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Un rato se levanta mi esperanza…
Un rato se
levanta mi esperanza,
mas cansada d’haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.
mas cansada d’haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.
¿Quién
sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? Oh corazón cansado,
esfuerza en la miseria de tu estado,
que tras fortuna suele haber bonanza!
del bien al mal? Oh corazón cansado,
esfuerza en la miseria de tu estado,
que tras fortuna suele haber bonanza!
Yo mesmo
emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;
muerte,
prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros como quiera,
desnudo espíritu o hombre en carne y hueso.
quitarme de ir a veros como quiera,
desnudo espíritu o hombre en carne y hueso.
***
Cuando me paro a contemplar mi’stado…
Cuando me
paro a contemplar mi’stado
y a ver los pasos por dó me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
y a ver los pasos por dó me han traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;
mas cuando
del camino’stó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar comigo mi cuidado.
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar comigo mi cuidado.
Yo acabaré,
que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si quisiere, y aún sabrá querello;
a quien sabrá perderme y acabarme
si quisiere, y aún sabrá querello;
que pues mi
voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?
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A la entrada de un valle, en un desierto…
A la
entrada de un valle, en un desierto
do nadie atravesaba ni se vía,
vi que con estrañeza un can hacía
estremos de dolor con desconcierto:
do nadie atravesaba ni se vía,
vi que con estrañeza un can hacía
estremos de dolor con desconcierto:
ahora
suelta el llanto al cielo abierto,
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.
Y fue que
se apartó de su presencia
su amo, y no le hallaba, y esto siente:
mirad hasta dó llega el mal de ausencia.
su amo, y no le hallaba, y esto siente:
mirad hasta dó llega el mal de ausencia.
Movióme a
compasión ver su accidente;
díjele, lastimado: "Ten paciencia,
que yo alcanzo razón, y estoy ausente".
díjele, lastimado: "Ten paciencia,
que yo alcanzo razón, y estoy ausente".
Garcilaso
de la V ega, Toledo,
1499- Niza, 1536
en Garcilaso de la Vega , Obra completa, Edaf,
Buenos Aires, 2004
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