domingo, marzo 29, 2009

alberto girri. historia del arte


historia del arte

Mordimos sobre cuanto existe
hasta escarnecerlo,
hasta la desvergüenza,
una provocación a lo desconocido,
un esfuerzo
a menudo sucio y mezquino,
casi nunca optimista, jamás alegre,
una justificación,
la necesidad de obrar, de idiomas
donde salvarnos, perpetuarnos,
mientras por debajo,
vigentes aún en la confusa tierra,
rondaban los gestos,
el férreo cayado
de aquellos ancianos de Colono,
coro de los que lamentaron
el supremo mal de haber nacido.

Y eso era crear, supuestamente
amparados en algo divino,
con almas y demonios rodéandonos
de sueños,
visiones,
posibilidades,
y con la soberbia de revelar y disecar
lo temporal y lo absoluto que bregan
en la intimidad del color,
en las formas
de la planta, el animal, la piedra.

¿Y qué dejamos,
cuál será la posteridad
de tan diestras manos
y cavilaciones?

¿Dogmáticamente,
y según la clásica norma
de equilibrar muertos y elegidos,
anticipamos
que quienes nos tomaron en cuenta
volverán a oír, por sorpresa,
nuestras voces de furia y desazón
contra los dolorosos, estériles ensayos,
y tantas malas cosechas
que precedieron al fruto logrado,
casi logrado,
y anticipamos también la esperanza
de ser puestos a la izquierda,
del lado fausto,
en el sitio de honor?
¿Se bosquejan ya
los retratos serviles,
las duras
y equívocas semblanzas personales
donde nos presentarán en etapas,
descompuesto nuestro impulso
en curvas de ascenso y caída:
cuando jóvenes
y presuntos dueños de la inmortalidad,
en la madurez,
seguros de un estilo,
aplastados los maestros,
maestros nosotros;
en la senilidad,
atardecer
del espíritu cediendo al cuerpo,
extraviados por primera vez
y para siempre?

Ojalá
que antes de que entremos en lo oscuro
estas incógnitas se transformen
en conciencia de nuestros propios límites
y preguntemos lo que de veras importa,
si se cumple
la evasiva
y codiciada proporcionalidad
entre lo que intentamos
y lo que se ve,
entre la belleza
y el bien que la belleza honra;
ojalá
que los manoseados símbolos del arte
terminen por parecer errores,
efectos vacíos, menos legítimos
para lograr entenderse con el universo
que un simple intercambio de amor y odio.

Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
de Obra Poética I, Alberto Girri, Corregidor, Buenos Aires, 1977.
figura: el coloso, goya

viernes, marzo 27, 2009

sabiduría esencial



El Buda enseñó las Cuatro Nobles Verdades que son: existe el sufrimiento; hay una causa para el sufrimiento; el sufrimiento puede cesar; existe un camino que conduce al cese del sufrimiento.

  • para una persona que desconoce el camino del Zen, las montañas son montañas y los ríos son ríos; después de un primer vislumbre de la verdad del Zen, las montañas ya no son montañas y los ríos ya no son ríos; después de la iluminación, las montañas vuelven a ser montañas y los ríos vuelven a ser ríos.
  • el Tao que puede ser expresado con palabras no es el eterno Tao; el nombre que puede ser caracterizado no es el nombre inmutable.
  • si no puedes encontrar la verda en el lugar donde estás, ¿dónde más esperas encontrarla?
  • el engaño fundamental de la humanidad es suponer que yo estoy aquí y tú estás allí afuera.
  • Zen es la desimbolización del mundo.
  • un monje le preguntó al maestro Haryo: '¿qué es el camino?'
    Haryo dijo: 'Un hombre con los ojos abiertos cayendo en un pozo'.
  • al caminar, simplemente camina. Al sentarte, simplemente siéntate. Sobre todo, no te tambalees.
  • debes buscar sin buscar.
  • ¿dónde puedo encontrar un hombre que haya olvidado las palabras? Con él sí me gustaría conversar.
  • NO TRATES DE SEGUIR LOS PASOS DE LOS HOMBRES SABIOS DEL PASADO; BUSCA LO QUE ELLOS BUSCARON.
  • aprende bien las reglas y luego, olvídalas.
  • si no buscas, ¿en qué te diferencias de la tierra, la madera o la piedra?
  • Ti-ts'ang dijo: 'No sabiendo es más cerca'.

de Zen, sabiduría esencial, editorial troquel, buenos aires, 1995

jueves, marzo 26, 2009

saber perder lo que se pierde

11721**

poca paciencia
Mi primer amante
me doblaba la edad.

Era de pequeña estatura,
hablaba con diminutivos
y prefería los verbos en potencial,
las inminencias demoradas.

Decía hoy a la nochecita
podríamos, y no vamos
ni esta noche,

y me obligó a ser paciente
y a esperar el futuro
otras cosas pequeñas y tardías

en vez de entonar letanías
por lo que nunca
llegaríamos a ser.

de Marginados, en El árbol de palabras, 2006

mirta rosenberg, rosario, 1951

*fuente: Una antología de la poesía argentina, (1970-2008), Selección, prólogo y notas: Jorge Fondebrider, Ediciones Lom, Santiago de Chile, 2008.
**fantasía sobre cánovas de natalia zacarías

martes, marzo 24, 2009

barranca de bocas


***
Recitas
lo que me ayuda a desoír. Encanecidamente
yerra el sable al que no prestamos
guerra alguna, así

lo exige la flauta
soplada a través en la mudez de lo imaginado, así
lo mana la noche
que uno anudó a los mástiles de lo justo.

Mira más arriba:
para ti los nortes de la imagen, para mí
el cambio de marcha
para los dos el aliento vacante.

¡Tanto sabes,
tanto sabes en el mismo lugar a medianoche
de todos los lechos,
tanto enseñas sin la lámpara!

hasta que uno
uno ajeno sobre el pedernal de las respuestas
llora un fruto
a este lado y otro del vivir.

***
Quizá, ni un horizonte por vencer
te alces ahora con el ojo
birlado al ciego. Quizá

ante él, hecho de nunca
el día se sepa una
palabra. ¿Comprendes?
aún , sobre fondo de estrella
nos ase lo oscuro por los cuatro
nortes de verdades. Yo

oculto en ti
para que también un hoy nos descubra
junto a la primer amígdala
estibadora de silencio.

***
Lo habíamos
aprendido, sin oír
nada más, entregarrados, como
si la palabra de todos hiciese
la Palabra, estrella y
sentido y estrella, como si al fin nos
amásemos.

En la entrelínea, allí
no palpamos, no atendimos la penumbra
en el cielo, era
vez,
creación, hablaba, sabes, hablaba con lo desierto.

roberto cignoni, Buenos Aires, 1953. Publicó Margen puro, Resplandores, 28 poemas, Nevada y estrella. Perteneció a Paralengua, grupo para la difusión de la poesía oral y visual. Dirigió, junto a Jorge Perednik, la revista XUL.

domingo, marzo 22, 2009

cada hombre mata lo que ama




balada de la cárcel de reading

En memoria de C. T. W., antiguo soldado de la Guardia Real de Caballería,
muerto en la cárcel de Reading, Berkshire, el 7 de julio de 1896
.

I

No vestía una chaqueta roja
porque rojos son la sangre y el vino,
y había sangre y vino en sus manos
cuando lo encontraron junto al cadáver
de la pobre muerta a quien amaba
y a quien mató en el lecho.

Caminaba entre los Jueces,
vestía un raído traje gris
y una gorra de cricket
y su andar era leve y alegre;
sin embargo, nunca vi a nadie mirar
con tanta tristeza el día.

Jamás vi a un hombre mirar
con ojos tan tristes
el pequeño toldo azul
que los presos llamamos cielo,
y a cada nube que pasa
como velas de plata.

Yo caminaba junto a las otras almas,
en otra dimensión,
y me preguntaba si el hombre
había cometido un gran
crimen o una insignificancia,
cuando una voz me susurró al oído
«ese hombre va a mecerse».

¡Cristo! Los muros de la prisión
de pronto parecieron tambalearse
y el cielo sobre mi cabeza se convirtió
en un casco de acero candente;
Y aunque era yo un alma en pena,
no podía sentirla.

Comprendí entonces cuál era el pensamiento
que me acosaba; y por qué
él miraba el día destemplado
con ojos melancólicos.
El hombre había matado aquello que amaba
y debía morir.

Sin embargo, cada hombre mata lo que ama.
Escuchen esto;
unos lo hacen con mirada amarga
otros con una palabra aduladora;
el cobarde lo hace con un beso,
y ¡el valiente con la espada!

Algunos matan al amor cuando son jóvenes
y otros cuando viejos;
estrangulan algunos con manos de Lujuria,
otros con manos de Oro:
el más compasivo usa un puñal porque
los muertos se enfrían rápidamente.

Algunos aman poco, otros mucho,
Agunos compran y otros venden.
Algunos cometen el hecho llorando muchas lágrimas
y otros sin un suspiro.
Porque cada hombre mata lo que ama
pero no todo hombre muere.

No muere una muerte vergonzosa
en un día de negro y desgraciado,
ni tampoco lleva una soga al cuello
ni un trapo sobre el rostro;
ni dejan caer primero los pies
hacia el vacío.

Tampoco se sienta con hombres silenciosos
que lo vigilan noche y día;
que lo vigilan cuando trata de llorar
y cuando intenta rezar;
que lo vigilan; no sea que él mismo robe
de la prisión la presa.

No se despierta al alba para ver
formas temibles ocupar su celda:
el aterido Capellán de túnica blanca,
el Alguacil triste y adusto,
el Director en brillante traje negro
y el amarillo rostro de la Muerte.

No se levanta en lastimoso apuro
para vestir el traje de convicto,
mientras un grosero Doctor se regodea
con cada nuevo tic y nueva pose ;
toqueteando un reloj cuyo sonido
se parece a horribles golpes de martillo.

No conoce la terrible sed
que raspa la garganta, antes de que el verdugo
se deslice con sus guantes de jardinero
por la puerta acolchada,
y lo ate a uno con tres correas
para terminar con la sed de la garganta.

No inclina la cabeza para oír
la lectura del oficio mortuorio,
ni aún cuando el terror de su alma
le dice que no está muerto;
ni cuando se cruza con su propio ataúd
al acercarse a la espantosa barraca.

Ni mira fijamente al aire
a través del techo de vidrio;
ni reza con labios de arcilla
para que termine su agonía;
ni siente en su mejilla estremecida
el beso de Caifás.

versión © silvia camerotto

The ballad of Reading Gaol

In Memoriam
C.T.W.
Sometime Trooper of the Royal Horse Guards.
Obiit H.M. Prison, Reading, Berkshire,
July 7th, 1896

I.

He did not wear his scarlet coat,
For blood and wine are red,
And blood and wine were on his hands
When they found him with the dead,
The poor dead woman whom he loved,
And murdered in her bed.

He walked amongst the Trial Men
In a suit of shabby grey;
A cricket cap was on his head,
And his step seemed light and gay;
But I never saw a man who looked
So wistfully at the day.

I never saw a man who looked
With such a wistful eye
Upon that little tent of blue
Which prisoners call the sky,
And at every drifting cloud that went
With sails of silver by.

I walked, with other souls in pain,
Within another ring,
And was wondering if the man had done
A great or little thing,
When a voice behind me whispered low,
"That fellows got to swing."

Dear Christ! the very prison walls
Suddenly seemed to reel,
And the sky above my head became
Like a casque of scorching steel;
And, though I was a soul in pain,
My pain I could not feel.

I only knew what hunted thought
Quickened his step, and why
He looked upon the garish day
With such a wistful eye;
The man had killed the thing he loved
And so he had to die.

Yet each man kills the thing he loves
By each let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word,
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!

Some kill their love when they are young,
And some when they are old;
Some strangle with the hands of Lust,
Some with the hands of Gold:
The kindest use a knife, because
The dead so soon grow cold.

Some love too little, some too long,
Some sell, and others buy;
Some do the deed with many tears,
And some without a sigh:
For each man kills the thing he loves,
Yet each man does not die.

He does not die a death of shame
On a day of dark disgrace,
Nor have a noose about his neck,
Nor a cloth upon his face,
Nor drop feet foremost through the floor
Into an empty place

He does not sit with silent men
Who watch him night and day;
Who watch him when he tries to weep,
And when he tries to pray;
Who watch him lest himself should rob
The prison of its prey.

He does not wake at dawn to see
Dread figures throng his room,
The shivering Chaplain robed in white,
The Sheriff stern with gloom,
And the Governor all in shiny black,
With the yellow face of Doom.

He does not rise in piteous haste
To put on convict-clothes,
While some coarse-mouthed Doctor gloats, and notes
Each new and nerve-twitched pose,
Fingering a watch whose little ticks
Are like horrible hammer-blows.

He does not know that sickening thirst
That sands one's throat, before
The hangman with his gardener's gloves
Slips through the padded door,
And binds one with three leathern thongs,
That the throat may thirst no more.

He does not bend his head to hear
The Burial Office read,
Nor, while the terror of his soul
Tells him he is not dead,
Cross his own coffin, as he moves
Into the hideous shed.

He does not stare upon the air
Through a little roof of glass;
He does not pray with lips of clay
For his agony to pass;
Nor feel upon his shuddering cheek
The kiss of Caiaphas.


Oscar Wilde, (Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde), Dublin, octubre 1854- París, noviembre 1900.
El 27 de mayo de 1895 Oscar Wilde fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Fue enviado a Wandsworth y Reading, donde redactó la posteriormente aclamada Balada de la cárcel de Reading.

jueves, marzo 19, 2009

a mi lado ella no hablaba

leonardo_da_vinci_hands_sketch*
II
Antes de dormir fumé el último cigarrillo.
A mi lado ella no hablaba,
establecía el límite preciso
que ocupaba en la cama.
No advertía sus ojos empañados
aunque más verdaderos.
Movía el tablero y las piezas se ajustaban
a una geometría perfecta de torres inclinadas.
Así supe que la realidad no es lo que vemos
sino el desierto en el que me muevo
donde raramente llego a tomar agua
y cuando lo hago me gusta su sabor
pero estoy solo
sin la mujer del velo que me completaría
acaso, ¿dónde?, por ahí en las briznas de un Chopin
que es un estudio exclusivamente mental.
Sin embargo, camino en el desierto
pisando a fondo la materia.
En ese humo aspirado con fruición
veo las líneas del deseo tendidas
como si esa acción tan prosaica
fuera la única posible en una obra
donde sólo hay dos siluetas
formadas por las luces de la escena.

de Ruido de fondo, 'Ruido de fondo', Trópico Sur, volumen I, 2001.

el agua
La fiesta del agua abre su cuchilla de filos
y penetra en la aurora.
La aurora como el agua restaura el ocaso.
¿Cómo recordarte ahora, cómo nombrarte
ahora que el agua en mis manos
se quiebra en las grietas de tu cuerpo?
Grávida el agua de olvidada esmeralda
grávido tu reverso en el espejo
Iza el idilio su anillo de adulterio.
Translúcida queda atrás el agua incesante
la sucesión interminable de gotas
que mojaban nuestros cuerpos
cierta sedienta mañana de abril.
Sí, Carver, es bueno vivir cerca del agua
estar en los sitios donde las aguas se unen
a otras aguas, pero ahora el río está seco
y la distancia inventa una fricción cavilosa
que vuelve trágica la comedia,
como sentirse recorriendo a una ruta desconocida
a bordo de un descapotable a gran velocidad
y sólo el viento furioso te acompañara
al borde del peñasco último
y en eso consistiera el placer
más allá de la fricción del agua sobre mis ojos
que vuelve cómica la tragedia.
Pensé entonces en mi vida
había oído un sonido semejante
como ese que ahora caía
desde las piedras.
Elemental e inalterable en su pureza
más díafan que cualquier mañana
su sabor no es de este mundo,
su levísima caída en tu cuerpo
recupera todas las cosas perdidas.
En la fragilidad del agua está tu fuerza
cada mañana al despertar.

de Ruido de fondo, 'Poemas dispersos', Trópico Sur, Volumen I, 2001

VII

Reflejos de agua sobre las hojas
marrones en la base de cemento
que rodea el tanque.
Cuidades enteras bajo agua.
Miles de bocas bajo canillas secas
lo seco y lo mojado
lo árido y lo fértil
Ambivalencia del agua.
Recorte del texto: equilibrio
entre lo dicho
y lo no dicho.
Desde cierto punto de vista
el tanque podría ser también
un tanque de guerra
o --al menos-- una trinchera.

de Tanque australiano, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2007

Marcelo Leites, Concordia, Entre Ríos, 1963
sitios: la biblioteca de marcelo leites, autores de concordia
*leonardo da vinci

martes, marzo 17, 2009

si las piedras bailaran



Canción Tercera

Si la voz de Orfeo tuviese el poder de transmitir el sonido del amor
A los insensibles árboles a través de sus poros y lograr así su movimiento:
Si las piedras bailaran en armonía, bajo la cadencia tonal de la lira de Anfión,*
hasta levantar las paredes de Tebas:
Causarían, al menos, un noble efecto:
Oh piedras, oh árboles, aprended a escuchar; Stella canta.

Si el amor endulzara a un niño pastor,
Y lograse que el dragón**, reacio a los exquisitos manjares del amor, lo probara:
Si un águila feroz gozase con una doncella Griega,
Y sus ojos fueran la luz, y su muerte la noche infinita:
Y de la tierra naciera el amor, para alcanzar la perfección del cielo:
Oh bestias, oh pájaros; mirad al Amor. Ved como irradia en Stella.

Los pájaros, bestias, piedras y árboles perciben esto, y sintiéndolo, aman;
Y si ni árboles, ni piedras son conmovidos por estas pruebas,
Y ni bestias ni pájaros se aproximan a su bendita mirada,
Sabed entonces que un amor pequeño es lábil, y un gran Amor nos desconcierta:
Todos quedan azorados, pero ustedes, oh ojos, oh oídos de los hombres,
Sabiamente, quedan sometidos bajo sus encantos.

versión © silvia camerotto

Third Song
If Orpheus’ voice had force to breathe such music’s love
Through pores of senseless trees, as it could make them move;
If stones good measure danc’d, the Theban walls to build,
To cadence of the tunes, which Amphion’s lyre did yield,
More cause a like effect at leastwise bringeth:
Oh stones, oh trees, learn hearing; Stella singeth.

If Love might sweeten so a boy of shepherd brood,
To make a lizard dull to taste Love’s dainty food;
If eagle fierce could so in Grecian maid delight,
As his light was her eyes, her death his endless night:
Earth gave that love, heav’n I trow love refineth:
Oh beasts, oh birds; look Love. Lo, Stella, shineth.

The birds, beasts, stones and trees feel this, and feeling love;
And if the trees nor stones stir not the same to prove,
Nor beasts nor birds do come into this blessed gaze,
Know that small Love is quick, and great Love doth amaze:
They are amaz’d, but you with reason arm’d,
Oh eyes, oh ears of men, how are you charm’d!


de Astrophel and Stella, Phillip Sidney

Notas:
*Anfión: Anfión, gemelo de Zeto, aficionado a la música y el Arte.
Hermes, su mentor, le regaló una lira y le enseñó a tocarla. Lo hacía con tal gracia que se cuenta que en la construcción del muro de Tebas (ciudad fundada por Anfión y su hermano), mientras Zeto tenía que esforzarse en cargar los pesados bloques, Anfión simplemente tocaba su lira de tal manera que las piedras le seguían espontáneamente y se colocaban en su sitio.
**Sidney toma la historia de Thoas el arcadiano, quien fuera rescatado por un dragón y de una doncella de Sestos que alimentó a un águila que se sacrificó a sí misma en su pira funeraria. La fuente original se encuentra en La historia natural de Plinio.
***La obra fue compuesta por Sir Phillip Sidney, (Kent, 1554-Arnheim, 1586), circa 1580. La versión autorizada surge del Folio de la Arcadia de 1598. Astrophel and Stella fue una de las creaciones artísticas más importantes de la Inglaterra renacentista. Una variación de los sonetos petrarquianos, compuesta por 108 sonetos y 11 canciones. Sidney tomó las estructuras rítmicas de los sonetos y las reestructuró en 15 variaciones bajo la influencia de Sir Thomas Wyatt. Su nombre proviene de las palabras griegas aster (estrella) y phil (amante, también diminutivo del nombre del autor) y de la palabra latina stella (estrella).
El argumento se basa en el amor de Astrophel hacia Stella, una mujer casada, a quien roba un beso mientras ella duerme. A partir de allí, sus estados anímicos pasan de la esperanza a la completa desesperación. Supuestamente, el modelo de Stella estaría basado en Penélope Devereux, con quien Sidney debía contraer nupcias, frustrándose la boda cuando ella fue obligada a casarse con Lord Rich. Según algunos críticos, entre ellos Thomas Roche, hay rastros de la metáfora homérica, en los 108 sonetos que coincidirían con los 108 pretendientes de Penélope y, en los 119 poemas, que coincidirían, a su vez, con los 119 meses que tarda Ulises en regresar.

domingo, marzo 15, 2009

la soledad es mi religión*



Solo

Desde de mi niñez, no he sido
como el resto, no he visto
lo que los demás veían, no pude extraer
mis pasiones del mismo manantial.
Ni de la misma fuente obtuve
mi pena; no pude despertar
mi corazón a la alegría en igual tono;
y todo lo que amé, lo amé solo.
Entonces —en mi niñez— en el amanecer
de una tempestuosa vida, brotó
desde la profundidad misma del bien y del mal
el misterio que aún me ata:
desde el torrente o la fuente,
desde el rojo peñasco de la montaña,
desde el sol que giraba a mi alrededor
en su otoño dorado,
desde el rayo en el cielo
mientras pasaba volando a mi lado,
desde el trueno y la tormenta,
y la nube que tomó la forma
(cuando el resto del cielo era azul)
de un demonio ante mi mirada.

versión © silvia camerotto

Alone

From childhood's hour I have not been
As others were; I have not seen
As others saw; I could not bring
My passions from a common spring.
From the same source I have not taken
My sorrow; I could not awaken
My heart to joy at the same tone;
And all I loved, I loved alone.
Then— in my childhood, in the dawn
Of a most stormy life— was drawn
From every depth of good and ill
The mystery which binds me still:
From the torrent, or the fountain,
From the red cliff of the mountain,
From the sun that round me rolled
In its autumn tint of gold,
From the lightning in the sky
As it passed me flying by,
From the thunder and the storm,
And the cloud that took the form
(When the rest of Heaven was blue)
Of a demon in my view.

edgar allan poe, Boston, 1809- Baltimore, 1849.

grosse fuge




*ludwig van beethoven, Bonn, 1770- Viena, 1827.
** francis bacon, Dublin, 1909-Madrid, 1992.

martes, marzo 10, 2009

éste es el primer paso

contes1986
antoni tàpies*

Tàpies: He recibido tu carta. Muy,
muy agradecido por las postales de Miró.
Ahora ya no me falta ninguna. Creo firmemente
en la sinceridad de tu carta y estoy
muy contento de tu paso. Por fin te has dado cuenta
de hasta qué punto va llena de veneno la serpiente
que aún colea. Tàpies: no aplastarán la tierra
los déspotas. Debemos cambiar -me ha
escrito Cabral-, debemos tener la certeza
de que hay que cambiar. Éste es el primer paso.
Veo que tú, sin embargo, has alcanzado la palanca
del arroyo. Has hecho de un árbol
otro árbol. Los árboles
se enlazan unos a los otros.
Que nada de eso se convierta en letra
muerta, fosforescencia de espíritu libresco.
Sí, Tàpies, aquí abajo todavía
el silencio comanda. La flor
y nata del buen vivir se ha vuelto
un montón de oscuridad cercada con cañas.
Dau al Set continúa siendo la oscura revistilla
representativa tan sólo de nuestras minucias.
Ponç, Puig y yo no queremos respirar más
en estas estrecheces y, ante las respuestas
secas del director, hemos dejado de colaborar. Ya verás,
ya verás los números que salen y los próximos que saldrán.
¡Están llenos de muerte, los desventurados!
Siempre el mismo canto triste acompasado
con el sonido de cascabeles podridos. Sin embargo,
al final, han caído, mortecinos y oscuros, las doce,
y nosotros, como te he dicho, hemos encendido la luz
y hemos ganado la explanada.
Envíame fotografías de los cuadros que pintes.
Creo que trabajas mucho. ¿Sale muy
rabiosa tu pintura? No me lo parece.
París y tú ya debéis ser como hiedra
y tronco. Lo malo es que ya se te va
marchitando la rosa de la beca. Cuando
llegues a Barcelona te parecerá que
te hundes en un pozo profundo, sí,
muy profundo. Aquí los ricos se dan besos
en los guantes mientras los pobres arrastran
el culo risco abajo. El jardín de la gaya
ciencia va lleno de adulacristos. Todo
rumorea de silencio. Todos protestan de ello.
Hoy, uno de mayo, los policías van de cuatro
en cuatro.
En fin,
Tàpies, no quisiera que se me amodorrase el alma
teniendo que llamar con estas frases. Baja, amigo,
y todo nos cogerá brillo en las manos
porque, como ya sabes, el tiempo nos da la razón
a nosotros, que tenemos el mejor vino hirviendo
muy cerca del rescoldo.

1 de mayo de 1951
Versión de Andrés Sánchez Robayna

españa

No existe la censura:
lo que existe es un Servicio de Información Bibliográfica
para evitar posibles perjuicios económicos a los editores.

No hay gente que se muere de hambre:
hay personas que sufren insuficiencias tróficas
debidas a insuficiencias alimentarias.

No hay lucha de clases:
hay tensiones sociales polarizadas en torno a desiguales
repartos de la Renta Nacional.

No hay oposición episcopal:
no se trata de quitar al obispo sino de modificar
las estructuras jerárquicas que no son conscientes
del compromiso con las líneas posconciliares.

No hay partidos políticos:
hay articulación de contrastes de opiniones.

No hay subida de precios:
hay revisión de tarifas.

No hay derecho de huelga:
hay una manera de exteriorizar el conflicto directo.

No hay epidemia de cólera:
hay brotes de diarreas estivales.

No se habla de amnistía,
sino de condena de sanciones.

Etcétera.

Versión de Carlos Vitale

pasa un obrero

Pasa un obrero con el paquete del almuerzo.

Hay un pobre sentado en el suelo.

Dos industriales toman café
y reflexionan sobre el comercio.

El Estado es una gran palabra.

Versión de Andrés Sánchez Robayna

el gran triunfo

Siento el latido inmenso en la llanura
y lo canto en la altura de la cumbre.
En plena libertad, libres procura
Todas las Cosas. Jamás servidumbre
En la fuente del gozo, en tu hermosura
He hallado. ¿Ves?, amor, en muchedumbre
Cruzo el dédalo; mas contigo, pura
Naranja que ha crecido de la lumbre,
¡Cuánta luz salta con la sombra mía!
En plenitud de paz en ti me inclino,
Más allá del amor nada nos guía:
Sendas y objetos vuelcan el destino
En la hoguera del alba. Noche y día,
La tuya, amor, al tiempo desafía.

Versión de Alfonso Alegre y Victoria Padilla


*Antoni Tàpies, Barcelona, 1923. Procedente de una familia burguesa barcelonesa, Antoni Tàpies, destacó en las artes plásticas como un rebelde, con incursiones en diversas corrientes, desde el expresionismo al art pop, pasando por el surrealismo.

j-b
Brossa i Cuervo Joan, Barcelona, 1919-1998. Poeta catalán. Escribió poesía en estrofas tradicionales (sonetos, odas sáficas, sextinas, romances), poesía cotidiana (también denominada antipoesía, por su temática y forma prosaica), prosas de circunstancias (recogidas en Vivàrium -1972- y Anafil -1987-) y poéticas, teatro y guiones de cine, y realizó poesía visual y poesía objetual. Para Brossa no existían los géneros ni las fronteras entre las artes.

domingo, marzo 08, 2009

poetas



***

Alfonsina Storni
Sala Capriasca, Suiza, 1892 –Mar del Plata, Argentina, 1938)
Contra voz

Entierra la pluma
antes de atarte los puños
como una llama
el dolor de servir
a cosas estultas.

Por su punta,
como por los canales
que desagotan el río,
tu agua se desparrama
y muere en el llano.

La palabra arrastra limos,
pule piedras,
y corta selvas imaginarias.

Piden los hombres
tu lengua,
tu cuerpo,
tu vida:
Tírate a la hoguera,
florece en la boca
de un cañón.

Una punta de cielo
rozará
la casa humana.

Alejandra Pizarnik
Buenos Aires, 1936-1972
Fragmentos para dominar el silencio

I. Las fuerzas del lenguaje son las damas solitarias, desoladas, que cantan a través de mi voz que escucho a lo lejos. Y lejos, en la negra arena, yace una niña densa de música ancestral. ¿Dónde la verdadera muerte? He querido iluminarme a la luz de mi falta de luz. Los ramos se mueren en la memoria. La yacente anida en mí con su máscara de loba. La que no pudo más e imploró llamas y ardimos.
II. Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado las palabras no guarecen, yo hablo.
Las damas de rojo se extraviaron dentro de sus máscaras aunque regresarán para sollozar entre flores.
No es muda la muerte. Escucho el canto de los enlutados sellar las hendiduras del silencio. Escucho tu dulcísimo llanto florecer en mi silencio.

III. La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante. Y yo no diré mi poema y yo he de decirlo. Aún si el poema (aquí, ahora) no tiene sentido, no tiene destino.

Olga Orozco
Toay, La Pampa, 1920-Buenos Aires, 1999
AUNQUE SE BORREN TODOS NUESTROS RASTROS...

Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer
y no puedas recordar hacia atrás, como la Reina Blanca, déjame en el aire la sonrisa.
Tal vez seas ahora tan inmensa como todos mis muertos
y cubras con tu piel noche tras noche la desbordada noche del adiós:
un ojo en Achernar, el otro en Sirio,
las orejas pegadas al muro ensordecedor de otros planetas,
tu inabarcable cuerpo sumergido en su hirviente ablución, en su Jordán de estrellas.
Tal vez sea imposible mi cabeza, ni un vacío mi voz,
algo menos que harapos de un idioma irrisorio mis palabras.
Pero déjame en el aire la sonrisa:
la leve vibración que azogue un trozo de este cristal de ausencia,
la pequeña vigilia tatuada en llama viva en un rincón,
una tierna señal que horade una por una las hojas de este duro calendario de nieve.
Déjame tu sonrisa a manera de perpetua guardiana, Berenice.


Susana Thénon
Buenos Aires, 1935-1991
Las mujeres poetas

las poetas mujeres
tenemos que juntarnos
para salir
para enfrentar
la humanidad hostil
pero hay que hacerlo con dulzura
¡FEMINEIDAD!

las poetas mujeres
hemos de unirnos
para vencer
a poemazo limpio
aunque nos tiren la casa abajo
a pedradas
a pleonasmos

las mujeres poetas
debemos mantenernos codo a codo
pero sin codearnos
mano a mano
pero sin manosearnos
cheak to cheak
pero sin chequearnos
y tête à tête
pero sin pecharnos

muy difícil

las mujeres poetas
hemos de divorciarnos
¿y de quién? ¿y de quién?
de las poetas mujeres

hombres no hay hace rato.

Amelia Biagioni
Gálves, Santa Fe, 1916- Buenos Aires, 2000
Cada día, cada noche

Cada día
me levanto sin nombre,
y en la nuca
una sombra
tenaz, ajena, a filo,
me acusa desde siempre;
la culpa
total, indescifrable,
entre, me usurpa,
no sé quién soy, me oculto, huyo,
y me pierdo extranjera.
Hasta sentir,
cada noche,
una luz
fiel, entrañable, mansa,
que vuelca desde siempre
río, libélulas, sol, trébol
en mi cabeza más lejana,
y le apoya
alguna, aquella mano;
y cuando empiezo a recordarme,
un ruido sucio, espeso,
de sombra,
se interpone en la nuca
y despierto
sin nombre.

Irene Gruss
Buenos Aires, 1950
Después del Apocalipsis
Poema de ficción

El Apocalipsis ya pasó.
Ahora puedo sentarme en la cama
y ubicar mis pies en cada pantufla.
Puedo ir ahora a la cocina,
y suspirar, en el trayecto.
Ya pasó. Acabó
el Diluvio, sin lluvia.
Empieza a hacer frío, y
ahora el frío resulta acogedor.
Ya pasó todo, ya terminó todo.
Se puede respirar
—antes también podía respirar—,
y reír, reír,
con cierta risa.

Diana Bellessi
Zavala, Santa Fe, 1946
Si así como miramos…

Si así como miramos, fijamente
enlazado el ojo a la belleza
o al espanto, un detalle cualquiera
encanto del afuera. Así también
nos miráramos. No al otro, al propio.
A nosotros mismos. ¿Lo hallaríamos?
El cerrojo del amor, el sentido

El otro como culpable abre el hueco
De la guerra. Ve amenaza donde amparo

Ay de mí, si no hay el sí, sin el otro

Concepción Bertone
Rosario, Santa Fe, 1947
Invierno

La mujer de la bata gastada
barre las hojas de la vereda
ajena a la mirada que la desnuda. Barre
una llamarada de hojas de fresno
y enciende un fósforo
para que el fuego la apague.

Susana Villalba
Buenos Aires, ?
Marea

Esa conspiración en el susurro
cuando nada dicen,
persiste el mar
y la piedra en deshacerse
resistiendo.
Quizá belleza
es esa colisión
eternamente fugaz.
Como el mar el deseo
es movimiento
que comienza donde parece
acabar.
Inútil seducción y sin embargo
la piedra se transforma.
En el amor
se sabe por el cuerpo.
Es su plenitud.
Esa revelación
que acaba cuando comienza
a hablar.
Como arena arrebatada
por el agua
que toma y abandona
al mismo tiempo.
Querer ir más allá del mar
es el mar.
Ese murmullo que parece responder
es movimiento,
un rugido
como el fracaso siempre de un deseo
es el deseo.
Inútil preguntar la razón
que desconoce
un corazón de agua.
El mar como el sueño
rumorea en la orilla
restos
de la profundidad.
Porque nada dice
dice el mar:
Que la verdad es agua
entre las manos
se sabe por tocar.

María del Carmen Colombo
Buenos Aires, 1950
Espergeia

quiero el agua
del paraíso, dice, alba
blanca, pura luz mirando el
reflector dice llena
luna sin culpas
el balde de mi alma
hasta el colmo
como quien toma del gollete
celestial actriz finge
la gota terrenal cuando
enjuga con la punta
del manto una sed de rocío: ella
cree en la eficacia
del vacío y representa
la escena pensada por dios
para salvarnos.


*la lista puede seguir eternamente.
** el orden es casual.
*** tamara de lempicka

imagen de Annick Bouvattier

miércoles, marzo 04, 2009

second language


to gabaa


contemporary is not applause
neither revealing nor an object
but a realm of intimacy
where to cling and crawl
like writing in a second language

should you ask why
both of us know there’s a place for reunion
the central input of our previous forms
without the loss
like writing poetry or translating
in the middle of the night

contemporary is just the nutshell of living standards
based on the company we keep
physical miniatures
each day at end
each morn with or without ease
appealing to the consequent lives
we never gave up

archaisms may well be pardoned.

domingo, marzo 01, 2009

yo hablaría, inventaría palabras-sollozos...

renedaumal
el gran día de los muertos

La noche, el terror,
a cien pasos bajo tierra,
las bóvedas sin esperanza,
el miedo en la médula y lo negro en el ojo
—el llamado de la estrella muere en el brocal del pozo—
y esas manos, tu blanca desesperación
en la bruma glacial del fondo de la vida toda
en la blanca desesperación de esas manos que un día
serán las mías, tanto las habré amado.
No te escapes, me dice la luz,
la aquí estalla por todas partes, pero leve
sobre el espesor ciego que ella encierra
y vana; claridad inútil pero que perfora la piel
y me dice: no saldrás,
pero marcha solo lacerado por mi látigo fantasma,
he ahí la profundidad del terror,
he ahí el palacio sin puertas,
sótano bajo sótano, he ahí el país sin noche.
El aire se encuentra poblado de notas falsas
que hacen chirriar los huesos, he aquí el país sin silencio,
y de nuevo sótano bajo sótano en el país sin reposo,
no es un país, soy yo mismo
encerrado en mi bolsa
con el miedo, con la hidra y con el dragón;
y tú, demonio, aquí está tu cabeza de verruga
que me arranco del pecho
oh monstruo, el mentidor,
el devorador de almas.

Tú me hacías creer que tu nombre maldito
era el mío, el nombre impronunciable,
que tu cara era mi cara, mi prisión
que mi piel detestada recibía vida de tu vida,
pero te llegué a ver: eres distinto,
aunque me atormentes para siempre,
aunque me aplastes en osarios
bajo los cadáveres de todas las razas desaparecidas,
aunque me frías en la grasa de los dioses muertos,
sé que no eres yo mismo
nada puedes contra ese fuego más ardiente que el tuyo,
el fuego, el grito de mi negativa
de ser nada.

¡No, no, no! pues veo signos
todavía débiles en una masa de bruma lenta
pero ciertos, pues los sonidos que ellos esbozan
son los hermanos de los gritos que yo ahogo,
pues los increíbles caminos que trazan
son los hermanos de mis pasos de plomo;
veo los signos de mi fuerza ilimitada, la asesina
de mi vida y de otras vidas hermanas.
Del fondo iluminado, techo bajo techo, de los sótanos,
Veo —lo recuerdo— los había trazado al comienzo
los signos crueles que hurgan en cada repliegue
del pensamiento-molusco de mil brazos.
Ellos me enseñan la terrible paciencia,
me muestran el camino abierto
pero que cierra mejor que cualquier muralla
la ley de fuego dictada por la punta de la espada
y regulando cada paso con el ritmo de la orquesta fatal:
nada se pierde.

He aquí que arranqué el manto de carne sangrante
y de cólera para marchar desnudo
— ¡todavía no! pero veo a lo lejos
y tengo que guiarme y reemplazar mi corazón
allá muy lejos, esas manos, esas manos de ciega,
la ciega muerta más vidente que vuestros ojos de bestias,
vosotros, pesados vivientes opacos, allá muy lejos de la ciega
y sus pupilas, círculos de todo conocimiento,
que encierran el agua límpida y negra de los lagos subterráneos—
diría cuán bellas son esas manos,
cuán bella es ella, no, cómo habla de la belleza,
la muerta ciega, pero que ve toda mi noche,
yo hablaría, inventaría palabras-sollozos
—a sus pies habría de llorar—
yo sollozaría su belleza,
si fuera capaz de llorar,
si ya no estuviera muerto por no haber sabido llorar.

René Daumal, Boulzicourt, 16 de marzo de 1908 - París, 21 de mayo de 1944.
Traducción Aldo Pellegrini.
Fuente: Antología de la poesía surrealista, Aldo Pellegrini, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2006.