En lugar de
perder
Cualquiera que
creciera en un lugar que tú aun no hubieras usado
habría hecho lo
mismo: fastidiarse por las disputas familiares
e ir directo al
canal. Dios, esas épocas
chisporroteaban
cerca nuestro, del melodrama enfermizo
en lugar de la
pérdida y la extraña confusión…
confusión.
Entonces, pensaba
en aquello, y en las montañas.
Durante el día traspasábamos
los límites de la ciudad del mismo nombre
y un poco más.
Nadie sabía todo de nosotros
pero algunos
sabían demasiado. Era el momento de dejar la ciudad
por un cajón
vacío
en el que ellos
se embarcaron. Algunas de las once mil
vírgenes se
marearon. Dije, ¡detén el barco!
No pudieron.
Aquí vienen los árbitros calvos
con su vista
fija en cadenas, casi casi como anteojos.
Qué diablos, es
solo una rata almizclera
que ha visto
tiempos mejores, cuando las cosas eran medievales
y doradas…
Así ustedes que
están en el frente,
váyanse. Ustedes
los ven. Y lo comprenden todo.
No termina, a
pesar de las brujerías nocturnas.
¿Hubieras
preferido ser un adulto en épocas anteriores
a las que el niño pudiera aguantar o imaginar?
O es el ahora la
respuesta— ya sabes, la radio
que nos dice las
noticias tarde a la noche,
nuestras bonitas
fortunas con altibajos.
Aquí tienes tu
tonelada de plumas, y tus discos de Read Seal.
El abrazo entero.
John Ashbery,
Rochester, 1927
Versión © Silvia
Camerotto
imagen de Paul Klee, Cold City, en mhsartgallerymac
Instead of Losing
Anyone, growing up in a space you hadn't used yet
would've done the same: bother the family's bickering
to head straight into the channel. My, those times
crackled near about us, from sickly melodrama
instead of losing, and the odd confusion...confusion.
I thought of it then, and in the mountains.
During the day we perforated the eponymous city limits
and then some. No one knew all about us
but some knew plenty. It was time to leave that town
for an empty drawer
into which they sailed. Some of the eleven thousand
virgins were getting queasy. I say, stop the ship!
No can do. Here come the bald arbiters
with their eyes on chains, just so, like glasses.
Heck,
it's only a muskrat
that's seen better years, when things were medieval
and gold...
So you people in the front,
leave. You see them. And you understand it all.
It doesn't end, night's sorcery notwithstanding.
Would you have preferred to be a grownup in earlier
times
than the child can contain or imagine?
Or is right now the answer—you know, the radio
we heard news on late at night,
our checkered fortunes so pretty.
Here's your ton of plumes, and your Red Seal Records.
The
whole embrace.
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