Como ese cumpleaños al que llegamos tarde
y al preguntar por la tía enferma
una prima dijo "tenía sueño, se fue a dormir"
por la forma en que miró el rincón
donde una nena chupaba restos
de corazón de torta
pegados a una vela, supimos
no la veríamos otra vez.
Alguien hizo con los dedos un hueco
probó encender la llama que el viento apagaba,
alguien recogió del suelo uno por uno
pañuelos de papel,
alguien tomó papel y lapicera
pero la tinta no salía,
alguien dejó su pálido rouge en el borde de una copa,
alguien frotó el círculo de esa copa marcado en la madera,
alguien miró la madera y dijo "Oh"
cuando no había
de qué asombrarse, antes
de que otra nena
saliera de su escondite bajo la mesa y de un tirón
del mantel
arrasara con la medida de esos gestos.
una prima dijo "tenía sueño, se fue a dormir"
por la forma en que miró el rincón
donde una nena chupaba restos
de corazón de torta
pegados a una vela, supimos
no la veríamos otra vez.
Alguien hizo con los dedos un hueco
probó encender la llama que el viento apagaba,
alguien recogió del suelo uno por uno
pañuelos de papel,
alguien tomó papel y lapicera
pero la tinta no salía,
alguien dejó su pálido rouge en el borde de una copa,
alguien frotó el círculo de esa copa marcado en la madera,
alguien miró la madera y dijo "Oh"
cuando no había
de qué asombrarse, antes
de que otra nena
saliera de su escondite bajo la mesa y de un tirón
del mantel
arrasara con la medida de esos gestos.
Silvina López Medín, Buenos Aires,
1976
de Esa sal en la lengua para decir manglar, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014
imagen de Joao Carvalho, en Vos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario