Considera, alma mía, esta textura
Áspera al tacto, a la que llaman vida.
Repara en tantos hilos tan sabiamente unidos
Y en el color, sombrío pero noble,
Firme, y donde ha esparcido su resplandor el rojo.
Piensa en la tejedora; en su paciencia
Para recomenzar
Una tarea siempre inacabada.
Y odia después, si puedes.
II
Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?
¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo?
¿Castrar al potro Dios?
Pero Dios rompe el freno y continua engendrando
Magníficas criaturas,
Seres salvajes cuyos alaridos
Rompen esta campana de cristal.
Áspera al tacto, a la que llaman vida.
Repara en tantos hilos tan sabiamente unidos
Y en el color, sombrío pero noble,
Firme, y donde ha esparcido su resplandor el rojo.
Piensa en la tejedora; en su paciencia
Para recomenzar
Una tarea siempre inacabada.
Y odia después, si puedes.
II
Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?
¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo?
¿Castrar al potro Dios?
Pero Dios rompe el freno y continua engendrando
Magníficas criaturas,
Seres salvajes cuyos alaridos
Rompen esta campana de cristal.
Rosario
Castellanos, México, 1925- Tel Aviv, 1974
de Meditación en el umbral, Fondo de Cultura Económica, México, 1985
de Meditación en el umbral, Fondo de Cultura Económica, México, 1985
imagen de Joyce Huntington
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