los demonios del mar
cada día que asistí
a la defunción de un hombre o de un atleta
cada noche que arrojó
mi vida al fuego o al ensayo
la desilusión que me arrastró en su oleaje
los fuegos que estallaron en China
para ahuyentar a los demonios del mar
tan semejantes a la detonación de una mujer cercana
el picaporte gastado
por un antiguo instinto de huir
el chófer que anunció los cinco minutos finales
Chopin, que me acompañó en cada viaje
las hileras de árboles
que advertí sólo de regreso
las tardes que pasé a los seis años
cuidando esos cachorros
o las horas que paso aquí
centinela de lo perdido
han sido por desandar
por no ser domesticada
delirar un salmo
leer en voz alta algún pronóstico
el mate que mi padre dejó cargado esa mañana
su amigo ferroviario
en el trencito del parque Las Heras
la desolación que pude ver en sus ojos
ha sido desandar
ayudar a no rendirse
subir al podio que no premia
nadar tras los demonios del mar
encandilar a los cachorros de la desolación
los minutos finales
de un viaje y los nocturnos
la hilera de árboles
que advertí sólo de regreso
el tren más inofensivo de una vida
en el verano del 86
el ferroviario que miraba
sin llegar más lejos
su esperanza huyendo
por esas vías cruciales
el picaporte que alguien gastó
por desandar y no ser domesticado
todo ha sido desandar
y no ser domesticado
asisto a la defunción
de un hombre o de un atleta
ensayo la detonación
de una mujer cercana
predico un nuevo gran pronóstico
hago estallar los fuegos del mar
para ahuyentar a los demonios del amor
Laura García del Castaño, Córdoba, 1979
de Laura García del Castaño, Los demonios del mar, Ediciones del Dock, Colección La verdad se mueve, Buenos
Aires, 2015
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