viernes, abril 30, 2010

y cuando ha durado


Regreso

Adorna las cosas con una amplia monotonía de ausencias

Ahora es una pálida envoltura

El azul oscuro de la profundidad se ha roto

Ahora es un árido manto


Desapego

He aquí un hombre
uniforme

He aquí un alma
desierta
un espejo impasible

Me ocurre que despierto
y me reúno
y poseo

El raro bien que me nace
así lento me nace

Y cuando ha durado
así insensiblemente se apagó


Peregrinaje

Al acecho
en este vientre
de escombros
horas y horas
he arrastrado mi osamenta
gastada por el fango
como una suela
o como una semilla
de espino

Ungaretti
hombre de pena
te basta una ilusión
para darte coraje

Un reflector
del otro lado
pone un mar
en la niebla

Giusseppe Ungaretti, Alejandría, 1888- Milán, 1970
en Giuseppe Ungaretti, Poemas escogidos, Selección, traducción y prólogo de Rodolfo Alonso, Fabril Editora, Buenos Aires, 1978
imagen: Tyfun Eker, Sweet loneliness

martes, abril 27, 2010

blanca varela. historia

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Historia

puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que el aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama.

Blanca Varela, Lima, 1926-2009
en Antología de la poesía peruana, Fuego Abierto, Selección y prólogo: Carmen Ollé, Editorial Lom, Santiago, 2008
imagen: Quint Buchholz, Einstein meets Monroe

domingo, abril 25, 2010

jorge aulicino. age of mythology




Age of Mythology

Visir sentado en un sillón de Stalingrado;
ocupante de la ruina más suntuosa de la ciudad.
Aquí se avengan a escuchar la modulada tormenta eterna del obús.
Ronronea, tose, canturrea - golpea como profundo pistón-.
Y él mira en las nubes rojas de óxido y de ideas,
no el crepúsculo sino la boca rugiente del porvenir.
Es un espectro de los bosques eslavos.
Prepara el fuego entre losas quemadas.
La ventana del oeste, estucada, se abre a la furiosa guerra -
disparo a disparo- de los francotiradores entre las chapas;
pero la ventana del este da al alba que crece anestesiada.
Cuerpos macilentos se mueven en su ectoplasma. Gigantes de la escarcha.
Vampiros cruzan por el oeste y bajan en picada a beber sangre coagulada.
Así los dioses, así el preparar el café, leer el parte, calzar las botas
sobre las tiras de tela ensangrentadas; amartillar el arma.
Y cuando se yergue en la intemperie, voces de legiones fantasmas
se alzan entre los escombros / de una vital esperanza mutilada.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
Inédito
Imagen: Studio Marcel, Stalingrad

jueves, abril 22, 2010

quita la costra humana


Lavado

Lava al hombre de la tierra; quita
la costra  humana.
Veinte pies más abajo hay tierra fría e íntima
tan limpia.

Lava el hombre de la mujer:
el sudor ajeno de su piel, las cenizas de su cabello.
Ponla a secar al sol
las marcas azules en su pecho se borrarán.

Mujer y mundo, aún no
tan limpios como la gata
que salta al alféizar con un pescado entre sus dientes;
sus ojos fijos y  curiosos reflejan la habitación mugrienta,
ella comienza a lavar el agua del pescado.

Eiléan Ní Chuilleanáin, Cork, 1942
Versión © Silvia Camerotto
imagen: Sally Mann


Wash

Wash man out of the earth; shear off
The human shell.
Twenty feet down there´s close cold earth
So clean.

Wash the man out of the woman:
The strange sweat from her skin, the ashes from her hair.
Stretch her to dry in the sun
The blue marks on her breast will fade.

Woman and world not yet
Clean as the cat
Leaping to the windowsill with a fish in her teeth;
Her flat curious eyes reflect the squalid room,
She begins to wash the water from the fish.

lunes, abril 19, 2010

en la peor hora de la peor estación



Testigo



Acá está la ciudad:
sus montañas gastadas,
su pasto y su hierro,
su costa brumosa
vista desde las carreteras
del lado de Wicklow.

Desde Dalkey Island
hasta North Wall,
hasta la distancia azul que aferra su perímetro,
las viejas divisiones arraigadas en su interior.

Y también en mí.
Y ahí estarán siempre.

Salen de mi boca:
tropas con botas y espuelas.
Los hombres y mujeres
a quienes desposeyeron.

¿Qué es una colonia
sino la brutal verdad
que cuando hablamos
las tumbas se abren.
y los muertos caminan?

Eavan Boland, Dublin, 1944
Versión © Silvia Camerotto
imagen: Rowan Gillespie, Irish Famine Memorial


Witness

Here is the city—
its worn-down mountains,
its grass and iron,
its smoky coast
seen from the high roads
on the Wicklow side.

From Dalkey Island
to the North Wall,
to the blue distance seizing its perimeter,
its old divisions are deep within it.

sábado, abril 17, 2010

famoso campo de batalla




Un hombre solo es tan bueno…

Un hombre solo es tan bueno
como lo que le dice a un  perro
cuando debe levantarse de la cama
en medio de una noche invernal
porque un maldito perro está ladrando;

y va y abre la puerta
en camiseta y calzoncillos
y allí, en el baldío lleno de pozos
que los espectadores llaman campo de deportes
encuentra al perro callejero con una pata

levantada a la expectativa
y con expresión de ‘gracias a dios
y por un minuto pensé
que no había nadie más que yo
despierto en este maldito pueblo’.

Pat Boran, Portlaoise,1963
en Pat Boran, New and Selected Poems, Dedalus Press, Dublin, 2007
versión © silvia camerotto
imagen: sally mann

Man is only as good as…

A man is only as good
as what he says to a dog
when he has to get up out of bed
in the middle of a wintry night
because some damned dog has been barking;

and he goes and opens the door
in his vest and boxer shorts
and there on the pock-marked wasteground
called a playing field out front
he finds the mutt with one paw

raised in expectation
and an expression that says Thank God
for a minute there I thought
there was no one awake but me
in this goddamned town.

miércoles, abril 14, 2010

hasta el cielo se ha puesto a llorar


garúa

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento
Parece un trozo de sombra,la noche;
y yo en las sombras camino muy lento.
Mientras tanto la garúa
se acentúa con sus púas
en mi corazón...

En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo;
y aunque quiera yo arrancarla
desecharla
y olvidarla,
la recuerdo más....

Garúa...
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera...
Sintiendo tu hielo
porque aquella con su olvido
hoy le ha abierto una gotera...
Perdido solo
como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra
Garúa..
Tristeza...
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!

Qué noche tan llena de frío y hastío.
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote...
Las gotas caen en el charco de mi alma;
hasta los huesos, calado y helado.
Y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome...

1926

Enrique Cadicamo, Buenos Aires, 1900-1999

Música: Aníbal Troilo
imagen: s/d

lunes, abril 12, 2010

el último subsidio


Pequeño reloj de pulsera negro

Fue cuando el médico dijo:
"está muriéndose"
que me compré un pequeño reloj
para medir el tiempo de su agonía.

Todavía lo uso.
Ahora para medir
mi tiempo sin padre.

Transeúnte que me detienes en la calle
y apresuradamente me preguntas la hora,
¡no puedes saber para qué cosas
sirve este reloj!

de A capella, 1991
en Una antología de la poesía argentina (1970-2008), Selección, prólogo y notas: Jorge Fondebrider, Editoria Lom, Santiago de Chile, 2008

El invierno llegó

El invierno llegó
como llegan todas las estaciones.
Con el invierno
el último subsidio.

Mis vecinos esperan
aparecer en las listas.

Los que ya aparecieron
compran muebles
minicomponentes
celulares
y zapatillas que brillan como diamantes.

¿Yo?
Observo. Observo.
fijo mi mirada en las plantas:
después de la inundación
-confundidas-
algunas intentan florecer.

¿Y yo?
Hago una urdimbre secreta
de las pérdidas y las ganancias.
El dinero no figura
ni en un caso ni en otro.

en Poetas argentinas, (1940-1960),Selección y prólogo de Irene Gruss, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006

Estela Figueroa, Santa Fe, 1946
imagen: Faustino Franco Ramos, El dolor de la inundación

sábado, abril 10, 2010

blanca varela. nadie nos dice cómo y otros

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Nadie nos dice cómo...

Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta

***

Es fría la luz

Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia

tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo

así cayeron en la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto

crece el yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y se vuelve
a escribir
hasta el último aliento

sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que apenas estuvo


Blanca Varela, Lima, 1926 - 2009
en Donde todo termina abre las alas. Poesía reunida (1949-2000), Galaxia Gutenberg, 2001.
imagen: s/d

jueves, abril 08, 2010

me escribí yo mismo


El ahorcado del Café Bonaparte

Para no conocer los abismos del humo
para no tragarse los periódicos de la tarde
para no usar unos espejuelos cubiertos de sangre o telaraña
El que estaba sentado en un rincón lejos de los espejos
tomándose una taza de café no oyendo el tocadiscos
sino el ruido de la pobre llovizna
El que estaba sentado en un rincón lejos de los relámpagos
lejos de los leones morados de todas las guerras
hizo un cordón con una hoja de papel
en la que estaban escritos el nombre del Papa el nombre del presidente
y otros dos mil nombres ilustres
y a la vista de todos los presentes
se colgó del sombrerero que brillaba sobre su cabeza amarilla
El patrón del café salió bajo su capa negra en busca de un policía
Armstrong cantaba sin cesar la luna había aparecido
como una gata furiosa en un tejado
Tres borrachos daban puñetazos en el mostrador
y el ahorcado después de mecerse dulcemente durante un cuarto de hora
con su voz muy lejana
comenzó a pronunciar un hermoso discurso:
"Maintenant je suis pendu dans le Bona
La lluvia es el cuarzo de mi miseria
Los políticos roen mi bastón
Si no me hubiera ahorcado moriría
de esa extraña enfermedad
que sufren los que no comen
En mis bolsillos traigo cartas estrujadas
que me escribí yo mismo
para engañar mi soledad
Mi garganta estaba llena de silencio
ahora está llena de muerte
Estoy enamorado de la mujer que guarda las llaves de la noche
Ella se ha mirado en mis ojos sin saber quién he sido
Ahora lo sabrá leyendo mi historia de hollín en los periódicos
Sabrá que me llamaba Louis Krizek
ciudadano del corazón de los hombres libres
heredero de la ceniza del amanecer
He vivido como un fantasma
entre fantasmas que viven como hombres
He vivido sin odio y sin mentira
en un mundo de jueces y de sombras
La tierra en que nací no era mía
ni el aire en que reposo tampoco
Tan solo he poseído la libertad
es decir el derecho a sufrir a errar
a ser este cuerpo frío
colgado como un fruto
entre los cantan y ríen
entre una playa de cerveza
y un templo edificado para adornar el miedo
La mujer que guarda las llaves de la noche
sabrá que me llamaba Louis Krizek
y que cojeaba un poco y que la amaba
Sabrá que no estoy solo que conmigo
va a desaparecer un viejo mundo
definitivamente borrado por el alba
Así como la niebla a veces aplasta
las flores del cerezo
la muerte ha aplastado mi voz"

Cuando el patrón volvió con un policía de lata y azufre
el ahorcado del café Bonaparte
ya no era más que el humo tembloroso de un cigarro
bajo el sombrerero
sobre una taza de restos de café.

Fayad Jamís, Zacatecas, México, 1930 - La Habana, 1988.
en La Rosa Blindada, N° 1, Buenos Aires, Octubre 1964
imagen: s/d

sábado, abril 03, 2010

las ovejas me miran fijamente


Lucina* brillando en el silencio de la noche


Luna brillando en el silencio de la noche
el cielo colmado de estrellas
yo leía mi libro en unas ruinas
bajo la pobre luz de una vela, sin carne asada o música
o bebida fuerte o protección contra el viento que soplaba
por la ventana entreabierta, y sentí
la luz de la luna sobre mi cabeza, despejada
después de tres días de lluvia.

Me bañé en agua helada; de color naranja, corriendo por el pantano
sumergida entre el berro
los murciélagos revoloteaban por mi cuarto, donde dormía a salvo.
Cuando desperté, las ovejas me miraban fijamente.

Oleadas de oscuridad, detrás de mí, la plaga
de ratones, plaga de escarbajos
saliendo arrastrados del lomo de los libros,
plaga ensombreciendo pálidas caras con arcilla
el mal de la luna extraviada.

Me relajé en el desierto, sorprendida
como las bestias de los mosaicos del piso de la capilla
cuando Cromwell* se marchó,  y a través
del agujero en el techo vieron el cielo agrandarse.

Los perros pastores me rodearon; regresó el saltamontes
con la alondra y la abeja*.


Eiléan Ní Chuilleanáin, Cork, 1942
Versión © Silvia Camerotto
En Selected Poems, Eilán Ní Chuilleanáin, The Gallery Press, Loughcrew, 2008.
Imagen: Giovanni Lanfranco, Norandino y Lucina descubiertos por el Ogro



Lucina Schynning in Silence of the Nicht

Moon shining in silence of the night
The heaven being all full of stars
I was reading my book in a ruin
By a sour candle, without roast meat or music
Strong drink or a shield from the air
Blowing in the crazed window, and I felt
Moonlight on my head, clear after three days’ rain.

I washed in cold water; it was orange, channelled down bogs
Dipped between cresses.
The bats flew through my room where I slept safely.
Sheep stared at me when I woke.

Behind me the waves of darkness lay, the plague
Of mice, plague of beetles
Crawling out of the spines of books,
Plague shadowing pale faces with clay
The disease of the moon gone astray.

In the desert I relaxed, amazed
As the mosaic beasts on the chapel floor
When Cromwell had departed, and they saw
The sky growing through the hole in the roof.

Sheepdogs embraced me; the grasshopper
Returned with lark and bee.
I looked down between hedges of high thorn and saw
The hare, absorbed, sitting still
In the middle of the track; I heard
Again the chirp of the stream running.


Notas
*LUCINA schynnyng in silence of the nicht, /The hevin being all full of sternis bricht, /To bed I went, bot thair I tuke no rest [ …] Cita del poeta escocés, William Dunbar (1460-1520). En el poema The birth of Antichrist, Dunbar inicia el tema de las aventuras de John Damian, alquimista, favorito de James IV. Se cuenta que, en 1507, Damian subió a la almena de Stirling Castle, provisto de enormes alas hechas con plumas de gallinas, con intención de volar a Francia. Su experimento falló y terminó con una pierna rota. El alquimista adujo que ello se debía a que las gallinas no vuelan.
A partir del poema de Dunbar, John Leslie incluyó la historia de Damian en The History of Scotland. Lucina es la personificación de la luna.
(The poems of William Dunbar, Late John Small, William Blackwood and Sons, Edinburgh London,1893).
**Oliver Cromwell, Huntingdon, 1599 - Londres, 1658. Político y militar inglés, lideró la invasión parlamentaria a Irlanda (1649-1650), por la que se lo acusa de cometer las mayores atrocidades.
***Cita de ‘Young Travellers’, poema escrito por Edmund Charles Blunden (1896- 1974), perteneciente al libro The face of England: in a series of occasional sketches, Lightning Source Inc., 2006. Blunden escribió acerca de sus experiencias durante la Primera Guerra Mundial. En 1951, fue nombrado Comandante de la Orden del Imperio Británico. En 1956, recibió la Queen's Gold Medal for Poetry. En 1963, fue nombrado miembro honorario de la Academia Japonesa. El 11 de noviembre, Blunden fue incluido entre los 16 poetas en una placa conmemorativa en la Esquina de los Poetas en la Abadía de Westminster.

viernes, abril 02, 2010

antonio machado. la saeta


La saeta

¿ Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!


Campos de Castilla, 1912

Antonio Machado, Sevilla, 1875 - Collioure, 1939
en Antonio Machado, Obras, Tomo I, Editorial Losada, Buenos Aires, 1970
imagen: Salvador Dali, Crucificción

jueves, abril 01, 2010

el furibundo marte


Oda VII.
Profecía del Tajo


Folgaba el Rey Rodrigo
con la hermosa Cava en la ribera
del Tajo, sin testigo;
el río sacó fuera
el pecho, y le habló desta manera:
«En mal punto te goces,
injusto forzador; que ya el sonido
oyo, ya y las voces,
las armas y el bramido
de Marte, de furor y ardor ceñido.
¡Ay! esa tu alegría
qué llantos acarrea, y esa hermosa,
que vio el sol en mal día,
a España ¡ay cuán llorosa!,
y al cetro de los Godos ¡cuán costosa!
Llamas, dolores, guerras,
muertes, asolamientos, fieros males
entre tus brazos cierras,
trabajos inmortales
a ti y a tus vasallos naturales;
a los que en Constantina
rompen el fértil suelo, a los que baña
el Ebro, a la vecina
Sansueña, a Lusitaña:
a toda la espaciosa y triste España.
Ya dende Cádiz llama
el injuriado Conde, a la venganza
atento y no a la fama,
la bárbara pujanza,
en quien para tu daño no hay tardanza.
Oye que al cielo toca
con temeroso son la trompa fiera,
que en África convoca
el moro a la bandera
que al aire desplegada va ligera.
La lanza ya blandea
el árabe crüel, y hiere el viento,
llamando a la pelea;
innumerable cuento
de escuadras juntas veo en un momento.
Cubre la gente el suelo,
debajo de las velas desparece
la mar; la voz al cielo
confusa y varia crece;
el polvo roba el día y le escurece.
¡Ay!, que ya presurosos
suben las largas naves. ¡Ay!, que tienden
los brazos vigorosos
a los remos, y encienden
las mares espumosas por do hienden.
El Éolo derecho
hinche la vela en popa, y larga entrada
por el Hercúleo Estrecho
con la punta acerada
el gran padre Neptuno da a la armada.
¡Ay, triste! ¿y aun te tiene
el mal dulce regazo? ¿Ni llamado
al mal que sobreviene,
no acorres? ¿Ocupado,
no ves ya el puerto a Hércules sagrado?
Acude, acorre, vuela,
traspasa la alta sierra, ocupa el llano;
no perdones la espuela,
no des paz a la mano,
menea fulminando el hierro insano.»
¡Ay, cuánto de fatiga,
ay, cuánto de sudor está presente
al que viste loriga,
al infante valiente,
a hombres y a caballos juntamente!
Y tú, Betis divino,
de sangre ajena y tuya amancillado,
darás al mar vecino
¡cuánto yelmo quebrado,
cuánto cuerpo de nobles destrozado!
El furibundo Marte
cinco luces las haces desordena,
igual a cada parte;
la sexta, ¡ay!, te condena,
¡oh, cara patria!, a bárbara cadena.

Fray Luis de León, Belmonte, Cuenca, 1527 o 1528 - Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1591
en Obras poéticas, Libro I,Edición facsímil, tomada de la edición original: Escritores del Siglo XVI, Tomo segundo, Obras del maestro Fray Luis de León, Madrid, M. Rivadeneyra, 1855
imagen: s/d