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viernes, febrero 09, 2018

anna ajmátova. una anotación en el libro



Una anotación en el libro
         
Lo que entregaste - es tuyo.
Shota Rustaveli

Desde qué ruinas hablo,
desde qué derrumbe grito,
ardo como si fuera cal 
en las hediondas bóvedas.

Fingiré que soy un invierno silencioso
cerraré la puerta para siempre,
y sin embargo reconocerán mi voz,
y le creerán de nuevo.

Leningrado, 1959

Anna Ajmátova, Odessa, 1889 -Domodedovo, 1966
traducción de Natalia Litvinova en Animales en bruto
imagen de Petrov Vodkin


lunes, abril 03, 2017

yevgueni aleksándrovich yevtushenko. el ajedrez de méxico



El ajedrez de México

El sol amodorrado.
El polvo amodorrado se derrumba por el camino.
El tañido amodorrado del espejismo.
El gemido amodorrado de un buey.
Flotan bamboleándose con modorra
un sombrero y otro sombrero;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

En castellano el peón es el campesino más pobre.
Y es también
la figura más pequeña del ajedrez.
Sacrificar al peón es una ley de todos los partidos.
El triste ajedrez de América Latina
es una burla amarga para ustedes:
primer peón,
segundo peón,
tercer peón.

Los pedacitos de la tierra campesina
son las casillas de este tablero tan cruel.
Con ustedes, los héroes del machete,
juegan desde los tiempos más lejanos
las manos sucias que no huelen nunca
como huele el mango salado del machete.
Juegan con el primer peón,
con el segundo peón,
con el tercer peón.

¡Qué lástima, señores socios del ajedrecismo político,
que este tablero no sea liso!
¡Sería magnífico nivelar estas incómodas montañas!
¡No dejan jugar!
¡Afuera estas torpes palmas y estas cabañas!
Y la muerte mete en su sombrero,
brillante por fuera, pero negro por dentro,
los mete a ustedes:
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

¡Traición, hermanos peones!
¡Quitaron del tablero a Emiliano Zapata y Pancho Villa!
El peón que cumplió su papel
no es necesario para los señores ajedrecistas.
Nos sacan a todos del tablero
o el puño de hierro,
o -dos dedos, tan tiernos,
quitan al primer peón,
al segundo peón,
al tercer peón.

Cuántos peones cayeron
sin cantar hasta el fin La cucaracha.
Ellos no se convirtieron en reyes.
¡Las patadas son tan duras!
Pero dentro de los muertos
se ocultan los reyes,
asesinados en los peones;
en el primer peón,
en el segundo peón,
en el tercer peón.

¿Cuándo cambiaremos las reglas
de este maldito juego?
¿Cuándo?
La respuesta es como machete en su vaina.
¿Cuándo cambiaremos las reglas?
Contestadme;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón…

¡Viva el quinto peón!

Yevgueni Aleksándrovich Yevtushenko, Nizhneúdinsk, Rusia, 1932-2017
Versión de Rafael Alberti y Marìa Teresa de León

viernes, febrero 03, 2017

valeri briúsov. caballo pálido

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Caballo pálido
Y he aquí un caballo pálido y el que lo monta 

tiene por nombre Muerte 
Apocalipsis, VI, 8

I

La calle estaba – como tormenta. La turba pasaba
como si los persiguiera el irreversible Hado. 
Marchaban los ómnibus, carruajes y automóviles,
era inagotable el correr furioso de la gente.

Letreros, torciéndose, brillaban con ojos cambiantes,
desde el cielo, de la terrible altura de treinta pisos;
en altivo himno se mezclaban con el estruendo de ruedas y galopes,
gritos de periodiqueros y chasquidos de látigos.

Vertían luz  implacable lunas encadenadas,
lunas, creadas por los amos de la naturaleza.
en esta luz, este zumbido – eran jóvenes las almas,
almas de los embriagados,  seres bebidos de ciudad.

II

Y de súbito – en esta tormenta, en este susurro infernal,
en este delirio encarnado en formas terrenales,
irrumpió, perforó un ajeno, discordante tremor,
matando el rumor, la conversación, el fragor de las carretas.

Se mostró en una curva un ígneo jinete,
el caballo volaba con estrépito y había en sus ojos fuego.
En el aire aún trepidaban – los ecos, los gritos,
pero hubo un instante – la emoción, las miradas- ¡el terror!

 Había en las manos del jinete un largo pergamino
letras de fuego anunciaban su nombre: Muerte…
En vivas franjas, como hebras sueltas de hilo,
en alto sobre la calle de súbito ardía el firmamento.

III

Y en un gran terror, cubriéndose los rostros, - la gente
 exclamando sin sentido: “¡Pena! ¡Con nosotros está Dios!”,
caídos al pavimento, batiéndose en una gran pila…
las bestias escondían los hocicos, en el caos, entre las patas. 

Sólo una mujer, que llegó para la venta
de su belleza, -  se lanzó en éxtasis al caballo, 
llorando besaba los cascos del corcel, 
las manos alzaba al día de fuego ondeante.

Y aún un loco, prófugo del sanatorio,
apareció, desgarrado,  con un grito estridente
“¡Señores! ¿No reconocen la mano del Creador?
¡Morirá un cuarto de ustedes – de peste, hambre y acero!”
     
IV

El éxtasis y el horror prolongaron – un corto instante.
Tras un momento, en la multitud, agitado no había nadie:
venía de calles cercanas un nuevo movimiento,
era todo brillantemente inundado por la luz habitual.

Y nadie podía responder, en la tormenta tan ruidosa,
si fue una visión desde lo alto o un sueño vacío
sólo la mujer de vida alegre y el loco
tendían sus manos a la desaparecida fantasía.

Pero a ellos también las olas de gente borraron    
como palabras innecesarias de un renglón olvidado.
Marchaban los ómnibus, carruajes y automóviles,
era inagotable el correr furioso de la gente.

(1903)


Valeri Briúsov, Moscú, 1873-1924
Traducción de Diego Ibáñez

En Periódico de Poesía

lunes, noviembre 30, 2015

joseph brodsky. entré a una jaula en lugar de



***
Entré a una jaula en lugar de una bestia salvaje,
quemé mi plazo y mi apodo en la barraca con un clavo,
viví junto al mar, jugué a la ruleta,
cené vestido de frac sabe Dios con quién.
Desde la altura de un glaciar miré la mitad del mundo,
tres veces fui ahogado, dos veces desgarrado,
abandoné el país que me nutrió.
Con los que me olvidaron se puede fundar una ciudad.
Vagué por las estepas que recuerdan el clamor del huno,
me vestí con lo que está de nuevo a la moda,
sembré centeno, cubrí graneros con papel alquitranado,
y lo único que no tomé fue agua seca.
Dejé entrar en mis sueños la pupila acerada de la escolta,
devoré el pan del exilio, sin dejar una miga.
Permití a mi garganta todo sonido, excepto el aullido;
pasé al susurro. Ahora tengo cuarenta.
¿Qué puedo decir de la vida? Que me ha parecido larga.
Siento solidaridad solo con el dolor.
Pero hasta que llenen mi boca de arcilla
de ella solamente resonará la gratitud.

24 de mayo de 1980
Joseph Brodsky, San Petersburgo, 1940- Brooklyn, 1996
Traducción de Fulvio Franchi
imagen de Joseph Brodsk

lunes, marzo 17, 2014

anna ajmátova. unos van por un sendero recto




1

Unos van por un sendero recto,
Otros caminan en círculo,
Afloran el regreso a la casa paterna
Y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
Llevo conmigo el infortunio,
Voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
Como un tren sobre el abismo.


2

En las profundidades de la música
No hallé respuesta alguna:
Sólo la mudez y el sosiego
Junto al fantasma del verano.


3

Yo voy hacia donde ya nada es cierto.
Allá donde el más querido compañero
Es apenas una sombra:
El viento irrumpe desde el jardín perdido
y bajo los pies sólo siento el frío del camino.


Anna Ajmátova, Odessa, 1889- Domodedovo, 1966
versión de Jorge Bustamante García
En Periódico de Poesía, nueva época, núm. 3, UNAM-INBA, otoño de 1993, págs. 21-24
imagen: Reproducción que aparece en el disco sobre el cuadro-mural de Picasso, sobre LA GUERRA.

viernes, diciembre 06, 2013

ósip mandelstam. la vida adentro discurre


***
La vida adentro discurre

La vida adentro discurre
Entre una y otra circunstancia y cielos despejados
Ahora que es julio –como mi hijo-
Y las salamandras salen por la luminosidad
En el año Paulino –como Pablo, mi otredad, mi otro hijo-
Lleno de relámpagos y verbos

Esta es mi radicalidad ahora
Que estoy/ estás
Maravillado de Sol
Y la Luna aparece a las 8 p. m.
Solitaria, todavía de día, pero inconfundible
En su máxima poética

Pero,
¿Qué clama mi corazón
De desharrapado?

***

Yo he regresado a mi ciudad, que conozco...

Yo he regresado a mi ciudad, que conozco
       hasta las lágrimas,
Hasta las venas, hasta las inflamadas glándulas
       de los niños.

Tu regresaste también, así que bébete
       aprisa
El aceite de los faros fluviales
       de Leningrado.
Reconoce pronto el pequeño día decembrino,
Cuando la yema se mezcla a la brea
       funesta.

Petersburgo, todavía no quiero morir.
Tú tienes mis números telefónicos.

Petersburgo, yo aún tengo las direcciones
En las que podré hallar las voces de los muertos.

Vivo en la escalera falsa, y en la sien
Me golpea profunda una campanilla agitada.

Y toda la noche, sin descanso, espero la visita anhelada
Moviendo los grilletes de las puertas.

Ósip Mandelstam, varsovia 1891- vladivostok 1938
Traducción de Jorge Bustamante García
De El Instante Maravilloso: poesía rusa del siglo XX, UNAM, México, 2004
Imagen de Mandelstam y Ajmátova, Moscú, 1934


miércoles, octubre 02, 2013

anna ajmátova. bocetos de komavoro


Bocetos de Komavoro


Oh musa del llanto, M. Tsvetáieva
...Y yo aquí renuncié a todo,
a todos los bienes terrenales;
el espíritu guardián de "ese lugar"
es ahora la corteza de los árboles.

Todos somos huéspedes de la vida,
vivir es sólo una costumbre.
Oigo en los caminos del aire
dos voces que dialogan.

¿Dos? Contra la pared del este,
junto a espesos arbustos de frambuesas,
hay una rama oscura, fresca, de saúco...
Es un mensaje de Marina.

En el puerto, noviembre de 1961 (delirando)

***

He aprendido a vivir de modo simple y sabio,
mirar al cielo y rezar a Dios,
y dar largos paseos antes de que anochezca
para ahogar esta inútil ansiedad.

Cuando murmuran los espinos del barranco
y rojo y dorado cabecea el racimo del serbal,
entonces compongo versos fáciles
sobre la vida breve, breve y hermosa.

Regreso. El gato peludo
lame mi mando y tierno ronronea.
Y en la torrecilla del aserradero junto al lago
brilla la llama de una hoguera.

Rara vez turba el silencio
el grito de una cigüeña posándose en la casa.
-Y si a mi puerta llamaras,
creo que ni siquiera te oiría.

1912

Anna Ajmátova,Odessa, 1889- Domodedovo, 1966
versión de Olvido García Valdés y Monika Zgustova
en Poesía y traducción, Ediciones Arte y Estética, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2007
imagen de Modigliani, 1991, Anna Ajmátova

lunes, septiembre 30, 2013

vladimir nabokov. el poema


El poema

No el poema crepuscular que compones pensando 
en voz alta
con su tilo esbozado en tinta china
y cables de telégrafo sobre nubes rosáceas;

no el espejo que está en ti y el hombro de ella,
delicado y desnudo, brillando con luz tenue;
no el lírico chasquido de rimas de bolsillo…
la música menuda que da siempre la hora;

y no los pesos y monedas en esas pilas
de diarios vespertinos calados por la lluvia;
no los cacodaimones del dolor de la carne
ni las cosas que dices mucho mejor en prosa:

el poema que cae desde alturas ignotas…
cuando aguardas el chapoteo de la piedra
allá al fondo, y agarras como puedes la pluma,
y entonces sobreviene la conmoción, y entonces…

en la fronda sonora, las palabras-leopardo,
las aves avistadas, los insectos cual hojas,
se fusionan y forman un intenso, callado,
mimético diseño de perfecto sentido.

Vladimir Nabokov, San Petersburgo, 1899- Montreux, 1977
Versión de Jordi Doce
Imagen de Alex Grey, The Chapel of Sacred Mirrors, en Alex Grey

The Poem

Not the sunset poem you make when you think aloud, with its
linden tree in India ink and the telegraph wires across its pink
 cloud;

not the mirror in you and her delicate bare shoulder stil
l glimmering there; not the lyrical click of a pocket rhyme—the tiny
 music that tells the time;

and not the pennies and weights on those evening papers piled up
 in the rain; not the cacodemons of carnal pain; not the things you
 can say so much better in plain prose—

but the poem that hurtles from heights unknown—when you wait
 for the splash of the stone deep below, and grope for your pen, and
 then comes the shiver, and then—

in the tangle of sounds, the leopards of words, the leaflike insects,
 the eye-spotted birdsfuse and form a silent, intense, mimetic
 pattern of perfect sense.