martes, marzo 27, 2018

wallace stevens. una postal desde el volcán



Una postal desde el volcán

Los niños que recogen nuestros huesos
Nunca sabrán que estos una vez fueron
Tan rápidos como zorros en la colina;

Y que en otoño, cuando las uvas
Hacían que el aire penetrante lo fuese aun más con su olor
Tenían un ser que respiraba escarcha;

Y menos supondrán que con nuestros huesos
Dejamos mucho más, dejamos lo que todavía es
El aspecto de las cosas, dejamos lo que sentíamos

Ante lo que veíamos. Las nubes de primavera vuelan
Sobre la mansión cerrada,
Más allá de nuestra verja y el cielo ventoso

Lanza un grito de culta desesperanza.
Conocíamos desde hacía tiempo el aspecto de la mansión
Y lo que dijimos de ella llegó a ser

Una parte de lo que es... Los niños,
Tejiendo todavía nacientes aureolas,
Hablarán nuestro idioma y jamás lo sabrán,

Dirán de la mansión que parece
Como si el que vivía allí hubiese dejado detrás
Un espíritu que atacaba paredes desnudas,

Una casa sucia en un mundo destrozado,
Jirones de sombras que alcanzan el blanco,
Manchado con el oro del opulento sol.

Wallace Stevens, Reading, 1879- Hartford, 1955
de “Ideas of Order", en Collected Poetry and Prose, Frank Kermode y Joan Richardson eds., The Library of America, Nueva York, 1997
Versión de Jonio González.

A Postcard from the Volcano

Children picking up our bones
Will never know that these were once
As quick as foxes on the hill;

And that in autumn, when the grapes
Made sharp air sharper by their smell
These had a being, breathing frost;

And least will guess that with our bones
We left much more, left what still is
The look of things, left what we felt

At what we saw. The spring clouds blow
Above the shuttered mansion-house,
Beyond our gate and the windy sky

Cries out a literate despair.
We knew for long the mansion's look
And what we said of it became

A part of what it is ... Children,
Still weaving budded aureoles,
Will speak our speech and never know,

Will say of the mansion that it seems
As if he that lived there left behind
A spirit storming in blank walls,

A dirty house in a gutted world,
A tatter of shadows peaked to white,
Smeared with the gold of the opulent sun.


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