jueves, enero 20, 2011
javier adúriz. aclamación de una pieza vacía
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Aclamación de una pieza vacía
No fui en ninguna parte más entero
ni más hondo de mí.
Los instantes que en ella he desgastado
en tumulto indeciso tal vez me andan buscando.
Alguien paga con horas mi honda noche sin horas.
Su recuadro sereno
me dejó percibir cómo entraba en la sombra,
y me lavó la frente de silencio.
En ella
alumbré con palabras un recuerdo,
descargué mis jornadas,
desenredé mi viento.
Regresando del día
yo con súbita luz la desnudaba.
Acompañó el latido más intenso,
y bien supe que estuvo recogiendo
mis sombras, y mi ruta, y mi palabra.
Para siempre
me fue robando imágenes el fondo del espejo.
Caminos que soltara por los ayeres densos.
Iban claros y cansos
bajo mi foco eléctrico.
A veces, al entrar,
rayado de cien vidas y cien calles
extrañaba no hallarme en su silencio,
y al no encontrar mi voz me pensé muerto.
Le apasionaba noches
desvelado en la brasa del cigarro
y la pulsé con pasos que nadie me devuelve,
y le curvé un ramaje de cansancios.
Quiero pedirle ahora
que me devuelva todas las fragmentarias vidas
ejecutadas de minutos y de ocasos,
y el montón derrumbado de mi risa.
Ella supo llevarme hasta las albas
por la calle tendida de algún verso.
Iré a pedirle los marchitos años
y los cielos que hablaron su luz por mi balcón,
trastos viejos, gastados,
que nos roban y escurren las alcobas.
Carlos Mastronardi,Gualeguay, 1901- Buenos Aires, 1976
de Tierra amenecida, 1925
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Mano a mano
Rechiflao en mi tristeza, hoy te evoca, y veo que has sido
en mi pobre vida paria sólo una buena mujer,
tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.
Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión;
hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
los morlacos del otario los tirás a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.
Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones:
te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión;
la milonga entre magnates con sus locas tentaciones
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones
se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón.
Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado,
no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás;
los favores recibidos creo habértelos pagado
y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado
en la cuenta del otario que tenés se le cargás.
Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer;
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abrás en las paradas con cafishos milongueros,
y que digan los muchachos "Es una buena mujer".
Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en el pobre corazón,
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
p'ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.
Celedonio Esteban Flores, Buenos Aires, 1896-1947
de Chapaleando barro, 1929
Todos los poemas pertenecen a Otro río que pasa, Bajo la luna, Buenos Aires, 2010 y en este caso, fueron seleccionados por Javier Adúriz para 'Diez poemas de la década del 20'
imagen: s/d
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1 comentario:
"Le curvé un ramaje de cansancios"
"que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos", academia de la poesía. Cómo suenan, qué eco sostenido...
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