jueves, marzo 08, 2012

un cuerpo es eso que viste




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Siglos caminando los dameros helados,
contando la cantidad de vértices blancos y negros.
Cada tanto la visión del río,
la oscuridad de los árboles,
la juventud de nuestros hijos como un agujero de señales.
Un cuerpo es eso que viste
en aquella habitación.
Aturden tus manos, ajenas y rosadas como insultos,
tu obsesión por las manos unas sobre otras.


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Ninguna mujer me ayudó sin conocerme excepto ésta.
Mientras me alejaba, me siguió hasta el cruce de las escaleras.
Yo miraba los hombres en círculo alrededor de aquel cuerpo,
el humo familiar y vacío.
Pensé que lloraría, pero caminé,
ella me tomaba del brazo,
cada tanto me acariciaba el hombro izquierdo.
Era la segunda vez que me ayudaba.
No sé si llegué a agradecerle.
Aquí estoy, aquí estoy, decía mi madre en la oscuridad,
yo abría los brazos y era como volver a nacer.

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He aquí mi cabeza
a la derecha del hombre que ha cerrado
la puerta de la habitación
y se acuesta, ahora, en nuestra cama.
La palabra es huidiza y áspera
incapaz de describir la carne
que empieza a dormirse,
el cuello húmedo sobre la funda de lino.


Roxana Palacios, Buenos Aires, 1957
de Delta, Inédito
Pablo Bonifazzio, Sueños del delta

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