La lluvia
¿Viste cómo llueve?
Llovió así toda la noche
y a cada cierto tiempo
yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras,
aunque fuera en el
extremo más inalcanzable
de la tierra. Cuando
llueve así, toda la noche, te decía
pareciera que el mundo
fuera a desprenderse de su eje,
pero la sorpresa más
inmensa es que el vendaval termina
y todo permanece como
estaba, apenas un poco de desorden
que lentamente se
transforma en armonía.
Desde niños, vivimos
sobreviviendo catástrofes como ésa,
a los efectos de lo que
tendría que haber pasado y no pasó:
que la casa se inunde y
nuestras cosas se pierdan
arrastradas por la
marea sucia, entre piedras y palos
y restos de animales,
un desperdicio más lo que hasta entonces
ha sido nuestra
historia, los objetos
que confirman que somos
seres físico y no un soplo
filtrándose desde
afuera de esa vida brutal de la materia
que no se detiene jamás
para incluirnos. ¿Soñaste alguna vez,
cuando llega la
violencia del aguacero,
con que el río se salga
de su cauce para siempre y nos empuje,
soñaste con la noche en
que el rayo finalmente nos alcance,
descalzos bajo la luz,
como esperando saber algo
que sólo el impacto de
una fuerza sobre el cuerpo
podría revelarnos? Pero
el rayo no cae, no cayó
y al día siguiente todo
sigue a salvo en el mismo lugar.
Ese es el mayor
desastre que conozco: haber estado al borde,
una noche, de que nos
fuera concedida una verdad
extraordinaria, y al
amanecer darnos cuenta
de que somos los mismo
y no sabemos nada
que no supiéramos ya.
de La plenitud, 2010
Claudia Masin,
Resistencia, Chaco, 1972
imagen s/d en Harry Moroz: 22 Facts that Prove Rain is Real
1 comentario:
Un poema espléndido. Realmente bueno.
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