martes, diciembre 28, 2010

césar vallejo. y si después de tantas palabras



Y si después de tantas palabras...

¡Y si después de tantas palabras,
no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!
¡Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da...!

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,
no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos
en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena...
Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!


Y no me digan nada

Y no me digan nada,
que uno puede matar perfectamente,
ya que, sudando tinta,
uno hace cuanto puede, no me digan..

Volveremos, señores, a vernos con manzanas;
tarde la criatura pasará,
la expresión de Aristóteles armada
de grandes corazones de madera,
la de Heráclito injerta en la de Marx,
la del suave sonando rudamente...
Es lo que bien narraba mi garganta:
uno puede matar perfectamente.

Señores,
caballeros, volveremos a vernos sin paquetes;
hasta entonces exijo, exijiré de mi flaqueza
el acento del día, que,
según veo, estuvo ya esperándome en mi lecho.
Y exijo del sombrero la infausta analogía del recuerdo,
ya que, a veces, asumo con éxito mi inmensidad llorada,
ya que, a veces, me ahogo en la voz de mi vecino
y padezco
contando en maíces los años,
cepillando mi ropa al son de un muerto
o sentado borracho en mi ataúd...


César Vallejo, Santiago de Chuco, 1892- París, 1938
de Poemas Humanos, Editorial Losada, Buenos Aires, 1961
imagen: Weiss, Man, en Jared Weiss Artist Book

viernes, diciembre 24, 2010

jamás en palestina


Diciembre, 24

Hoy cené como si nadie
hubiera nacido jamás en palestina
como si todas las catedrales
los oratorios, las miserias y los
reinos de occidente
me fueran ajenos, y veinte siglos
de testamento y fuerza
no pudieran contra una sola persona
a mi pesar
un plato de carne, ninguna garrapiñada

Entre cohetes lejanos
la comida fue sombría, desolada
quizás una parábola de algo por venir
con más brutalidad
con más contundencia —
la hora en que las amarras
se sueltan del todo, para siempre
y uno se aleja del único puerto
vacío, solo
definitivamente.

Gerardo Gambolini, Buenos Aires, 1955
Inédito
Imagen: s/d

martes, diciembre 21, 2010

23 horas del día con su noche


**

uno por uno
en puntas de pie

¿es el terror?


y lo era
cuando cantabas
solo

que parecido a no vivir
es vivir
de acuerdo a la literatura
de los terrestres mortales

quien inventó la palabra que no se dice
vive por siempre
y nos arrastra con él

es el terror
y es otro
nombre
que olvidé

7. IV. 1987

**

cuando cierra los ojos
-y esto sucede 23 horas del
día con su noche-
es una casa vacía
que por alguna razón
nadie reclama ni desea
ni alquila
ni reivindica pero tampoco
demuele vende ocupa refacciona

trabajosa metáfora edilicia
con la que un novelista encontraría qué hacer
y no un poeta
ni un buen agrimensor

que abriera los ojos
(uno tan) solo
y brotarían como juegos de agua
los aforismos las tonterías
del amor y la técnica del verso

pero fatiga esta adhesión a la muerte
y nadie se demora en su cercanía

22. VII. 1987

Susana Thénon, Buenos Aires, 1935-1991
en La morada imposible, Susana Thénon, Tomo 2, edición a cargo de A. M. Barrenechea y M. Negroni, Editorial Corregidor, Buenos Aires, 2004
imagen: s/d

viernes, diciembre 17, 2010

ya sin secretos





Blues de las cosas viejas

Las cosas viejas, tris, entrañables, sin voz y sin color, tienen secretos... José Asunción Silva

I

¿Quién piensa en los instantes
que quedaron fijados en las fotografías?
Tiempo que fue y deviene.
Morir no es destruirse.
¿Quién piensa en los retratos
de aquellos que partieron
y hoy miran cómo crece la vida de los otros,
cómo sube la muerte?

Morir es transformarse.

Vida que fue memoria vencedora
de tiempos y de olvidos.
Retratos familiares, solos, indiferentes
o de extraña presencia palpitante.
Retratos de los novios, disfuminadas sepias,
fotografía grande de la boda;
ese traje de un día, nupcial evanescente
que se arrumba en un cofre,
igual que en otro cofre ese otro traje
de un día, la mortaja.

Figuras de los próceres que fueron
y ahora son sólo nombres de calles desteñidas,
perdidas, desvaídas
en la ciudad inexorable.
Figuras de posturas o tamaños distintos.
Fotos tomadas a su hora,
o ausente el ser querido,
manos fieles las deshojan de un álbum
para exponer, como si fuera viva,
su muerte inapelable.

II

Amo las cosas viejas que habitan el silencio
como antiguos fantasmas en vastos caserones
de hierba abandonada y de rejas caídas,
solos, vacíos, sin después.
Calles, plazas, mansiones con historia
o con la historia simple, sencilla, prodigiosa
de lo que fue humano acontecer.
Palomares que un gallo de veleta corona,
molinos que ahora yacen en amargas arenas,
restos de enormes quintas,
la sola puerta derramada y muerta,
reverberos inútiles, patios que nadie cruza,
algún aljibe ahora seco y mudo,
donde estuvo la casa familiar y fragante.
Parques, losas, portales, balaustradas
descascaradas y llovidas.
Cofres ya sin secretos, violines sin cintura,
lápida que los yuyos invadieron,
con la mmitad de un nombre; Calesitas
que se mueren de a poco en los baldíos.
Encajes de Bruselas o de Brujas la Muerta
yacentes en el último cajón que oliera a espliego
de la vetusta cómoda que no reclama nadie.
Espejo cuya luna devoró tantas horas,
tanta hoja de almanaque arrancada a la vida,
el primer baile, el velatorio... Espejo
que trasciende ya dulces, ya tristes sugestiones,
como esos objetos que de tanto mirarlos
ya no importan
y sin embargo en ellos, como soñara Rodenbach,
a su modo perduran reflejados los antiguos semblantes:
"Los ausentes queridos sobreviven en ellos".
Sombrillas, abanicos de otros días,
arrumbados en sórdidos desvanes,
saudosos de otros soles, otras lluvias
otros suspiros de clavel del aire...
Ventanas de otras épocas, todavía asomadas
a horizontes ingenuos de inefables postales.
Un insistente clima de nostalgia y recuerdo.
Un sentido, una música, una plural fragancia.
Maniquíes desnudos,
medallas de perfiles ya borrados,
retratos y paisajes que detienen el tiempo,
cosas viejas, dejadas, escondidas, colgadas,
como si fueran su fotografía.

Y como sobre el arpa de Bécquer, polvorienta,
pero inmortal
o como sobre el féretro sin cruz
de José Asunción Silva, el colombiano
(que se hizo trazar con un lápiz azul
un círculo en el pecho,
para que el tiro no fallara...)
la sombra de una sombra.
La sombra de "una sola sombra larga".

Raúl González Tuñón, Buenos Aires, 1905-1974
de A la sombra de los barrios amados, Editorial Lautaro, Buenos Aires, 1957
imagen s/d

martes, diciembre 14, 2010

ella encontró el objeto que buscaba


A ver

A ver, a ver, a ver, repetía antes de morirse
como si algo le tapara la visión del otro camino
ése que ella ya tenía delante de las narices
pero que la dirección de su cuerpo aún se negaba a tomar.
A ver, a ver, a ver, siguió insistiendo hasta el cansancio
mientras los que rodeábamos su cama queríamos ver también
si es que realmente algo visible,
un ángel o cualquier otra aparición,
metida de lleno en la asepsia de ese cuarto
podía darnos la clave médica de que algo estaba por pasar.
Después de que murió me sentí culpable
de haberla confrontado con sus fantasmas
a ver qué, mamá, a ver qué, a ver qué.
Y aunque nada había para ver, eso es seguro,
ella encontró, parece, el objeto que buscaba
porque de un minuto para otro se quedó muda
mientras yo con la pregunta en la boca
me fui rumiando las razones de todos los asuntos del mundo
que en la cadencia insoportable de su repetición
no tienen, no tienen y no tienen
ninguna respuesta.

Tamara Kamenszain, Buenos Aires, 1947
en El eco de mi madre, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010
imagen:

viernes, diciembre 10, 2010

alfonsina storni. lo inacabable



Lo inacabable

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
vendrá la primavera y habrá flores...
el tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo: romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora

.......................................................

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

de La inquietud del rosal, 1916

La verdad

Mi alma tiene todos los matices,
ya lo dije: es verdad.
De feroz rebeldía pasa dulce
a la dulce humildad.

Dura como el acero se disuelve
en la llama fugaz.
Y es que en medio de todos sus tumultos

sólo hay esta verdad:
mi corazón que tras distintos velos
sangrando está.

1920, poesía no publicada en libro

Ruego a Prometeo

Agrándame tu roca, Prometeo
entrégala al dentado de la muela
que tritura los astros de la noche
y hazme rodar en ella, encadenada.

Vuelve a encender las furias vengadoras
de Zeus y dame látigo de rayos
contra la boca rota, mas guardando
su ramo de verdad entre los dientes.

Cubre el rostro de Zeus con las gorgonas;
a sus perros azuza y los hocicos
eriza en sus sombríos hipogeos:

He aquí a mi cuerpo como un joven potro
piafante y con la espuma reventada
salpicando las barbas del Olimpo.

de Mascarilla y trébol, 1938


Alfonsina Storni, Sala Capriasca 1892- Mar del Plata 1938.
De Alfonsina Storni, Poesía, Ensayo, Periodismo, Teatro, Tomo I, ‘Ocre. 1925’, Losada, Buenos Aires, 1999
imagen: s/d

martes, diciembre 07, 2010

jorge aulicino. selección libro del engaño y el desengaño





26


vuelve a morir en América Dino, el Moro,

que murió de dolor lejos de casa.

Pasolini


La sombra en el reflejo es la que habla
en la Comedia
como han hablado las sombras
de la Caverna.
Como si detrás la verdad,
como si detrás,
como las sombras del exilio,
como las sombras que perdieron el contacto.
Como las sombras que no saben
de los hilos francos y tenues,
de la luz,
de imperios y montañas,
del azul mar,
del azul de Prusia,
del azul meditativo,
de otras hachas,
de otros reinos,
de lo nuestro:
antenati.


27

Que los pintores de posguerra se inclinaran más bien
a la distorsión
no nos dio el suficiente indicio.
De algún modo, se carpía,
se volvía
a sembrar la tierra arada por cañones y metralla.
Pero si pintaban areneras, calles o interiores,
los pintores,
no pintaban el interior danzante de una pera,
ni las mágicas partículas
del orbe.
Todo estaba por irse,
o estaba
por partirse,
o estaba
por llegar,
dramáticamente.
Los sesenta llegaban con siambretta.
Pero los ínclitos pintores
pintaban los colores
desvinculados de la forma.
La heredad
era vigilada por la torre
ennegrecida
de un pensamiento
que no pesaba más.
El fuego era de gas.
El siglo fue doméstico
y abierto,
se gozaba la ciudad
y los pensadores
eran cómicos de historieta.
El siglo de oro,
nuestro siglo de oro, popular.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
del Libro del engaño y el desengaño, inéditos
imagen: s/d

domingo, diciembre 05, 2010

el yeso cae



Aniversario

Unas pocas flores, viejo.
La misma versatilidad
con que la nada nos corrige:
cansancio en el cansancio.
Y también la oración.
El sueño del Paraíso filtra imágenes
para lo inútil de tu muerte.
Pero estos códigos de luz son cardos
que enmascaran deseos y los libran
a sus mandatos de materia.
El yeso cae: una humedad continua
y centenaria rodea a la familia.
Hay un vitral con una virgen rota.
Y siento ahora lo que ya no sos:
una enorme mirada,
un saludo encarnado sólo para mí,
a través de mí, en la orilla
de unas palabras que recuerdan.


José Emilio Tallarico, Buenos Aires, 1950
en Ese espacio de tiembla, Ediciones Proa, Buenos Aires, 1993
imagen:

martes, noviembre 30, 2010

pacientes y esforzados



Masas

Vagaba por las montañas y vi la niebla azul y
los peñascos rojos y quedé azorado;
en la playa donde maniobra el impulso incesante de la marea,
permanecí en silencio;
bajo las estrellas, en la pradera mientras miraba la Osa Mayor inclinada
sobre el horizonte, me llené de pensamientos.
Grandes hombres, desfiles de guerra y de trabajo, soldados y obreros,
madres con sus hijos en brazos —a todos ellos conocí
y sentí una emoción solemne.
Y entonces, un día puede ver verdaderamente a los Pobres, millones
de Pobres, pacientes y esforzados; más pacientes que
los peñascos, las mareas y las estrellas; infinitos, pacientes como
la negrura de la noche— y rotos todos ellos, humildes ruinas de las naciones.



Felicidad

Les pedí a los maestros que enseñan el sentido de la vida
que me dijeran qué es la felicidad.
Y me dirigí a los grandes ejecutivos que dirigen el trabajo
de miles de hombres.
Todos movieron sus cabezas y sonrieron como
si me burlara de ellos
y entonces, un domingo a la mañana, caminando a lo largo
del río Desplaines
vi un grupo de húngaros debajo de los árboles con
sus mujeres e hijos y un barril de cerveza y un
acordeón.

Carl Sandburg, Illinois, 1878- 1967
en Carl Sandburg, Selected Poems, Gramercy books, New York, 1992
versión © Silvia Camerotto
imagen: Carl Sandburg en UNCP EDU

Masses
Among the mountains I wandered and saw blue haze and
red crag and was amazed;
On the beach where the long push under the endless tide
maneuvers, I stood silent;
Under the stars on the prairie watching the Dipper slant
over the horizon's grass, I was full of thoughts.
Great men, pageants of war and labor, soldiers and workers,
mothers lifting their children--these all I
touched, and felt the solemn thrill of them.
And then one day I got a true look at the Poor, millions
of the Poor, patient and toiling; more patient than
crags, tides, and stars; innumerable, patient as the
darkness of night--and all broken, humble ruins of nations.



Happiness

I asked the professors who teach the meaning of life to tell
me what is happiness.
And I went to famous executives who boss the work of
thousands of men.
They all shook their heads and gave me a smile as though
I was trying to fool with them
And then one Sunday afternoon I wandered out along
the Desplaines river
And I saw a crowd of Hungarians under the trees with
their women and children and a keg of beer and an
accordion.

domingo, noviembre 28, 2010

qué van a hacer las manos




Augurios

a S.

¿Qué van a hacer ahora nuestros cuerpos
cuando la noche caiga sobre el pasado,
sobre las sombras alimentadas
como mascotas funestas,
en medio de una playa, última, posible?

¿Qué van a hacer las manos
que no mataron lo que había que matar?
¿Acariciar el perdón que no importa?
¿Descender más despacio?
¿Hundirse en el bolsillo del consuelo?

¿Quién va a decir que fue un bien
lo que traerá la borrasca?
¿Quién va a hablar,
quién va a vivir por nosotros?

Gerardo Gambolini, Buenos Aires, 1955
Inédito

jueves, noviembre 25, 2010

amor me asalta y no le importa


Vuestro hermoso saludo y la gentil mirada
que lanzáis cuando os encuentro me asesinan;
Amor me asalta y no le importa
si hace daño o merced,

pues me atraviesa el corazón con una flecha
que además lo corta y divide en partes:
no puedo hablar, porque ardo en grandes penas
como uno que ve su muerte.

Me pasa por los ojos como el trueno
que hiere a través de la ventana de la torre
y rompe y destruye lo que encuentra adentro;

quedo como estatua de cobre
por donde no corre vida ni espíritu
y sólo ofrece figura de hombre.

Guido Guinizelli, Bolonia, c. 1230- Monselice, Padua, a.1276
en Poesía Medieval Italiana, Antología bilingüe, Selección, traducción y notas: Oreste Frattoni, Centro Editor, Buenos Aires, 1978
imagen:

Lo vostro bel saluto e 'l gentil sguardo
che fate, quande ve' ncontro, m' ancide;
Amor m' assale, e già non ha reguardo
s' elli face peccato, o ver mercide;

chè per mezzo lo cor me lancia un dardo
ched oltre in parti lo taglia e divide;
parlar non posso, chè in gran pena io ardo
si como quello che soa morte vide.

Per li occhi passa, come fa lo trono,
che fèr per la finestra de la torre,
e ciò che dentro trova spezza e fende.

Remagno como statua d' ottono,
ove vita nè spirto non ricorre,
se non che la figura d'omo rende.

martes, noviembre 23, 2010

quiere darme marido por la fuerza


En la estación en que el mundo se viste de hojas y florece
aumenta la alegría de todos los amantes delicados:
van juntos a los jardines mientras
los pájaros cantan dulcemente:

toda la gente despreocupada se enamora
y cada uno se adelanta para servir,
y cada damisela está contenta;
tan sólo para mí abundan la tristeza y el llanto;

es que mi padre me ha creado un conflicto
y me sume a menudo en fuerte dolor:
quiere darme marido por la fuerza.

Como eso no me gusta ni lo deseo
vivo atormentada a toda hora.
Por esto no me alegran las flores ni las hojas.

Compiuta Donzella, Florencia, a. 1294
en Poesía Medieval Italiana, Antología bilingüe, Selección, traducción y notas: Oreste Frattoni, Centro Editor, Buenos Aires, 1978
imagen: Donne
Más poemas de Compiuta Donzella en Campo de maniobras

A la stagion che 'l mondo foglia e fiora
acresce gioia a tut[t]i fin' amanti:
vanno insieme a li giardini alora
che gli augelletti fanno dolzi canti;

la franca gente tutta s'inamora,
e di servir ciascun traggesi innanti,
ed ogni damigella in gioi' dimora;
e a me, n'abondan marrimenti e pianti.

ché lo mio padre m'ha messo 'n errore,
e tenemi sovente in forte doglia:
donar mi vole, a mia forza, signore.

Ed io di ciò non ho disio né voglia,
e 'n gran tormento vivo a tutte l'ore.
Però non mi rallegra fior né foglia.

sábado, noviembre 20, 2010

el sol hiere al barro


En el corazón gentil se refugia siempre Amor
como un pájaro en el verde del bosque;
la Naturaleza no creó Amor antes que el corazón gentil,
ni corazón gentil antes que Amor.
Apenas existió el sol
existió el esplendor luminoso,
pero no antes que el sol;
tan propiamente
como el calor en la claridad del fuego.

Fuego de amor se prende en corazón gentil
como virtud en piedra preciosa:
desde la estrella no desciende a ella
antes que el sol la vuelva gentil cosa.
Después que el sol le ha quitado
con su fuerza lo que es innoble,
la estrella le da valor:
así al corazón, que naturaleza hizo
selecto, puro, gentil,
la mujer, como la estrella, lo enamora.

Amor está en el corazón gentil por la misma razón
por la que el fuego, encima de la antorcha,
resplandece a su gusto, claro, sutil:
es tan orgulloso que no estaría de otro modo.
Dado que la malvada naturaleza
es contraria al Amor - como al fuego caliente
el agua, por su frialdad -,
Amor se instala en el corazón gentil
por ser un lugar afín a este;
como el imán en las minas de hierro.

El sol hiere al barro todo el día:
si este queda vil, el sol en cambio no pierde su calor;
dice un hombre altivo: "Soy gentil por mi raza";
a él lo comparto con el barro y al sol con el valor gentil.
Porque uno no debe confiar
en que haya gentileza fuera del corazón
es como agua que transmite rayos;
y el cielo conserva en sí las estrellas y su esplendor.

Dios creado resplandece en la Inteligencia
celeste más que el sol en nuestros ojos:
ella, que entiende los hechos de Dios sin velos,
empieza a obedecerlo a Él, haciendo girar el cielo.
Y como , a lo primero
que Dios creó, sigue un justo cumplimiento,
así la hermosa mujer,
cuando ilumina los ojos
del hombre gentil, produce en él la verdadera voluntad,
que no cesa nunca de obedecerla.

Oh mujer, cuando mi alma esté ante Él,
Dios me dirá: "¿Qué presumiste?
Pasaste a través del cielo y llegaste hasta mí
y me tomaste como parangón en un vano amor,
mientras las alabanzas me corresponden solo a mí
y a la reina del digno reino
que interrumpe cualquier fraude".
Le podré decir: "Tenía aspecto de ángel
que fuera de tu reino;
no me puedo culpar porque la amé".

Guido Guinizelli, Bolonia, c. 1230- Monselice, Padua, a.1276
en Poesía Medieval Italiana, Antología bilingüe, Selección, traducción y notas: Oreste Frattoni, Centro Editor, Buenos Aires, 1978
imagen: Boticelli, Sandro

Al cor gentil ripara sempre amore
come l'ausello in selva a la verdura;
né fe' amor anti che gentil core,
né gentil core anti ch'amor, natura:
ch'adesso con' fu 'l sole,
sì tosto lo splendore fu lucente,
né fu davanti'l sole;
e prende amore in gentilezza loco
così propiamente
come calore in clarità di foco.

Foco d'amore in gentil cor s'aprende
come vertute in petra preziosa,
che da la stella valor no i discende
anti che 'l sol la faccia gentil cosa;
poi che n'ha tratto fòre
per sua forza lo sol ciò che li è vile,
stella li dà valore:
così lo cor ch'è fatto da natura
asletto, pur, gentile,
donna a guisa di stella lo 'nnamora.

Amor per tal ragion sta 'n cor gentile
per qual lo foco in cima del doplero:
splendeli al su' diletto, clar, sottile;
no li stari' altra guisa, tant' è fero.
Così prava natura
recontra amor come fa l'aigua il foco
caldo, per la freddura.
Amore in gentil cor prende rivera
per suo consimel loco
com' adamàs del ferro in la minera.

Fere lo sol lo fango tutto 'l giorno
vile reman, né 'l sol perde calore;
dis' omo alter: "Gentil per sclatta torno";
lui semblo al fango, al sol gentil valore:
ché non dé dar om fé
che gentilezza sia fòr di coraggio
in degnità d'ere'
sed a vertute non ha gentil core,
com' aigua porta raggio
e 'l ciel riten le stelle e lo splendore.

Splende 'n la 'ntelligenzia del cielo
Deo criator più che 'n nostr'occhi 'l sole:
quella intende suo fattor oltra cielo,
e 'l ciel volgiando, a Lui obedir tole,
e consegue, al primero,
del giusto Deo beato compimento:
così dar dovria, al vero,
la bella donna, poi che 'n gli occhi splende
del suo gentil talento,
che mai di lei obedir non si disprende.

Donna, Deo mi dirà: "Che presomisti?",
siando l'alma mia a Lui davanti.
"Lo ciel passasti e 'nfin a Me venisti
e desti in vano amor Me per semblanti:
ch'a Me conven le laude
e a la reina del regname degno,
per cui cessa onne fraude".
Dir Li porò: "Tenne d'angel sembianza
che fosse del Tuo regno;
non me fu fallo, s'eo li posi amanza".

jueves, noviembre 18, 2010

no aseguran nada salvo olvidar




Haleb

I
Conozco Aleppo como si conociera la palma de mi mano,
recorro con mis ojos cerrados sus calles de bóvedas,
pasajes y recovecos desde sus ocho pequeñas colinas
hasta el barrio judío de Bahsita para tratar de encontrarme
con mi abuelo Jacobo o mi abuela Ana mientras la ciudadela espía
desde allá arriba fortificada y a manera de atalaya sobre las planicies
del Eufrates ¿Será porque sus susurros, sus lentas y suaves palabras
en árabe y hebreo, resuenan todavía en mis oídos o porque su nombre
me suena fértil para los sueños, refugio de nuestros antepasados?
Aram Zobá, Halab, Haleb, Halep, Aleppo la blanca son los nombres
para nombrarte mientras punzantes trompetas resquebrajan las murallas
que caen sobre los indefensos canaanitas y Abraham, con su cabeza cubierta
y su cuerpo enjuto, reparte leche entre los pobres y recorre las callejuelas
junto con Sara, Isaac, Hagar, Ismael.

II
Me entrego a las estrellas mientras rezo en este knis o yamí
a cielo abierto y la brisa de verano acaricia mi boca, acaricia
mis palabras que en árabe o hebreo remedan los gestos y el balanceo
de mi cuerpo, me inclino hacia Jerusalén, me inclino hacia La Meca
y balbuceo bendiciones; escucho en la apacible oscuridad
el lento despertar de Haleb, como yo tumbado en este patio
de columnas y arcos, de nichos y tabernáculos de adobe, me abrazo
al Keter Tora y ardo con él.


III
En el quieto amanecer se escuchan los suaves rasguidos del ud,
el tintineo de un daff, el seco golpeteo sobre el dumbek, la voz
monocorde de un jazan (¿o es un muezzin?) que se frena en las nasales,
se estira en una vocal mientras borda melodías y se agrava,
se torna aguda, dulce, se curva y baila en el aire hasta seguir sola
en el silencio del sol naciente y repite una beraja o
una müwashshah que no aseguran nada salvo olvidar.



Jasidin

Y mis hermanos hicieron lo que nunca pude hacer:
veneraron a Dios desde su profunda intimidad. Lo amaron
como ya no lo haré. Ellos siempre bailan y se abrazan
con pasión a la Torá, se agitan con su peso. Se golpean
y sudan por ella. Tropiezan con suave frenesí
para estar lo más cerca posible del sefer. Van con sus ropas
desaliñadas a los brincos, los tzitzit que asoman por fuera
de la camisa blanca y del pantalón mientras una mano
aprieta el sombrero en la cabeza para que no caiga y la otra
agarra el sefer torá. Allí se olvidan del tiempo y los cánticos
suceden sin parar: en las bocas se asoman melodías de milenios
que se unen como se juntan sus manos con sus barbas ralas,
los brazos por sobre sus hombros con los torsos empapados.
Y yo los miro desde el Knis de Lavalle, entre Larrea y Paso,
me inclino, cierro mis ojos, digo shemá Israel, atrona el shofar
pero este cielo azul intenso que veo desde las ventanas abiertas
hasta las paredes blancas del patio interno y sus columnas abovedadas,
no me devuelve nada propicio; el jazán que entona, el sidur abierto
de Yom Kipur ¿Dios nuestro Dios es uno?, indago con mi rostro
abatido mientras del murmullo emerge el dejo claro y filoso
del Kadish: “Itgadalveitkadash shemé rabé (amén)” y debemos dar
prueba de devoción a Dios más allá del supremo dolor por nuestros muertos.
Así, mis hermanos Pablo y Gabriel unen sus hermosas voces a las otras:
yo los veo con kipá y talit cómo rezan fervorosos, los sigo observando
hasta que llegue el mesías.

Yaki Setton, Buenos Aires, 1961
en Nombres propios, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010
imagen: s/d

lunes, noviembre 15, 2010

no te apenes más de la cuenta





Mi vida es una línea recta

nueve menos cuarto en el reloj de la Torre de los Ingleses.
El día, chato como el anterior,
se vislumbra. Más adelante,
tuerzo otra vez la mirada hacia las grutas en cuadriculas.
Un blasón con tres letras:
esperpentos cuelgan cabeza abajo frente a las ruinas:
bajo las arcadas de un ex Banco duermen cartoneros.
Ya me bajo en la parada El Pasado.
Mi madre recorre la enciclopedia
y me señala las madonas de Leonardo.
Entonces,
yo intentaba doblegar el trazo en escorzos de cabezas
y atisbar el volumen, atisbar lo profundo.
Me señala el triángulo eterno
y en el fondo, los árboles esfumados.
Copio cabezas desde todos los ángulos.
Dibujo palabras
de alguien que viajó a lo largo y ancho del mundo,
ir hasta el fondo,
sobre una raya pegada al papel.


De perros cabizbajos a otro tema

triste en el umbral,
tristísimo como los otros perros de una traílla del paseo matinal…
A la noche, la luz filtrada de origen desconocido
traza dos o tres líneas sobre la pared, al costado de la puerta,
antípoda de mi cabeza exhaustivamente reconocida
por el mosquito que la orbita.
Lo callado, en particular lo callado, siega el sueño.
Conversan mujeres en el piso de arriba.
Qué sucedió.
“El amor fugaz estalla los circuitos”.
Perceptibles unas palabras, este mosquito
desanima al curioso con impecable eficacia:
el sostenido zumbido y algunas dosis
de remordimiento.


Se dice de lo precario

se dice de lo precario:
de poca estabilidad y duración. En otras palabras,
el final en cualquier segundo anónimo,
el espasmo de una hélice.
Fragilidad, pánico en el 152, atiborrados y transparentes contornos
transmutados en amenazas urdidas en algún tugurio de la mente
que proyecta, a intermitencias,
una estampida de tubos fluorescentes.
Voces enmudecidas, inclinadas al borde de la nada.
Y por fin, el apacible bip de una línea zizagueante.
No te apenes más de la cuenta.
Pulso un botón mientras pienso en la precariedad del Sujeto,
y el agua arremolinada arrastrará el amarillo como ayer.

Pedro Donangelo, Buenos Aires, 1949
en Fin de episodio
imagen: Kandinsky

domingo, noviembre 14, 2010

debe ser debe ser debe




Malacoda

tres veces vino
el funebrero
impasible bajo el ala del bombín
para medir
¿acaso no le pagan para medir
al incorruptible que está en el portal
este malebranche enterrado hasta las rodillas en los lirios?
Malacoda hasta las rodillas en los lirios
Malacoda con todo el experto sobrecogimiento
que cubre su perineo silencia su señal*
suspirando a través del aire denso
debe ser debe ser debe
encuentra la hierba mala la inserta en el jardín
escucha ella puede ver ella no lo necesita

para ponerlo en el ataúd
con la ayuda de un ungulado
encontrar la hierba mala llamar su atención
escucha ella debe ver ella no necesita

para tapar
para estar seguro tapa tapa todo
que tu escudo me permita respirar tu azufre
divino día de perros cristal repartido justamente

quédate Scarmiglione quédate quédate **
pon este Huysum *** sobre la caja
cuidado con la imagen es él
escucha ella debe ver ella debe
todas abordo todas las almas****
a media asta sí sí

no

Samuel Beckett, Dublin, 1906 – París, 1989
Version © Silvia Camerotto

Malacoda


thrice he came
the undertaker's man
impassable behind his scrutal bowler
to measure
is he not paid to measure
this incorruptible in the vestibule
this malebranca knee deep in the lilies
Malacoda knee-deep in the lilies
Malacoda for all the expert awe
that felts his perineum mutes his signal
sighing up through the heavy air
must it be it must be it must be
find the weeds engage them in the garden
hear she may see she need not


to coffin
with assistant ungula
find the weeds engage their attention
hear she must see she need not


to cover
to be sure cover cover all over
your targe allow me hold your sulphur
divine dogday glass set fair


stay Scarmilion stay stay
lay this Huysum on the box
mind the imago it is he
hear she must see she must
all aboard all souls****
half-mast aye aye


nay

notas:

* En la Divina Comedia, Infierno, Canto XXI: “ed elli avea del cul fatto trombetta”
** En la Divina Comedia, Infierno, Canto XXI: “posa posa Scarmiglione”
*** Pintor holandés, 1682-1749
**** Probablemente se refiere a Caronte y el transporte de almas a través del Aqueronte.

viernes, noviembre 12, 2010

y ahora estoy... rodeada de egoístas


confesiones


Todos, todos duermen.
Todos están durmiendo en la colina.

Edgar Lee Masters


Cerró los ojos silenciosos
conservó la costumbre de no protestar.

Juan Gelman


Amanda Gris

En la placa de mi nicho colocaron una foto
con una frase que decía:
"Aquí yace la mujer más deseada".
Los que me conocieron un poco van a reírse
al leer tal expresión.
En verdad, mi epitafio debió haber dicho:
"Esta mujer vivió más sola que un perro".
No logré tener por mucho tiempo alguna compañía,
todos huían al conocer mi temperamento
y ahora estoy en este incómodo y pequeño sitio
rodeada de egoístas!

Lucía Vázquez

¿Alguien vio a mi marido traer flores a esta tumba?
Algunos dirán que lo vieron visitar el cementerio,
pero no estuvo aquí, sino frente al sepulcro de Amanda Gris.
En vida, ese hombre egoísta y silencioso
oscureció mis días.
Mi amor no pudo conquistarlo
y ahora, como si hubiera sido poca la tortura,
me humilla con su desfachatez.
Pero aún en este sitio
seré una sombra feroz.


Marco Rosso

Descanso aquí, cerca del sepulcro de Amanda Gris,
la única mujer que amé.
Nunca me perdonó que me casara
con su vecina Lucía Vázquez.
Largos años padecí viendo desde mi ventana
su bella silueta inspirando miradas de importantes señores.
Hasta el juez Álvarez Arrieta pretendió desposarla,
pero ella conocía bien su fama de déspota.
En el barrio creyeron que tuve un accidente
y no que hundí el cuchillo en mi pecho
porque no soportaba vivir un minuto
más, sin ella.


María Laura Decésare, Rufino, 1969
en La letra muda, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010

martes, noviembre 09, 2010

dan, casi, un paso


El escriba

Aquel hombre se sienta a la ventana
Al fondo brilla el campo de su infancia,
una canción de cuna, alguna broma.
La tarde es roja y lenta,
su memoria no es más que literaria.
Él se mira verse irse, sonreírse.
Piensa en un niño puestos los ojos en un faro,
mientras la madre lo hace y acicala
intermitente, interminablemente
(un cuadro es una intimidad que se repite).
Las cosas se unen en trabajosas junturas y dolorosos sesgos.
Él reconoce allí sus trastos viejos, sus sombras,
el avasallamiento de los hechos y su solidaridad,
su quieta reciedumbre y su urdimbre,
y avanza a cada paso como si fuera previsto,
como si tanta herrumbre convocara y nombrara,
y hereda así canciones y plumas y galletas y calcetines,
las usurpa y se hace de ese dolor que es ya ajeno,
ajado, que ya es historia,
una mercadería,
un trasiego sin fin de opacidades y brillos,
santos objetos de segunda mano,
cuentas de vidrio, chucherías,
polvo dorado su negocio de mercachifle.

La herencia del doctor

Veo mis zapatos.
Ocupan un lugar en el que yo no estoy.
Dan, casi, un paso
tímido,
casi un baile cruzado.
Verlos vacíos, supongo, me llena de tristeza.
Será quizás la edad,
pero tienen un aire de mí que no pueden con él:
su elegancia gastada,
su garbo descuidado,
su media casualidad,
su desenfado.
Están desatados, parece,
y un abandono azul como el tapete
rodea su ausentada displicencia.
Están pendientes.
Esperan, como una barca, que sea de noche,
que sea de día,
mecerse, mecerse:
dormir o caminar,
sanar en la renovadora del calzado,
durar o irse a la basura.

Pedro Serrano, Montreal, 1957
en Nueces, Colección Tristán Lecoq, Trilce, México, 2009
Imagen:Vincent Van Gogh

lunes, noviembre 08, 2010

ésta es nuestra bajamar


Éste es el oscuro aliento
de Sodoma
y el peso de Nínive
apartado
en la abierta herida
de nuestra puerta.

Ésta es la sagrada escritura
trepando en éxodo
hacia el cielo
con todas las letras,
poniendo a salvo la alada dicha
en la celdilla de un panal.

Éste es el negro Laoconte
arrojado contra nuestro párpado
acribillando los milenios
el dislocado árbol del dolor
germina en nuestra pupila.

Éstos son los dedos petrificados en sal
que gotean lágrimas en la oración.

Ésta es Su cola de mar
retirada
a la rumorosa cápsula de los misterios.

Ésta es nuestra bajamar
astro de aflicción
de nuestra arena que se descompone-

Nelly Sachs, Berlín 1891-Estocolmo 1970
de Huida y transformación, Libertarias/Prodhufi S.A., Madrid, 1995. Traducción Antonio Bueno Tubía.
Imagen: Gustave Doré, Sodoma

Dies ist der dunkle Atem/ von Sodom/ und die Last/ agelegt/an der offenen Wunde/ unserer Tür. // Dies ist die heilige Schrift/ in Landsflucht/ in den Himmel kletternd/ mit allen Buchstabene, / die befiederte Seligkeit/ in einer Homigwabe bergend.// Dies ist der shwarze Laokoon/ an unser Auggenlid geworfen/ durchlochernd Jahrtausende/ der verrrenikte Schmerzensbaum/ spriebend in unserer Pupille.// Dies sind salzerstarrte Finger/ tränemtropfend im Gebet.// Dies ist Seine Meereschleppe/ zurückgezogen in die rausscehnde/ Kapsel der Geheimnisse.// Dies ist unsere Ebbe/ Wehegestirn/ aus unseren zerfallenden Sand-

sábado, noviembre 06, 2010

el alma que aquí abajo fue frustrada





A las parcas

Un verano y un otoño más os pido, Poderosas,
para que pueda madurar mi canto,
y así, saciado con tan dulce juego,
mi corazón se llegue hasta morir.

El alma que aquí abajo fue frustrada
no hallará reposo, ni en el Orco,
pero si logro plasmar lo más querido
y sacro ante todo, la poesía,

entonces sonreiré satisfecho a las feroces
sombras, aunque debiera dejar
en el umbral mi voz. Un solo día
habré vivido como los dioses. Y eso basta.

Friedrich Hölderlin, Lauffen am Neckar, 1770- Tubinga, 1843
En Hölderlin, Poesía Completa, Ediciones 29, Barcelona, 1984. Edición bilingüe. Traductor Federico Gorbea
imagen: s/d

An Die Parzen

Nur einen Sommer gönnt, ihr Gewaltigen!
Und einen Herbst zu reifem Gesange mir,
Dass willinger mein Herz, vom süssen
Spiele gesättiget, dann mir sterbe!

Die Seele, der im Leben ihr göttlich Recht
Nicht ward, sie ruht auch drunten im Orkus nicht;
Doch ist mir einst das Heil'ge, das am
Herzen mir liegt, das Gedicht, gerlungen,

Willkommen dann, o Stille der Schattenwelt!
Zufrieden bin ich, wenn auch mein Saitenspiel
Mich nicht hinabgeleitet; Einmal
Lebt'ich, wie Götter, und mehr bedarf'snicht.

martes, noviembre 02, 2010

de qué música desesperada...







Animales íntimos

Espíritus desalmados en el fondo de sargazos
y desechos de la habitación
Antaño otros amantes partieron aquí el pan de sus gracias con la noche
De estos flacos muebles
Que la memoria de los muertos gusta acariciar largamente
Sus dobles lascivos en el espejo carcomido la mitad irreal de sus encuentros frenéticos
A los que invoco para exorcizar con su imagen que exaltaba la voluntad del fuego en este lugar donde sus corazones latieron
Huésped recién llegado
Aún desconocido para los poderes de esta guarida
mercenaria que de pronto se puebla de animales perezosos

Bestias con ojos de ola y de vía férrea que se abren de par en par en lo profundo de la sombra
Con duras lenguas de cuchara en un comedor de otro país amortajado por las moscas
Animales de sopa
Cubiertos por un caparazón gris de insomnio de grito
De adiós en la lluvia piojos de áscua y de calendario
bestias de caderas viscosas y ambiguas enemigas de la certeza
Con rostros de hormiguero deshecho
Y un soplete oxhídrico en el sexo de la pavorosa llama azul que empuñan los soldadores de ataúdes
Bestias que esparcen el rumor de un sordo remate de objeto antiguos
y deteriorados erizos enormes con tocas
o tal vez cerdos que aúllan espantosamente
Al penetrarles en la garganta un largo cuchillo

Después del balance baldío de toda ausencia
las manos cruzadas sobre el pecho
De qué antro de mi ser de qué deforme ladera
De qué espléndida zarpa nocturna que deja al descubierto una orilla de caos
De qué música desesperada bajo la máscara de polvo de los años
Surge esta compañía
De minúsculas raíces arrancadas
Animales que roncan y jadean y estallan de pronto en la noche
Donde su aliento lúbrico y cálido
Elabora un veneno de cosas usadas un negro aceite de lo absurdo
Cruel como la impotencia y el recuerdo.

Enrique Molina, Buenos Aires, 1910-1997
en Las Bellas Furias, Losada, Buenos Aires, 1966
imagen: Gabriella Chidgey

domingo, octubre 31, 2010

la trama ardiente de dos lenguas



La aventura

Latido a latido
Busco mi expresión
Sucesos de tiempo insomne que retornan
Y la pobre María crece con los nudos de la madera
Al pie del ciprés
Donde la hierba le lava los labios
Entre la orgía de la niebla
Radiante de olvido y de servidumbre
Sin ni siquiera un pájaro en su sueño
Sin embargo
Tantas gentes se aferran a sus muertos
Como si fuera la único que conservaran
De sus vidas y las hojas centelleantes
De los bananos en la carretera polvorienta
A través de los médanos
Sumergido para siempre en la ola
De su pelo caliente de su cuerpo desnudo
He corrido una tierra furtiva
Donde tales mujeres reverberan
Fiebres costumbres enfermedades de la memoria
La llamarada
Que disuelve mi corazón y habito extrañamente
Un reseco lugar vestimentas y muebles
A punto de ser degollados temblorosamente reunidos
Con la ciudad en todas direcciones

Pero quizás resucite entre esas piernas queridas
Abriéndose bajo la tierra y ahora
Buscando mi idioma
Rescate sólo una blanca llanura a lo largo de una espalda donde el deseo irisa sus perlas sin fin
Apenas una nube una caricia
Un golpe de ola en una piedra
Un tambor de ataúd lleno de polvo
O cualquier sitio donde estuve
-¡El inconstante!-
Perezosamente tirado al sol del desorden

Un idioma de garfios
Palabras de espejo ante la boca para saber si he muerto
Vocablos de cópula
Siempre de cosas que huyen
Siempre lugares dilatándose fuera de todo lazo
Y ella habita su fortuna de piedras
Balanceada por la tormenta
Irradia en las grandes savias de su salud tenebrosa

Y la antigua pradera de crines con mi alma
Tras sus rejas de infancia
Introduciéndose
Lentamente en el centro de la tierra
El ávido paraíso de la pornografía
Cuerpos imaginarios y extranguladores
En páginas lascivas
Hasta entrever las zarpas el corazón volcánico
De esas otras: Temporada
Los Cantos Justina de las que emana
Tal comunión de fuego
Tal espléndido orgullo más allá de la muerte
Deslizándome furtivamente en la oscuridad
Hasta la gigantesca aparición iluminada por la luna en su cuarto de sirvienta
Con los senos desnudos
Brillantes de saliva y de un pan salvaje
Para mi mano posada por primera vez sobre el vello de un vientre de mujer
Y después
Hasta en la misma tumba donde ella canta
Recojo una palabra una gota de lluvia
Una dádiva de locura

Idiomas insaciables
La trama ardiente de dos lenguas
Tantos altares de abismo en ojos entrecerrados
Una serpiente humeante
Soledad de pasión y bocas que destilan
La incertidumbre de haber estado aquí o en sueños
Y todo ello
Recobro una miel un grito una desgarradura
De cosas adorables y busco
Mi expresión:
Trato de hablar y de comunicarme.

Enrique Molina, Buenos Aires, 1910-1997
en Las Bellas Furias, Losada, Buenos Aires, 1966
imagen: Phillip Pearlstein

viernes, octubre 29, 2010

KAOS COMPARTIDO:: CUERPOS POSIBLES



DANZA +TEATRO + MÚSICA + POESÍA

29 de octubre 21.30hs

Centro Nacional de la Música, Mexico 564

Entrada libre y gratuita

Idea y dirección: Luis Della Mea

Concepto: Luis Della Mea, Javier Galarza

En escena: Mari Flønes, Viviana Vazquez, Elina Rodriguez, Marianne Kjærsund, Pol Neiman, Javier Galarza y Luis Della Mea

Textos: Javier Galarza

Música: Laura Pizzarelli, Pol Neiman, Luis Della Mea

Vestuario y estenografía: Bente Skille

Video: Bente Skille, Victor Kesselman, Luis Della Mea

Diseño de luces: Santiago Botet

Traducción: Silvia Camerotto

Producción en Argentina: Marlene Nordlinger

Coproducido por: Teaterhuset Avantgarden, Trondheim, Noruega

Subsidiado por: Norskkulturråd, Fond for Utøvende Kunstner, DansiT (Noruega)

www.kaoscompartido.blogspot.com

jueves, octubre 28, 2010

antonio machado. selección



XIV
Cante hondo

Lo meditaba absorto, devanando
los hilos del hastío y la tristeza,
cuando llegó a mi oído,
por la ventana de mi estancia, abierta

a una caliente noche de verano,
el plañir de una copla soñolienta,
quebrada por los trémolos sombríos
de las músicas magas de mi tierra.

... Y era el amor, como una roja llama...
-Nerviosa mano en la vibrante cuerda
ponía un largo suspirar de oro,
que se trocaba en surtidor de estrellas-.

... Y era la Muerte, al hombro la cuchilla,
el paso largo, torva y esquelética.
-Tal cuando yo era niño soñaba-.

Y en la guitarra, resonante y trémula,
la brusca mano, al golpear, fingía
el reposar de un ataúd en tierra.

Y era un plañido solitario el soplo
que el polvo barre y la ceniza avienta.

de Soledades (1899-1907)

XLII

La vida hoy tiene ritmo
de ondas que pasan,
de olitas temblorosas
que fluyen y se alcanzan.

La vida hoy tiene el ritmo de los ríos,
la risa de las aguas
que entre los verdes junquerales corren
y entre las verdes cañas.

Sueño florido lleva el manso viento;
bulle la savia joven en las nuevas ramas;
tiemblan alas y frondas,
y la mirada sagital del águila
no encuentra presa... Treme el campo en sueños,
vibra el sol como un arpa.

¡Fugitiva ilusión de ojos guerreros,
que por las selvas pasas
a la hora del cenit: tiemble en mi pecho
el oro de tu aljaba!

En tus labios florece la alegría
de los campos en flor; tu veste alada
aroman las primera velloritas,
las violetas perfuman tus sandalias.

Yo he seguido tus pasos en el viejo bosque,
arrebatados tras la corza rápida,
y los ágiles músculos rosados
de tus piernas silvestres entre verdes ramas.

¡Pasajera ilusión de ojos guerreros
que por las selvas pasas
cuando la tierra reverdece y ríen
los ríos de las cañas!
¡Tiemble en mi pecho el oro
que llevas en tu aljaba!

de Soledades (1899- 1907)

Antonio Machado, Sevilla, 1875- Collioure, 1939
en Antonio Machado, Obras Completas, Tomo I, Losada, Buenos Aires, 1997
imagen: René Magritte, La victoire

miércoles, octubre 20, 2010

mi razón verdadera



Cuando pienso cómo se consume mi luz

Cuando pienso cómo se consume mi luz,
en este mundo grande y oscuro, frente a la mitad de mis días
y ese talento único que ocultará la muerte
guardado en mí inútilmente, aunque mi alma se incline más
a servir a mi Creador y exponga
mi razón verdadera, no sea que Él me censure otra vez;
“¿Acaso Dios, negada la luz, reclama la jornada?”
pregunto ingenuo. Pero la Paciencia, para evitar esa
duda, responde rauda: “Dios no necesita
ni el trabajo del hombre ni Sus dones. Quienes mejor
soportan Su dulce yugo, le sirven mejor. Su mandato
es rey: miles corren a Su llamado,
Y se aventuran por mar y tierra sin tregua;
también sirven aquellos que solo se detienen y esperan”.

John Milton, Londres, 1608 - 1674
Versión © Silvia Camerotto
imagen: s/d

When I consider how my light is spent
When I consider how my light is spent,
Ere half my days in this dark world and wide,
And that one talent which is death to hide
Lodged with me useless, though my soul more bent
To serve therewith my Maker, and present
My true account, lest He returning chide;
"Doth God exact day-labor, light denied?"
I fondly ask. But Patience, to prevent
That murmur, soon replies, "God doth not need
Either man's work or His own gifts. Who best
Bear His mild yoke, they serve Him best. His state
Is kingly: thousands at His bidding speed,
And post o'er land and ocean without rest;
They also serve who only stand and wait."

domingo, octubre 10, 2010

t. s. eliot. miércoles de ceniza (II)



Miércoles de ceniza (segunda entrega)

IV
Quien caminó entre el violeta y el violeta
Quien caminó entre
Las muchas gamas de variedades del verde
Yendo del blanco al azul, el color de María,
Hablando de cosas triviales
Ignorante y a sabiendas del dolor eterno
Quien se movía entre los otros mientras ellos caminaban,
Quien luego fortaleció las fuentes y reanimó los manantiales

Enfrió la roca seca y afirmó la arena
El azul del albarraz, el azul de María,
Sovegna vos

Aquí en medio están los años que pasan, quitando
Los violines y las flautas, restituyendo
A aquel que se mueve en el tiempo entre el dormir y el despertar, llevando

Sobre ella una blanca luz apretada, envolvente, apretada.
Los nuevos años pasan, restituyendo
A través de una blanca nube de lágrimas, restituyendo
En un verso nuevo la antigua rima. Redime
El tiempo. Redime
La visión no leída en el sueño supremo
Mientras unicornios enjoyados arrastran el dorado carro fúnebre.

La hermana silenciosa con su velo azul y blanco
Entre los tejos, detrás del dios del jardín,
Con su flauta sin aliento, inclinó la cabeza y dio una señal pero no habló una palabra

Pero la fuente brotó y el pájaro cantó
Redime el tiempo, redime el sueño
La señal de la palabra no oída, no dicha

Hasta que el viento despierte mil susurros del tejo

Y después nuestro exilio

V
Si se pierde la palabra perdida, si se gasta la palabra gastada
Si la palabra no escuchada, la palabra
No dicha se dijera, no escuchada;
Aún así sería la palabra no dicha, la Palabra no escuchada,
La Palabra sin palabra, la Palabra en
El mundo para el mundo;
Y la luz brilló en la tinieblas y
Contra la Palabra el mundo inconstante aún giraba
En el centro de la Palabra callada.

Oh pueblo mío, ¿qué te he hecho?

¿Dónde encontraremos la palabra, dónde
Resonará? No aquí, no hay suficiente silencio
No en el mar o en las islas, no
En tierra firme, en el desierto o en las praderas,
Porque aquellos que caminan en las tinieblas
Así en el día como en la noche
El tiempo justo y el lugar correcto no son estos
Ni el lugar de gracia para aquellos que huyen del rostro
Ni el tiempo para el regocijo de aquellos que caminan entre el ruido y niegan la voz

¿Rogará, la hermana del velo, por
Aquellos que caminan en las tinieblas, que te han elegido y te han negado,
Aquellos cuyas cabezas están escindidas entre estación y estación,
Tiempo y tiempo, entre
Hora y hora, palabra y palabra, poder y poder, aquellos que esperan
En las tinieblas? ¿Rogará la hermana del velo
Por los niños en el limbo
Que no se irán y que no pueden rezar:
Ruega por aquellos que aceptaron y niegan

Oh pueblo mío ¿qué te he hecho?

¿Rogará la hermana con el velo entre los árboles de tejo
Esbeltos por aquellos que la ofenden
Y ahora temen y no pueden rendirse
Y aceptar ante el mundo y negar entre las rocas
En el último desierto entre las últimas rocas azules
El desierto en el jardín el jardín en el desierto
De sequía, escupiendo la semilla de la manzana seca?

VI
Porque no espero volver otra vez
Porque no espero
Porque no espero volver

Dudando entre la ganancia y la pérdida
En este breve tránsito donde los sueños se cruzan
Crepúsculo cruzado por el sueño entre el nacimiento y la muerte
(Bendíceme padre) aunque no espero esperar estas cosas
Desde el ventanal que mira hacia la costa de granito
El velamen blanco aún vuela hacia el mar, hacia el mar
Alas incólumes

Y el corazón perdido se endurece y se regocija
En las lilas perdidas y en la voces perdidas del mar
Y el espíritu débil se apura a rebelarse
Por la vara dorada, doblada y el olor perdido del mar
Se apura a recuperar
El grito de la codorniz y del chorlito que vuela en círculos
Y el ojo ciego crea
Formas vacías entre las puertas de marfil
Y el olor renueva el sabor salado de la tierra arenosa

Este es el tiempo límite entre morir y nacer
El lugar de soledad donde tres sueños cruzan
Entre las rocas azules
Pero cuando las voces que despiertan del tejo huyen
Deja que otros tejos sean sacudidos y respondan.

Bendita hermana, madre santa, espíritu de la fuente, espíritu del jardín,
No dejes que nos burlemos uno al otro con falsedad
Enséñanos a estar concernidos y a no estarlo
Enséñanos a permanecer tranquilos
Aún entre estas rocas,
Que la paz sea Su voluntad
Y aún entre estas rocas
Hermana, madre
Y espíritu del río, espíritu del mar,
No permitas que me aparte

Deja que mi clamor llegue a Tí.

T.S. Eliot, St. Louis, Missouri, 1888 - Londres, 1965)
Versión © Silvia Camerotto
imagen: Witold Wojtkiewicz, Meditations. Ash Wednesday

Ash Wednesday 2

IV
Who walked between the violet and the violet
Whe walked between
The various ranks of varied green
Going in white and blue, in Mary's colour,
Talking of trivial things
In ignorance and knowledge of eternal dolour
Who moved among the others as they walked,
Who then made strong the fountains and made fresh the springs

Made cool the dry rock and made firm the sand
In blue of larkspur, blue of Mary's colour,
Sovegna vos

Here are the years that walk between, bearing
Away the fiddles and the flutes, restoring
One who moves in the time between sleep and waking, wearing

White light folded, sheathing about her, folded.
The new years walk, restoring
Through a bright cloud of tears, the years, restoring
With a new verse the ancient rhyme. Redeem
The time. Redeem
The unread vision in the higher dream
While jewelled unicorns draw by the gilded hearse.

The silent sister veiled in white and blue
Between the yews, behind the garden god,
Whose flute is breathless, bent her head and signed but spoke
no word

But the fountain sprang up and the bird sang down
Redeem the time, redeem the dream
The token of the word unheard, unspoken

Till the wind shake a thousand whispers from the yew

And after this our exile

V
If the lost word is lost, if the spent word is spent
If the unheard, unspoken
Word is unspoken, unheard;
Still is the unspoken word, the Word unheard,
The Word without a word, the Word within
The world and for the world;
And the light shone in darkness and
Against the Word the unstilled world still whirled
About the centre of the silent Word.

O my people, what have I done unto thee.

Where shall the word be found, where will the word
Resound? Not here, there is not enough silence
Not on the sea or on the islands, not
On the mainland, in the desert or the rain land,
For those who walk in darkness
Both in the day time and in the night time
The right time and the right place are not here
No place of grace for those who avoid the face
No time to rejoice for those who walk among noise and deny
the voice

Will the veiled sister pray for
Those who walk in darkness, who chose thee and oppose thee,
Those who are torn on the horn between season and season,
time and time, between
Hour and hour, word and word, power and power, those who wait
In darkness? Will the veiled sister pray
For children at the gate
Who will not go away and cannot pray:
Pray for those who chose and oppose

O my people, what have I done unto thee.

Will the veiled sister between the slender
Yew trees pray for those who offend her
And are terrified and cannot surrender
And affirm before the world and deny between the rocks
In the last desert before the last blue rocks
The desert in the garden the garden in the desert
Of drouth, spitting from the mouth the withered apple-seed.


O my people.

VI
Although I do not hope to turn again
Although I do not hope
Although I do not hope to turn

Wavering between the profit and the loss
In this brief transit where the dreams cross
The dreamcrossed twilight between birth and dying
(Bless me father) though I do not wish to wish these things
From the wide window towards the granite shore
The white sails still fly seaward, seaward flying
Unbroken wings

And the lost heart stiffens and rejoices
In the lost lilac and the lost sea voices
And the weak spirit quickens to rebel
For the bent golden-rod and the lost sea smell
Quickens to recover
The cry of quail and the whirling plover
And the blind eye creates
The empty forms between the ivory gates
And smell renews the salt savour of the sandy earth

This is the time of tension between dying and birth
The place of solitude where three dreams cross
Between blue rocks
But when the voices shaken from the yew-tree drift away
Let the other yew be shaken and reply.

Blessèd sister, holy mother, spirit of the fountain, spirit
of the garden,
Suffer us not to mock ourselves with falsehood
Teach us to care and not to care
Teach us to sit still
Even among these rocks,
Our peace in His will
And even among these rocks
Sister, mother
And spirit of the river, spirit of the sea,
Suffer me not to be separated

And let my cry come unto Thee.

sábado, octubre 09, 2010

t. s. eliot. miércoles de ceniza (I)



Miércoles de ceniza (Primera entrega)

I
Porque no espero volver otra vez
Porque no espero
Porque no espero volver
A desear el don de este hombre y el alcance de aquél
Ya no me esfuerzo por esforzarme en alcanzar cosas como esas
(¿Por qué extiende sus alas el águila vieja?)
¿Por qué debo lamentar
El esfumado poder del reino cotidiano?

Porque no espero saber
Acerca de la débil gloria de la hora feliz
Porque no creo
Porque sé que no sabré
del único verdadero poder transitorio
Porque no puedo beber
Allí, donde los árboles florecen, y los manantiales fluyen, porque
No hay nada otra vez

Porque sé que el tiempo es siempre tiempo
Y el lugar es siempre y solo lugar
Y lo que es real es real solo por un tiempo
Y solo en un lugar
Me alegro de que las cosas sean como son y
Renuncio al rostro bendito
Y renuncio a la voz
Porque no puedo esperar volver otra vez
En consecuencia me alegro de tener que construir algo
Por lo que alegrarme

Y ruego a Dios que tenga piedad de nosotros
Y ruego que pueda olvidar
Estas cuestiones que tanto discuto conmigo
Que tanto explico
Porque no espero volver otra vez
Y dejar que estas palabras respondan
Por lo hecho, que no se haga otra vez
Que el juicio no nos sea demasiado duro

Porque estas alas ya no son alas para volar
Sino élitros que agitan el aire
El aire ahora es completamente escaso y seco
Más escaso y seco que la voluntad
Enséñanos a estar concernidos y a no estarlo
Enséñanos a permanecer tranquilos.

Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte
Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.


II
Señora, tres leopardos blancos se sentaron bajo un enebro
A la fresca del día, habiéndose alimentado hasta saciarse
De mis piernas mi corazón mi hígado y de aquello que habían
Contenido
En la hueca esfera de mi cráneo. Y Dios dijo
¿Han de vivir estos huesos? ¿Han de vivir
Estos huesos? Y aquello que habían contenido
En los huesos (que ya estaban secos) dijo gorjeando:
Por la bondad de esta Señora
Y por su belleza, y porque
Ella honra a la Virgen en meditación,
Brillamos relucientes. Y yo que estoy aquí disfrazado
Ofrezco mis actos al olvido, y mi amor
A la posteridad del desierto y al fruto de la calabaza.
Esto es lo que reestablece
Mi coraje los nervios de mis ojos y las indigeribles porciones
Que los leopardos rechazan. La Señora se retira
En un traje blanco, a la contemplación, en un traje blanco.
Deja que la blancura de los huesos a tono con el olvido.
No hay vida en ellos. Como estoy olvidado
Y seré olvidado, los olvidaré a ustedes
Devotos, concentrados en el propósito. Y Dios dijo
Profetiza al viento, solo al viento porque solo
El viento escuchará. Y los huesos cantaban gorjeando
Con el peso del saltamontes, diciendo

Señora de los silencios
Tranquila y angustiada
Desgarrada e íntegra
Rosa de la memoria
Rosa del olvido
Exhausta y dadora de vida
Tensa y relajada
La única Rosa
Es ahora el Jardín
Donde todo amor termina
Termina el tormento
Del amor insatisfecho
El tormento mayor
Del amor satisfecho
El final del viaje sin fin
A ningún destino
Conclusión de todo lo
Que no concluye
Lengua sin palabra y
Palabra sin lengua
Gracia a la Madre
Por el Jardín
Donde todo amor termina.
Los huesos cantaban bajo el enebro, dispersos y brillando
Estamos felices de estar dispersos, fue poco el bien que nos hicimos
Uno al otro,
Bajo el árbol a la fresca del día, con la bendición de la arena,
Olvidándose a sí mismos y uno al otro, unidos
En el silencio del desierto. Esta es la tierra que
Dividirás en parcelas. Y ni la división ni la unión
Importan. Esta es la tierra. Tenemos nuestra herencia.


III
En el primer rellano de la segunda escalera
Me di vuelta y abajo vi
La misma forma retorcida sobre la baranda
Bajo el vapor del aire fétido
Luchando con el demonio de las escaleras que lleva
El engañoso rostro de esperanza y desesperación.

En el segundo rellano de la segunda escalera
Los deje retorciéndose, enroscándose debajo;
No había más rostros y la escalera estaba oscura,
Húmeda y dentada como la boca de un viejo babeándose, sin remedio,
O las fauces dentadas de un tiburón viejo.

En el primer rellano de la tercera escalera
Una ventana con ranuras panzona como el fruto de un higo
Y debajo del brote de espino y una escena pastoril
La figura de espalda ancha vestida en azul y verde
Encantaba el mes de mayo con una flauta antigua.
El cabello que se agita es dulce, el cabello castaño que se agita sobre la boca,
Lila y cabello castaño;
Distracción, música de flauta, se detiene y transporta la mente
A la tercera escalera,
Apagándose, apagándose; la fuerza más allá de la esperanza y la desesperación
Subiendo la tercera escalera.

Señor, yo no soy digno
Señor, yo no soy digno

Pero una palabra tuya bastará.


T.S. Eliot, St. Louis, Missouri, 1888 - Londres, 1965
Versión © Silvia Camerotto, in memorian Vicente, un oculista de barrio, un hombre común.

Ash Wednesday

I
Because I do not hope to turn again
Because I do not hope
Because I do not hope to turn
Desiring this man's gift and that man's scope
I no longer strive to strive towards such things
(Why should the agèd eagle stretch its wings?)
Why should I mourn
The vanished power of the usual reign?

Because I do not hope to know
The infirm glory of the positive hour
Because I do not think
Because I know I shall not know
The one veritable transitory power
Because I cannot drink
There, where trees flower, and springs flow, for there is
nothing again

Because I know that time is always time
And place is always and only place
And what is actual is actual only for one time
And only for one place
I rejoice that things are as they are and
I renounce the blessèd face
And renounce the voice
Because I cannot hope to turn again
Consequently I rejoice, having to construct something
Upon which to rejoice

And pray to God to have mercy upon us
And pray that I may forget
These matters that with myself I too much discuss
Too much explain
Because I do not hope to turn again
Let these words answer
For what is done, not to be done again
May the judgement not be too heavy upon us

Because these wings are no longer wings to fly
But merely vans to beat the air
The air which is now thoroughly small and dry
Smaller and dryer than the will
Teach us to care and not to care
Teach us to sit still.

Pray for us sinners now and at the hour of our death
Pray for us now and at the hour of our death.

II
Lady, three white leopards sat under a juniper-tree
In the cool of the day, having fed to sateity
On my legs my heart my liver and that which had been
contained
In the hollow round of my skull. And God said
Shall these bones live? shall these
Bones live? And that which had been contained
In the bones (which were already dry) said chirping:
Because of the goodness of this Lady
And because of her loveliness, and because
She honours the Virgin in meditation,
We shine with brightness. And I who am here dissembled
Proffer my deeds to oblivion, and my love
To the posterity of the desert and the fruit of the gourd.
It is this which recovers
My guts the strings of my eyes and the indigestible portions
Which the leopards reject. The Lady is withdrawn
In a white gown, to contemplation, in a white gown.
Let the whiteness of bones atone to forgetfulness.
There is no life in them. As I am forgotten
And would be forgotten, so I would forget
Thus devoted, concentrated in purpose. And God said
Prophesy to the wind, to the wind only for only
The wind will listen. And the bones sang chirping
With the burden of the grasshopper, saying

Lady of silences
Calm and distressed
Torn and most whole
Rose of memory
Rose of forgetfulness
Exhausted and life-giving
Worried reposeful
The single Rose
Is now the Garden
Where all loves end
Terminate torment
Of love unsatisfied
The greater torment
Of love satisfied
End of the endless
Journey to no end
Conclusion of all that
Is inconclusible
Speech without word and
Word of no speech
Grace to the Mother
For the Garden
Where all love ends.

Under a juniper-tree the bones sang, scattered and shining
We are glad to be scattered, we did little good to each
other,
Under a tree in the cool of day, with the blessing of sand,
Forgetting themselves and each other, united
In the quiet of the desert. This is the land which ye
Shall divide by lot. And neither division nor unity
Matters. This is the land. We have our inheritance.

III
At the first turning of the second stair
I turned and saw below
The same shape twisted on the banister
Under the vapour in the fetid air
Struggling with the devil of the stairs who wears
The deceitul face of hope and of despair.

At the second turning of the second stair
I left them twisting, turning below;
There were no more faces and the stair was dark,
Damp, jaggèd, like an old man's mouth drivelling, beyond
repair,
Or the toothed gullet of an agèd shark.

At the first turning of the third stair
Was a slotted window bellied like the figs's fruit
And beyond the hawthorn blossom and a pasture scene
The broadbacked figure drest in blue and green
Enchanted the maytime with an antique flute.
Blown hair is sweet, brown hair over the mouth blown,
Lilac and brown hair;
Distraction, music of the flute, stops and steps of the mind
over the third stair,
Fading, fading; strength beyond hope and despair
Climbing the third stair.

Lord, I am not worthy
Lord, I am not worthy

but speak the word only.

miércoles, octubre 06, 2010

rastrojo polvoriento de la prisión socrática



Acrópolis

El suave quem quam será Scops el búho
conjugación de sustantivos, línea de investigación,
rastrojo polvoriento de la prisión socrática
los laureles se cuartean como pergaminos al viento.
¿Quién camina aquí bajo el polvo violeta de la noche
junto la torre de los vientos y los relojes de agua?
Los cirios humean sobre ataúdes abiertos
sin duda los cántaros rotos un día deberán
revivir en el chorro del mármol que resuella
regresando silenciosamente otra vez, y otra vez
la primavera nueva se vacía como una vena
los niños no escupen el reflejo de sus rostros
pero abajo desde el zoco hirviente los olores indiferentes
de pan de orina de cocina de tinta
te dirán lo que piensan las razas hoscas
y entre las tumbas el tormento de las mandolinas
que confunden el sueño con matanzas
donde los extranjeros llegan como dioses somnolientos
apeándose al caer la noche en posadas desoladas.


Lawrence Durrell, Jalandhar, India1912 – Sommières, Francia, 1990
Versión © Silvia Camerotto
imagen: Erik Nasinnyk, Acropolis

Acropolis

The soft quem quam will be Scops the Owl
conjugation of nouns, a line of enquiry,
powdery stubble of the socratic prison
laurels crack like parchments in the wind.
Who walks here in the violet dust at night
by the tower of the winds and water-clocks?
Tapers smoke upon open coffins
surely the shattered pitchers must one day
revive in the gush of marble breathing up
call again softly, and again
the fresh spring empties like a vein
no children spit on their reflected faces
but from the blazing souk below the passive smells
bread urine cooking printing-ink
will tell you what the sullen races think
and among the tombs gnawing of mandolines
confounding sleep with carnage where
strangers arrive like sleepy gods
dismount at nightfall at desolate inns.

lunes, octubre 04, 2010

ese último resplandor



**

La caída del sol siempre es inquietante
teatral o callada,
pero más inquietante aún
es ese último resplandor desesperado
que convierte lo claro en herrumbre
cuando en el horizonte nada queda
de la pompa y clamor del sol poniente.
Qué difícil es aferrarse a esa luz, dibujada tensa y distinta,
esa alucinación de oscuridad que los hombres temen
se impone en el espacio
y termina de golpe
en el momento en que comprendemos su engaño,
como un sueño se rompe
en el momento que el durmiente sabe que está soñando.


Versión © silvia camerotto sobre versión de Thomas Di Giovanni
imagen: Jaison Cianelli

**
Sunset is always disturbing
Whether theatrical or muted,
But still more disturbing
is that last desperate glow
that turns the plain to rust
when on the horizon nothing is left
of the pomp and clamor of the setting sun.
How hard holding on to that light, so tautly drawn and different,
that hallucination which the human fear of the dark
imposes on space
and which ceases at once
the moment we realize its falsity,
the way a dream is broken
the moment the sleeper knows he is dreaming.


versión de Norman Thomas di Giovanni, 1933, Newton, Massachusetts sobre poema de Borges