***
De tener la más absoluta seguridad
de la llegada de un par de extraterrestres,
cuál sería el problema para levantarte,
ir a trabajar y culminar la felicidad
a alguna hora de la tarde, o de la noche.
Pero si en tu cuerpo conviviera en zarzuela
el alienígena de brazos delgados,
los perfectos giros de la chica que patina,
y una forma que se abre en silencio; donde
descansarías para cuidarte del foso de cocodrilos.
Tomaste un martini en su nave mientras
los asteroides te recordaban a carteles
demasiado brillantes. Ahora sabés
con el mismo conocimiento que mecaniza
el respirar, que ellos no existen, y que nunca
los verás. Pero cada tanto te encontrás en la playa
cavando hoyos sin ninguna razón, apilando
arena mojada sobre arena húmeda.
de la llegada de un par de extraterrestres,
cuál sería el problema para levantarte,
ir a trabajar y culminar la felicidad
a alguna hora de la tarde, o de la noche.
Pero si en tu cuerpo conviviera en zarzuela
el alienígena de brazos delgados,
los perfectos giros de la chica que patina,
y una forma que se abre en silencio; donde
descansarías para cuidarte del foso de cocodrilos.
Tomaste un martini en su nave mientras
los asteroides te recordaban a carteles
demasiado brillantes. Ahora sabés
con el mismo conocimiento que mecaniza
el respirar, que ellos no existen, y que nunca
los verás. Pero cada tanto te encontrás en la playa
cavando hoyos sin ninguna razón, apilando
arena mojada sobre arena húmeda.
de Emblemata, Amadeo Mandarino, 2008
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Campaña al desierto
En la línea horizontal que limita los espacios
un ñandú que no es instrumento del hambre
pasa corriendo sin interferir en el paisaje,
en su mente es el único ñandú.
Es el único ñandú.
En su mente no hay nada de mayor riqueza.
El futuro no tendrá mayor riqueza.
Así camina, con el cuerpo tensado en un dolor
que no lo ve,
que no se detiene en los campos humedecidos.
un ñandú que no es instrumento del hambre
pasa corriendo sin interferir en el paisaje,
en su mente es el único ñandú.
Es el único ñandú.
En su mente no hay nada de mayor riqueza.
El futuro no tendrá mayor riqueza.
Así camina, con el cuerpo tensado en un dolor
que no lo ve,
que no se detiene en los campos humedecidos.
Lejos de ahí.
Tumbado en el mangrullo
como en la catrera, oculto
entre pilas de superman y paturuzú
empaña con el brillo oscuro del mate
el horizonte. Las vigas del mangrullo
no se afirman ni a lo ancho ni a lo alto
y como en una estación orbital
que recorre la tierra, ve
en cada porción del terreno un dibujo imaginario.
Fija la mirada en un punto fijo:
un péndulo de brillo argentino.
como en la catrera, oculto
entre pilas de superman y paturuzú
empaña con el brillo oscuro del mate
el horizonte. Las vigas del mangrullo
no se afirman ni a lo ancho ni a lo alto
y como en una estación orbital
que recorre la tierra, ve
en cada porción del terreno un dibujo imaginario.
Fija la mirada en un punto fijo:
un péndulo de brillo argentino.
De Una explicación para todo, Poemas reunidos de Darío Rojo, Ediciones Gog y Magog, 2009
Darío Rojo, Castex, La Pampa, 1964
imagen de Dee Ferris, en The Saatchi Gallery
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