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sábado, enero 17, 2015

arnaldo calveyra. cuántos simbades tendrán que pasar



***

[...] ¿Cuántos simbades tendrán que pasar antes por cada uno de nosotros, cuántos ríos vadear los ojos desmesurados del sin memoria?, maestro que no enseña soledad.
Tu vida de cumpleaños, tantas veces curios de tristeza. Tu vida en un renglón, la carta de tu vida entre las hojas del cuaderno, raya la linda persiana de la mañana que sube, eso. Tantos días en un decorado desierto vestido de desierto, mucho impulso y poco decidido el paso. Lejos. Lejos. Lo que les faltaba a las flores en el vaso, y eso que parecían más rozagantes que en lo mejor del jardín. La mariposa loca con su sombra descubierta ahora tiene espejo para ella entre las flores. ¿Qué esperan esas cortinas de árboles pintados de colores por la tierra, esos ajetreos, ese ir y venir y de golpe quedarse quietos bajo un mismo seguro de árbol? Eucalipto para ser joven y el viento que de nuevo se vuelve hacia nosotros, aquí una primera noche, vida de aguas arriba, y ahora el cielo del tamaño de la noche sin postigos. No hagas cosa de la fuente que parece descansar si de golpe se queda muda en el pequeño ombligo balbuceante, desvelo del quedarse sin agua que la corra y que la vele, agua de paso sin descanso y no dejes de estar sola.
Me estás hablando y te estoy oyendo. Negro de mar, vertiente de salmuera, ¿ya sabes hablarle a un muerto, a su corazón inesperado mismo? [...]

[...] Nadie descansa en una pieza como ésta, aparentemente vacía. No para mí que deseo hablarles, ofrecerles inmortalidad, acechar el instante en que, cansado de deberles infinito, inicio esta travesía de estrella constelada. No le creas a una pared sin manchas; no le creas a una corza extraviada en el empapelado de una pieza aparentemente vacía, en su blancura de entraña de cal por apagarse. Te mentirán palabras que ya existían al estado de mentira, palabras, casi seguro, al estado de mentira. [...]

Arnaldo Calveyra, Gobernador Mansilla, 1929- París, 2015
de Novela, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2014
imagen de

lunes, mayo 12, 2014

arnaldo calveyra. alcanzar y otros. de novela


***
"Alcanzar": tu palabra. ¿La mía? Casi nunca, casi ninguna, la que nadie dice ni dirá, ni que me dirá ni diré por tu boca. Por eso, seguirnos deletreando: ¿pero no se podría verdaderamente un poquito más, ir un poquito más? Huyendo uno del otro, cada uno se quedó con el ícono inmortal, su otro de obsidiana. Tienes que comprenderlo, no ser más el pararrayos del otro y acaso (ya) de nadie, y con este cielo tan de calma chicha, animal acorralado en medio de una selva de llamados.

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¿Cuántos simbades tendrán que pasar antes por cada uno de nosotros, cuántos ríos vadear los ojos desmesurados del sin memoria?, maestro que no enseña soledad.

Tu vida de cumpleaños, tantas veces curiosa de tristeza. Tu vida en un renglón, la carta de tu vida entre las hojas del cuaderno, rayada la linda persiana de la mañana que sube, eso. Tantos días en un decorado desierto vestido de desierto, mucho impulso y poco decidido el paso. Lejos. Lejos. Lo que les faltaba a las flores en el vaso, y eso que parecían más rozagantes que en lo mejor del jardín. La mariposa loca con su sombra descubierta ahora tiene espejo para ella entre las flores. ¿Qué esperan esas cortinas de árboles pintados de colores por la tierra, esos ajetreos, ese ir y venir  y de golpe quedarse quietos bajo un mismo seguro de árbol? Eucalipto para ser joven y el viento que de nuevo se vuelve hacia nosotros, aquí una primera noche, vida de aguas arriba, y ahora el cielo del tamaño de la noche sin postigos. No hagas caso de la fuente que parece descansar si de golpe se queda muda en el pequeño ombligo balbuceante, desvelo del quedarse sin agua que la corra y que la vele, agua de paso sin descanso y no dejes de estar sola.

***
Nadie descansa en una pieza como esta, aparentemente vacía. No para mí que deseo hablarles, ofrecerles inmortalidad, acechar el instante en que, cansado de deberles infinito, inicio esta travesía de estrella constelada. No le creas a una pared sin manchas; no le creas a una corza extraviada en el empapelado de una pieza aparentemente vacía, en su blancura de entraña de cal por apagarse. Te mentirán las palabras que ya existían al estado de mentira, palabras, casi seguro, al estado de mentira.


Arnaldo Calveyra, Mansilla, 1929
de Novela, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2014
maqueta de tapa de Gabriela Di Giuseppe 

martes, noviembre 26, 2013

arnaldo calveyra. ser de donde se viene...




***
[...]

Ser de donde se viene. Saber de dónde viene uno. Consultarlo con otros. Con conocidos de viaje, en una conversación fugaz, conversación de momento, ocasional en lo posible. Fingir altanería, para así provocar objetividad en uno y los demás. Socarronería por principio. Lengua cortada, lengua interrumpida.

La gente que ha querido vivir conmigo, los amores tontos, la mirada del perro, una luz de vidriera, ¿dónde están ahora, cuando ya dejamos de vernos y ellos son ahora ese yo que les presté pero que me llevé conmigo, estrechado, escondido aun para mí, entre mis brazos a enterrarlo en su recova?
Precisión del dejar, campanada irreconocible en la simetría y la arritmia. Estas y esas gentes, ahora que empiezo a saber cómo llamarlas, tratarlas, que han aceptado sin pestañear este cono transitorio de respuesta, no sé si están o estarán un día en su cadáver de corazón exagerando.

Uno de nosotros dos es dos y alguien más a esta hora. Más vida, agua de manantial y monte, uno solo entre y con los dos, más callado, silencio de recién preciso y vacilante. Indeciso, extrañado silencio, más se parece a la batalla cuando les llega la noche y mueren los últimos. Uno de los dos, más por recibir a ese otro que alienta todavía en uno y de cuando el era y el serán se pliegan y despliegan como las dos puntas de mañanas y tardes, barquito de papel lanzado al estanque. Serán uno, serán uno, alguien que conserva su silencio de fábrica entre sus dos manos apaciguadas, su humo de recién.

Arnaldo Calveyra, Mansilla, Entre Ríos, 1929
de El cuaderno griego, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2010
imagen de Eli, en Eli Gallery

sábado, noviembre 22, 2008

arnaldo calveyra. apuntes para una reencarnación

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apuntes para una reencarnación (selección)

Por el espejo de irte quedando dormida el largo día pasa, pasa un río, pasa el agua de ese río, muchos ríos pasan, noche que llega por la ventana entrecerrada, que no oscurece el agua, pasa, pasa el recuento de lugares en espera, siempre, de lo mismo, el desenlace súbito del espectáculo del día en que llegaste a ser casi todas las cosas.

Escribir palabras que lleguen a ser los desprevenidos años preadolescentes. Horas a eso del atardecer, repentinas (nadie contaba con ellas), la nube que acaba de llegar a la página, ya a punto de ausencia, la misma urgencia que la hizo entrar en la pieza la hace ahora desvanecerse, nube con una llovizna dentro, ¿y por qué tan callados en algunos lugares de la tarde, en medio de una conversación de golpe interrumpida, chaparrón de la memoria en mitad del verso, hiato blando del corazón de la sandía partido en dos como el para siempre enrojecido corazón del ocaso, pulpa de esa memoria abriéndose paso entre personas que nunca vieron llover?
Lo presenta como el ahogado que deriva hacia la costa. Una vez vuelto del mar de esas nubes éstas lo orientan hacia la playa, reconoce la arena donde podrá encontrar reposo.
Como si fuera él esa costa.

Y luego (¿antes, antes de eso?), la puerta abierta y cerrada de ese mismo sueño.
y luego (¿antes? ¿cuándo antes?), unas líneas. Estas líneas, la evasiva memoria.

de Arnaldo Calveyra, Poesía Reunida, Buenos Aires, Editorial Adriana Hidalgo, 2008.