosía
ahora que viajé de noche solo
y subí de un salto a la colina
ahora me doy cuenta que no es nada
pensar que mañana o que pasado
me doy cuenta claramente que no es nada
que no es nada el desamparo y la volanta
que no es nada no haber visto
haber quedado en tanto imaginar y no haber sido
ahora me doy cuenta que no es nada
ahora que miré a mi hermano cara a cara
y le vi el perdón y la pobreza
me doy cuenta claramente que su avío
que su modal su lucha se despegue
anuncian por estanques y por cuartos y burbujas
la prenda venidera el duro filamento de ser hombre


Edgar Bayley, Buenos Aires, 1919-1990
de Edgar Bayley, Obra poética, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 1976
imagen s/d en The dimensions of mind






martes, marzo 04, 2014

anne carson. el viejo cardigan azul de papá



El viejo cardigan azul de papá

Ahora está colgado del respaldo de la silla de la cocina
donde me siento siempre, como antes
en el respaldo de la silla de la cocina donde él siempre se sentaba.

Me lo pongo cada vez que entro
—como él,  mientras sacudía
la nieve de sus botas.

Me lo pongo y me siento en la penumbra.
Él no habría hecho esto.
El frío —reducido al mínimollega desde  la médula de la luna en el cielo.

Sus leyes eran secretas
pero recuerdo el momento en que supe
que ellas lo estaban volviendo loco.

Estaba parado en la entrada del garaje cuando llegué.
Tenía puesto el cardigan azul con los botones abrochados hasta arriba.
No solo porque era una calurosa tarde de julio

sino por la mirada en su rostro—
como un niño pequeño vestido por alguna tía, temprano a la mañana
para un largo viaje

en fríos trenes y plataformas ventosas
que se sentará en el borde de su asiento
mientras las sombras como largos dedos

sobre los pajonales que pasan
aun  lo conmueven
porque está yendo hacia atrás.

Anne Carson, Toronto, Canadá, 1950
Versión © Silvia Camerotto
imagen s/d
El texto original se publica incompleto por razones de copyright

Father's Old Blue Cardigan

Now it hangs on the back of the kitchen chair
where I always sit, as it did
on the back of the kitchen chair where he always sat.

I put it on whenever I come in,
as he did, stamping
the snow from his boots.

[...]

He was standing at the turn of the driveway when I arrived.
He had on the blue cardigan with the buttons done up all the way to the top.
Not only because it was a hot July afternoon

but the look on his face —
as a small child who has been dressed by some aunt early in the morning
for a long trip

[...]

over the haystacks that sweep past
keep shocking him
because he is riding backwards.

lunes, marzo 03, 2014

alejandra pizarnik. en esta noche, en este mundo



En esta noche, en este mundo


A Martha Isabel Moia

en esta noche en este mundo
las palabras del sueño de la infancia de la muerta
nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe

no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo 

extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible

sombras
recintos viscosos donde se oculta
la piedra de la locura
corredores negros
los he corrido todos
¡oh quédate un poco más entre nosotros!

mi persona está herida
mi primera persona del singular

escribo como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad
escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre nosotros!

los deterioros de las palabras
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las piernas
¿qué hiciste del don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder

palabras embozadas
todo se desliza
hacia la negra licuefacción

y el perro del maldoror
en esta noche en este mundo
donde todo es posible
salvo
el poema

hablo
sabiendo que no se trata de eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema más prescindible
el que no sirva ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo

Alejandra Pizarnik, Buenos Aires, 1936-1972
en Alejandra Pizarnik, Poesía completa, Editorial Lumen, 2003
imagen de Steve Richard, Dark Ballet Series, en Uno de los nuestros

domingo, marzo 02, 2014

susana thénon. aquí y ahora



Aquí, ahora

Sé que en algún lugar
la alegría se desparrama
como el polen
y que hace tiempo
los hombres se yerguen
como jardines definitivos.
Pero yo vivo aquí y ahora,
donde todo es horrible
y tiene dientes
y viejas uñas petrificadas.

Aquí, ahora,
donde el aire
se asfixia
y el miedo es impune.


De Habitante de la nada, 1959

Susana Thénon, Buenos Aires, 1935-1991
en
 La morada imposible, Susana Thénon, Tomos I y  II, edición a cargo de A. M. Barrenechea y M. Negroni, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 2004
imagen de Peikwen Cheng, Doors of perception, en Peikwen Cheng Lost and found


sábado, marzo 01, 2014

césar vallejo. hoy me gusta la vida mucho menos



Hoy me gusta la vida mucho menos...


Hoy me gusta la vida mucho menos, 
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía. 
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve 
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra. 

Hoy me palpo el mentón en retirada 
y en estos momentáneos pantalones yo me digo: 
¡Tánta vida y jamás! 
¡Tántos años y siempre mis semanas!... 
Mis padres enterrados con su piedra 
y su triste estirón que no ha acabado; 
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos, 
y, en fin, mi ser parado y en chaleco. 

Me gusta la vida enormemente 
pero, desde luego, 
con mi muerte querida y mi café 
y viendo los castaños frondosos de París 
y diciendo: 
Es un ojo éste, aquél; una frente ésta, aquélla... Y repitiendo: 
¡Tánta vida y jamás me falla la tonada! 
¡Tántos años y siempre, siempre, siempre! 

Dije chaleco, dije 
todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar. 
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado 
y está bien y está mal haber mirado 
de abajo para arriba mi organismo. 

Me gustará vivir siempre, así fuese de barriga, 
porque, como iba diciendo y lo repito, 
¡tánta vida y jamás! ¡Y tántos años, 
y siempre, mucho siempre, siempre, siempre!

César Vallejo, Santiago de Chuco, 1892- París, 1938
en César Vallejo. Poemas Humanos, Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1961
imagen de César Vallejo en Periodista digital