domingo, junio 07, 2009

el infinito humano



Si se observa detenidamente

Si se observa detenidamente en una tarde
el misterioso baile de las gaviotas
se conocerán sus dibujos sus ritmos
su mensaje
El gato al desperezarse tiene un plan
y sabe en cada momento cómo tirarse al sol
cómo guiñar lentamente sus ojos
Con paciencia descubriremos el significado de sus actos

Pero nosotros desconocemos nuestros propios dibujos
y nuestras segundas intenciones no remiten a la armonía.

de La vida secreta de los escarabajos de la playa, 1982


Una excursión a los indios ranqueles

Pra que engorde el caldo
le ponemos
cosas inombrables.
Para que tenga sustancia.
Y después negamos
"Tiene choclo nomás
alguna tripa gorda..."

Tierra de ranqueles es ésta
De cristianos dudosos.
Más que de mentiras
nos alimentamos de ocultamientos
Todos comimos
Carne de yegua
gusanos de la tierra.

de Colección Robin Hood, 1994


"Villa Franca". Arroyo Burgueño

Cuando tenía doce años
en un agujero del corredor de la casa de ese verano
escondí un papel en el que dejé abandonada
constancia secreta de un amor eterno
tapado a conciencia con masilla y pintura
Por supuesto que los años pasaron
sin mayores prestigios que la vida común
y no volví a esa casa ni a ningún otro sitio
y el amor de ese entonces me gana por dos hijos
y algún matrimonio en el recuerdo contable
de la afectividad
pero
ahora en la noche cuando todo está quieto
y olvidado y lejano como hasta dios manda
pienso que lo más verdadero que tiene esta historia
son las letras porfiadas que contra toda esperanza
laten ciegamente en la oscuridad del muro.

de Siluetas en la corriente del río, 2000.


Durante el invierno de 1953 Giuseppe Ungaretti y su mujer, ambos ya mayores, se dirigen al mercado de Issolo a hacer las compras

Seremos viejos
Seremos inútiles
Encender el hornillo de gas
preparar el almuerzo
nos dejará exhaustos

La calle
que conocemos en sus recodos
en sus empedrados
nos aturdirá
como un golpe
Todo será farragoso
Los trámites
los cruces peatonales
las aceras

Sin embargo
insistirás en acudir conmigo
a las compras
Insistirás en bambolear la bolsa de las compras
junto a tu cuerpo
enorme
(puedo ver tu boca cuando miras
los frutos)
los colores de las frutas y verduras
y ¡ah! la pescadería
Seguirás en secreto la conversación
de la panadera
con el mozo de los diarios
paladeándola
(puedo ver tus ojos que aún retienen
mi juventud desnuda)

Nada diferente
a tantos otros
viejos ya
o ya olvidados

Y sin embargo
que distinto es
cuando
de tarde en tarde peleas
con algo huidizo
o con palabras
o con aquello que a veces
no está perdido

Algo que es extraño
consigues
de todo eso
Yo elegí eso tuyo
que me lleva a velar tu sueño
con algo peor que preguntas
Con respuestas
de tal fragilidad como aquello
que construyes
obstinado e inútil

Pero no sé
me digo
yo que miro tu sueño y cuido
ese lento respirar tuyo
que me ilumina a mí
no sé, digo, cómo se puede
ser humano así
alguien que ha vivido
tan necesitado como
desatento excepto a
esa monstruosidad
de vivir para estirar la hora
con toda lentitud los dedos
hasta casi rozar
los finos labios con temor
y preguntar
¿es esto
es esto
el infinito
humano?

de Los poetas salvajes, 2003

Miguel Gaya, Ayacucho, Pcia. de Buenos Aires, 1953

Fuente: Una antología de la poesía argentina (1970-2008), Selección, prólogo y notas: Jorge Fondebrider, Editorial Lom, Santiago de Chile, 2008.
Imagen: Rob Goncalves, Imagism

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