martes, noviembre 26, 2013

arnaldo calveyra. ser de donde se viene...




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Ser de donde se viene. Saber de dónde viene uno. Consultarlo con otros. Con conocidos de viaje, en una conversación fugaz, conversación de momento, ocasional en lo posible. Fingir altanería, para así provocar objetividad en uno y los demás. Socarronería por principio. Lengua cortada, lengua interrumpida.

La gente que ha querido vivir conmigo, los amores tontos, la mirada del perro, una luz de vidriera, ¿dónde están ahora, cuando ya dejamos de vernos y ellos son ahora ese yo que les presté pero que me llevé conmigo, estrechado, escondido aun para mí, entre mis brazos a enterrarlo en su recova?
Precisión del dejar, campanada irreconocible en la simetría y la arritmia. Estas y esas gentes, ahora que empiezo a saber cómo llamarlas, tratarlas, que han aceptado sin pestañear este cono transitorio de respuesta, no sé si están o estarán un día en su cadáver de corazón exagerando.

Uno de nosotros dos es dos y alguien más a esta hora. Más vida, agua de manantial y monte, uno solo entre y con los dos, más callado, silencio de recién preciso y vacilante. Indeciso, extrañado silencio, más se parece a la batalla cuando les llega la noche y mueren los últimos. Uno de los dos, más por recibir a ese otro que alienta todavía en uno y de cuando el era y el serán se pliegan y despliegan como las dos puntas de mañanas y tardes, barquito de papel lanzado al estanque. Serán uno, serán uno, alguien que conserva su silencio de fábrica entre sus dos manos apaciguadas, su humo de recién.

Arnaldo Calveyra, Mansilla, Entre Ríos, 1929
de El cuaderno griego, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2010
imagen de Eli, en Eli Gallery

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