viernes, diciembre 07, 2012

alberto girri. pascal



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Pascal

Casi ninguna verdad,
el vacío
para sentirte seguro
contra la historia,
apóstata
por aconsejar la inconstancia,
la fatiga extrema,
la tempestad,
aunque los hombres no las amen,
por juzgarnos míseros
y tener tan alta idea de ti
que no quieres
compartir nuestras debilidades,
por ser tú mismo endeble
y admirar las moscas,
extrañas potencias
que ganan todas las batallas,
perturban el alma,
y devoran el resto,
por sustraerte al destino común
asomándote al abismo,
tu abismo, a tu izquierda,
y orar con un largo grito de terror,
por cerrarte a la caridad
mientras velas, implacable,
y exiges
que en esa Agonía
que durará hasta el fin del mundo
nadie se duerma,
por haberte ofrecido a Dios
tras anunciar que en todas partes
la naturaleza señala a un Dios perdido.

Casi ninguna verdad,
el vacío
y el morir solos
debajo de un poco de tierra.
Tuviste razón,
qué necios son estos discursos.


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Pero sólo son pensamientos

Sólo los pensamientos
de quien por haber cedido a la fascinación
de idiotas de las familias, retratarlos
sin la caridad que provoca amistades,
se lo recrimina visualizándose
como algún Tolstoi chino, maestro de almas,
lo cuestionaría y reflejaría,
contrahecho, lisiado,
hombros que se levantan
por encima de su cabeza, mentón
en descenso hacia su ombligo,
dedos de más y de menos,
esforzados inclinarse de adelante atrás
remedando una actitud que propicia
la cavilación:
                           "Estoy en dificultades
porque tengo un cuerpo
y es mísero.
                       Cuando me falte,
¿qué dificultades podría tener?"

Pero sólo pensamientos
como tantos, un irse anticipando
al morir y la muerte,
a la sorpresa del miedo
de morir y la muerte,
                       como los tanteos
que en el pensamiento de Ivan Ilich
detectaba Tolstoi.


Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
en Alberto Girri, Obra Poética V, Corregidor, Buenos Aires, 1989 
imagen de Alberto Pancorbo© – La Puerta , en Uno de los nuestros

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