viernes, octubre 26, 2012

jorge aulicino. ed ecco il loco



"... ed ecco il loco"

...y cómo de repentino azar se hace el infierno.
Y también de azahares. El que encontraste al pie
del monte, la cabeza entre las piernas,
la que apenas giró para mirarte por sobre
su muslo y te dijo: ahora, prueba subir tú.
Y aquel otro, el que te dijo: hay mejores que yo
en el arte de la iluminación; y sobre todo
el que en el fuego
te señaló con el dedo
al que iba adelante:
ese fue el mejor herrero.

Como si en el infierno y el purgatorio
todos asumieran su cruel y pura verdad,
aun vos,
diciéndote "canta", te eligieron
no te ungieron ni te destinaron, no eras Eneas
ni Pablo,
sino el que ha escuchado el rumor de voces
en la vida de arriba, y ha hallado
su sentido de turbulenta sinfonía abajo
y en las duras laderas del monte
de los aun no salvados.
Los que lloraban por amor más que por los tormentos;
los que callaron la autoconmiseración,
los que dijeron: de corazón he pecado,
entre ellos, reinando,
el que imitaba la voz de Zeus
pidiendo ayuda a Vulcano;
el que se burlaba de los de Siena,
el que se acomodaba a hablar con nostalgia
de Cerdeña junto a su paisano.
¿Somos esa morcilla de voces que arde
sobre un asador atizado por diablos de sindicato?

La zarza arde en la boca del subte.
Gotea en las cloacas un Aqueronte.
Como recintos de frío carbón apagado oscurecen
los edificios.
Y el fuego precede las obras del ingenio.
Excepto la indiferencia, todo estaba
en el infierno y en el purgatorio.
Excepto la natural desnaturalización
de lo sobrenatural,
todo estuvo previsto, para el Decamerón,
para el noticiero.
Excepto la idea vacía de idea
con que alguien se sienta
en este momento a la mesa de al lado.
Excepto la estúpida vida,
la vida en soledad, la vida no colectiva,
la vida no actual.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
de El camino imperial- Escolios, Editorial Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012
imagen de Alberto Pancorbo© – Poblada Soledad, en Uno de los nuestros

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