sábado, agosto 23, 2025

Cesare Pavese. He caído a tu lado


He caído a tu lado 

Te quedaste en silencio con los ojos cerrados.

Te besé la nuca

y casi no sabía.

Estoy triste, angustiado

no sé decirte nada más.

¡Oh me parece que no quieres más!

Es tan triste este momento.

Tengo miedo de que todo haya terminado.

No me dices nada más.

Estoy terriblemente solo

y abatido.

Al menos antes esperaba 

y temblaba, ignorando.

Ahora no sé

pero estoy enfermo,

muy enfermo.

¡Oh cómo me dejó solo

tu beso!

Recuerdas, niña:

"Sin una mujer a quien guardar en mi corazón,

nunca la tuve y nunca la tendré. Solo; exhausti

de inmensos deseos..."

Siento que vuelvo a ese infierno,

cuando escribí esos versos.

Pero entonces ya estaba resignado.

Ahora tengo un terrible veneno en mi sangre

y el asco del cigarrillo

que fumé para soñar contigo

me revuelve la garganta.

¿Ya no sientes nada?

Oh tu ternura

de esta tarde maldita

me devolvería la vida.

Pero no me dijiste nada más

y me parece que será así para siempre.

¡Oh no podía creer

que fuese amado!

Tener una mujer,

un cuerpo vivo, un alma,

un corazón humano pobre y divino

que soñó conmigo.

Sin embargo,, eso esperaba.

Lo esperaba a tu lado,

en los dulces besos,

en las palabras tranquilas

que mueren de ternura.

Lo que pensé en mi corazón ardiente

temblando por tu sonrisa.

Oh, si fuera un espasmo,

si pudiera gritar

todo convulso

como lo he hecho muchas veces

antes de tus besos,

pero no, es un dolor cansado,

que envenena mi sangre

con las náuseas del tabaco

y el asco

y la incertidumbre.

Volver a vivir una vida oscura ahora

estéril, cansada,

después de ese paraíso

ya no puedo, no puedo.

Necesito tenerte a mi lado

y abrazarte

y verte sonreír

y llorar y soñar

y cerrar los ojos

a tantos besos

y volver a decir palabras 

para mí solo.

¡Oh, qué náuseas, qué angustia tan horrible!

Sólo abrazado a ti

puedo seguir con vida.

Será egoísmo sin amor,

me avergonzaré,

pero te ruego que me dejes escuchar otra vez

tu hermoso amor,

hazme creer de nuevo,

con tu cabello desvastado

con tus bajos párpados oscuros

como violetas marchitas,

que no soy un mendigo en la vida

rechazado por todos.

Hazme olvidar eso

en tus besos divinos.

Oh niña si supieras lo mucho que sufrí

cuando no me dijiste nada esta noche.


[noche del 30 de agosto de 1927]


Cesare Pavese, Santo Stefano Belbo, 1908- Turín, 1950

De Poesía completa, traducción de Jorge Aulicino, Barnacle, Buenos Aires, 2025


Ti son caduto accanto

Tu stavi muta colle ciglia chiuse. Ti baciavo la nuca e quasi non sapevo. Sono triste, angosciato, più nulla ti so dire. Oh mi pare che tu non voglia più! E’ tanto triste adesso quell’istante. Ho paura che tutto sia finito. Non mi dici più nulla. Sono solo terribilmente solo e avvilito. Prima almeno speravo e trepidavo ignaro. Ora non so, ma sto male tanto male. Oh come mi ha lasciato solo il tuo bacio! Tu ricordi, bambina: «Senza una donna da serrarmi al cuore mai l'ebbi e mai l'avrò. Solo; stremato da desideri immensi...» Mi par di ritornare in quell’inferno quando scrivevo quei versi. Ma allora ero già tanto rassegnato. Ora ho nel sangue un veleno terribile e il disgusto del fumo che ho respirato per sognare di te mi rivolta la gola. Tu non senti più nulla? Oh una tua tenerezza in questa sera maledetta mi ridarebbe la vita. Ma tu non mi hai detto più nulla e mi pare vorrai così per sempre. Oh non potevo crederlo di essere amato! Di avere una donna, un corpo vivo, un’anima, un povero e divino cuore umano che sognasse di me. Eppure l’ho sperato, accanto a te l’ho sperato, nei baci dolci, nelle parole sommesse moribonde di tenerezza. L’ho ripensato nel cuore ardente trepidante di un tuo sorriso. Oh se fosse uno spasimo, se potessi urlare tutto sconvolto come ho fatto tante volte prima dei tuoi baci, ma no, è una sofferenza atroce ma stanca, che mi avvelena il sangue con la nausea del fumo e il ribrezzo e l’incertezza. Tornare adesso a far la vita buia sterile, stanca, dopo tutto quel paradiso non posso più non posso. Ho bisogno di averti d’accanto e di stringerti a me e vederti sorridere e piangere e sognare e socchiudere gli occhi a tanti baci e ridirmi parole per me solo per me solo. Oh che nausea che angoscia orribile! Solo più stretto a te posso reggere in vita. Sarà egoismo senz’amore, me ne vergognerò anche, ma ti supplico fammi ancora sentire il tuo amore bello, fammi credere ancora coi tuoi capelli devastati, colle tue palpebre scure abbassate come viole appassite, che io nella vita non sono un mendicante rifiutato da tutti. Fammi dimenticare questo nei tuoi baci divini. Oh bambina se tu sapessi quanto ho sofferto quando stasera non mi hai detto nulla.

viernes, agosto 22, 2025

Jonio González. soneto

 


llamaría distinto al pasado

no desde la tiranía de la mañana.


Sin vacilar ante los labios

oscuros de la muerte


te daría un nombre

del más áspero sentido


hocico erizado

de ansia y de pasión


astro infinito

que siempre recomienza.


Jonio González, Buenos Aires, 1954, reside en Barcelona

de Muro de máscaras, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1987

jueves, agosto 21, 2025

Irene Gruss. Poema I

 



I

Le hablo a la pared.

Hay quien escribe poemas

en un muro y luego se despide, tira

la carbonilla a un lado.

Lo mío es hablarle siempre a la pared,

antes de que la derrumbe un fuego

o el tiempo simple.


Ah, ilusa,

empecinada en atender lo que calla,

lo que dice.


Irene Gruss, Buenos Aires, 1950-2018

De La pared, Editorial Nudista, Cosquín, 2012

miércoles, agosto 20, 2025

Raúl Gustavo Aguirre. La novelita rosa



 La novelita rosa

Extrañamente, te extrañaba,

en la ciudad indiferente,

en el frío y la lluvia que antes eran

pretextos fabulosos.


Había mucha gente, pero nadie

con quien hablar, que comprendiera nada.

Había mucha gente en la calle desierta

y yo qué sé: silbaba,

te daba besos, te seguía,

incapaz de vivir sin la novela,

la novelista rosa de mi amor

que yo me escribo y yo me vendo.


1979


Raúl Gustavo Aguirre, Buenos Aires 1927- Olivos 1983

De La estrella fugaz, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1984

lunes, agosto 18, 2025

María Teresa Andrueto. I. Hablamos de Ayer


 I

hablamos de Ayer,

                             de tu rincón

del Ubajay con sisiríes y garzas


(en el arrozal/una garza

una garza sola/ una garza)


tenías en otro tiempo un corderito,

y se lo llevó el río

             (¿o aquella casita blanca?


Ahora

                 ni el grito de los teros

                 ni sus pequeñas alas


estoy preparando la huida, decís,

y yo no sé hacia dónde iremos

con el cuerpo o la cabeza

esta mañana


Levantamos los vasos,

                  la jarra

                  entorna al agua

pero qué celebrar

por el televisor pasa el entierro

de Arafat

              Abu Ammar

                     Abu Ammar

pasa el entierro de Arafat


 (si la mecedora fuera un ala

          si el ala fuera una flor)


              si la mecedora fuera

un ala, prepararíamos la huida

para dos.


María Teresa Andruetto,

de Poesía Reunida, 'Hoy', Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2019

Mercedes Álvarez. Un mantel que cae

 



Un mantel que cae

del balcón a una rama puede considerarse

una pequeña tragedia cotidiana.

Cada cosa tiene su historia, cada objeto es

un símbolo, un modo de seguir

hablando con los muertos.

El mantel, por ejemplo, perteneció a mi abuela,

y era difícil hablar con ella. Probablemente dejé de hacerlo

incluso antes de que muriera.

Pero las cosa agitan las sensaciones

¿quién bordó la flor, el punto, la decoración tan perfecta?

Mi abuela cantaba

una vieja canción española que yo aun canto, en ratos

   de aburrimiento, o mientras hago 

otra cosa.

De modo que todavía hablamos, ¿no?

mientras el mantel sigue incrustado

en esa rama de la que no cae.

Pasarán día y lluvias, pasarán palomas y vientos

pasará la humedad, como la que infecta la pared,

-otra pequeña tragedia cotidiana-

la muerte de la albahaca en la maceta. Son símbolos

pero las interpretaciones las ponemos nosotros

cosiéndoles casi siempre

ribetes sentimentales en los bordes.

Bueno, no he dejado de contar con los muertos

es una vieja costumbre

aunque nada comparado

al calor de los vivos.


Mercedes Álvarez, Tandil, 1979

de La naturaleza detrás de la maceta, Liliputienses, España, 2022

domingo, agosto 17, 2025

Edgar Bayley. Date prisa


Date prisa

que esta lluvia que viene hace mil lluvias

y cae triste quebranto en tu costado

cae vana puñalada en tus dos nombres

húmeda pared de infancia abierta

dios que me crecía poco a poco

no te olvides entonces del encargue

traenos algo un saxofón una memoria

una forma de esperar a mis hermanos

una luz un rumbo un llanto cierto

un silencio una pestaña un leve día

un espejo maduro la libreta

date prisa no vayas a olvidarte

habla -tú que puedes- por nosotros

ven a ayudarnos a cambiarlo todo

hasta las ganas de morir las noches

y transformar el horror en mediodía


Edgar Bayley, Buenos Aires, 1919-1990

de Antología Poética, Selección y prólogo de Jorge Aulicino, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2015

sábado, agosto 16, 2025

Alicia Waisman. Suite francesa. Selección


 II

Emma recorre

la textura del antebrazo de Rodolfo.


Sus dedos finos y blancos

palpan/ huelen /rozan/acarician

poesía

donde no la hay.


V

“El mayor acelerador de partículas del mundo, el LHC del CERN, anunció haber descubierto una categoría de partículas los pentacuarks, de cuya existencia se sospechaba pero nunca había sido demostrada por los científicos” - Página 12 – 15 de julio de 2015

Sin embargo, no hubo descubrimiento que meciera su deseo.

La voz de Emma fue envenenada. Caminó sola.

Y toda su dulzura quedó escondida entre los pliegues de los pentacuarks

en la sombra.


Alicia Waisman, Buenos Aires, s/d

de Suite Francesa, 1857-1968, Barnacle, Buenos Aires, 2024

viernes, agosto 15, 2025

Verónica Zondek, Geografía

 

geografía

 

Avista un ave que le indica el camino.

Lo sobrevuela una bandada de loros facundos.

Su huella avanza por una ruta apenas signada.

Su mirada es arriba en la cuenca de un lago.

El desagüe es municipal y lo habitantes son dispersos.

Los volcanes no se guiñan un ojo.

Los volcanes no se activan.

Impertérritos

esperan el momento preciso.

 

En Valle Silencio se impone una geografía.

 

El hombre

este hombre que vaga

 

acata y

calla.

Verónica Zondek, Santiago de Chile, 1953

De El libro de los valles, LOM Ediciones, Santiago de Chile, 2003

jueves, agosto 14, 2025

Daniel Freidemberg. Poema IV

 

IV


Me he visto subido al rodar de las palabras,
me he visto subido a las palabras, su speed,
afuera y adentro me he visto, y el alma
otra palabra era, era otra palabra y colgaba
de algo, no sé, como el ruido del tránsito.

Me he visto en el tránsito
(“soy”, me dije, “en el tránsito”).

Me he visto afuera del tránsito y del alma
“¿o no será eso”, me dije, como 
                                  quien se hunde, “el alma?”
Me he visto colgado de esa palabra, “el alma”,
como una música de estar adentro y no.

Y la desidia inmutable del asfalto he visto 
sobre las contradicciones 
                                      de la materia reinar.

Daniel Freidemberg, Resistencia, 1945
de Esa materia que se fuga, Barnacle, Buenos Aires, 2023