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jueves, enero 03, 2013
horacio di giuseppe. boedo querido
Boedo querido
Barrio de mi niñez, yo te saludo
con un recuerdo lindo de rayuela,
el patio florecido de la escuela,
la bandera en el mástil y el escudo.
Tus casas bajas. Noches de verano,
con vecinas de sillas en la puerta,
y el balcón de ventanas entreabiertas
nos regalaba el vals de un viejo piano.
Hoy, en el cielo, el gran Julián Centeya
te glosa su poesía, la más bella,
y el Barba Manzi y Cátulo Castillo
trenzan un verso mágico y sencillo,
mientras un coro celestial de grillos
silba tu eterno tango en una estrella.
**
Me acunaron los valses de Sureda
y fue tu historia un cuento de mi abuelo,
con reñideros, guapos y los duelos
donde tayó Pizarro... en tus veredas.
Milonga en La Balear, las serenatas,
el Dante y el picado en el potrero,
tu carnaval, el corso de febrero
y el corralón del sueño de las chatas.
Para vos es mi verso más sentido,
forjado entre el café y la madrugada,
y cuando por tus calles trajinadas
rueda la lágrima que se me pianta,
el corazón me sube a la garganta
para cantarte así, ¡Boedo querido!
Horacio Di Giuseppe, Buenos Aires, 1940
de Boedo, mi gente y algo más, Edición de autor, Buenos Aires, 2012
imagen: Emblema de Boedo en Junta de estudios históricos de Boedo
lunes, junio 07, 2010
la vida fue cortando los piolines
Lunfasoneto
Quizá no escriba yo como es debido,
el abc que dicta la poesía,
pero este, mi sover polentería,
es simple como el barrio en que he nacido.
Es cierto que le supe dar tupido
a César Tiempo, a Yunque y a Centeya,
más cuanto me batieron las estrellas
lo dice el cuore como lo ha sentido.
Y si mi rima a veces no respeta
la relación de lo versificado,
no pienso que sea grande mi pecado.
Si puntos grossos han elaborado
sonetos disonantes y elevados,
permítanme jugarla de poeta.
De cuando parábamos la “Pulpo” de veinte guitas, para que la chata corralonera te cruzara, y no soñabas con ese manto impiadoso de alquitrán que sepultó tu empe¬drado de lunas, al que la lluvia, alguna vez, le regaló la ilusión de ser espejo...
A la yeca
Fuiste el patio de juegos de purrete.
De la rayuela, el punto y revoleada.
Del potrero, el buzón y la cortada,
de aquel primer romance de juguete.
Del croto que atorraba en el pasaje,
y el curda que piantaba del boliche.
Del tano remendón y cocoliche,
que detrás de un patín se fue de raje.
De la barra esquinera en aquel feca,
y el picado en tu piso de adoquines.
Testigo de inocentes berretines.
La vida fue cortando los piolines.
Y en un adiós de fueyes y violines,
te bate mi emoción: ¡fuiste la yeca!.
Horacio Di Giuseppe, Buenos Aires, 1940
Inéditos
imagen: s/d
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