lunes, noviembre 30, 2015

joseph brodsky. entré a una jaula en lugar de



***
Entré a una jaula en lugar de una bestia salvaje,
quemé mi plazo y mi apodo en la barraca con un clavo,
viví junto al mar, jugué a la ruleta,
cené vestido de frac sabe Dios con quién.
Desde la altura de un glaciar miré la mitad del mundo,
tres veces fui ahogado, dos veces desgarrado,
abandoné el país que me nutrió.
Con los que me olvidaron se puede fundar una ciudad.
Vagué por las estepas que recuerdan el clamor del huno,
me vestí con lo que está de nuevo a la moda,
sembré centeno, cubrí graneros con papel alquitranado,
y lo único que no tomé fue agua seca.
Dejé entrar en mis sueños la pupila acerada de la escolta,
devoré el pan del exilio, sin dejar una miga.
Permití a mi garganta todo sonido, excepto el aullido;
pasé al susurro. Ahora tengo cuarenta.
¿Qué puedo decir de la vida? Que me ha parecido larga.
Siento solidaridad solo con el dolor.
Pero hasta que llenen mi boca de arcilla
de ella solamente resonará la gratitud.

24 de mayo de 1980
Joseph Brodsky, San Petersburgo, 1940- Brooklyn, 1996
Traducción de Fulvio Franchi
imagen de Joseph Brodsk

sábado, noviembre 28, 2015

john ashbery. un poema de desasosiego



Un poema de desasosiego

Los hombres comprenden a su debido tiempo el río de la vida,
deconstruyéndolo  a medida que se ensancha y sus ciudades se vuelven
oscuras y más densas, siempre más lejanas.

Y, por supuesto, esa remota densidad  nos
sienta bien, como corderos y tréboles lo harían
si las cosas hubieran sido construidas para ordenarse de otro modo.

Pero como no me entiendo a mí mismo, sino solo segmentos
de mí mismo que no se entienden entre sí, no hay
razón para que usted quiera, de ninguna manera podría

incluso si los dos lo quisiéramos. ¿Siquiera existen esas torres?
Debemos verlo de ese modo, siguiendo esas líneas
para que el pensamiento se eleve, como almenas de madera terciada.

John Ashbery, Rochester, 1927
de Can You Hear,Bird, 1995
en Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen John Ashbery, Collage en BombMagazine


A Poem of Unrest
Men duly understand the river of life,
misconstructing it, as it widens and its cities grow
dark and denser, always farther away.

And of course that remote denseness suits
us, as lambs and clover might have
if things had been built to order differently.

But since I don’t unsderstand myself, only segments
of myself that mistunderstand each other, there’s no
reason for you to want to, no way you could

even if we both wanted it. Do those towers even exist?
We must look at it that way, along those lines
so the thought can erect itself, like plywood battlements.


jueves, noviembre 26, 2015

judith filc. un hombre no es un pájaro



Un hombre no es un pájaro

Elevarse para

cruzar
el mar

Huir de
la
luz
reveladora

el hilo
conductor

la tierra húmeda

Alcanzar la
sombra

que se

abre

para recibirte

Judith Filc, Buenos Aires, 1962
de Vida en la tierra, 2015, Barnacle & Cía
imagen s/d


martes, noviembre 24, 2015

martina benítez. la verdad, ahora



La verdad, ahora

Hay aires de primavera en invierno,
el sol entra suave por la ventana.

Recién ahora
comprendo por qué no querías
entrar en instituciones.

Recién ahora, que leo mejor
entiendo por qué
llevo nuestra historia
como sangre en mi cuerpo.

Lo que rescato
vino de vos, y sale de mí
como una fuente, al mundo.

Ahora, las palabras suenan mejor.
Camino por las calles, y te siento
a mi izquierda

como ese día.


***

Lo que hace bien 


Un chico que me gusta, me dijo:
“Vos siempre buscando lo que hace bien”

Para no tener pesadillas
cuando tenía 7 años,
mi tío me dijo:
“Pensá en cosas lindas”

Mi maestro dijo
“O creamos o estamos perdidos”

Jugar con amigas,
escuchar música alegre,
mirar buenas películas.

Busco, pienso, creo.

Martina Benítez, Adrogué, 1987
imagen Bezier Path  en Synthetic Software

domingo, noviembre 22, 2015

federico garcía lorca. romance sonámbulo





Romance sonámbulo
A Gloria Giner y Fernando de los Ríos

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser, con
las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna por
donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde cama, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.


Federico García Lorca,Fuente Vaqueros,1898 – entre Víznar y Alfacar, 1936
en J. M. Coetzee, 51 poetas, Antología íntima, ElhilodAriadna, Buenos Aires, 2015
Imagen, Óleo de Federico García Lorca, Serrano

sábado, noviembre 21, 2015

macky corbalán. poesia (1992-2013)



6.

El ritmo del amor no tiene notas ni signos ni escalas.
Sólo un apabullante silencio, átono, arcaico.


7.
El cielo es una incierta cúpula
abovedada, ahora sin fin visible.
¿Cómo creer en lo que no termina?

La noche está ahí, aunque no 
se reconozca en ese nombre, ni lo negro
de su sombra sea negro, ni los astros estén vivos
o estén muertos. Mi perra se hace
menos preguntas, pareciera,
yace enroscada y su respiración
tiene un ritmo parejo, centrado, recóndito.



2.
El mundo es siempre el mismo
escenario despojado. Los hombres se
mueven con igual comodidad
entre la madera con sus pinturas
de pinos, cielos límpidos, plantas
minúsculas. Danzan más ligeros que 
el aire cargado del salón repleto.
Ese confort sin conflictos les corre
en la sangre, conocen el decorado,
lo han diseñado, concebido, hecho
con las propias manos.

Les pertenece. 



7.
No hay complicaciones 
en la trama, nada es menos complicado
que la angustia. De ella trata todo el guión.


de El acuerdo, 2012

***

8.
Ni aire ni espacio,
su anhelo ardiente
le es su exterior.

de Anima(i)s, 2013

Macky Corbalán, Cutral Có, 1963- 2014
en Macky Corbalán, Poesía (1992-2013), Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2015



viernes, noviembre 20, 2015

john ashbery. mi filosofía de vida



Mi filosofía de vida

Justo cuando pensaba que no había ya lugar
en mi cabeza para otro pensamiento, se me ocurrió esta gran idea-
llámenlo una filosofía de vida, si les parece. Resumiendo,
consistía en vivir como viven los filósofos,
de acuerdo con una serie de principios. Bien, pero ¿cuáles?

Esta era la parte más difícil, lo admito, pero tenía una
especie de oscura precognición de cómo sería.
Todo, desde comer sandía o ir al baño
o simplemente estar parado en el andén del subte, absorto en el pensamiento
por unos minutos, o preocupado porque las selvas tropicales
fueran afectadas, o más precisamente, influenciadas
por mi nueva actitud. No sería moralista
ni me preocuparía por niños y viejos, excepto
por las generalidades recetadas por nuestro reloj universal.
En cambio, dejaría que las cosas sean lo que son
al tiempo que las inyectaba con el suero del nuevo clima moral
con el que  creí haber tropezado, como cuando un extraño
empuja un panel y la biblioteca se mueve,
descubriendo una escalera caracol con una luz verdosa
que llega desde abajo, y automáticamente se mete
y la biblioteca se cierra, como suele ocurrir en esas ocasiones.
De inmediato una fragancia lo arrolla –ni azafrán, ni lavanda,
sino algo entre ambos. Él piensa en almohadones, como donde  
el bull terrier Boston de su tío solía echarse y observarlo
socarronamente, con la punta de sus orejas dobladas. Y después la gran urgencia
comienza. Ni una idea sale de allí. Es suficiente
para que fastidie  pensar. Pero de pronto recuerdas algo que William James
escribió en uno de sus libros que jamás leíste –estaba bien, tenía la calidad,
el polvo de la vida cubriéndolo, por casualidad, claro está, pero aun buscando
la evidencia de huellas digitales. Alguien lo había manipulado
incluso antes de que lo formulara, aunque el pensamiento fuera suyo y solo suyo.

En verano, es bueno ir a la costa.
Hay muchas excursiones breves para hacer,
un monte de jóvenes álamos le da la bienvenida al viajero. Cerca de allí
están los baños públicos donde los aburridos peregrinos han tallado
sus nombres y direcciones, y quizás mensajes también,
mensajes para el mundo, mientras se sentaban
y pensaban en lo que harían después de usar el baño,
y de lavar sus manos en la pileta, antes de salir
al aire libre nuevamente. ¿Habrán sido persuadidos por los principios
y eran sus palabras filosofía, sin importar cuán crudas fueran?
Confieso que no puedo avanzar más en este tren de pensamiento-
algo lo está bloqueando. Algo que no
tengo la grandeza suficiente para ver. O tal vez estoy en verdad aterrado.
¿Qué tiene de malo cómo actuaba antes?
Pero tal vez pueda llegar a un acuerdo –dejaré que
las cosas sean lo que son, casi. En el otoño juntaré mermeladas
y conservas, contra el frío y la futilidad del invierno,
y eso será algo humano, e inteligente también.
No me avergonzaré de los comentarios tontos de mis amigos,
ni de los míos, aunque debo admitir que esto es lo más difícil,
como cuando estás en un teatro lleno y algo que dices
irrita al espectador que tienes adelante tuyo, al que ni siquiera le gusta la idea
de dos personas cerca suyo hablando entre ellas. Bueno, hay
que desalojarlo para que los cazadores lo castiguen-
esto funciona en ambas direcciones, ya sabes. No puedes preocuparte
siempre por los demás, y concentrarte en ti
al mismo tiempo. Eso sería abusivo, y tan divertido
como ir a la boda de dos personas que no conoces.
Aun así, hay mucho para divertirse en los blancos entre ideas.
¡Para eso fueron hechos! Ahora quiero que salgas
y te diviertas, y sí, disfruta de su filosofía de vida, también.
No aparecen todos los días. ¡Mira! Allí hay una grande…

 John Ashbery, Rochester, 1927
versión © Silvia Camerotto
 imagen: Collage de John Ashbery


My Philosophy of Life

Just when I thought there wasn't room enough
for another thought in my head, I had this great idea-
call it a philosophy of life, if you will. Briefly,
it involved living the way philosophers live,
according to a set of principles. OK, but which ones?


That was the hardest part, I admit, but I had a
kind of dark foreknowledge of what it would be like.
Everything, from eating watermelon or going to the bathroom
or just standing on a subway platform, lost in thought
for a few minutes, or worrying about rain forests,
would be affected, or more precisely, inflected
by my new attitude. I wouldn't be preachy,
or worry about children and old people, except
in the general way prescribed by our clockwork universe.
Instead I'd sort of let things be what they are
while injecting them with the serum of the new moral climate
I thought I'd stumbled into, as a stranger
accidentally presses against a panel and a bookcase slides back,

revealing a winding staircase with greenish light
somewhere down below, and he automatically steps inside
and the bookcase slides shut, as is customary on such occasions.

At once a fragrance overwhelms him -not saffron, not lavender,
but something in between. He thinks of cushions, like the one
his uncle's Boston bull terrier used to lie on watching him
quizzically, pointed ear-tips folded over. And then the great rush
is on. Not a single idea emerges from it. It's enough
to disgust you with thought. But then you remember something William James
wrote in some book of his you never read -it was fine, it had the fineness,
the powder of life dusted over it, by chance, of course, yet still looking
for evidence of fingerprints. Someone had handled it
even before he formulated it, though the thought was his and his alone.



It's fine, in summer, to visit the seashore.
There are lots of little trips to be made.
A grove of fledgling aspens welcomes the traveler. Nearby
are the public toilets where weary pilgrims have carved
their names and addresses, and perhaps messages as well,
messages to the world,  as they sat
and thought about what they'd do after using the toilet
and washing their hands at the sink, prior to stepping out
into the open again. Had they been coaxed in by principles,
and were their words philosophy, of however crude a sort?
I confess I can move no farther along this train of thought-
something's blocking it. Something I'm
not big enough to see over. Or maybe I'm frankly scared.
What was the matter with how I acted before?
But maybe I can come up with a compromiso -I'll let
things be what they are, sort of. In the autumn I'll put up jellies
and preserves, against the winter cold and futility,
and that will be a human thing, and intelligent as well.
I won't be embarrassed by my friends' dumb remarks,
or even my own, though admittedly that's the hardest part,
as when you are in a crowded theater and something you say
riles the spectator in front of you, who doesn't even like the idea
of two people near him talking together. Well he's
got to be flushed out so the hunters can have a crack at him-
this thing works both ways, you know. You can't always
be worrying about others and keeping track of yourself
at the same time. That would be abusive, and about as much fun
as attending the wedding of two people you don't know.
Still, there's a lot of fun to be had in the gaps between ideas.
That's what they're made for! Now I want you to go out there
and enjoy yourself, and yes, enjoy your philosophy of life, too.
They don't come along every day. Look out! There's a big one... 






jueves, noviembre 19, 2015

irene gruss. cascos de caballos



Cascos de caballos...

Cascos de caballos, de eso se acuerda,
de esos cascos, cuando no se escucha otra cosa:
ése era el sonido, la tranquilidad; algo antiguo.
A nadie ofusca:
simples,
el excremento sobre el asfalto para decir
aquí pasamos, escuchen,
míseros caballos que todavía rasgan el día.
Esto era la calle entonces,
ni siquiera polvareda hemos dejado
apenas excremento vivo y todavía tibio:
ninguna batalla, ningún estertor,
pasaron cascos de caballos.


***
Ahora

¿Acaso no soy eso, leña, luego
fuego de hogar?
Fuego benévolo, tardío,
me consumes.


Irene Gruss, Buenos Aires, 1950
de Entre la pena y la nada, Ediciones del Dock, Pez Náufrago, Buenos Aires, 2015
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jorge aulicino. pascuas de resurrección



Pascuas de Resurrección

Habrás de aliviarte, el cuerpo
se aliviará, te aliviará de él.
Luego se mueve la piedra, se remueve
la lápida, se encuentra
el modo de ir entre las grietas, aun
las del cemento puro, aun las de las líneas
arquitectónicas premeditadamente bastas
en el basto clima, aun las de los objetos
destinados al fulgor eléctrico de la venta;

aun si no es tu propósito mensaje alguno,
ni organización alguna ni el ajuste de la religión,
ni el ver sin ser visto, ni el aparecerte súbito
en sueños a nadie, o tocar levemente la puerta,
sobresaltar al durmiente;

         aun si sólo es tu deseo
el aspirar el viento que sopla con olor acre sobre los techos,
el comer a mordiscos, el acariciar desiertos,
tiendas beduinas, madera, fruta y carne fresca en todos 
los objetos, con tus manos aún sucias que comienzan
a hacerse transparentes.


***
La espera del bien

Que la habitación se entenebrezca o se oscurezca no es la misma cosa
y la forma es lo primero con lo que se lucha
cuando uno quiere dar fe de la presencia de Dios.
Por esto el poema sobre la habitación que se oscurece
como si una fuerza hubiera en eso,
un algo actuante que está y no está en los objetos que a su vez
pierden lentamente la luz,
naufraga.
Quiero decir que no es posible.


Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1950
de El Cairo, Ediciones del Dock, Pez Náufrago, Buenos Aires, 2015
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domingo, noviembre 15, 2015

marianne moore. dime, dime



Dime, dime

¿dónde habrá un refugio para mí
contra el egoísmo
y su propensión a dividir,
tergiversar, malentender
y a destruir la continuidad?
¿Por qué, oh por qué, uno se anima a preguntar, a
aplanar algún macizo promontorio
como si fuera la roseta giratoria de diamante de Lord Nelson?

       Así surgió: gema, pulida peculiaridad
       y cima de la delicadeza
en contraste con el agravio desencadenado
sin motivo – la absorbente
       geometría de una fantasía:
          un James, Miss Potter, chinesca
‘pasión por lo singular”, de un
hombre fatigado que finalmente, al anochecer,
          cortó una obra maestra de color cereza–

     para ningún jurado de corte y confección–
      sino para que lo vieran unos pocos ratones,
que ‘respiraban inconsistencia y bebían
contradicción”, enceguecidos
       no por el sol sino por “la posibilidad
         borrosa”. (Me refiero
a Henry James y al Sastre de Beatrix Potter)
Lo juro, rescatado sastre
         de Gloucester, que me

        daré a la fuga; mediante una estrategia de ingeniería–
        del viperino nudo de tráfico que huye
al metafísico pajar recién cortado,
madreselva, o fragancia del bosque,
        como uno podría decir o insinuar T.S.V.P. –
           Taisez-vous? “Por favor” nada significa
para un refugiado de la ferocidad verbal; estoy
perpleja. Aun así, “deferencia”
           sí, la deferencia puede ser mi defensa.

      ¿Un resumen?
       En esta biografía contada al revés
de cómo los ratones del gato cuando fueron liberados
por el sastre de Gloucester, terminaron
       el saco color cereza del Intendente–
         el cuento del sastre puso fin al cautiverio
en dos sentidos. Además de contar
cómo un saco hizo rico al sastre,
salvó al lector
         de volverse loco por un reto.


Marianne Moore, Kirkwood, 1887 - Nueva York, 1972
en Tell Me, Tell Me, Viking Books, London, 1966
versión ©Silvia Camerotto
imagen s/d


Tell Me, Tell Me

      where might there be a refuge for me
      from egocentricity
and its propensity to bisect,
mis-state, misunderstand
      and obliterate continuity?
        Why, oh why, one ventures to ask, set
flatness on some cindery pinacle
as if on Lord Nelson’s revolving diamond rosette?

      It appeared: gem, burnished rarity
      and peak of delicacy–
in contrast with grievance touched off on
any ground – the absorbing
      geometry of a fantasy:
        a James, Miss Potter, Chinese
“passion for the particular”, of a
tired man who yet, at dusk,
        cut a masterpiece of cerise-

for no tailor-and-cutter jury-
      only a few mice to see,
who “breathed inconsistency and drank
contradiction”, dazzled
       not by the sun but by “shadowy
         possibility”. (I’m referring
to Henry James and Beatrix Potter’s Tailor)
I vow, rescued tailor
         of Gloucester, I am going

       to flee; by engineering strategy-
       the viper’s traffic-knot-flee
to the metaphysical newmown hay,
honeysuckle, or woods fragrance.
      Might one say or imply T.S.V.P.
        Taisez-vous? “Please” does not make sense
to a refugee from verbal ferocity; I am
perplexed. Even so, “deference”;
         yes, deference may be my defense.

       A précis?
       In this told-backward biography
of how the cat’s mice when set free
by the tailor of Gloucester; finished
the Lord Mayor’s cerise coat      
the tailor’s tale ended captivity
          in  two senses. Besides having told
of a coat which made the tailor’s fortune,
it rescued a reader
         from being driven mad by a scold.

martes, noviembre 10, 2015

macky corbalán. esa mujer



Esa mujer


Quisiera ver la nueva casa
llenarse de colores y que ella,
la que jamás supo de soledad
de gente, se sintiera acompañada.
Ahora sabe de esa soledad, pero no
de aquella que supo pegársele de
niña: con sombra, con juegos, con
amargos vientos en las piernas, se creía
acompañada, pero era nada
más la rojiza caricia
del sol en la siesta de la chacra.
Da pena el solo pensarlo. Ahora
anda por esos cuartos nuevos y
pone cosas aquí y allá, como si
esas cosas no fueran ella. Como si
fuéramos algo más allá de los objetos:
ese sillón arañado de gatos, las ropas
colgando desoladas en el aire
del patio, el balde de plástico abandono.


Se le llena la cabeza de las voces
del miedo, por eso apela a los juegos
con animales que le saltan y ensucian, ríe
fuerte, alto, piensa en comidas
que hará, en llamar a la radio por quejas
de todos, hace y rehace la cama
que ocupa sola.


Mientras pela redondas papas sucias
de tierra, piensa en cómo, de pronto, todo
se volvió cercano, accesible, incluso
la finitud. Más tarde, come a solas
lo que a solas concibió.


¿Será así? ¿desde ahora todo hacia abajo si
abajo es resignación y vacío y muerte?


Las luces de patios vecinos se han apagado,
ahora ellos, esposos, amantes, niños, duermen
acunados, vigilados por el insomnio
intermitente de quien teme.

Toda quien es madre espera
no estar sola un día, esto no desmiente
las noches en vela, la vida entregada,
el aturullamiento de los sueños.


Ahora,
las plantas son hijos.

Macky Corbalán, Cutral Có, 1963-2014

De Como mil flores, Hipólita Ediciones, 2007
imagen de Macky Corbalán