Seis paisajes
significativos
I
Un
anciano está sentado
a
la sombra de un pino
en
China.
Mira
una espuela de caballero,
azul
y blanca,
al
borde de la sombra,
que
se mece al viento.
Su
barba se mece al viento.
El
pino se mece al viento.
Así
fluye el agua sobre malezas.
II
La
noche es del color
de
un brazo de mujer;
la
noche, la hembra,
oscura,
fragante
y flexible,
se
oculta.
Una
laguna brilla
como
un brazalete
agitado
en una danza.
III
Me
mido a mí mismo
contra
un alto árbol.
Descubro
que soy mucho más alto,
pues
alcanza con mi ojo
hasta
el sol;
y
alcanzo la orilla del mar
con
mi oído.
No
obstante, me disgusta
la
manera cómo se arrastran las hormigas
dentro
y fuera de mi sombra.
IV
Cuando
mi sueño estaba cerca de la luna,
los
blancos pliegues de su túnica
llenáronse
de luz amarilla.
Las
plantas de sus pies
tornáronse
rojas.
Sus
cabellos se llenaron
de
ciertas azules cristalizaciones
provenientes
de estrellas
no
lejanas.
V
No
todos los cuchillos de los postes de alumbrado,
ni
los cinceles de las largas calles,
ni
los mazos de las cúpulas
y
altas torres,
pueden
tallar
lo
que una estrella puede tallar,
brillando
a través de los pámpanos.
VI
Los
racionalistas, usando cuadrados sombreros,
piensan,
en cuadradas habitaciones,
mirando
al piso,
mirando
al techo.
Se
limitan
a
los triángulos rectángulos.
Si
probaran romboides,
conos,
líneas curvas, elipses como
por
ejemplo, la elipse de la media luna-,
los
racionalistas usarían sombreros.
Wallace
Stevens, Reading, 1879- Hartford, 1955
En Wallace
Stevens, Domingo a la mañana y otros poemas, traducción de Alberto Girri, Andrés Sánchez Robayna y Guillermo Sucre, Prólogo
de Daniel Chirom, Centro Editor América Latina, Buenos Aires, 1988
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