jueves, abril 30, 2009

es la imaginación


avanzo en la oscuridad

Avanzo en la oscuridad, cerrando la mano.
Es la imaginación
la que sabe atravesar esa estrategia del horror.

Noche,
fugaz palabra que volvemos a hallar
donde un instante clarificado
hace visible la sutileza del espíritu
que no sabe sino entramar
lo más claro de las sombras.
Y es precisamente en ese instante
cuando intentamos comprender y no comprendemos,
si alguien de aquí se interesa por nosotros
o si es tan sólo un roce levísimo e incierto
con lo desconocido,
y que aún percibimos bajo los escombros,
cuando ya es de día
saliendo del horizonte brumoso.


Horacio Aige, Rosario, 1959

miércoles, abril 29, 2009

nada más



*
Aquí, a la sombra de la muerte, es difícil
Pronunciar la última palabra.
Sólo diré, pues,
"Sin decir".
Nada más.
Nada más.

Dokyo Etan
Murió el sexto día del décimo mes de 1721, a la edad de 80 años.
Dokyo, también conocido como Shoju Ronin, se negó a ingresar en grandes monasterios y vivió la mayor parte de su vida en una cabaña. Vio en el zazen, la meditación zen, la esencia del camino y trató con dureza a los creyentes que lo perseguían para que les enseñara la doctrina zen.
Escribió sus últimas palabras sentado en la posición erguida del zen. Luego, dejó el pincel, murmuró para sí una vieja canción, estalló en una carcajada y murió.

**
Toda mi vida he enseñado el zen a la gente:
Setenta y nueve años.
El que no ve las cosas como son
Nunca conocerá el zen.

Enni Ben'en
Murió el decimoséptimo día del décimo mes de 1280, a la edad de 79 años.
Enni, también conocido como Shoichi Kasho, cayó enfermo a principios del verano. el decimoquiento día del décimo mes anunció a sus seguidores que estaba a punto de morir. No le creyeron. Después de morir, recibió el nombre de Shoichi Kokushi, Maestro de la Nación. Era un título otorgado a sacerdotes dignos de la más alta veneración. Enni fue el primero en recibirlo.

***
Inspira espira,
Adelante, atrás,
Viviendo, muriendo:
Las flechas, disparadas contra sí,
Se encuentran a mitad del camino y rebanan
El vacío en su vuelo sin objeto.
Así regreso al origen.

Gesshu Soko
Murió el décimo día del primer mes de 1696, a la edad de 79 años.
En los escritos del filósofo taoísta Lieh-tzu (siglo IV a.C) se menciona a dos maestros arqueros cuyas flechas chocan en el aire. En el poema de Gesshu, las flechas no caen al suelo, sino que prosiguen su vuelo sin blanco a través del espacio desnudo. Esta imagen indica un estado de conciencia del que han desaparecido los conceptos del pensamiento ordinario que determinan nuestra visión del mundo, y en el que las dualidades se disuelven en el ser iluminado.

****
Así pues, he hecho que mi vida rodara
Dentro y fuera, reclinado, erguido.
¿Y qué es todo?
El redoble de un tambor
Un golpe de trompeta
Nada más.

Muso Soseki
Murió el trigésimo día del noveno mes de 1351, a la edad de 77 años.

de Poemas Japoneses a la Muerte escritos por Monjes Zen y Poetas de Haiku en el umbral de la muerte, 'Segunda parte: Poemas a la muerte de monjes zen', antologados, prologados y comentados por Yoel Hoffmann, traducción de Eduardo Moga, DVD poesía, Barcelona, 2004.

Imagen: poema en caligrafía Kana, del período Heian.

martes, abril 28, 2009

homenaje


un huésped

No sos mío
no estás en mi vida
a mi lado
no comés en mi mesa
ni reís ni cantás
ni vivís para mí.
Somos ajenos

y yo misma
y mi casa.
Sos un extraño
un huésped
que no busca no quiere
más que una cama
a veces.
Qué puedo hacer
cedértela
pero yo vivo sola.

escribo pienso leo

Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
oigo el informativo
escribo
escribo
leo.
Dónde estás
dónde estás.

el ojo

Qué pasa ahora
qué es este prodigio
este desplome de prodigios conmoviendo la noche.
Qué es esto preguntamos
qué es esto y hasta dónde.
El mundo cede vuelve
retrocede
se borra se derrumba se hunde
lejos
deja de ser.
Qué será de nosotros
qué es esto preguntamos recelosos
qué es.
Y sin embargo
sobre el sordo delirio sobre el fuego
de todo lo que quema y que se quema
en lo más implacable de la noche
en lo más ciego de la noche está
planeando sobre el colmo y la ceguera
un ojo frío y despiadado y neutro
que no entra en el juego
que no se engaña nunca
que se ríe.

ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

Idea Vilariño, Montevideo 1920- 2009
de Poemas de amor, Acali Editorial, Montevideo, 1979

sábado, abril 25, 2009

la razón de mis seguros fracasos

**

la fuerza del no hacer

No hacer nada requiere fortaleza,
los débiles están siempre trabajando,
si el trabajo escasea lo inventan.
En cambio el que no hace nada resiste
todas las tentaciones que incumben al trabajo.
Entonces las tentaciones desfilan ante él
y es conducido al borde del barranco
como Cristo: arrójate, tómalo todo, adórame.
Y en su desierto del no hacer
persiste adusto y pobre,
desarrolla la gran fuerza del que
sabe cuál es su sitio y su destino
entre los hombres.
No hacer nada requiere fortaleza,
pero este es un don y por lo tanto
a su conocimiento
acceden sólo aquellos para el cual son llamados

un simple espectáculo

Mi hija y yo observamos como entrenan perros.
No es por interés en el asunto,
es cierto que nos gustan mucho los animales,
hoy estamos aquí sin más cuestiones.
Apasible espectáculo:
hombres y bestias,
viento y un cielo gris,
luz a lo lejos, en los bordes,
donde quiebran las nubes.
Estamos bien aquí,
la tarde nos parece inmejorable,
echados en el pasto sin nada que hacer,
nada podría resultar mejor, tanto que
yo no se que es esto, como denominarlo,
si felicidad, busco el cómo y el porqué
sin nombre alguno todo me desborda,
sin nombre alguno, no está mal, mejor así.
Todo es inmensidad:
el pasto, el viento, la luz,
Todo importa, empero, nada es importante:
sólo grande y sin peso.
Estamos bien aquí.

leyendo poemas se me ha hecho tarde

Leyendo poemas se me ha hecho tarde,
no es ésta la primera vez que me sucede,
puedo apostar a que habrá nuevas oportunidades,
puedo abandonar toda la confianza que no me tengo
en apuestas como estas,
y cifrar en futuras tardanzas
la razón de mis seguros fracasos.
Puedo, de este modo, conocer algo de mi destino:
lo más firme en mí es el fracaso,
y todos mis fracasos me conforman uno,
componen y constituyen
mi mejor parte.

Roberto Malatesta, Santa Fe, 1961
fuente: Poesía de Rosario N° 17
**joe sorren

viernes, abril 24, 2009

sin ítaca que aguarde y sin penélope


No decía palabras

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Los placeres prohibidos , 1931

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Donde habite el olvido, 1933

Peregrino

¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos.
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,
Sino seguir siempre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

La desolación de la quimera, 1962


Luis Cernuda Bidón, Sevilla 1902-México D.F. 1963

de Poesía completa, Tomo I, Ediciones Siruela, Madrid, 1993

lunes, abril 20, 2009

christina rossetti. el hilo de la vida



**
El hilo de la vida

I
El indiferente silencio de la tierra,
el indiferente sonido del mar,
ambos transmiten un mensaje de un único sentido para mí: —
Distantes, distantes, nos mantenemos distantes, entonces permanece
también tú distante, amarrado al lazo perfecto
de la soledad interior; nosotros no te atamos;
pero ¿quién te liberará de tus propias cadenas?
¿Qué corazón tocará el tuyo? ¿Qué mano?—
Y a veces soy soberbio y otras dócil,
y a veces recuerdo los días pasados
cuando la camaradería no parecía tan difícil de encontrar
y el mundo entero parecía menos frío,
y al pie el arcoiris se tendía en oro puro,
y la esperanza era fuerte y la vida misma no era débil.

II
Así estoy en mi propia prisión. Todo
a mi alrededor es libre y soleado y tranquilo:
y si está oscurecido, bajo la sombra de los árboles
que el sol besa, allí donde cantan alegres los pájaros
y donde los vientos murmuran de variadas maneras
donde encontramos abejas, con miel para las abejas;
donde los sonidos son música y los silencios
son música en diferentes modos.
Entonces observo la festiva tripulación,
y sonrío por un rato y por un rato suspiro
pensando: ¿Por qué no puedo regocijarme con ustedes?
E inmediatamente fantaseo con la tonta idea:
No soy lo que poseo ni lo que hago;
pero lo que era soy, y aún soy yo.

III
Entonces yo misma es esa única cosa
que tengo para usar o desperdiciar, para conservar o entregar;
la única posesión por cada día que vivo,
y mía aún, a pesar de la reducción del Tiempo.
Siempre mía, mientras lunas y estaciones traen
la cruda madurez apacible y sanadora;
siempre mía, hasta que la Muerte use su cedazo;
y todavía mía, cuando los santos abran la sepultura y canten.
Y este yo mismo, como rey a su Rey,
doy, a Él Quien se ofreció a sí mismo por mí;
que se ofrece a mí, y me pide que cante
una dulce canción de Su redimido ahora liberado;
me pide que cante: O muerte, ¿dónde está tu aguijón?
y canto: O tumba, ¿dónde está tu victoria?

Christina Georgina Rossetti, Londres 1830–1894

versión © silvia camerotto

The Thread of Life

I
The irresponsive silence of the land,
The irresponsive sounding of the sea,
Speak both one message of one sense to me:—
Aloof, aloof, we stand aloof, so stand
Thou too aloof, bound with the flawless band
Of inner solitude; we bind not thee;
But who from thy self-chain shall set thee free?
What heart shall touch thy heart? what hand?—
And I am sometimes proud and sometimes meek,
And some times I remember days of old
When fellowship seem’d not so far to seek
And all the world and I seem’d much less cold,
And at the rainbow’s foot lay surely gold,
And hope felt strong and life itself not weak.

II
Thus am I mine own prison. Everything
Around me free and sunny and at ease:
Or if in shadow, in a shade of trees
Which the sun kisses, where the gay birds sing
And where all winds make various murmuring;
Where bees are found, with honey for the bees;
Where sounds are music, and where silences
Are music of an unlike fashioning.
Then gaze I at the merrymaking crew,
And smile a moment and a moment sigh
Thinking: Why can I not rejoice with you?
But soon I put the foolish fancy by:
I am not what I have nor what I do;
But what I was I am, I am even I.

III
Therefore myself is that one only thing
I hold to use or waste, to keep or give;
My sole possession every day I live,
And still mine own despite Time's winnowing.
Ever mine own, while moons and seasons bring
From crudeness ripeness mellow and sanitive;
Ever mine own, till Death shall ply his sieve;
And still mine own, when saints break grave and sing.
And this myself as king unto my King
I give, to Him Who gave Himself for me;
Who gives Himself to me, and bids me sing
A sweet new song of His redeemed set free;
he bids me sing: O death, where is thy sting?
And sing: O grave, where is thy victory?

**dante gabriel rossetti

domingo, abril 19, 2009

contesta. te escucho.

**

los motivos del lobo
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal:
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: ¡Paz, hermano
lobo
! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡Está bien, hermano Francisco!
¡Cómo! —exclamó el santo—¿Es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal
?
¿Vienes del infierno?
¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial
?
Y el gran lobo, humilde: ¡Es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer; y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo; y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor.
Y no era por hambre, que iban a cazar
.
Francisco responde: En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener
desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz
!
Está bien, hermano Francisco de Asís.
—Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata
.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a su vez le alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.

Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya vuestro enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios
. —¡Así sea!,
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmos oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintiose el temor, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña
a buscar al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
En nombre del Padre del sacro universo,
conjúrote
—dijo—¡oh lobo perverso!,
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho
.
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad
.

El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración,
que era: Padre nuestro, que estás en los cielos...

Rubén Darío, (Félix Rubén García Sarmiento), Metapa 1867- León 1916.
de Obras Completas, Rubén Darío, 'Poema del otoño y otros poemas' (1907), Editorial Aguilar, Madrid, 2003.

**hyeronimus bosch, los espíritus malignos.

viernes, abril 17, 2009

la última cena

**
acaso no sabías que los hechos
se resuelven de otro modo?
la hipótesis del vino blanco
la del tinto y el blame me not
por el hambre que sufro o que sufrís

antes del postre discutimos en voz baja
sobre si debimos comer con o sin sal
y la cena se reduce a una multitud de vasos
restos de loza y una silla
donde se mece la apología del delito

en la puerta del paraíso
la noche es una venida en perplejidad
y las servilletas no son más
que un recurso para secarse la sed

silvia camerotto, lomas de zamora, 1959
inédito
imagen:magritte

martes, abril 14, 2009

elizabeth azcona cranwell. permanencia



permanencia

El cielo es curvo y cierto de humedad
cielo de confesiones incumplidas.

Es en vano llenar de gestos nuevos los huecos de la
tarde, adorar cada día un reflejo distinto, andar
cazando vida muy lejos de la orilla del corazón.

El amor envejece
y es tu voz que precipita el desasosiego del atardecer.

Esto eres tú todavía, todavía tu intento insostenible,
todavía tu rostro, la gran dulzura desesperada.

Mi soledad saqueda por amigos sonrientes, ahoga por
momentos su eterno descubrir.

Y de mí triunfa siempre la nostalgia, esa ardiente
insegura.

En el colmo del tiempo volveré a dedicarme a tu mirada.
El amor rozará muchas veces el borde de mi noche.
No te destruirá.

de De los opuestos, 1966.

se revela y alumbra

Quisimos que el amor dijera el porvenir, el oculto
mecanismo del tiempo, el ruido de la vida.

Le supimos la voz, su propia música oscura en las ventanas.

Y no ha quedado nada, ni un leve resplandor desdeñando
su forma por las cosas del mundo.

Sin embargo, en la rosa tantas veces mirada se ha encendido
una luz que transforma el sentido de la noche.

de De los opuestos, Editorial Sudamericana, 1966.

esa venganza estéril

Esta carga de luz que a veces duele,
condena o gozo,es un destino necesario.
¿Cuál es el reino del poeta, su privilegio,
el poderío de sus ojos?

Nuestro albergue es pequeño.
Como el canto del gallo nos lastima tres veces
la medida del tiempo.
Y hacemos una frase con el Réquiem de Mozart
y el resabio de una tarde de sol.
Un personaje con harapos se nos antoja bello
en el andén de la mañana,
las palabras se cargan como un rito
y es el mandato que nos urge la vida.
toda salmodia se comenta en rezo, vibra y cae
y es la palabra un fuego que consume las cosas
cuando las cambia con lo intangible de la voz
y las convierte en tiempo por una enunciación que roba
su gravedad y su cuerpo.

¿Es privilegio esa venganza estéril
sobre la tiranía de las cosas?
Yo te pregunto por la tierra,
qué formas nuevas rescatamos en este hablado amanecer.
Yo te pregunto por los árboles,
por su sereno resplandor en la lluvia
y por las calles y los diarios y los objetos cotidianos
por las tareas, los saludos y los enseres de la vida.

Nuestro desorden, esa región que nos hermana
en la lengua feroz, la rebeldía,
la intención de domar el equilibrio de las cosas
no alcanza para un reino
donde un gesto crispado nos convenza
de que esta insurrección es el amor.


de El Escriba de mirada fija, Editorial Fraterna, 1990.

elizabeth azcona cranwell, Buenos Aires, 1933-2004.

domingo, abril 12, 2009

las cosas eternas


Babilonia

El crepúsculo azul andaba entre las calles: en mi mente mi amor era alado,
dejó atrás el hoy y el ayer y tres veces mil años.
El hoy era pasado y estaba muerto, pues del hoy mis pies habían huido
a través de tres mil años para andar los caminos de la antigua Babilonia.
En la cúspide del templo y el techo del palacio el fulgente oro disgregaba los rayos
de un rojo atardecer que estaba muerto y perdido más allá de un millón de días.
La torre del cielo se torna un azul profundo, y ahora comienza un destello de estrellas;
el misterio y grandeza, la múltiple belleza y los pecados
regresan a mí. Camino bajo la sombría multitud de torres;
en la penumbra los chorros de la fuente entre la pálida bruma sobre los lirios.
Me arrullan las aguas y el perfume de los jardines, y escucho
voces familiares, y la voz que amo me susurra al oído.
Tan real como en un sueño es todo esto; y luego una mano se apoya en la mía:
y retrocede el oleaje del tiempo fantasma; y la joven doncella babilónica,
una gota de belleza separada de todos los movimientos de la marea,
está mirando con los mismo ojos, y aquí, en Irlanda, a mi lado.
Oh ilumina nuestra vida en Babilonia, pero Babilonia tiene alas,
mientras permanecemos en la tranquila y majestuosa procesión de las cosas eternas.

George William Æ Russell, Lurgan1867 - 1935.
de Collected Poems by A.E. , London, Macmillan, 1913.
Versión de © Silvia Camerotto
imagen: karl bergstrom

Babylon

The blue dusk ran between the streets: my love was winged within my mind,
It left to-day and yesterday and thrice a thousand years behind.
To-day was past and dead for me, for from to-day my feet had run
Through thrice a thousand years to walk the ways of ancient Babylon.
On temple top and palace roof the burnished gold flung back the rays
Of a red sunset that was dead and lost beyond a million days.
The tower of heaven turns darker blue, a starry sparkle now begins;
The mystery and magnificence, the myriad beauty and the sins
Come back to me. I walk beneath the shadowy multitude of towers;
Within the gloom the fountain jets its pallid mist in lily flowers.
The waters lull me and the scent of many gardens, and I hear
Familiar voices, and the voice I love is whispering in my ear.
Oh real as in dream all this; and then a hand on mine is laid:
The wave of phantom time withdraws; and that young Babylonian maid,
One drop of beauty left behind from all the flowing of that tide,
Is looking with the self-same eyes, and here in Ireland by my side.
Oh light our life in Babylon, but Babylon has taken wings,
While we are in the calm and proud procession of eternal things.

sábado, abril 11, 2009

a la verdad, parece



… ăλγεα δ’ Ěμπης
ẻν θυμώ χαταχεΐσομεν ăχνύμενοί περ·
ού γάρ τις πρňξις πέλεται χρυεροǐο γόοιο.
Ilíada, XXIV, vv. 522-524


Auh mazo, yuhcan,
mazo nellivi,
in yuh tlamani in tlaltipac,
¿cuix ic caco?
¿cuix ic nemauhtilo?,
¿cuix ic chocatinemoa?
Códice Florentino, Lib. VI, cap. XVIII, fol. 75r.


I
Nadie sale. Parece
que cuando llueve en México, lo único
posible es encerrarse
desajustadamente en guerra mínima,
a pensar los ochenta minutos de la hora
en que es hora de lágrimas.

En que es el tiempo de ponerse,
encenizado de colillas fúnebres,
a velar con cerillos
algún recuerdo ya cadáver;
tiempo de aclimatarse al ejercicio
de perder las mañanas
por no saber qué hacerse por las tardes.

Y tampoco es el caso de olvidarse
de que la vida está, de que los perros
como gente se anublan en las calles,
y cornudos cabestros
llevan a su merced tan buenos toros.

No es cosa de olvidarse
de la muela incendiada, o del diamante
engarzado al talón por el camino,
o del aburrimiento.

A la verdad, parece.

Pero sin olvidar, pero acordándose,
pero con lluvia y todo, tan humanas
son las cosas de afuera, tan de filo,
que quisiera que alguna me llamara
sólo por darme el regocijo
de contestar que estoy aquí,
o gritar el quién vive
nada más por ver si me responden.

Pienso: si tú me contestaras:
Si pudiera hablar en calma con mi viuda.
Si algo valiera lo que estoy pensando.

Llueve en México; llueve
como para salir a enchubascarse
y a descubrir, como un borracho auténtico,
el secreto más íntimo y humilde
de la fraternidad; poder decirte
hermano mío si te encuentro.
Porque tú eres mi hermano. Yo te quiero.

Acaso sea punto de lenguaje;
de ponerse de acuerdo con el tipo
de cambio de las voces,
y en la señal para soltar la marcha.

Y repetir ardiendo hasta el descanso
que no es para llorar, que no es decente.
Y porque a la verdad, no es para tanto.

de Fuego de Pobres, 1961

para los que llegan a las fiestas

Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
-pues no uno sabe bailar, y es triste-:
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos:

para los que saben con amargura
que de la mujer que quieran les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;

para los que fueron invitados
una vez; aquellos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta,
ya mucho después de entrados todos,
supieron que no se cumpliría
la cita y volvieron despreciándose;

para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
o vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;

para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen:
para los que sufren a conciencia
porque no serán consolados,
los que no tendrán, los que pueden escucharme:
para los que están armados, escribo.

de Los demonios y los días, 1956

Rubén Bonifaz Nuño, Córdoba, Veracruz, 1923
De otro modo lo mismo, Poesía 1945-1971, Fondo de Cultura Económica, México, 1978

jueves, abril 09, 2009

nada se sabe hasta mañana



Lamentablemente los poemas nunca (o casi) son lo que uno
quiso decir, lo que uno quiere decir, lo que uno querrá
decir (o saber).




La decisión
No me lo preguntés.
Si usted no tiene nada que hacer no lo haga aquí.
¿Usted o yo?
¿Yo o vos?
Las ganas no se dan así nomás.
No se dan árboles de ganas
como el árbol que da las manzanas
ni como los peces del árbol inmenso del mar.
¿Vieron?
¿Viste?
Vestido de punta en blanco,
listo para tomar el barco,
listo para el olvido,
mustio como la última gota de vino
que crece como las semillas
(eso es lo que vos te creés).
Pero creer no es crear...
La gota de vino se muere por la sal del desierto.
Una hamaca liviana, con vista al río,
el río que crece,
que crea orillas para ser río...
(¿pero él lo sabe?).
El cigarrillo medita por uno,
naturalmente con humo,
vive sus horas de humo,
vive acostado,
junto al río.
No hay desplantes
cuando aquí me planto
en medio de bolsas de humo.
La mar de caricias me resbala...
pero escucho el río.
!Sí! el río que me enseñó las caricias.
El río vacila
(aquí no hay vacilaciones: si el río vacila, hay río encerrado!).
Un canasto siente nostalgia de los tomates rojos
y espera,
una espera que lo llenará de acelga,
de espinaca,
de melones,
!para que se olvide de la nostalgia!
Hoy justamente me olvidé como se arrancan los cabellos,
los cabellos de los árboles,
de las piedras,
del río,
de las chispas que saltan de las piedras.
Hoy los recuerdos viajan en jet,
porque estamos en el siglo XX
y todavía hay piedras que duermen de día y de noche,
desde el siglo XV,
junto al mismo río,
esperando al príncipe de la Bella Durmiente
o a "la mano de hierro que las llame a la realidad"
como un llamado telefónico urgente pero equivocado...
Los equivocados no necesitan teléfonos
porque los cabellos se asoman por todas partes,
cuando esperan...
pero nadie espera para crecer
(si lo dejan).
!Pero a mí si me dejan llego!
¿O me quedo?
¿Qué significa quedarse junto al río,
o irse del lado de los tomates rojos que esperaba el canasto?
El canasto que flota en la creciente
junto a la mesa
y la cama
y los cigarrillos,
mojados naturalmente...
y el humo fugitivo y ruiseño.
Una hamaca con los cabellos,
cabellos de humo junto al río,
un río envuelto con el papel de las manzanas,
y dulcemente dedicado.
Porque el río es bocas, manzanas, piel, acelga, espinaca...
¿Y el pobre canasto?
¿Yace o no yace?
¿Yace o no nace?
No.
Murió ayer por decisión municipal.
El duelo se despedirá por tarjeta.


Buono-Striano
Las trizas no se ven.
!Oh gran sorda al viento!
El viento hace trizas el tiempo.
El día se ha vuelto oscuro
para volverse a aclarar,
para ser otro día.
Mi larga espera no puede ser siempre.
El amor tiene que estar aquí...
no a cien leguas a la redonda.
El gallo despierta,
el pájaro doméstico del canto a la madrugada.
Mis ojos comienzan a licuarse en contacto con la luz.
Pero la llamarada sin estrépito del corazón
no despierta a los vecinos.
Ella (es decir vos) ya duerme
pero yo sigo despierto.
Ella dejó todo para la mañana.
Es hora, me dijo.
Yo me he quedado como pez fuera del agua
de su mirada...
Feliz de vos (de ella),
pero Dios te (me) oiga,
porque yo no estoy tan seguro
de hasta mañana.
Nada se sabe hasta mañana.
Hay una gran diferencia
entre el soñador y el dormido/a.
Entre los pájaros que duermen
y el gallo, cantor del alba.
Entre sus ojos cerrados
y mi ojos abiertos.
Todos están afuera (aunque duerman),
todos se han ido
hasta mañana.
Los que duermen han cerrado su sueño
con siete llaves
hasta mañana.
Los insomnes de amor y los otros
se quedan,
esperan.
Y yo visito fábrica de encendedores perdidos.
(Hoy no sólo se fabrican objetos para tener sino también
objetos para perder.)
Pero los encendedores perdidos
no hablan con los paraguas perdidos.
Y yo me voy, pájaro negro,
con el paraguas infinito de la noche
acribillado por tus miradas,
por el recuerdo de tus miradas.
La madrugada es dura
como el pan del olvido.
Tu mirada es sólo un recuerdo
hasta mañana.


Ricardo Zelarayán, Paraná, Entre Ríos, 1940.
de Ricardo Zelarayán, La obsesión del espacio, 1973

*Bacon

martes, abril 07, 2009

la muerte no es nada (dryden)


*
Mira al frente. ¿Qué hay?
Si lo ves tal cual es
nunca errarás.

Bassui Tokusho
Murió el vigésimo día del segundo mes de 1387, a la edad de 61 años.
Antes de morir, Bassui se dirigió a la multitud que se había congregado y pronunció el poema transcripto. Lo repitió en voz alta y expiró.

*
Me he pasado la vida afilando la espada.
Y ahora, cuando me enfrento a la muerte,
La desvaino, y he aquí
Que la hoja está rota
¡Ay!

Dairin Soto
Murió el vigésimo séptimo día del primer mes de 1568, a la edad de 89 años.

*
Todas las doctrinas, rotas;
Las enseñanzas del zen, deshechadas:
Ochenta y un años.
El cielo se resquebraja y desploma,
La tierra se abre:
En el corazón del fuego
Se esconde la primavera.

Giun
Murió el decimosegundo día del décimo mes de 1333, a la edad de 81 años.

*
Al venir, todo está claro, no hay duda.
Al ir, todo está claro, sin duda.
¿Qué es, pues, todo?

Hosshin
Siglo XIII
Una semana antes de morir, Hosshin declaró: 'Moriré dentro de siete días'. Nadie le hizo caso, pero siete días después Hosshin pronunció sus últimas palabra: el poema transcrito y cuando un monje le pidió que añadiera otra frase, Hosshin lo reprendió con un grito agudo de 'Katsu' (que significa que se ha alcanzado la ilumninación) y murió.


*
Durante setenta y tres años
He sacado agua clara del fuego.
Ahora soy un insecto diminuto.
El mundo tiembla
Si lo rozo con mi cuerpo.

Ingo
Murió el vigésimo primer día del octavo mes de 1281, a la edad de 72 años.

*
Vine al mundo con las manos vacías,
Descalzo lo dejo.
Venir, partir:
Dos sencillos sucesos
Que se entrelazaron.

Kozan Ichikyo
Murió el decimosegundo día del segundo mes de 1360, a la edad de 77 años.
Unos días antes de morir, Kozan convocó a sus alumnos, les ordenó que lo enterraran sin ceremonia y les prohibió que celebraran funerales en su memoria. Escribió su poema la misma mañana de su muerte, dejó el pincel y falleció en posición erguida.


*
¡Katsu!
¡Katsu!
¡Katsu!
¡Katsu!

Kogetsu Sogan
Murió el primer día del décimo mes de 1643, a la edad de 70 años.
La palabra 'katsu' no se puede traducir. Es una aguda interjección que emiten el profesoer y el alumno zen en el momento de la iluminación. Aparece en muchos textos zen chinos y japoneses y aún hoy puede oírse en el interior de los monasterios
.

de Poemas Japoneses a la Muerte escritos por Monjes Zen y Poetas de Haiku en el umbral de la muerte, 'Segunda parte: Poemas a la muerte de monjes zen', antologados, prologados y comentados por Yoel Hoffmann, traducción de Eduardo Moga, DVD poesía, Barcelona, 2004.

lunes, abril 06, 2009

federico garcía lorca. poema de la siguiriya


poema de la siguiriya

a Carlos Morla Vicuña


paisaje
El campo
de olivos
se abre y se cierra
como un abanico.
Sobre el olivar
hay un cielo hundido
y una lluvia oscura
de luceros fríos.
Tiembla junco y penumbra
a la orilla del río.
Se riza el aire gris.
Los olivos,
están cargados
de gritos.
Una bandada
de pájaros cautivos,
que mueven sus larguísimas
colas en lo sombrío.

la guitarra
Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.

el grito
La elipse de un grito,
va de monte
a monte.
Desde los olivos,
será un arco iris negro
sobre la noche azul.
¡Ay!
Como un arco de viola,
el grito ha hecho vibrar
largas cuerdas del viento.
¡Ay!
(Las gentes de las cuevas
asoman sus velones)
¡Ay!

el silencio
Oye, hijo mío, el silencio.
Es un silencio ondulado,
un silencio,
donde resbalan valles y ecos
y que inclina las frentes
hacia el suelo.

el paso de la siguiriya
Entre mariposas negras,
va una muchacha morena
junto a una blanca serpiente
de niebla.
Tierra de luz,
cielo de tierra.
Va encadenada al temblor
de un ritmo que nunca llega;
tiene el corazón de plata
y un puñal en la diestra.
¿Adónde vas, siguiriya
con un ritmo sin cabeza?
¿Qué luna recogerá
tu dolor de cal y adelfa?
Tierra de luz,
cielo de tierra.

después de pasar
Los niños miran
un punto lejano.
Los candiles se apagan.
Unas muchachas ciegas
preguntan a la luna,
y por el aire ascienden
espirales de llanto.
Las montañas miran
un punto lejano.

y después
Los laberintos
que crea el tiempo
se desvanecen.
(Sólo queda
el desierto)
El corazón
fuente del deseo,
se desvanece.
(Sólo queda
el desierto)
La ilusión de la aurora
y los besos
se desvanecen.
Sólo queda
el desierto.
Un ondulado
desierto.

Federico García Lorca, Fuente Vaqueros 1898-entre Viznar y Alfacar 1936.
de Poemas del Cante Jondo, escritos entre 1921-1924, publicados 1931, en Obras completas I- Poesía, Galaxia Gutenberg, Barcelona.

*rene magritte

jueves, abril 02, 2009

francisco 'paco' urondo. parques y jardines y otros

chirico-g-de

Parques y jardines

Como aquellas ciruelas tan orientales, en un farol
se balancea el ahorcado. Nadie
puede olvidarlo
como nadie olvida el sabor de los frutos exóticos.
Se desconocen los hechos
que liquidaron su tal vez limitada sabiduría, pero
todos comparten una certidumbre grotesca:
al sacar la lengua no tuvo tiempo de sonreír.
Un momento antes pudo hacerlo; estaba
entre amigos, lejos
de preocupaciones, y tenía entre sus cartas un envido real.
Sabemos qué consecuencias afrontan
los afortunados en el juego,
pero da lástima que con esas barajas
haya tenido este desgraciado fin.
Quienes representan al orden, no juegan.
Es eficiente la Policía Federal; sus
oficiales están bien educados, estudian
diversas tomas, saltan,
aprenden algunas técnica de la astucia y del contragolpe.
Es un cuerpo eficiente, pero inoportuno.
Llegó después que el pobre ahorcado sacara la lengua.
Tarde llegó.
Tarde has piado.
Una pareja alcanzó a verlo con vida; su
cuerpo temblaba,
como en la pubertad se estremecía, y
la pareja huyó: ella
había olvidado algunas prendas
y comenzaba a sentir frío.
No conviene que el frío entre por allí;
Dios ha destinado ese lugar para otros visitantes,
por más ahorcados con los que uno tropiece en su vida.
Él también tendrá frío en todas partes.
También allí tendrá frío para siempre: el eterno
silencio, el eterno frío
de la muerte, se ha hecho cargo de su virilidad.
Si no hubieran llegado tarde; de
no estar ahorcado, él arrasaría
el corazón de una fugitiva
y ella lo hubiese amado con tierna delicadeza.
Pero es demasiado tarde.
Tarde llegó la patrulla, demasiado tarde
con el oficial que ha seguido estudios,
que tiene la valentía de no usar prendas femeninas;
de no llegar tarde;
de no sacar la lengua.
¡Ah el césped, el blando césped del Parque Chacabuco!
¡Cuántas prendas interiores,
cuántas virginidades,
cuántos ahorcados ha visto desaparecer!
La lengua crece;
está erecta, por poseer la noche resbaladiza del parque;
las horas pegajosas de este mundo.
El viento mece y revela las formas olvidadas; balancea
el cuerpo del ahorcado y
estremece el de una pobre muchacha.
Ella va errando por el parque;
porfía en encontrar su prenda olvidada.
Anda entre las sombras sangrientas
y no puede evitar que el frío se le vaya escurriendo
por la comisura más honda de los muslos.
Ya no hay ahorcados ni policías. Tampoco
de esas violaciones que tanta curiosidad despiertan.
Se han llevado los objetos perdidos,
los cuerpos sin dueño y sin temblores;
la burla de los muertos.
Todo está en orden con la salida del sol;
los niños juegan,
los pajaritos cantan.
De Del otro lado. 'Los descuidos’

Milonga del marginado paranoico

Parece mentira
que haya llegado a tener
la culpa de todo lo que ocurre
en el mundo; pero es así. Han tratado
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,
me han dado razones de peso técnico largamente
formuladas y
parcialmente ciertas. Pero
yo sé que soy culpable de los dolores
que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades
que lo van vaciando: quisiera saltar
como Juan L. Ortiz, vociferar
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron
de mano; segundo, no me sale bien y aquí
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento
igual a diapasones y recursos
que conozco perfectamente y que no vale la pena
repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque tendré que ir
reconociendo que no he sabido
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas
por la mala impresión, por las exageraciones.

De Poemas póstumos

Benefacción
Piedad para los equivocados, para
los que apuraron el paso y los torpes
de lentitud. Para los que hablaron bajo tortura
o presión de cualquier tipo, para los que supieron
callar a tiempo o no pudieron mover
un dedo; perdón por los desaires con que me trata
la suerte; por titubeos y balbuceos. Perdón
por el campo que crece en estos espacios de la época
trabajosa, soberbia. Perdón
por dejarse acunar entre huesos
y tierras, sabihondos y suicidas, ardores
y ocasos, imaginaciones perdidas y penumbras.

De Poemas póstumos

La verdad es la única realidad

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor; por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el ángelus eterno y siniestro en una brigada de policía cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse, a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973
De Cuentos de batalla

Francisco Paco Urondo, Santa Fe 1930- Buenos Aires 1976

Obra poética, Adriana Hidalgo Editora, 2006

miércoles, abril 01, 2009

estación XII

rembrandt, Leiden 1606 - Amsterdam 1669


delvaux, Antheit 1897- Veurne 1994


dalí, Figueras 1904-1989


bacon, Dublín 1909 - Madrid 1992
1933
1962

saura, Huesca 1930- Cuenca 1998

la nostalgia es un cuarto donde habita el insomnio


"El puchero misterioso"

(Curioso fondín que funcionaba en el despacho de bebidas del almacén de Cangallo y Talcahuano, hoy desaparecido)
Los amigos estaban allí; la noche, el humo
―su pequeño país de ansias y sueños vagos―.
Los poemas ya escritos y los que se agitaban
detrás de la vigilia; los últimos cocheros;
Pelito Verde, el Sábalo, canillitas; bohemios
sin melena; el buraco
en la pared ―un desvaído mapa―
desde donde salía el plato fuerte
y el vino del invierno.
(Y después un tranvía cayó al Riachuelo...
En el saco de pana, el obrerito,
llevaba un sandwich de carne fiambre
y una figura de calcomanía).
Y después entubaron el Arroyo,
voltearon edificios, y al Gobierno.
Desde entonces fue triste el Carnaval
y empezaron a caer las insignias
de las vetustas tiendas,
la milonga, la luna, Frank Brown, los buhoneros.

Todo se ha ido ya, los verdes años,
el almacén, la ochava, la fregona,
el Ainenti, la guerrilla literaria,
el caricaturista de café, la yiranta,
las "Camas desde un peso", la kermese,
el varieté, el vendedor de globos,
Yrigoyen, Alvear, los presidentes
que antes andaban solos por la calle...
Todo aquello que cabe en el recuerdo.

La nostalgia es un cuarto donde habita el insomnio.

Todo se ha ido, todo, menos lo que vendrá.
Y la lluvia, los circos, la esperanza,
el cartero.

Raúl González Tuñón, Buenos Aires, 1905-1974.
de A la sombra de los barrios amados, 1957.
imagen de Antonio López Torres, Jugando a las bolas, 1946. En epdlp