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martes, abril 30, 2013
juan gelman. anclao en parís
Anclao en París
Al que extraño es al viejo león del zoo,
siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne,
me contaba sus aventuras en Rhodesia del Sur
pero mentía, era evidente que nunca se había movido del Sahara.
De todos modos me encantaba su elegancia,
su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces de la vida,
miraba a los franceses por la ventana del café
y decía "los idiotas hacen hijos".
Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido
le provocaban malos recuerdos y aun melancolía,
"las cosas que uno hace para vivir" reflexionaba
mirándose la melena en el espejo del café.
Sí, lo extraño mucho,
nunca pagaba la consumición,
pero indicaba la propina a dejar
y los mozos lo saludaban con especial deferencia.
Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo,
él regresaba a son bureau, como decía,
no sin antes advertirme con una pata en mi hombro
"ten cuidado, hijo mío, con el París nocturno".
Lo extraño mucho verdaderamente,
sus ojos se llenaban a veces de desierto
pero sabía callar como un hermano
cuando emocionado, emocionado,
yo le hablaba de Carlitos Gardel.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930
de Gotán, La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1962
sábado, septiembre 29, 2012
juan gelman. lamento por el sapo de stanley hook
Lamento por el
sapo de Stanley Hook
stanley hook llegó a Melody Spring un jueves de noche
con un sapo en la mano
“oh sapo” le decía “sapito mío íntimo mortal y moral y coral
no preocupado por esta finitud
no sacudido por triste condición furiosa” le decía
“oh caballito cantor de la humedad oh pedazo esmeralda”
le decía stanley hook al sapo que llevaba en la mano
y todos comprendieron que él amaba al sapo que llevaba en
la mano
más allá de accidentes geográficos sociológicos demográficos
climáticos
más allá de cualquier condición
“oye mío” decía “hay muerte y vida día y noche sombra y luz”
decía stanley hook “y sin embargo te amo sapo
como amaba a las rosas tempranas aquella mujer de Lesbos
pero más y tu olor es más bello porque te puedo oler”
decía stanley hook y se tocaba la garganta
como raspándose el crepúsculo que entraba y avanzaba y le ponía
el pecho gris
gris la memoria feo el corazón
“oye sapo” decía mostrándole el suelo
“los parientes de abajo también están divididos ni siquiera se hablan”
decía stanley hook “qué bárbara tristeza” decía ante el asombro
popular
los brillos del silencio popular
que se ponía como el sol
esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto
en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con su jueves
todo esto es verdad:
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo
Juan Gelman, Villa Crespo, 1930
En Los poemas de Sidney West, Buenos Aires, Galerna, 1969
Imagen de Kaveh H. Steppenwolf©, en Uno de los nuestros
Lamento por el
sapo de Stanley Hook
stanley hook llegó a Melody Spring un jueves de noche
con un sapo en la mano
“oh sapo” le decía “sapito mío íntimo mortal y moral y coral
no preocupado por esta finitud
no sacudido por triste condición furiosa” le decía
“oh caballito cantor de la humedad oh pedazo esmeralda”
le decía stanley hook al sapo que llevaba en la mano
y todos comprendieron que él amaba al sapo que llevaba en
la mano
más allá de accidentes geográficos sociológicos demográficos
climáticos
más allá de cualquier condición
“oye mío” decía “hay muerte y vida día y noche sombra y luz”
decía stanley hook “y sin embargo te amo sapo
como amaba a las rosas tempranas aquella mujer de Lesbos
pero más y tu olor es más bello porque te puedo oler”
decía stanley hook y se tocaba la garganta
como raspándose el crepúsculo que entraba y avanzaba y le ponía
el pecho gris
gris la memoria feo el corazón
“oye sapo” decía mostrándole el suelo
“los parientes de abajo también están divididos ni siquiera se hablan”
decía stanley hook “qué bárbara tristeza” decía ante el asombro
popular
los brillos del silencio popular
que se ponía como el sol
esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto
en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con su jueves
todo esto es verdad:
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo
stanley hook llegó a Melody Spring un jueves de noche
con un sapo en la mano
“oh sapo” le decía “sapito mío íntimo mortal y moral y coral
no preocupado por esta finitud
no sacudido por triste condición furiosa” le decía
“oh caballito cantor de la humedad oh pedazo esmeralda”
le decía stanley hook al sapo que llevaba en la mano
y todos comprendieron que él amaba al sapo que llevaba en
la mano
más allá de accidentes geográficos sociológicos demográficos
climáticos
más allá de cualquier condición
“oye mío” decía “hay muerte y vida día y noche sombra y luz”
decía stanley hook “y sin embargo te amo sapo
como amaba a las rosas tempranas aquella mujer de Lesbos
pero más y tu olor es más bello porque te puedo oler”
decía stanley hook y se tocaba la garganta
como raspándose el crepúsculo que entraba y avanzaba y le ponía
el pecho gris
gris la memoria feo el corazón
“oye sapo” decía mostrándole el suelo
“los parientes de abajo también están divididos ni siquiera se hablan”
decía stanley hook “qué bárbara tristeza” decía ante el asombro
popular
los brillos del silencio popular
que se ponía como el sol
esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto
en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con su jueves
todo esto es verdad:
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo
martes, abril 24, 2012
la señora llovía dulcemente
Gotan
Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar sus ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención, atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados de soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté,
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930
de Gotán, Ediciones Horizonte, Colección de Poesía La Rosa Blindada, dirigida por Carlos Alberto Brocato y José Luis Mangieri, Buenos Aires, 1962
imagen de © Mario Abel Bernabe, en Mario Abel Bernabe
miércoles, enero 05, 2011
esta dicha de andar tan infelices...
**
Nada de historias
Ninguna solemnidad ningún corcel ningún futuro
ningún mapa ningún congreso de buscadores
de piojos ningún desayuno que no sea mortal
ninguna convalecencia de la opinión pública
ningún divorcio que no sea decretado por los amantes
ningún desembarco en tierra de ladrones
NINGÚN HOMBRE CON EL VIENTRE
ABIERTO DE UN TAJO TIENE INTERÉS
EN LA PERPETUACIÓN DE LA ESPECIE
Así que nada de historias ningún consuelo
ningún símbolo para el asco ningún pacto secreto
ningún receptor de televisión sintonizado
en mi reino no es de este mundo
Juan Antonio Vasco, Buenos Aires, 1924-1984
de Cambio de horario (1954)
**
El juego en que andamos
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930
de El juego en que andamos (1956-1958)
**
Te miro
Me alzo
a la altura de tus ojos.
Crezco de a poco
en el silencio,
con el latido de mi sangre
y sobre el rumor de la piedra y el viento,
uno nuestras caras.
Busco nuestra pasión
en los cuerpos que vibran cerca
y que nos miran,
acá y en nuestro lecho.
Por la piel
a través de los muros y la sombra.
Miguel Ángel Bustos, Buenos Aires, 1933-1976
de Corazón de piel afuera (|959)
*** Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Javier Cófreces para 'Diez poemas de la década del 50'
imagen: s/d
domingo, diciembre 02, 2007
toda poesía es hostil al capitalismo
XCI
toda poesía es hostil al capitalismo
puede volverse seca y dura pero no
porque sea pobre sino
para no contribuir a la riqueza oficial
puede ser su manera de protestar de
volverse flaca ya que hay hambre
amarilla de sed y penosa
de puro dolor que hay puede ser que
en cambio abra los callejones del delirio y las bestias
canten atropellándose vivas de
furia de calor sin destino puede
ser que se niegue a sí misma como otra
manera de vencer a la muerte
así como se llora en los velorios
poetas de hoy
poetas de este tiempo
nos separaron de la grey no sé que será de nosotros
conservadores comunistas apolíticos cuando
suceda lo que sucederá pero
toda poesía es hostil al capitalismo.
sábado, julio 07, 2007
¿y si dios fuera una mujer?

Y si Dios fuera una mujer?
Preguntas
«lo que hacemos en nuestra vida privada es cosa nuestra» dijeron las Seis
Enfermeras Locas del Pickapoon Hospital de Carolina mientras movían sus
pechos con una dulzura tan parecida a Dios
¿y si Dios fuera una mujer? alguno dijo
¿y si Dios fuera las Seis Enfermeras Locas de Pickapoon? dijo alguno ¿y si
Dios movieras los pechos dulcemente? dijo ¿y si Dios fuera una mujer?
corrían rumores acerca de las Seis
las habían visto salir de hospedajes sospechosos con una mirada triste en la
boca las habían visto en una cama del Bat Hotel las habían visto fornicando
con sastres zapateros carniceros de toda Pickapoon
¿y acaso Dios no sale de los hospedajes con una mirada triste en la boca?
alguno dijo ¿y si Dios fuera una mujer? ¡tetas de Dios! ¡blancos muslos de
Dios! ¡lechosos! dijo ¡leche de Dios! gritaba por los techos de toda la
ciudad
así que lo quemaron
hicieron una hoguera alta al pie de la colina del Este
y también quemaron a las Seis Enfemeras Locas de Pickapoon todas eran rubias
y cada día habían visto a la muerte trabajar
eso es todo
así acaban con los temblores mortales e inmortales en Carolina y otros
sitios de Dios ¿y si Dios fuera una mujer? ¿y si Dios fuera las Seis
Enfermeras Locas de Pickapoon? dijo alguno.
Juan Gelman
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