Solo
en el negocio de la madera
Todavía
es temprano para hacer concesiones.
Mientras
tanto la noche larga se escurría,
intentando una aventura propia, como un perro
que
sueña con un hueso. Pero bajo del escudo de rebabas
se
hallaban las piedras, y estaban despiertas, el deseo
quieto
se marchitaba en el brote, pero estaban allí,
prontas
a arder. Como el árbol se embellece
durante
un período de varios meses, todas las cosas
hacen
morada en las preguntas que plantea,
y sin soñar con ellas, quizás. Pobre peregrino equivocado,
dice,
alcanzado por cada nueva tempestad
que
llega, tu manto -la mitad que conservaste- cubierto de barro.
La
vida, piensa, es como crecer
encomendado
al único cuidado de una institutriz francesa,
sin
saber nunca nada de tus padres,
mientras
las luces de la ciudad se encienden a
través de la bahía.
Entonces,
de repente es una orgía para nombrarlas,
nombres con guión, nombres con un ‘Dr.’
pegados a ellas,
las
flores esperando a ser nombradas, los días
del
mes, y así sucesivamente. Y las medicinas.
Y
es como no ser más adulto,
como
ser un niño de cincuenta y siete o por ahí,
el
secreto se ha filtrado otra vez. Ningún
nombre
combina. Vino y sidra
saben
como el té de un restaurante chino.
Uno
ha improvisado una especie de vida en común,
la
nube y los contornos del césped
aun
brillando, anhelando tocarte con el fuego
que
nos da forma, y luego nos reemplaza en el estante.
Aquí es seguro, de todos modos. Algo
en
la oscuridad comprende, trata de compensar todo.
Pero
es como una enfermedad nueva, una cepa resistente.
¿Dónde
estabas cuando todo esto ocurría?
Ahora
la noche está llena de almas gemelas,
voces,
fotografías de los seres amados, rostros
salidos
de los periódicos, sonrisas ansiosas sopladas como hojas
antes
de que se conviertan en hongos. No hay tiempo para dar crédito
ahí
donde se debe, aunque los actos, como antes,
hablan
más que las palabras. Ponerle el punto a las íes,
cruzar
las tes y afianzar todo.
En
un paquete endeble sellado con: “no deseado en el viaje”.
Hubo
flores en un jardín una vez,
negocios
sucios, embustes. Pero todo
es
superado. No tendría sentido
responder
a las preguntas más selectas, ya que vivimos
en
un gran paisaje cuadrado y abierto. El puente
que
los tontos cruzaron una vez, hay ajustes que hacer.
Pero
tú debes acomodarte para ver estas cosas.
John Ashbery, Rochester,
1927
De Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins, New York,
2007
Versión ©Silvia Camerotto
imagen de Kandinsky, Estudio en blanco y negro
Alone in the lumber business
It’s still too early to make concessions.
Meanwhile the long night glided on,
Intent on some adventure of its own, like a dog
Dreaming of a bone. But under the coat of burrs
Lay the stones, and they were awake, desire
Still shriveled in the bud, by they were there,
Soon to be on fire. As the tree beautifies itself
Over a period of several months, all things
Take up their abode in the questions it asks,
And don’t even dream of them, perhaps. Poor, misguided pilgrim,
It says, overtaken by every new tempest
That comes along, your cloak, the half your kept, caked with mud.
Life, it thinks, is like growing up
Entrusted to the sole care of a French governess,
Never knowing anything about your parents,
As lights come on in the city for across the bay.
Then it’s suddenly an orgy of name-giving,
Of hyphenated names, names with “Dr.” attached to them,
The flowers waiting to be named, the days
Of the month, and so on. And the medicines.
And it’s like not being grown up anymore,
Like being a fifty-seven-year-old child or something,
The secret having leaked out again. No
Name quite sticks. Wine and cider
Taste like Chinese-restaurant tea.
One has cobbled a kind of life together,
The cloud and outlines of the sod
Still glowing, longing to touch you with the fire
That shapes us, then replaces us on the shelf.
It’s safe around here though. Something
In the darkness understands, tries to make up for it all.
But it’s like a new disease, a resistant strain.
Where were you when it was all happening?
Night is full of kindred spirits now,
Voices, photos of loved ones, faces
Out of the newspaper, eager smiles blown like leaves
Before they become fungus. No time to give credit
Where it is due, though actions, as before,
Speak louder than words. To dot the i’s,
Cross the t’s and tie everything up.
In a loose bundle stamped “not wanted on the voyage”.
There were flowers in a garden once,
Monkey business, shenanigans. But it all
Gets towered over. There would be no point
In replying to the finer queries, since we live
In our large, square, open landscape. The bridge
Of fools once crossed, there are adjustments to be made,
But you have to settle in to looking at these things.