Frontera
Se desmorona
donde la tierra olvida
su nombre
y soy extranjera
en mi propio país.
Páramo, pastura,
sembradíos
arrancados de la
colina
cercana a una
granja quebrada
La exactitud de
la palabra
se escapa de las
lenguas de los niños.
Los santos se
desvanecen en las parroquias.
Los campos se mezclan
entre la marca
de cerco y la nueva
carretera.
La historia se
olvida a de sí misma.
En el garaje son
educados.
“Lo sentimos,
querida, nada de Galés”.
En la tienda me sopapean
con un duro “¿Qué?”
Vinieron por la
belleza
pero no pudieron
escucharla decir.
Gillian Clarke, Cardiff, 1937
En Modern Women Poets, compilado por Deryn Rees-Jones,
Companion Anthology, Bloodaxe Books, Northumberland, 2005
Versión
©Silvia Camerotto
Traducción
después
de traducir del galés, en especial, una novela de Kate Roberts
Tu mano en la
mano de ella —nunca has estado
tan cerca de una
mujer desde que la belleza de tu madre
en la puerta de
la escuela te quitó el aliento,
desde que tu
mejor amiga y vos se tomaron las manos pegajosas y calientes,
desde que vos, colegiala
huésped en la casa de un minero,
dos arriba y dos
abajo, demasiado pequeña para habitaciones
o camas de
huéspedes, compartidas con dos hermanas,
riendo en la
oscuridad, corazones calientes por charlas sobre chicos.
Extiendes el
texto. Ella te alcanza una fruta.
La rompes, comes, sabés exactamente cómo
sostener su peso
de terciopelo, cómo morder, saborear
hasta el último trozo
dorado. Pero estás perdida por las palabras,
no puedes pensar
en eirin en inglés — está en la punta
de —
Pero el gato te
comió la lengua, lamiendo jugo de durazno
de tu mano con
su áspera langue de chat,
tafod
cath,
la aspereza de la pérdida.
1998
Gillian Clarke, Cardiff, 1937
En Modern Women Poets, compilado por Deryn Rees-Jones,
Companion Anthology, Bloodaxe Books, Northumberland, 2005
Versión
©Silvia Camerotto
Border
It crumbles
where the land forgets its name
and I’m foreign in my own country.
Fallow, pasture, ploughland
ripped from the hill
beside a broken farm.
The word’s exactness
slips from children’s tongues.
Saints fade in the parishes.
Fields blur between the scar
of hedgerow and new road.
History forgets itself.
At the garage they’re polite
“Sorry love, no Welsh.”
At the shop I am slapped
by her hard “What!”
They came for the beauty
but could not hear it speak.
Translation
after translating from Welsh, particularly a novel by
Kate Roberts
Your hand on her hand –you've never been
this close to a woman since your mother's beauty
at the school gate took your breath away,
since you held hot sticky hands with your best friend,
since you, schoolgirl guest in a miner's house,
two up, two down, too small for guest rooms
or guest beds, shared with two sisters,
giggling in the dark, hearts hot with boy-talk.
You spread the script. She hands you a fruit.
You break it, eat, know exactly how
to hold its velvet weight, to bite, to taste it
to the last gold shred. But you're lost for words,
can't think of the English for eirin - it's on the tip
of your -
But the cat ate your tongue, licking peach juice
from your palm with its rough langue de chat
tafod cath, the rasp of loss.
1998
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