viernes, abril 26, 2013

john ashbery. en lugar de perder



En lugar de perder

Cualquiera que creciera en un lugar que tú aun no hubieras usado
habría hecho lo mismo: fastidiarse por las disputas familiares
e ir directo al canal. Dios, esas épocas
chisporroteaban cerca nuestro, del melodrama enfermizo
en lugar de la pérdida  y la extraña confusión… confusión.

Entonces, pensaba en aquello, y en las montañas.
Durante el día traspasábamos los límites de la ciudad del mismo nombre
y un poco más. Nadie sabía todo de nosotros
pero algunos sabían demasiado. Era el momento de dejar la ciudad
por un cajón vacío
en el que ellos se embarcaron. Algunas de las once mil
vírgenes se marearon. Dije, ¡detén el barco!
No pudieron. Aquí vienen los árbitros calvos
con su vista fija en cadenas, casi casi como anteojos.
Qué diablos, es solo una rata almizclera
que ha visto tiempos mejores, cuando las cosas eran medievales
y doradas…

Así ustedes que están en el frente,
váyanse. Ustedes los ven. Y lo comprenden todo.
No termina, a pesar de las brujerías nocturnas.
¿Hubieras preferido ser un adulto en épocas anteriores
a  las que el niño pudiera aguantar o imaginar?
O es el ahora la respuesta— ya sabes, la radio
que nos dice las noticias tarde a la noche,
nuestras bonitas fortunas con altibajos.
Aquí tienes tu tonelada de plumas, y tus discos de Read Seal.
El abrazo entero.

John Ashbery, Rochester, 1927
Versión © Silvia Camerotto
imagen de Paul Klee, Cold City, en mhsartgallerymac

Instead of Losing

Anyone, growing up in a space you hadn't used yet
would've done the same: bother the family's bickering
to head straight into the channel. My, those times
crackled near about us, from sickly melodrama
instead of losing, and the odd confusion...confusion.

I thought of it then, and in the mountains.
During the day we perforated the eponymous city limits
and then some. No one knew all about us
but some knew plenty. It was time to leave that town
for an empty drawer
into which they sailed. Some of the eleven thousand
virgins were getting queasy. I say, stop the ship!
No can do. Here come the bald arbiters
with their eyes on chains, just so, like glasses.
Heck, it's only a muskrat
that's seen better years, when things were medieval
and gold...

So you people in the front,
leave. You see them. And you understand it all.
It doesn't end, night's sorcery notwithstanding.
Would you have preferred to be a grownup in earlier times
than the child can contain or imagine?
Or is right now the answer—you know, the radio
we heard news on late at night,
our checkered fortunes so pretty.
Here's your ton of plumes, and your Red Seal Records.
The whole embrace.

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