Mensaje a Rubén Darío
Maestro Darío, yo tengo un encargo
De la Primavera que llegó anteayer;
Y como es de amores y no sale largo,
Sucede que en verso lo voy a poner.
Dice que no es justo lo que haces con ella,
Si habiéndote dado, tesoro sin par,
Su beso en las flores y su alma en la estrella,
La olvidas y ahora no quieres cantar.
Que antes la querías, que no te ha hecho nada,
Que ya no contestas sus cartas de amor,
Que desde hace un año, pobre abandonada,
El último mirlo se porta mejor.
Qué vano y ligero, tu amor fue de un día.
Que a pesar de todo, Musset no era así,
Que de ella te apartas con melancolía,
Aunque ella fue siempre buena para ti.
Que el sauce murmura, que dos ruiseñores
Se mueren por ella, como es natural,
Y aunque está muy triste para otros amores,
Va sintiendo pena de causarles mal.
Bien que en ella suele no ser la constancia
Más que un frágil moño sobre el corazón,
Aqueste reproche de perseverancia
Yo creo, maestro, que tiene razón.
de Horas Doradas
Leopoldo Lugones, Villa María de Río Seco, Córdoba, 1874-1938
Fuente: Obras poéticas completas, Prólogo de Rafael Obligado, Aguilar Editor, Madrid, 1948
imagen de Odilon Redon en neo-alchimist
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