La llovizna
Yo, con la vaga frente en la balada
y el talón en el musgo de los siglos,
yo que inventé el otoño levemente
y gris y lentamente soy su vino,
yo, que ya agonizaba cuando el hombre
me amó para nombrarme "la llovizna",
yo, que cruzando su durar lo nublo
de eternidad y de melancolía,
yo, que debo medir la soledad
entera, y desandar todo el recuerdo
y más, y gris y lentamente el día
señalado asperjar el fin del tiempo
yo, a veces, mientras limo tristes mármoles
y herrumbro amantes, pienso que en la tierra
no existo, que tan sólo voy cayendo
así, de la nostalgia de un poema.
Amelia Biagioni, Gálvez, 1916- Buenos Aires, 2000
de El humo, 1967
en Amelia Biagioni, Poesía completa, Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2009
imagen de Mikalojus Konstantinas Čiurlionis
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