jueves, abril 26, 2007

la resistencia

«la compasión tiene por objeto a alguien que sufre inmerecidamente y el miedo exige a uno que sea nuestro semejante. no es el miedo ante el mal que lo amenaza, sino el miedo sobre nosotros mismos, sobre las desgracias que podrían caernos a nosotros, el miedo a convertirnos en ese objeto que estamos compadeciendo», sobre la poética de aristóteles.

ella piensa en cómo generamos resistencia frente a la pobreza. mientras camina por el centro de buenos aires, una infinita procesión de gente pidiendo se le acerca.
ella dice que no, sin indiferencia.
esta mañana, mientras hablaban de buena y mala suerte en una de sus clases, un alumno le dijo: vos tenés suerte. tenés ropa, trabajás, seguramente tendrás una casa y comerás...
algo tan obvio.
ella se pregunta cuál es su función en este círculo? necesitaría de un sueldo extra para ayudar con una moneda. debe existir otra manera.
ella tiene la terrible sensación de que con la moneda, tampoco alcanza.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Te aseguro que solo con la moneda no alcanza. Me conmueve el alma ver a la gente pidiendo, en todos lados, en la calle, en los colectivos, en los subtes, en la puerta de las iglesias.. pero solo con la moneda no alcanza.. y no creo que sea cuestion de suerte..

silvia camerotto dijo...

ni la suerte, ni la moneda... es algo parecido a tener las manos atadas.
un abrazo, fer.

Javier Galarza dijo...

bueno, no es el tema más simple para opinar. pero yo no arrugo, conoce mi defecto, sibila. me quedo con baudelaire golpeando a un mendigo que se postró ante él y diciéndole ante su embestida "ahora estás a mi altura".
no les votemos candidatos, no les mandemos a la policía, no les tengamos piedad. recordémosles que podemos tomar a nuestro jodido destino por el cuello: que ningún poder nos puede imponer una vida. NO hay estado que pueda contra el despertar de la inteligencia. recordémoslo nosotros también.

silvia camerotto dijo...

'las ideas no se matan', estimado j.g. aboguemos por el despertar de la inteligencia.

meridiana dijo...

La misma angustia cerrada, la imposibilidad, la tentación de la inteligencia por sobre toda miseria.
Cuando se perciben los huesos del despojo queda tan estrecha esa calle que para algunos es ruta perderdora y para otros las sendas abiertas llenas de preguntas.
Que preguntas se hace un niño que pide en el subte?
Que preguntas se hace el viejo tirado sobre su orín?
Claro que la moneda no alcanza

Un abrazo
Lilián

silvia camerotto dijo...

lo dije antes, lilián: las manos atadas.