jueves, enero 31, 2013

eamon grennan. elemental




Elemental

El sueño todo agua, un viaje
Dios sabe dónde, una partida
a través de los barrotes de esta clara ventana
más allá de la que parpadea una mezcla
de tránsito a la hora pico, gansos charlatanes, cielo deslucido.
Esta mañana después, luego, alcanzas a ver
elevándose desde el agua turbia,
a una garza de color barro levantándose
entre dos elementos y convirtiéndose con alas extendidas
en un tercero, dejando una pequeña huella
del fuego que la alimenta
en el resplandor del humo que fue
su aliento. Lo que deseas, contemplativo,
es una vida justa entre los elementos:
para estar allí en ese presente perfecto
absoluto, arrojarte a ti mismo imprudente
hacia el futuro, rememorando el pasado—
convirtiéndote sencillamente en el mundo
mientras este se vuelve tú,
siendo cualquier cosa que haya sido llevada
hasta este momento tal como es
sobre un ala extendida: un equilibrio aconteciendo.

Eamon Grennan, Dublin, 1941
Versión © Silvia Camerotto
imagen de Martin Stranka© – Frozen , en Uno de los nuestros

Elemental

The dream all water, a voyage
to God knows where, a setting off
through bars of this bright-mullioned window
beyond which twinkles a mix
of rush-hour traffic, yapping geese, tattered sky.
This morning after, then, you catch sight of—
rising out of muddy water—
a mud-colored heron lifting itself
out of two elements and vaulting broad-winged
into a third, leaving a little sign
of the fire that feeds it
in the gleam of steam its breath
had been. What you wish for, watching,
is a life so right among the elements:
to be there in that perfect present
absolute, be a self flung headlong
into the future, past looking back—
simply becoming the world
as it becomes you,
becomes whatever has been brought
to this moment as it is
on extended wing: a balance happening.

miércoles, enero 30, 2013

william carlos williams. postludio





Postludio

Ahora que me enfrié de ti  
Dejemos que haya en la mampostería opacada,
Templos aliviados por el sol que arruinan
Ese sueño íntegramente.
Ayúdame a bailar,
Olas en Philse, yendo y viniendo,
Y labios, mi lesbiana,
Flores silvestres que alguna vez fueron llama.

Tu pelo es mi Cartago
Y mis brazos el arco
Y nuestras palabras flechas
Para arrojar a las estrellas
Que desde ese mar de niebla
Se reproducen para destruirnos.

Pero tú estás allí, a mi lado
Oh, ¿cómo te desafiaré
A ti que me lastimaste en la noche
Con senos brillantes
Como Venus y como Marte?
La noche que grita Jasón
Cuando los aleros vibran con fuerza
Como con las olas encima de mí
¡Tristes en la proa de mi deseo!

¡Oh,  rezos en la oscuridad!
¡Oh, incienso a Poseidón!
Calma en la Atlántida.


William Carlos Williams, Rutherford, 1883, Columbia, 1963   
Version © Silvia Camerotto
En The Collected Poems ofWilliam Carlos Williams, Volume I, 1909-1939, © 1938 by New Directions Publishing Corp,
de The Tempers, 1913
Audio por William Carlos Williams
imagen en Digital Art Gallery  

Postlude

Now that I hâve cooled to you
Let there be gold of tarnished masonry,
Temples soothed by the sun to ruin
That sleep utterly.
Give me hand for the dances,
Ripples at Philse, in and out,
And lips, my Lesbian,
Wall flowers that once were flame.

Your hair is my Carthage
And my arms the bow
And our words arrows
To shoot the stars,
Who from that misty sea
Swarm to destroy us.

But you're there beside me
Oh, how shall I defy you
Who wound me in the night
With breasts shining
Like Venus and like Mars?
The night that is shouting Jason
When the loud eaves rattle
As with waves above me
Blue at the prow of my désire !

O prayers in the dark !
O incense to Poséidon!
Calm in Atlantis.

martes, enero 29, 2013

marguerite yourcenar. versos órficos




Versos órficos

Según las tablillas encontradas en
tumbas de Grecia y de Grecia Grande

En el umbral de la puerta negra,
A la derecha, a los pies de un álamo,
Corre el agua de olvidar.

Brota a la izquierda el agua de Memoria;
Cristal helado, frío licor,
El agua de Memoria está en mi corazón.

Allí beben mi pena y mi alegría;
Residen en su ribera los sabios:
Yo les diré, Temo la muerte.

Soy hijo de la tierra negra
Pero también del cielo estrellado;
¡Abridme la puerta de la gloria!

La imagen del tiempo transcurrido
Se refleja en mi memoria;
El espejo puro no se enturbia.

Abridme el pozo de la gloria...

Marguerite Yourcenar, Bruselas, 1903- Mount Desert Island, 1987
Versión de Silvia Barón Supervielle
imagen de Aleksander Balos© , en Uno de los nuestros

sábado, enero 19, 2013

carina sedevich. la gata me habla como un bebé


**
4

La gata me habla como un bebé.
Y me lame las manos
como un perro.
Y monta guardia mientras duermo
como un planeta.
Cuando escribo
se acomoda sobre los papeles.
Y me mira.
Sólo para que sepa
que ella está.

El peor momento es la mañana.
Ella lo sabe.
Cuando sé que no puedo dormir
más.
Y confirmo que estoy mejor así
sola y despierta
pero recuerdo vagamente
las trazas de algún hombre
y me entristezco.

Pienso
si el amor apagado puede
servir para algo.
Si es como una ceniza
para mezclar con arcilla
o con agua
o con savia
y hacer una cataplasma
un ungüento
un bálsamo.

¿De qué puede servir
todo el amor apagado?
Lo pongo fuera de mí.
Pienso en alguna cosa
que con el paso del tiempo
consiga cada vez
una hoja más tibia
más azul
más lenta para surgir
más rápida de aplacar.
Una hoja
donde se haya escrito
la idea
del amor una vez.
Una idea
tal vez como una pera.
La pera guarda
la forma del amor.
Cuando se pone azul
ya no parece una pera.
Pero quizás
con el tiempo
uno se acostumbre.

De todas formas
me entristece
el papel, las cenizas,
las peras, el azul,
la idea, la costumbre.
Mi gata se da cuenta.
Me lame los dedos.
Me llama como un niño.
Me mira.
Sólo para que sepa.


 **
1

A veces, a la mañana temprano
mi mamá nos llevaba en renoleta
a los tres, para la playa.

No parecía feliz

sin embargo
algo en su forma de resolver las cosas
me hacía verla diferente.

Llevaba su capelina azul, de rafia,
y una bikini desteñida.

Yo le miraba la panza
un poco ajada
y blanca.

La panza de nosotros.

A pesar de eso
de pronto la veía más entera.

Nos explicaba como entrar al agua
levantando la arena
para espantar a las rayas.

Se lo había enseñado su papá
el abuelo Antonio, el guardavidas.



**
2

El primer día que mi mamá me consoló
yo tenía treinta y cuatro años.

Cuando era chica y lloraba
arrodillada en el baño
me miraba con ganas de matarme.

Cuando era chica y lloraba
en la placita de enfrente
me miraba con ganas de matarme.

Cuando era chica y lloraba
en la veredita del patio
me miraba con ganas de matarme.

Pero en enero del año dos mil seis
me internaron para hacerme un aborto.

Y la enfermera me reventó una vena.

Entonces me pasó la mano por la cara
y por el pelo. Y yo le dije:
“mami, es que me duele”.

Y ella me dijo: “hijita, ya lo sé”. 

Carina Sedevich, Santa Fe, 1972, (reside en Villa María, Córdoba) 
de Incombustible, Inédito, 2013 
imagen de Juan Medina©, en Uno de los nuestros

viernes, enero 18, 2013

josé maría pallaoro. yo no me llamaba bob



Yo no me llamaba Bob

Estábamos perdidos
en el extranjero,
en una ciudad como La Plata,
Lévico, Olula del Río o Tokio.
Yo no me llamaba Bob
ni vos Charlotte
aunque tenías
los ojos más hermosos
que he visto
en muchos años,
y la belleza frágil
de la muchacha del film

de Sofia Coppola.
Si todo esto fuese
como en la dolce vita
rebobinaría la cinta
en el momento
en que mi mano
acaricia tu pie
y después te beso
y logro
hacerte sonreír
susurrándote
algo de Roxy Music
o de Spinetta
al oído.
Pero no siempre
hay finales abiertos.
Un encuentro
en cualquier lugar del planeta.

José María Pallaoro, La Plata, 1959
en Una medida adecuada a todo: poemas 2009-2011, De la Talita Dorada, City Bell, 2012
imagen de Alberto Pancorbo© – Beso Postal, en Uno de los nuestros

jueves, enero 17, 2013

mirta rosenberg. trato de usted a yo


Trato de Usted a Yo

que según Gertrude no envejece,
como me ha pasado a mí.
Toda una vida en el mismo cuerpo,
de un siglo a otro más harapiento,
que Usted, Stein donde esté,
no deja de negar. Soy a Usted
lo que Su Ideal es a mí. Un salón
donde a Usted se lo oye retumbar:
esta lengua está para decirte
que está diciéndome que es ésta
y que de una buena vez la escribas.


(Gertrude Stein)

Mirta Rosenberg, Rosario, Santa Fe, 1951
de El paisaje interior, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2012
imagen de Andrey Bobir© – Illusion of consciousness, en Uno de los nuestros

miércoles, enero 16, 2013

irene gruss. pasaje


Pasaje 


Es un gran pintor Ezra, dijo el tío, sólo
que cuando el pincel está ya sin pintura 
no vuelve a la paleta, lo aplica seco, 
pincelada tras pincelada, seco como el río 
de sus sueños (...)
Jorge Aulicino

Cuando ya no importe
el cuerpo, la humillación de los dientes,
las estrías, la flojedad de un pensamiento
desnudo, humillado como el cuerpo,
y eso que percute y que todos llaman deseo, mi Dios,
¿existe palabra así prosaica o ruin? Cuando no importe el
sentido,
raspa la tela del sentido un pincel seco,
nada más que cerda, restos de pincel
que raspan una tela, vacía, por fin, he llegado al blanco
absoluto,
al defecto.
Cuando no importe,
ni siquiera alcance ni
impresione, mucho menos esto
que algunos creen la flor de la expresión,
Dios mío, qué será eso
sino apenas la burla
o la oquedad de algo parecido
a hemorroides, agua bajo el puente,
humillación, decía. Y no importe
la luz,
nada menos que la luz,
era de día y holgazaneábamos
mirando el cielo entre las copas de los árboles,
abedules en cine ruso; soviético, para ser clara.
Y no importe evidentemente la historia
o el dolor de la historia
o los hechos en sí,
sin perspectiva,
como esa tela raspada, violentada
por un pincel seco, olvidadizo,
a cubierto de la repetición
y del miedo
a morir, a que mueran, a
los que murieron sin mí,
a los que viven sin mí, o cómo puedo estar
sin los que viven, y ya
no importe el color de la cortina, su revoloteo,
eso que pasa no importe
porque no importa el cuerpo
lineal en cada cosa
sobrentendida, sin lucha,
casi perdida o humillada. Y el pasaje no sea mensaje. 

Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Notas para una tanza, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2012
imagen de Anka Zhuravleva, Winter Ghosts,  en Uno de los nuestros

martes, enero 15, 2013

alejandro schmidt. miramos al cielo sin los ojos



miramos el cielo sin los ojos

   
secreto del fuego son las nubes

aprendemos en lágrimas

llamamos dicha a lo perdido

llegar cruzando arenas
robar el corazón del elefante
sentarse a escribir como si fuera arrodillarse al viento

se forjan las espadas?

ese pequeño asunto
resultó la vida

no nacen del cadáver los fantasmas

cuando el hechizo es poderoso hay que matar al mago


olvidá los dioses
ellos están solos porque pueden
solos.


Alejandro Schmidt, Villa María, 1955
imagen de Jarosław Jaśnikowski© – Nieskończona fascynacja, en Uno de los nuestros


lunes, enero 14, 2013

william carlos williams. detalles para Paterson



Detalles para Paterson

Acabo de ver dos chicos.
A uno le pagan para distribuir folletos
y él los tira por la alcantarilla.

Le dije: ¿Eres un boy scout?
Me dijo: no.
El otro lo era.
Tengo una fe incondicional en
los boy scouts.

Si hablas de eso
el tiempo suficiente
al fin, lo escribirás.
Si llegas al punto
donde nada
puede hacerte escribir.
Si no te mueres primero.

Guardo las mejores cosas que el amor
me dio.
Nada de ellas se desvanece—
lo he comprobado
demostrado una vez más en tus ojos.

¡Cásate! Tu hijo tendrá
ojos azules y aún así
no habrá respuesta
no has encontrado la cura.
Ya nada tengo con ese enorme
ramo de flores, mi mente
milagrosamente en
el mortal golpe de la noche.

William Carlos Williams
Versión © Silvia Camerotto
imagen de Jaroslaw Jasnikowski©, Tam, gdzie slonce wschodzi szmaragdowo, en Uno de los nuestros


Details for Paterson

I just saw two boys.
One of them gets paid for distributing circulars
and he throws it down the sewer.

I said, Are you a Boy Scout?
He said, no.
The other one was.
I have implicit faith in
      the Boy Scouts.

If you talk about it
long enough
you'll finally write it—
If you get by the stage
when nothing
can make you write—
If you don't die first.

I keep those bests that love
      has given me.
Nothing of them escapes—
I have proved it
proven once more in your eyes.

Go marry! your son will have
blue eyes and still
there'll be no answer
you have not found a cure.
No more have I for that enormous
wedged flower, my mind
miraculously upon
the dead stick of night.

domingo, enero 13, 2013

elizabeth bishop. conversación




Conversación

El tumulto en el corazón
sigue haciendo preguntas.
Y luego se detiene y comienza a responder
en el mismo tono de voz.
Nadie podría decir la diferencia.

Poco inocentes, comienzan estas conversaciones,
y luego involucran los sentidos,
casi sin querer.
Y luego no hay opción,
y luego no hay sentido;

hasta que un nombre
y toda lo que connota son lo mismo.

***
Un arte

El arte de perder no es difícil de dominar;
tantas cosas parecen decididas a 
perderse que su pérdida no es una catástrofe.

Pierde algo cada día. Acepta el desbarajuste
de llaves perdidas, la hora malgastada.
El arte de perder no es difícil de dominar.

Luego practica perder un poco más, pierde más rápido:
lugares, y nombres, y allí donde pensabas
viajar. Nada de esto causará una catástrofe.

Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira! se fueron mis tres últimas
o penúltimas casas amadas.
El arte de perder no es difícil de dominar.

Perdí dos ciudades hermosas. Y,  aun más
algunos reinos que  tuve, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue una catástrofe.

Incluso perderte a ti  (la voz burlona, un gesto
que amo) no mentiré. Es evidente
el arte de perder no es muy difícil de dominar

aunque parezca (¡Escríbelo!) una catástrofe.



Elizabeth Bishop, Worcester, 1911- Boston, 1979
Versión © Silvia Camerotto
Imagen de David Bowers©, The Three Graces,en  Uno de los nuestros

Conversation
The tumult in the heart
keeps asking questions.
And then it stops and undertakes to answer
in the same tone of voice.
No one could tell the difference.

Uninnocent, these conversations start,
and then engage the senses,
only half-meaning to.
And then there is no choice,
and then there is no sense;

until a name
and all its connotation are the same. 

One Art
The art of losing isn't hard to master; 
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster,

Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn't hard to master.

Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.

I lost my mother's watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn't hard to master.

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn't a disaster.

- Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan't have lied. It's evident
the art of losing's not too hard to master
though it may look like (Write it!) like a disaster. 

sábado, enero 12, 2013

almafuerte. avanti



¡Avanti!

Si te postran diez veces te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas. 

Con el hambre genial con que las plantas
Asimilan el humus avarientas,
Deglutiendo el rencor de las afrentas
Se formaron los santos y las santas. 

Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
Nada más necesita la criatura,
Y en cualquier infeliz se me figura
Que se rompen las garras de la suerte... 

¡Todos los incurables tienen cura
Cinco segundos antes de la muerte! 


¡Piú avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
No te sientas esclavo, ni aun esclavo;
Trémulo de pavor, piénsate bravo,
Y arremete feroz, ya mal herido. 

Ten el tesón del clavo enmohecido,
Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
No la cobarde intrepidez del pavo
Que amaina su plumaje al primer ruido. 

Procede como Dios que nunca llora,
O como Lucifer, que nunca reza,
O como el robledal, cuya grandeza
Necesita del agua y no la implora... 

¡Que muerda y vocifere vengadora,
Ya rodando en el polvo tu cabeza! 


¡Molto piú avanti!

Los que vierten sus lágrimas amantes
Sobre las penas que no son sus penas;
Los que olvidan el son de sus cadenas,
Para limar las de los otros antes; 

Los que van por el mundo delirantes,
Repartiendo su amor a manos llenas,
Caen, bajo el peso de sus obras buenas
Sucios, enfermos, trágicos..., ¡sobrantes! 

¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos,
Y los ojos del Juez siempre despiertos!... 

¡Y al echarte en la caja de los muertos,
Menosprecia los llantos de los vivos! 


¡Molto piú avanti ancora!

El mundo miserable es un estrado
Donde todo es estólido y fingido,
Donde cada anfitrión guarda escondido
Su verdadero ser, tras el tocado. 

No digas tu verdad ni al más amado;
No demuestres temor ni al más temido;
No creas que jamás te hayan querido
Por más besos de amor que te hayan dado. 

Mira cómo la nieve se deslíe
Sin que apostrofe al sol su labio yerto,
Cómo ansía las nubes el desierto
Sin que a ninguno su ansiedad confíe... 

¡Trema como el Infierno; pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto! 

¡Moltissimo piú avanti ancora!

Si en vez de las estúpidas panteras
Y los férreos estúpidos leones,
Encerrasen dos flacos mocetones
En esa frágil cárcel de las fieras, 

No habrían de yacer noches enteras
En el blando pajar de sus colchones,
Sin esperanzas ya, sin reacciones
Lo mismo que dos plácidos horteras; 

Cual Napoleones pensativos, graves, 
No como el tigre sanguinario y maula,
Escrutarían palmo a palmo su aula,
Buscando las rendijas, no las llaves... 

¡Seas el que tú seas, ya lo sabes: 
A escrutar las rendijas de tu jaula!


¡Vera violetta!

En pos de su nivel se lanza el río
Por el gran desnivel de los breñales;
El aire es vendaval, y hay vendavales
Por la ley del no-fin, del no-vacío; 

La más hermosa espiga del estío
No sueña con el pan en los trigales;
El más noble panal de los panales
No declaró jamás: Yo no soy mío. 

Y el sol, el padre sol, el raudo foco
Que fomenta la vida en la Natura,
Por fecundar los polos no se apura,
Ni se desvía un ápice tampoco... 

¡Todo lo alcanzarás, solemne loco,
Siempre que lo permita tu estatura! 


La yapa

Como una sola estrella no es el cielo,
Ni una gota que salta, el Océano
Ni una falange rígida, la mano,
Ni una brizna de paja, el santo suelo: 

Tu gimnasia de cárcel no es el vuelo,
El sublime tramonto soberano,
Ni nunca podrá ser anhelo humano
Tu miserable, personal anhelo. 

¿Qué saben de lo eterno las esperas:
De las borrascas de la mar, la gota
De puñetazos, la falange rota;
De harina y pan, la paja de las eras? 

¡Detente! por piedad, pluma, no quieras
Que abandone sus armas el ilota! 

Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios), San Justo, 1854, La Plata, 1917 
Siete Sonetos Medicinales, 1907, en Almafuerte, Poesías, Buenos Aires, Editorial Tor, 1942
Imagen de Alberto Pancorbo© , En la ciudad VI, en  Uno delos nuestros

jueves, enero 10, 2013

william butler yeats. muerte




Muerte

Ni temor ni esperanza asisten
A un animal moribundo.
Un hombre espera su final
Temiendo y deseando todo,
Muchas veces murió,
Muchas veces de nuevo se levantó.
Un gran hombre por orgullo
Confrontando homicidas
Se  burla de
La interrupción del aliento;
Conoce a la muerte hasta los huesos—
Porque el hombre la creó.

William Butler Yeats, Dublin, 1865- Menton, 1939 
De The Winding Stair and other poems, 1933
Version  ©Silvia Camerotto
 imagen de Vlada Mirkovic© – Byzantine Blue, en Uno de los nuestros

Death
Nor dread nor hope attend
A dying animal;
A man awaits his end
Dreading and hoping all;
Many times he died,
Many times rose again.
A great man in his pride
Confronting murderous men
Casts derision upon
Supersession of breath;
He knows death to the bone—
Man has created death.

miércoles, enero 09, 2013

jorge aulicino. un enemigo del pueblo




Un enemigo del pueblo

after O’Driscoll

Lo que queda, antes que lo que se va.
Disfrutemos la casa a la que no dimos nombre
-no pudimos no supimos no quisimos-pues se trataba solo de arbustos, de ligustrinas,
de los plátanos cuyas raíces rompían las prósperas veredas
de la clase obrera industrial y de la clase media.
El viejo salía sin prestar atención a las plantas, tengo la impresión.
El espacio era estrecho para la contemplación.
Y había tanto espacio, comparado con estos corredores
finiseculares, o al menos de la década de los veinte, treinta,
en los que andás. Caminaba
porque tenía adonde ir: la fábrica, la reunión de la célula.
Las plantas le daban oxígeno sin que lo supiera, pero papá
no aprendió a respirar. "Este hombre respira mal", me dijo el médico
cuando medían precisamente su oxígeno con un broche en el dedo.
El espacio ahora se estrecha, pero aún se agranda en el puente
ferroviario. Y está aquí la casa: viste esos ladrillos junto a la vía
del tren, antes. Esos arbustos que salen de las paredes, de los techos.
Los conservadores, los peronistas luego, llenaron
de asfalto y de veredas las lejanas calles ésas. Borraron lo que
quedaba de la pampa. Fue un suburbio tranquilo, de anchas
veredas y plátanos, el campo donde los inmigrantes levantaron
los palos, los ladrillos, las chapas, las letrinas, los patios.
Papá era de esa transitoria sustancia.
Un hombre entre dos épocas. Y aquí está la casa
que para él era el lugar donde desplegar el periódico,
la nueva era, el libro de Ibsen o de Marx.
Aquí está la casa, diseminada, desubstanciada,
dispersa en vías ferroviarias, en maderas de brutas grietas,
en tirantes, en árboles quietos en el sol del campo y de la industria.
El mismo sol. Las hojas que te evocan los paraísos aventurados
en un suburbio ahora lleno de cortinas metálicas.
Aprendiste a respirar, a caminar.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
inédito 
Imagen de Kaveh H. Steppenwolf©, en Uno de los nuestros

martes, enero 08, 2013

osvaldo aguirre. ahora recuerdo




***
AHORA recuerdo,
dice, y al revés
lo llama derecho.

Agosto es lo mismo
que enero,
y los diálogos
en la mesa, la ronda
y las cuentas en el patio
suenan como el viento,
su silbido en la copa
de las casuarinas,
el silencio.

Veo,
ahora veo,
dice, y confunde
sombras con cuerpos.



 ***
ROMPE
las palabras,
dice,
no rompas
el silencio.

Las palabras
secas y compactas,
las que trenzan
sus raíces
cuando alguien
las escarba,
las más pesadas,

y sean
sin maleza,
negras.

A golpes
de pala o rastrillo
rompe
la piedra y el musgo,
dice,
el campo desnudo
de junio
y las sofocantes,
las que sudan
en enero,
las mudas sin luz

ni agua,

y sean
cauce abierto,

ramas nuevas
de silencio.


Osvaldo Aguirre, Colón, 1964
De La tierra en el aire, Gog y Magog, 2010
imagen de Tommy Ingberg© – Forever, en Uno de los nuestros

lunes, enero 07, 2013

w.h.auden. el escudo de aquiles




El escudo de Aquiles


Ella miró por encima de su hombro
Buscando  vides y olivos,
Ciudades de mármol bien gobernadas
Y barcos en mares indómitos,
Pero allí en el metal brillante
En su lugar sus manos habían puesto
Un desierto artificial
Y un cielo de plomo.

Una llanura sin ninguna particularidad, desnuda y marrón,
Ni  brizna de hierba, ni rastro de vida,
Nada que comer y ningún lugar donde sentarse,
Sin embargo, agrupada en su vacío, permanecía
Una multitud ininteligible,
Un millón de ojos, un millón de botas en fila,
Inexpresivas, esperando una señal.

De la nada una voz sin rostro
Demostró con estadísticas que había una causa justa
con tonos tan secos y chatos como el lugar:
No se alentó a nadie y nada se discutió;
Columna tras columna en una nube de polvo
Marcharon sosteniendo una creencia
Cuya lógica los llevó, en otro lugar, al sufrimiento.

Ella miró por encima de su hombro
Buscando devociones rituales,
Vaquillonas con guirnaldas de flores blancas,
Libación y sacrificio,
Pero allí en el metal brillante
Donde debía estar el altar,
Ella vio bajo la titilante luz de la fragua
 Una escena muy distinta.

Alambre de púas cercando un lugar azaroso
Donde los funcionarios aburridos haraganeaban  (uno hizo un chiste)
Y centinelas sudaban por el día caluroso:
Una multitud de gente común y decente
Miraba desde fuera y ni se movió ni habló
Mientras tres figuras pálidas fueron llevadas al frente y atadas
A tres postes clavados en el suelo.

La masa y majestad de este mundo, todo
Lo que tiene peso y siempre pesa lo mismo
Dejado en manos de otros; eran insignificantes
Y no podían esperar ayuda y ninguna ayuda llegó:
Lo más les gustaba hacer a sus enemigos se hizo, su vergüenza
Fue todo lo peor que podían desear;  perdieron su orgullo
Y murieron como hombres antes de que sus cuerpos murieran.

Ella miró por encima de su hombro
Buscando  atletas en sus juegos,
Hombres y mujeres en un baile
Moviendo sus dulces extremidades
Veloces, veloces, al ritmo de  la música,
Pero allí en el escudo brillante
Sus manos no dispusieron ninguna pista de baile
 Sino un campo cubierto de hierba mala.  

Un pícaro harapiento, sin rumbo y solitario,
Merodeaba alrededor del vacío, un pájaro
Voló buscando salvarse de su piedra certera:
Las muchachas son violadas, dos muchachos apuñalan a un tercero,
Eran axiomas para él, que nunca había oído
De ningún mundo donde las promesas se cumplieran,
O donde uno pudiera llorar porque otro llora.

El herrero de labios finos,
Hefesto, se alejó cojeando,
Tetis de los senos brillantes
Gritó en espanto
Ante lo que el dios había forjado
Para complacer a su hijo, el fuerte
Aquiles hombre de corazón de hierro y asesino
Que no viviría mucho tiempo.

W. H. Auden, York, 1907- Viena, 1973
Versión © Silvia Camerotto
parcial de imagen perteneciente a La tienda de Aquiles (El tapiz titulado "la Tienda de Aquiles" forma parte de la colección de cuatro grandes paños góticos que narran "La Guerra de Troya", elaborada hacia 1470 en la ciudad franco-flamenca de Tournai. Documentalmente se sabe que fueron donados en 1608 –precisamente ahora hace 400 años- a la Catedral de Zamora por el sexto Conde de Alba y Aliste, Don Antonio Enríquez de Guzmán, y allí se conservan actualmente. Originariamente, esta serie estaba compuesta por un total de once tapices y se cree con fundamento que pudiera ser la misma que en su día perteneció a Fernando I de Nápoles (1458-1494), rey trastámara de ascendencia medinense ya que era hijo de Alfonso V el Magnánimo y nieto de Fernando de Antequera. fuente:http://www.museoferias.net/nov2008.htm )


The Shield of Achilles


She looked over his shoulder     
For vines and olive trees,
Marble well-governed cities
And ships upon untamed seas,
But there on the shining metal
His hands had put instead
An artificial wilderness
And a sky like lead.

A plain without a feature, bare and brown,
No blade of grass, no sign of neighborhood,
Nothing to eat and nowhere to sit down,
Yet, congregated on its blankness, stood
An unintelligible multitude,
A million eyes, a million boots in line,
Without expression, waiting for a sign.

Out of the air a voice without a face
Proved by statistics that some cause was just
In tones as dry and level as the place:
No one was cheered and nothing was discussed;
Column by column in a cloud of dust
They marched away enduring a belief
Whose logic brought them, somewhere else, to grief.

She looked over his shoulder
For ritual pieties,
White flower-garlanded heifers,
Libation and sacrifice,
But there on the shining metal
Where the altar should have been,
She saw by his flickering forge-light
Quite another scene.

Barbed wire enclosed an arbitrary spot
Where bored officials lounged (one cracked a joke)
And sentries sweated for the day was hot:
A crowd of ordinary decent folk
Watched from without and neither moved nor spoke
As three pale figures were led forth and bound
To three posts driven upright in the ground.

The mass and majesty of this world, all
That carries weight and always weighs the same
Lay in the hands of others; they were small
And could not hope for help and no help came:
What their foes like to do was done, their shame
Was all the worst could wish; they lost their pride
And died as men before their bodies died.

She looked over his shoulder
For athletes at their games,
Men and women in a dance
Moving their sweet limbs
Quick, quick, to music,
But there on the shining shield
His hands had set no dancing-floor
 But a weed-choked field.

A ragged urchin, aimless and alone,
Loitered about that vacancy; a bird
Flew up to safety from his well-aimed stone:
That girls are raped, that two boys knife a third,
Were axioms to him, who'd never heard
Of any world where promises were kept,
Or one could weep because another wept.

The thin-lipped armorer,
Hephaestos, hobbled away,
Thetis of the shining breasts
Cried out in dismay
At what the god had wrought
 To please her son, the strong
 Iron-hearted man-slaying Achilles
 Who would not live long.

 .