jueves, abril 21, 2011

javier adúriz. no tegas miedo y otros poemas


Para Javier Adúriz,
In memoriam


Qué extraña la literatura, no? Saca belleza o autoridad de las catástrofes...
Javier Adúriz, 21 de noviembre 2008

No tengas miedo

Si pudiera entrar ahí un rato, al menos
un momento y entender tus chifles,
los ronquidos que hacen lo tuyo tan extraño...
Desde este lado no alcanzo a comprender.

Papá y mamá insisten, pero yo no quiero
irrumpir. Mirá, sólo para darte tranquilidad.
No hagas algo de lo que después te arrepientas.
Resoplá el día y la noche enteros si querés.

¿Sabés...? aquí tengo un par de manzana.
Voy a entornar la puerta y arrojarlas ahora
adentro. Nadie busca torcer sus decisiones.

Pero esto no es posible, querido, permanecer así
el resto de la vida. No tengas miedo, Gregorio,
la imaginación es buena compañera.


Un servidor de usted

Disculpe la intrusión, niño Javier, pero soy yo,
un servidor de usted, el mismo que hace tanto
no sube a la terraza. Usted lo sabe, niño,
que estoy a su mandado, desde aquella mañana
de su señor padre, que en paz descanse.

No sé si fatuo o qué, pero creí en ser su amigo,
un otro suyo, el coleccionista de las experiencias.
Por eso le dictaba la poesía, niño Javier.
¿O no recuerda los insomnios, el aguarde
de que alguien pusiera la vitrola de la voz?

¿Quién cree, usted, que daba cuerda con ganas
y salía por la cornetita? Niño, niño, no me deje
en el rincón sombrío de los sótanos. Ya sé que vino
a grande, y que por los años corren para todos,
pero soy el servidor de usted, su mandato.

Ahora me cuesta, es cierto, hacerme de palabras.
Cómo decirlo, oírle el pulso de las horas. Pero, ¿allí
en el fondo del fondo, donde el vivir es casi
peor que malo, y a más se come poco? No es justo, niño
Javier, piense que soy de usted, que aquí me tiene.


Canción del samurai

Arde la luna, arde igual que un garfio,
con cuánto filo que lastima el aire.
-Honor, honor al lago que tiembla
y es el modo de un sueño. Gloria
a ese violente dormitar de un pájaro.
Gloria mucha... a la mañana que llega.


Algo desata el nudo de las apariencias,
la entraña alta de las apariencias.
-No un nombre, no el camino,
no el santón de ojitos en la nuca.
Nada de lo que suceda en vano. Gloria...
a esta furia que cede con el sol naciendo
.

para Jorge Aulicino


// No creo que un libro se escriba solo, aunque éste contituya
una excepción. Más bien valoro el esfuerzo, caminar treinta
kilómetros a la mañana, almorzar liviano, echar la siestita
-bastan pocos minutos-, hablar con los amigos, beber vino,
fumar todo lo posible y a la noche, solo a la noche, aguardar
que la pared se abra y aparezcan en masa los fantasmas.


Querido escuerzo
No me mires así
Que estoy de paso



// Un jinete pasa de sur a norte, lo vemos más allá de la cerca. Va
en descubierta. Busca noticias del frente. A lo lejos se observan relámpagos,
blancos y negros como el pensamiento. Nadie asegura nada. Estamos levemente
perplejos y tomados de la mano. La galería permanece preparada, con solo el
sillón de las visitas. ¿Pero qué aguardamos? decimos. Si ahora empieza a llover
y en el miedo puede haber mucha esperanza... No bien llega la noche, oímos de
nuevo los cascos del caballo. Trae el jinete que vuela esta vez en dirección al sur.
Nunca sentimos algo parecido.

Nomás la noche,
Nomás la noche, y sí
Nomás la noche


Javier Adúriz, Buenos Aires, 1948-2011
imagen del álbum personal de Silvia Camerotto, Buenos Aires, 11 de agosto de 2009

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