sábado, diciembre 24, 2011
alberto girri. enseñanza ignorada
Enseñanza ignorada
I
Ni el drama de ciertas almas,
que destinadas a reconocerse
solamente ante otra alma,
no soportan la efectividad de lo real,
lo visible animado e inanimado;
sello de las almas bellas,
y de las muy sensibles,
las que alguno oyó pisando
sin descanso en la jaula de las costillas.
II
Ni el nihilista,
de pronto inseguro
de su doctrina, desorientado
(como si le dijeran que quizás
la negación nihilista no sea
en definitiva la última
palabra de la realidad),
opta por defender un secreto impulso
de dar testimonio de reconocimiento
a todo objeto lo mismo que a seres;
un ladrillo porque es un ladrillo,
un pañuelo porque es un pañuelo, aun
si tergiversado por pálidos símbolos,
l'adieu suprême des mouchoirs.
III
Ni los que presumen
que la vida de los hechos se advierte
en la fuerza de la mente,
mayor carencia
de vida en los hechos
mayor certeza de la mente
para observarlos.
IV
Ninguno lo logra. Nadie
aprendió todavía que solo
renunciando a intentarlo alcanzaría
a imponer lo que sostiene,
aceptando
que la realidad se complace
en que nadie haga lo que pretende
con ella;
que nada se hace, Todo Sucede.
Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
en Alberto Girri, Obra Poética IV, Corregidor, Buenos Aires, 1988
imagen de Miguel Rodríguez, Entre dos tiempos, en Uno de los nuestros
miércoles, diciembre 21, 2011
vuelve siempre y tómame
**
Al atardecer
De todos modos no duraría mucho. La experiencia
de los años me lo enseña. Sin embargo, algo apresuradamente
vino la Moira y lo interrumpió.
Fue breve esa hermosa vida.
Pero qué intensos eran los perfumes,
en qué espléndidos lechos nos acostamos,
a qué placer entregamos nuestros cuerpos.
Un eco de los días de placer,
un eco de los días, vino hasta mí,
algo del ardor de nuestra juventud;
volví a tomar una carta en mis manos,
y leí una y otra vez hasta que faltó la luz.
Y salí melancólicamente al balcón,
salí para cambiar de pensamientos mirando al menos
un poco de la ciudad amada,
un poco el movimiento de la calle y los negocios.
**
Vuelve
Vuelve siempre y tómame,
sensación amada, vuelve y tómame—
cuando despierta la memoria del cuerpo
y un viejo deseo pasa nuevamente por la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan
y las manos sienten que tocan otra vez.
Vuelve siempre y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...
**
El sol de la tarde
Este cuarto, qué bien lo conozco.
Ahora se alquila y también el de al lado
para oficinas comerciales. Toda la casa se convirtió
en oficinas de corredores, de comerciantes, de compañías.
Ah, este cuarto, qué familiar me es.
Aquí cerca de la puerta estaba el canapé,
y delante de él una alfombra persa;
al lado la repisa con dos floreros amarillos.
A la derecha, no, enfrente, un armario con espejo.
En el centro la mesa donde escribía,
y las tres grandes sillas de mimbre.
Junto a la ventana estaba la cama
donde nos amamos tantas veces.
Aún deben estar en alguna parte esas pobres cosas.
Junto a la ventana estaba la cama;
el sol de la tarde llegaba hasta el medio.
...Las cuatro de la tarde, nos habíamos separado
sólo por una semana... Ay,
esa semana se volvió eterna.
Constantinos P. Cavafis, Alejandría, Egipto, 1863-1933
en Poesía griega moderna, Selección, traducción directa del griego, prólogo y notas de Horacio Castillo, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1997
imagen de Daria Endresen©, Protection, en Uno de los nuestros
domingo, diciembre 18, 2011
pero si a ti no te interesan
Epigramas
Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica...
Y si al amor que los dictó, tú también desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.
**
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a tí
pero a tí no te amarán como te amaba yo.
**
Muchachas que algún día leáis emocionadas estos versos
y soñéis con un poeta:
sabed que yo los hizo para una como vosotras
y que fue en vano.
Como latas de cerveza vacías
Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y música de radios...
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos.
Y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.
Ernesto Cardenal, Granada, 1925
en La mejor poesía, Antología ordenada por Héctor Yánover, Colección Anesa de Editorial Crea S.A., Buenos Aires, 1979
imagen Colette Calascione©, Dream of the Hungry Ghost, en Uno de nosotros
miércoles, diciembre 14, 2011
no os bastará
Contra la seducción
No os dejéis seducir:
no hay retorno alguno.
El día está a las puertas,
hay ya viento nocturno:
no vendrá otra mañana.
No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.
No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
perderla es perder todo.
Bertolt Brecht, Augsburgo, 1898 – Berlín, 1956
Traducción de Jesús López Pacheco y Vicente Romano
en La mejor poesía, Antología ordenada por Héctor Yánover, Colección Anesa de Editorial Crea S.A., Buenos Aires, 1979
imagen s/d
martes, diciembre 13, 2011
olvida tu alma
**
Mozart en el cielo
El día 5 de diciembre de 1971 Wolfgang Amadeus Mozart
entró al cielo, como un artista de circo,
haciendo piruetas extraordinarias sobre un
miravolante caballo blanco.
Los angelitos atónitos decían: ¿Qué ha sido? ¿Qué no ha sido?
Melodías jamás oídas volaban en las líneas
suplementarias superiores de la pauta.
Durante un momento se suspendió la contemplación inefable.
La virgen le besó en la cabeza
Y desde entonces Wolfgang Amadeus Mozart fue el más
joven de los ángeles.
**
Arte de amar
Si quieres sentir la felicidad de amar, olvida tu alma,
el alma es lo que estropea el amor.
Sólo en Dios puede encontrar satisfacción,
no en otra alma.
Sólo en Dios -o fuera del mundo.
Las almas son incomunicables.
Deja a tu cuerpo entenderse con otro cuerpo.
Porque los cuerpos se entienden, pero las almas no.
**
Preparación para la muerte
La vida es un milagro.
Cada flor,
con su forma, su color, su aroma,
cada flor es un milagro.
Cada pájaro,
con su plumaje, su vuelo, su canto,
cada pájaro es un milagro.
El espacio, infinito,
el espacio es un milagro.
El tiempo, infinito,
el tiempo es un milagro.
La memoria es un milagro.
La conciencia es un milagro.
Todo es milagro.
Todo menos la muerte.
-Bendita muerte, que es el fin de todos los milagros.
Manuel Bandeira,Recife, Pernambuco, 1886 — Río de Janeiro, 1968
versión de Ángel Crespo
en La mejor poesía, Antología ordenada por Héctor Yánover, Colección Anesa de Editorial Crea S.A., Buenos Aires, 1979
imagen de © Romero de Brito
**Mozart no Céu
No dia 5 de Dezembro de 1791 Wolfgang Amadeus Mozart
entrou no céu, como um artista de circo, fazendo
piruetas extraordinárias sôbre um mirabolante cavalo branco.
Os anjinhos atónitos diziam: Que foi? Que não foi?
Melodias jamais ouvidas voavam nas linhas suplementares
superiores da pauta.
Um momento se suspendeu a contemplação inefável.
A Virgem beijou-o na testa
E desde então Wolfgang Amadeus Mozart foi o mais moço dos anjos.
**
Arte de amar
Se queres sentir a felicidade de amar, esquece a tua alma.
A alma é que estraga o amor.
Só em Deus ela pode encontrar satisfação.
Não noutra alma.
Só em Deus - ou fora do mundo.
As almas são incomunicáveis.
Deixa o teu corpo entender-se com outro corpo.
Porque os corpos se entendem, mas as almas não.
**
Preparação para a morte
A vida é um milagre.
Cada flor,
Com sua forma, sua cor, seu aroma,
Cada flor é um milagre.
Cada pássaro,
Com sua plumagem, seu vôo, seu canto,
Cada pássaro é um milagre.
O espaço, infinito,
O espaço é um milagre.
A memória é um milagre.
A consciência é um milagre.
Tudo é milagre.
Tudo, menos a morte.
– Bendita a morte, que é o fim de todos os milagres.
lunes, diciembre 12, 2011
aldo oliva. oda a la derrota
Oda a la derrota
para Antonio Oliva
Aquí estás, pibe lustrín,
diez años,
ojos de vibrante e incisiva
petición.
Aquí, en la oda magna
de los intersticios que ajan la cocina.
Camínala, cucaracha enjoyada
que ilumina,
contrasta las erosiones:
sesgos, gestos, gateadas
en la cundida y oropelada
ciudad.
Pues andas, cajón al hombro,
y le develas su ser de mera sombra
de excremento.
"¿Un lápiz -me dijiste- un lápiz
quiere? ¿Usted escribe?"
(Sólo esto -pensé).
Pensé también: no pensar.
Sino:
Tanta eminencia
de fango,
alzada y tremolante
como gladio,
para saber
la vida en el enrosque
de la víbora:
en el peso, denso, planetario,
del diluvio;
en el hilo
límpido y filoso
de la mirada del desprecio:
el calidoscopio
de la producción del alma.
¿Legadas escenas,
rescates emanados
de un abrazo
abarcante -en la
historia-
del oprobio?
Dulce y ominosa
fugacidad
del barro endurecido;
hojas pérfidas de sílex
en el pecho, desasido
de un canto.
Si sabes la derrota,
sabrás el tránsito,
el sudor del ser
que se derrama
y se transmuta;
que, alucinado,
vuela y reposa
en el primario nicho
donde duerme
el vendaval de la locura:
ésa, la que fija
la paradójica prosa
del poema.
Derrota, tú has creado
la fábula del mar
y de sus monstruos;
el infinito
diagrama restallando
de fondo, suturando
la zambullida
abisal del somorgujo,
su emergencia insumisa.
Y así, por tierra,
van también los pueblos
en redota.
Así transfiere al sueño
de la oda
su arabesco borrado.
Intrincadas floraciones
de la trama oprimida;
insurgencias de auroras
en el crepúsculo;
canto rasante
en la fragancia
de la Rosa de los Vientos.
Vuélcate, vaivén alada,
sobre la tácita
violencia del relámpago
en el palor de este violado
papel.
Sé,
sobre el tiempo,
como su tempestad.
Aldo Oliva, Rosario, 1927-2000
en Aldo Oliva, Poesía completa, Editorial Municipal de Rosario, Rosario, 2003
imagen de Maggie Taylor©, The reader, en Uno de los nuestros
domingo, diciembre 11, 2011
más fuerte que las armas y el mal del enemigo
Para hacer un talismán
Se necesita sólo tu corazón
hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado.
Déjalo a la intemperie,
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca
y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías
y no logre olvidar.
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar el último grano de esperanza.
Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
Y cuando un día un año lo aprisiones con la garra de un siglo,
antes que sea tarde,
antes que se convierta en momia deslumbrante,
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto,
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre;
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.
Si sobrevive aún,
si ha llegado hasta aquí hecho la viva imagen de tu demonio o de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley,
más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra;
puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!
Olga Orozco, Toay, La Pampa, 1920-1999
de Los juegos peligrosos, 1962
en El jardín posible, Selección y prólogo de Marisa Negri, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009
imagen de © De Angel en Uno de los nuestros
viernes, diciembre 09, 2011
lejos de toda eternidad o estimulación
Tu mano
Con tu mano sobre mi cuerpo
te dormís profundamente
impidiéndome dormir
Su peso tan liviano
de a poco se vuelve plomo
La noches es muy larga
y tu postura no cambia
Esta mano debería simbolizar amor
pero tal vez tenga
otro significado más profundo
no me animo a sacarla
o a despertarte
En el momento en que me acostumbro
e incluso llega a gustarme de golpe
en sueños sacás tu mano
completamente inconsciente.
Escenario
Cuando termine este cigarrillo voy a salir para una cena
Sentado en un taxi voy a cruzar la ciudad al atardecer
hasta llegar a una mesa iluminada por lámparas
Los amigos, algo excitados, irán llegando uno tras otro,
y unas luces vívidas cruzarán sus caras
antes de reflejarse en los platos límpidos,
luego cada vez más sucios a medida que el sol
de todo un día se hunde en un vaso turbio de vino
Leí este escenario en el humo de un cigarrillo.
Regreso
Acabo de volver a casa, de Shenzhen hasta Nanjing
El día todavía no terminó
No pueden decir que no entiendo el tiempo
No pueden decir algo tan infantil
al ver que traje una camiseta de algodón
y la llevo puesta al regresar
La noche se acerca, y el sol del sur
en mi piel todavía persiste
Voy a golpear la puerta de mis amigos
a gritarles que salgan a la calle fría
Digo estúpidamente: apenas 0 grados,
en Shenzhen todo recién empieza!
Ninguno discute conmigo,
acostumbrados al silencio ellos
en la cama conyugal continúan la vida conyugal
espalda contra espalda buscando calor
(Durante el mes siguiente
lleno de deseos traicioneros
no dejo de gritar: "He cambiado!"
Pero es sólo el desorden del reloj biológico,
desfasaje horario o cambio en las horas de trabajo;
en mano misteriosa en la oscuridad
lentamente sincroniza todo de nuevo)
Como si cayera desde el cielo
me hundo en el pasado y continúo
penetrando en la tierra. El gran ejército del invierno
nos pone sitio y con el frío hasta el metal se encoge
Pero en el sur, lo más suave se abre ahora bellamente
como una flor, y los órganos genitales
lascivos dependen del mar y los vientos del comercio
He vuelto a Nanjing
a vivir entre la niebla y la helada
como esos sabios antiguos del oeste de Asia, los Pamirs
en la vecindad de los picos nevados y glaciares
Los trópicos no producen sabios. Estoy seguro
que Jesús no pudo haber sido negro.
He vuelto, he vuelto a Nanjing
continúo un tipo de vida mediana
entre el sol y la nieve, me encuentro
en la fría sombra de un cuarto
ocasionalmente voy hacia el living
esa cálida caverna
lejos de toda eternidad o estimulación
como toda vida mediocre y dolorosa
simplemente soy
Han Dong, Nanjing, 1961
en Cien poemas chinos contemporáneos, Selección y traducción de Miguel Ángel Petrecca, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2011
imagen de © Ling Jian en Uno de los nuestros
martes, diciembre 06, 2011
y si eres realmente Dios
Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerán del cenit al nadir,
porque ése es tu destino, tu miserable destino.
Vicente Huidobro
Pasión, pasión y muerte
Señor, hoy es el aniversario de tu muerte.
Hace mil novecientos veintiséis años tú estabas en una cruz
sobre una colina llena de gente.
Entre el cielo y la tierra tus ojos eran toda la luz.
Gota a gota sangraste sobre la historia.
Desde entonces un arroyo rojo atraviesa los siglos regando nuestra memoria.
Las horas se pararon ante el umbral extrahumano.
El tiempo quedó clavado con tus pies y tus manos.
Aquellos martillazos resuenan todavía,
como si alguien llamara a las puertas de la vida.
Señor, perdóname si te hablo en un lenguaje profano,
mas no podría hablarte de otro modo, pues soy esencialmente pagano.
Por si acaso eres Dios, vengo a pedirte una cosa
en olas rimadas con fatigas de prosa.
Hay en el mundo una mujer, acaso la más triste, sin duda la más bella,
protégela, Señor, sin vacilar; es ella.
Y si eres realmente Dios y puedes más que mi amor,
ayúdame a cuidarla de todos los peligros, Señor.
Señor, te estoy mirando con los brazos abiertos.
Quisieras estrechar todos los hombre y todo el universo.
Señor, cuando doblaste tu cabeza sobre la eternidad
las gentes no sabían si era de tus ojos que brotaba la oscuridad.
Las estrellas se fueron una a una en silencio
y la luna no hallaba cómo esconderse detrás de los cerros.
Se rasgaron las cortinas del cielo
cuando pasaba tu alma al vuelo,
y yo sé lo que se vio detrás; no fue una estrella,
Señor, fue la cara más bella.
La misma que verías al momento
si rompieras la carne de mi pecho.
Como tú, Señor, tengo los brazos abiertos aguardándola a ella.
Así lo he prometido y me fatigan tantos siglos de espera.
Se me caen los brazos como aspas rotas sobre la tierra.
¿No podrías, Señor, adelantar la fecha?
Señor, en la noche de tu cielo ha pasado un aerolito
llevándose un voto suyo y su mirada al fondo del infinito.
Hasta el fin de los siglos seguirá rodando nuestro anhelo allí escrito.
Señor, ahora de verdad estoy enfermo,
una angustia insufrible me está mascando el pecho.
Y ese aerolito me señala el camino.
Amarró nuestras vidas en un solo destino.
Nos ha enlazado el alma mejor que todo anillo.
Señor, ella es débil y tenue como un ramo de sollozos.
Mirarla es un vértigo de estrella en el fondo de un pozo.
Los ruiseñores del delirio cantaban en sus besos.
Se llenaba de fiebre el tubo de los huesos.
Alguien plantó en su alma viles hierbas de duda y ya no cree en mí.
Pruébame que eres Dios y en tres días de plazo llévame de aquí.
Quiero evadirme de mí mismo.
Mi espíritu está ciego y rueda entre planetas llenos de cataclismos.
Mi vida también sangra sobre la nieve,
como un lobo herido que hace temblar la noche cada vez que se mueve.
Estoy crucificado sobre todas las cimas.
Me clava el corazón una corona de espinas.
Las lanzas de sus ojos me hieren el costado
y un reguero de sangre sobre el silencio te dirá que he pasado.
Hace unos cuantos meses, Señor, abandoné mi viejo París,
un extraño destino me traía a sufrir en mi país.
Hace frío, hace frío. El viento empuja el frío sobre nuestros caminos
y los astros enrollan la noche girando como molinos.
Señor, piensa en los pobres inmigrantes que vienen hacia Américas de oro
y encuentran un sepulcro en vez de cajas de tesoros.
Ellos impregnan las olas del ritmo de sus cantares,
la tempestad de sus almas es más horrenda que la de todos los mares.
Míralos cómo lloran por los seres que no verán más;
les gritan en la noche todas las cosas que dejaron atrás.
Señor, piensa en las pobrecitas que sufren al humillar su carne,
las nuevas Magdalenas que hoy lloran el dolor de su madre.
Agazapadas al fondo de la angustia de su absurda Babel,
beben lentamente grandes vasos de hiel.
Señor, piensa en los espirales de los naufragios anónimos,
en los sueños truncados que estallan en pedazos de bólido.
Piensa en los ciegos que tienen los párpados llenos de música y lloran por los ojos de su violín.
Ellos frotan sus arcos sobre la vida en una amargura sin fin.
Señor, te he visto sangrando en los vitraux de Chartres,
como mil mariposas que hacia los sueños parten.
Señor, en Venecia he visto tu rostro bizantino
un día en que el aire se rompía de besos y de vino.
Las góndolas pasaban cantando como nidos,
entre las ramas de olas, siguiendo nuestras risas hacia el Lido.
Y tú quedabas solo en San Marcos, aspirando las selvas de oraciones
que crecen a tus plantas en todas las estaciones.
Señor, te he visto en un icono, obra de un monje servio que al pintar tus espinas
sentía toda el alma llena de golondrinas.
En la historia del mundo, ¿qué significas tú?
Hace año y medio discutí este tema en un café de Moscú.
Un sabio ruso no te daba mayor importancia.
Yo decía haber creído en ti en mi infancia.
Una bailarina célebre por su belleza
decía que tú eres solamente un cuento de tristeza.
Todos te negaron y ningún gallo cantó:
acaso Pedro oyéndonos lloró.
Y al fondo de una vieja Biblia tu sermón de la montaña
seguía resonando de una manera extraña.
Señor, yo también tengo mi vía dolorosa, mis caídas y mi pasión;
saltando meridianos como un tigre herido, sangra y aúlla mi corazón.
Reina el amor en todas sus espléndidas catástrofes internas,
mil rubíes al fondo del cerebro atruenan,
y las plantas del deseo bordan el aire de estas noches eternas.
Poeta, poeta esclavo de aventuras y de algún sortilegio,
soporto como tú la vida, el mayor sacrilegio.
Señor, lo único que vale en la vida es la pasión.
Vivimos para uno que otro momento de exaltación.
Un precipicio de suspiros se abre a mis pies; me detengo y vacilo.
Luego como un sonámbulo atravieso el mundo en equilibrio.
Señor, qué te importa lo que digan los hombres.
Al fondo de la historia
eres un crepúsculo clavado en un madero de dolor y de gloria.
Y el arroyo de sangre que brotó en tu costado
todavía, Señor, no se ha estancado.
Vicente Huidobro, Santiago 1893- Cartagena 1948
*este poema no pertenece a ningún libro; fue publicado en un diario de Santiago en Semana Santa de 1926. Años más tarde, la editorial chilena Zig-Zag, en la Antología cuyo prólogo, selección, traducción y notas estuvo a cargo de Eduardo Anguita, lo incluyó en la edición de 1944
Imagen de Istvan Nyari© – He´s gone for Sure!! en Uno de los nuestros
domingo, diciembre 04, 2011
el silencioso relámpago
Los treinta y tres Nombres de Dios
1.
Mar de mañana.
2.
Ruido de la
fuente en
las rocas
sobre las lajas
de piedra.
3.
Viento del mar
la noche,
en una isla.
4.
Abeja.
5.
Vuelo triangular
de los cisnes.
6.
Cordero recién nacido
carnero hermoso
oveja.
7.
El morro
de la vaca
el morro salvaje
del toro.
8.
El morro
paciente del
buey.
9.
El fuego rojo
en el hogar.
10.
El camello
cojo
que atravesó la
gran ciudad atascada
camino a su muerte.
11.
La yerba
El olor a la yerba.
12.
...
13.
La buena tierra
La arena
y la ceniza.
14.
La garza que
esperó toda la
noche, casi helada,
y que al fin
apacigua su
hambre al alba.
15.
El pequeño pez
que agoniza
en la garganta
de la garza.
16.
La mano,
que se pone en
contacto
con las cosas.
17.
La piel, por
toda la superficie
del cuerpo.
18.
La mirada
y aquello que mira.
19.
Las nueve puertas
de la
percepción.
20.
El torno
humano.
21.
El sonido de una
viola o de una
flauta indígena.
22.
Un sorbo
de bebida
fría o
caliente.
23.
El pan.
24.
Las flores
que brotan
de la tierra
en primavera.
25.
Tener sueño
en una cama.
26.
Un ciego
que canta
y un niño
enfermo.
27.
Caballo que
corre
en libertad.
28.
La mujer-
de-los-perros.
29.
Los camellos
que se abrevan
con sus pequeños
en el arduo
guad.
30.
Sol naciente
sobre un lago
aún helado
a medias.
31.
El silencioso
relámpago
El rayo
estrepitoso.
32.
El silencio
entre dos amigos.
33.
La voz que viene
del este,
entra por la oreja
derecha
y enseña un canto.
Marguerite Yourcenar, Bruselas, 1903 – Bar Harbor, 1987
de Los treinta y tres nombres de Dios, Ensayo de un diario sin fecha y sin pronombre personal, Editorial Alción, 2003
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