Si en vez de la zozobra, de la duda,
del resbalado esfuerzo, del desdén,
del roto anhelo, de la angustia muda
y de la lucha sin saber con quién,
hubiera habido en mi existencia ruda
más compañía del soñado bien,
más rosas, más sonrisa que saluda
cordial, más paz en la ferviente sien;
no temería el porvenir mezquino,
ni la tiniebla hacia la cual camino,
ni me importara del valor que pierdo,
porque en mi anochecer no sentiría
ni yermo hostil ni soledad sombría
siguiendo las estrellas del recuerdo.
(de versos del anochecer)
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