En un aula
Hablando
de poesía, con los brazos
llenos
de libros que llevo hasta la mesa donde
las cabezas
se
inclinan o levantan la vista, escuchando, leyendo en voz alta,
hablando
de consonantes, de elisión,
atrapadas
en el cómo, olvidando el por qué:
miro
tu cara, Jude,
ni
frunces el ceño ni asientes,
opaca entre las motas de polvo sobre la mesa:
una
presencia como una piedra, si una piedra pensara
lo
que yo no puedo decir, soy yo. Para eso vine.
Qué tiempos son
estos
Hay
un lugar entre dos filas de árboles donde la hierba crece cuesta arriba
y
el viejo camino revolucionario se divide entre sombras
cerca
de un templo abandonado por los perseguidos
que
desparecieron entre esas sombras.
He
caminado por allí juntando hongos al borde del terror, pero no se dejen engañar
este
no es un poema ruso, este no es ningún otro lugar sino aquí,
nuestro
país acercándose a su propia verdad y a su terror,
sus
propios modos de hacer que la gente desaparezca.
No
voy a decirles dónde queda el lugar, la oscura red de los bosques
enfrentado
a una anónima franja de luz—
encrucijadas
fantasmales, paraíso mohoso:
ya
sé quien quiere comprarlo, venderlo, hacerlo desaparecer.
Y
no les diré donde está, entonces ¿para qué les cuento
nada?
Porque aún escuchan, porque en tiempos como estos
para
que escuchen algo, es necesario
hablar
de árboles.
Adrienne Rich, Baltimore,
1929 – Santa Mónica, 2012
Versión
© Silvia Camerotto
imagen de Kaveh H. Steppenwolf©, en Uno de los nuestros
In a Classroom
Talking of
poetry, hauling the books
bend or gaze upward, listening, reading aloud,
talking of consonants, elision,
caught in the how, oblivious of why:
I look in your face, Jude,
neither frowning nor nodding,
opaque in the slant of dust-motes over the table:
a presence like a stone, if a stone were thinking
What I cannot say, is me. For that I came.
What Kind of Times Are These
There's a place between two stands of trees where the grass grows uphill
and the old
revolutionary road breaks off into shadows
near a
meeting-house abandoned by the persecuted
who disappeared
into those shadows.
I've walked
there picking mushrooms at the edge of dread, but don't be fooled
this isn't a
Russian poem, this is not somewhere else but here,
our country
moving closer to its own truth and dread,
its own ways of
making people disappear.
I won't tell you
where the place is, the dark mesh of the woods
meeting the
unmarked strip of light—
ghost-ridden
crossroads, leafmold paradise:
I know already
who wants to buy it, sell it, make it disappear.
And I won't tell you where it is, so why do I tell you
anything? Because
you still listen, because in times like these
to have you
listen at all, it's necessary
to talk about
trees.
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