[…]
Nos
interesa el lenguaje, eso que ustedes llaman aliento,
si
aliento es en lo que nos convertiremos, y creemos que así es, dijo el zurdo. Tirarle
a ella
un
hueso a veces, a veces expresándonos, a
veces expresando algo parecido a un leve
interés, modo
tan
usado por los viajeros que se ha vuelto sórdido. Lleva a la muerte.
Lo
sabemos, y aun así por un tiempo limitado solo deseamos arrancar el girasol,
transportarlo
de donde estaba, orgulloso y erecto, a un bungaló de cielo celeste, que
busque el sol,
y
llevarlo adentro, mientras el resto se hunde en el molde común. El día
había
comenzado poco propicio, pero mejoró a medida que avanzaba, hasta que a la hora
de
la
cama parecía que habíamos prosperado, yo y usted.
Nuestros
frustrantes primeros intentos de comunicación en tal caso habían muerto hacía
rato.
Aun
así yo había rogado por algo de urbanidad en el aire antes de comenzar, tal
como lo hicieron
mis ancestros
y
ninguno fue herido. Y me abstuve adrede
de consultarme,
siendo
el culte du moi una cosa muerta, un
desastre. Fue eso lo que me guió.
Temprano
en la mañana, corriendo a ver qué había cambiado durante la noche, uno se
detiene para recuperar el aliento.
Cuanto
más antigua la presencia, notamos ahora,
más se ha convertido en usted
con
una vela al lado. Si fuera a proceder como lo hicieron mis ancestros
podríamos
estar buscando todos un nuevo lugar a donde huir de la muerte,
porque
él se ha hecho más viejo y más sabio. Pero si le complace a Dios que viva hasta
mi
onomástico
pondré
guirnaldas en la cabeza de ella que se
convierte en mi poesía, mostrando sus
dientes
cuando sonríe, como puñaladas de sol a través de gotas de lluvia. Dibujando con
un
dedo en mi cama,
ella
explica cómo todo era necesario, cómo era bueno que yo no me quebrara en el
camino
a
las lloviznas, y después de que muchos habían muerto
creyéndoselos
vivos, el sol
salió
solo por un rato, y acarició al girasol
en
su cabeza veteada. Le gusta como soy, pensó el girasol.
Por
lo tanto todos deberíamos concentrarnos en ser más ‘yoes’,
porque
así como nadie puede estar sin el sol, el sol
podría
caerse del cielo si miráramos hacia arriba, todavía absortos, y sin ver a la
muerte.
No
importa qué día de la semana decidas emprender el viaje. El día
estará
allí. Y cuando hayas salido y estés en camino, aun estará allí. El aliento
que
decidas tomar llega al final, al caer del día, cuando su
imagen
deja de ser clara. Le dices adiós de todos modos, porque el camino
brilla
adelante. No necesitas el día para verlo. Y aunque millones ya han
muerto
lo
que importa es que no abandonaron la lucha antes de que yo pudiera llegar a
usted,
para
advertirle sobre que le pasaría
a
usted si más de uno fuera descubierto ocupando la misma cama.
John Ashbery, Rochester, 1927
de Flow Chart, [Sección V de VI], 1991, (selección de la editora)
en Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen Collage de John Ashbery, Summer Dream
de Flow Chart, [Sección V de VI], 1991, (selección de la editora)
en Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
versión © Silvia Camerotto
imagen Collage de John Ashbery, Summer Dream
[…]
We’re interested
in the language, that you call breath,
if breath is
what we are to become, and we think it is, the southpaw said. Throwing her
a bone
sometimes, sometimes expresssing, sometimes expressing something like mild
concern, the way
has been so
hollowed out by travelers it has become cavernous. It leads to death.
We know that,
yet for a limited time only we wish to pluck the sunflower,
transport it
from where it stood, proud, erect, under a bungalow-blue sky, grasping at the
sun,
and bring it
inside, as all others sink into the common mold. The day
had begun
inauspiciously, yet improved as it went along, until at bed-
time it was seen
that we had prospered, I and thee.
Our early
frustrated attempts at communicating were in any event long since dead.
Yet I had prayed
for some civility from the air before setting out, as indeed my ancestors
had done
and it hadn’t
hurt them any. And I purposely refrained from consulting me,
the culte du moi being a dead thing, a shambles. That’s what
led to me.
Early
in the morning, rushing to see what has changed during the night, one stops to
catch one’s breath.
The
older the presence, we now see, the more it has turned into thee
with
a candle at thy side. Were I to proceed as my ancestors had done
we
all might be looking around now for a place to escape from death,
for
he has grown older and wiser. But if it please God to let me live until my
name-day
I
shall place bangles at the forehead of her who becomes my poetry, showing her
teeth
as she smiles, like sun-stabs through raindrops. Drawing with a finger in my
bed,
she
explains how it was all necessary, how it was good I didn’t break down on my
way
who
were thought to be living, the sun
cameo
ut for just a Little while, and patted the sunflower
on
its grizzled head. It likes me the way I am, thought the sunflower.
Therefore
we all ought to concéntrate on being more ‘me’,
for
just as nobody could get along without the sun, the sun
would
tumble from the heavens if we were to look up, still self-absorbed, and not see
death.
It
doesn’t matter which day of the week you decide to set out on your journey. The
day
will
be there. And once you are off and running, it will be there still. The breath
you
decide to catch comes at the far end of that day’s slope, when her
vision
is not so clear anymore. You say goodbye to her anyway, for the way
gleams
up ahead. You don’t need the day to see it by. And though millions are alreadey
dead
what
matters is that they didn’t break yp the fight before I was able to get to
thee,
to
warn thee what would be done
to
thee if more tan one were found occupying the same bed.
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