***
un cordaje tiembla sin unirnos de mi mano a
vos:
decía: nocturno el coche que a lo lejos ya
silencia:
retales tuyos, luego, instintivos sobrevienen
desde
algo como el fondo enorme de mis ojos
arrasados:
imaginaria, segmenta en cuatro cuadrantes la
media
interincisal, línea de referencia y entender
que hay:
2.2: amalgamas de plata: 2.1: desadaptada
prótesis:
1.4: agenesia: partículas adherentes en
hemiarcada:
nicotina, cuerpos cetónicos: de esta
sinécdoque nada
fue percibida: un semicírculo, apretados los
labios
retazos de infancia en el gesto, hacia abajo:
honestas
brilladas de sol, caían, como signos pasibles
de leerse
materialmente cifrando el amor en forma de
gotas y
lo triste, desde el claro abrasivo de los
ojos, los tuyos
aunque también los míos ahí leyendo eso
inobjetable:
el agua al banco brillado ahora de luz solar,
en el
que no estás ni estoy: caía, cada una, en duele,
me
está doliendo: la forma, el lento desplazarse
al fin
dando en lo rígido, la nítida imperfección, Clara,
de
tu rostro hermoso construyendo en decir la
opacidad
del corazón: duele, me está doliendo:
cancelaba esa agua
la existencia, la suya, pero también la
nuestra: nosotros
que no se pudo, contra un banco en el que
urdimos algo
que decir, cuando jamás pensamos qué y dijimos
demasiado:
Ignacio Uranga, Bahía Blanca, 1982
de Materna
imagen de Anne Arden McDonald, en Anne Arden McDonald
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