martes, enero 27, 2009
jorge aulicino. arte poética VIII
jorge aulicino
«Una poesía que se instala en el campo de la literatura —digo literatura en lugar de tradición, y sin embargo no es un eufemismo—. Una poesía que abandone sandeces tales como “la poesía es un fenómeno de las palabras” que era buena para batirse con los realistas, pero que no resiste el menor análisis. Una poesía que reivindique ficcional (lo cual es ligeramente otra cosa). Una poesía que se base en percepciones: el conocimiento directo, la conciencia ordinaria de los taoístas, guiadas por algún tipo de arbitrio, que podría ser el ánimo. Pero una poesía que dé cuenta de la imposibilidad de terminar una construcción coherente de estas percepciones. Una poesía que no abomine de la anécdota, replanteándola en los términos anteriores (anécdota de percepciones, diríamos). Una poesía que, en la escuela de Poe, tenga noción de efecto: lo que implica artificiosidad —o artesanía, palabra próxima— pero también tener en cuenta al lector; y lejos de pedir un lector ‘cómplice’, pida un lector ‘indispuesto’, lateral y hasta desdeñoso al que haya que conquistar […]. Una poesía que recupere la función lírica, deje la dramática para la televisión o la política, aunque no excluya el pathos[…]. Una poesía ‘de mínima’, que no es una poesía entregada al sistema sino una poesía de la vida inocente, la inmensa puerilidad: esto es, una poesía que pregunte (por el sentido, claro). Y que registre meramente algunas apuestas nunca del todo exitosas».
de “Lo que ocurre de veras”, Diario de Poesía, Buenos Aires, año 5, n° 20, octubre de 1991.
lunes, enero 26, 2009
arte poética VII
joaquín giannuzzi
domingo, enero 25, 2009
arte poética VI
concepción bertone
Escribo de cigarrillo en cigarrillo.
Toda mi vida pasa
por el retardo en vilo de esa brasa
ínfima. Mortal,
dulce, pequeño vicio
que acaricia los humos
del recuerdo (el mundo indivisible
al que me aferro): mi padre, mis abuelos, mis tíos,
envueltos en el velo del humo, vivos,
más vivos que los vivos
en los gestos familiares del hábito,
como la veta en la madera,
lo que queda grabado en ella.
Las huellas del placer o del tajo.
El amor, el dolor,
el trabajo de las muertes y nacimientos mas
el humo del cigarrillo. Mi yo
descentrado más el humo del cigarrillo. Humo
sumado a toda emoción. No en presente. En pasado.
Los vahos ascienden
hacia el techo de este cuarto
donde fumo y escribo (entremano
las palabras y el humo). Aguzo
el delicado filo, la hoja
de tabaco molido, blanca arma letal
envainada en el humo. Afuera
la violencia es ligera,
menos sutil. Tersa, bien cuidada
la piel
de los asesinos.
de Una antología de la poesía argentina (1970-2008), Selección, prólogo y notas Jorge Fondebrider, Editorial Lom, Santiago de Chile, 2008
sábado, enero 24, 2009
arte poética V
irene gruss
antiars poética II
la alegoría está en el bambú
no en la palabra.
Paula Grandío
Esa playa en el río.
El río estaba muerto.
La playa vivía gracias a
los juncos que estaban a un lado.
Un poeta chino lo supo
y no lo escribió.
de Irene Gruss, La mitad de la verdad, Obra poética reunida, 1982/2007, Bajo la luna poesía, Buenos Aires, 2008.
viernes, enero 23, 2009
arte poética IV
arturo fruttero
jueves, enero 22, 2009
arte poética III
Sólo no hay trampa para la orden de hacer fuego hasta que todo arda.
Los puentes están artillados y sólo los cruzan caballeros blancos vestidos con el aire de un muerto que posee la victoria final.
Totalmente entorpecidos por la belleza de su sangre.
miércoles, enero 21, 2009
alberto girri. arte poética II
martes, enero 20, 2009
arte poética I
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carna es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
de obra poética, emecé, buenos aires, 1989.
* a partir de hoy y hasta el 27 de enero, inclusive, se subirán a este sitio artes poéticas de variados poetas argentinos. cabe aclarar, que la selección carece de cualquier tipo de orden y que, muchos de los indispensables no han escrito su arte poética o que, en última instancia, yo no la encontré aún en mi biblioteca.
sábado, enero 17, 2009
aldo oliva. caza mayor
sobre la vereda; lleva a la salida,
viernes, enero 16, 2009
recuerda y suspira
Has vuelto
Has vuelto, organillo. En la acera
hay risas. Has vuelto llorón y cansado
como antes.
El ciego te espera
la más de las noches sentado
a la puerta. Calla y escucha. Borrosas
memorias de cosas lejanas
evoca en silencio, de cosas
de cuando sus ojos tenían mañanas,
de cuando era joven… la novia… ¡quién sabe!
Alegrías, penas,
vividas en horas distantes. ¡Qué suave
se le pone el rostro cada vez que suenas
algún aire antiguo! ¡Recuerda y suspira!
Has vuelto, organillo. La gente
modesta te mira
pasar, melancólicamente.
Pianito que cruzas la calle cansado
moliendo el eterno
familiar motivo que el año pasado
gemía a la luna de invierno:
con tu voz gangosa dirás en la esquina
la canción ingenua, la de siempre, acaso
esa preferida de nuestra vecina
la costurerita que dio aquel mal paso.
Y luego de un valse te irás como una
tristeza que cruza la calle desierta,
y habrá quien se quede mirando la luna
desde alguna puerta.
¡Adiós, alma nuestra! parece
que dicen las gentes en cuanto te alejas.
Pianito del dulce motivo que mece
memorias queridas y viejas!
Anoche, después que te fuiste,
cuando todo el barrio volvía al sosiego
—qué triste—
lloraban los ojos del ciego.
Evaristo Carriego
de Misas herejes, 1908
Evaristo Carriego, 1883-1912
fuente: La poesía de Buenos Aires, Ensayo y antología, Horacio Salas, Editorial Pleamar, Buenos Aires, 1968
jueves, enero 15, 2009
jude nutter. el halcón
El halcón
Son sueños humanos
— Robinson Jeffers
Adentro, el viento. Me detuve, parada en el filo
de un territorio, sobre una empinada
pendiente de grava y matorrales.
el nivel, fuertes corrientes de viento llegaban, regularmente,
desde el norte. Lo agudeza de sus muchas bocas
a través de las piedras desnudas del cabo.
Cuando colapsó sus alas y se desvaneció
entre los matorrales, ese pájaro luego cabalgó el viento
por sí mismo. En sus garras, una compacta oscuridad,
en la cúspide del terror. Luego una súbita, brillante
explosión de sangre.
Que perduró en el aire un mínimo instante
Que fue desgarrado en el viento. Una bruma rosada.
Después nada. Su belleza
En contra de las ráfagas constantes del viento
un delgado pájaro, colgando. Su soledad e indiferencia.
El viento amedrentando en la capucha de mi chaqueta.
Alrededor de las rocas, collares de olas como tejidos de vidrio.
La mente buscando el comfort
de la metáfora. Pero por qué hacerlo
menos de lo que es: un cuerpo,
vaciado, luego un corazón diminuto sujetándose fuerte
alrededor de nada.
versión © silvia camerotto
Justice and mercy
Are human dreams…
– Robinson Jeffers
The falcon held motionless. At eye level.
Inside the wind. I stood at the edge
of a continent above a steep slope of gravel and scrub.
The water below and beyond. I heard
the level, bright tracks the wind followed in, steadily,
from the north. The keenings of its many mouths
across the bare rocks of the headland.
After it collapsed its wings and vanished
into the scrub, that bird then rode the wind
right back up to where it had been.
As if a shelf had been worn in the air
by its purpose. In its claws, a compact darkness,
a tail like a loose thread – a little body
at the apex of its terror. Then a sudden, brilliant
explosion of blood.
Which held in the air for the briefest moment.
Which was torn away in the wind. A pink mist.
Then nothing. The beauty
of it caught me by surprise. And what was left.
Against the constant shoveling of the wind
a slim bird, hanging. Its solitude and indifference.
The wind panicking in the hood of my jacket.
Around the rocks, collars of surf like spun glass.
The mind searching for the comfort
of metaphor. But why make it something
less than it was: a body,
emptied out, then a tiny heart clamping hard
around nothing.
miércoles, enero 14, 2009
alfredo veiravé. los símbolos
martes, enero 13, 2009
uncountables
when you were born
were you born to life?
the mighty painting on the ceiling
in your parents' room
did not protect you against misundertanding.
fidelity does not mean submission
and your innocent bleeding
just shows the rights you were not given.
do remain foccused
do remain faithful to your readings.
forgiveness always misleads.
bereavement is an uncountable noun.
lunes, enero 12, 2009
a río revuelto ¿ganancia de pescadores?
Accedemos a la virtualidad y por la virtualidad accedemos a otros mundos y conocemos, o creemos conocer lo que otros escriben, mientras nosotros también escribimos y leemos la contemporaneidad.
Prohibida la vaga ventura que no es la forma, sino el estar concernido, nos proponemos no repetirnos. Intentamos, sin encontrar la palabra justa, con carencia de lirismo, con temor de caer en cierta condición secundaria y desvirtuar las estructuras viciando los contenidos; el rapport de la operación poética. Paisaje y modificación en el momento en que se escribe y reescribe lo que se viene a decir. La provocación del derrumbe.
Porque no se edifica sobre lo construido, se destruye para volver a empezar. Y como en la política, hacemos a un lado las posibilidades. Negamos. Ejercemos la violencia sin ni mantras, ni rimas. La voluntad del ritmo se arma desde adentro, con precisión milimétrica, atentos a no forzar ni disolver la instancia.
El énfasis no alcanza. Es oportunamente interesado y cancela cualquier apropiación posible de los hechos, tergiversándolos.
La historia personal no alcanza. Mujeres y varones del mundo, en el texto. ¿Quién es soy? Puntualizar los rastros y restos, requisitos formales de la poesía. El límite del deber de la representación tocando la existencia por la tangente. ¿Exacerbación del naturalismo? ¿Necesidad? La realidad es sintomáticamente ubicua y repetir cansa. El lenguaje se activa si alcanzamos una imagen que no se escurra. Es necesario que nos desarticule. Digo: no que nos conmueva, que nos desarticule.
Escribimos y leemos la contemporaneidad. No la similitud. Escribimos otra cosa.
miércoles, enero 07, 2009
limpieza forzada
After six
Hoy no quiero bocados
pringosos ni animal muerto,
no voy a fijarme metas
y espero que nadie estorbe
tan enorme silencio de la luna en el patio.
Renuncio a hacer el recuento
de mi vida, que es como todas,
y renuncio al asesinato,
de manera especial a ése
que aún me tienta, me tienta.
Un baño, sí, cigarrillos,
té claro y algunas frutas:
esta noche me tocan
música y versos hasta que me canse.
Nomenclaturas, latitudes, costumbres
En la India llaman street sleepers,
un eufemismo frágil
como el blanco de sus vestidos,
a rebaños hambrientos, que al fin se acuestan
—hacemos así a las noches—
y, según el diario, amanecen
como nevadas tercas sobre las calles.
En América, no nombramos
de manera especial este vasto incendio,
que la pradera enrojece,
el periódico sacrificio
—borroso, es cierto, en la foto—
de echar campos de espigas a un mar de fuego
para hacer propicio el Mercado.
Experiencias con la percepción
En su vacío reside el uso del jarrón. Lao-Tse
Me abandono, esperando
—sin esperar cosa alguna,
según la regla,
mirando lo que aparece,
sin echarlo, sin retenerlo—
que el pensar y el querer se cansen.
Cuando puedo soy un abismo.
Lo notable del vórtice que resulta
y lo frívolo al mismo tiempo:
si el teléfono suena
seguramente eres tú.
Pero a veces también acuden comarcas, días
lejanamente habitados,
alimañas de un sueño,
desconocidas caras que, sin embargo,
se diría que saben, saben de mí.
Oh, sí, veríamos a los manes,
Si el miedo no amurallara,
O a quienes todavía ni piensa el sol.
Bastaría construir y habitar —según dicen—
Una casa mayor por dentro.
Y corrijo y vuelvo a soltarme
Cada vez: extravían
El pensamiento intruso, la limpieza forzada.
Jorge Andrés Paita
de Cuatro puertos,1976.
Fuente: Antología de la poesía argentina, Tomo III, Selección e introducción por Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librería Fausto, Buenos Aires, 1979.
lunes, enero 05, 2009
oh tristes muertos
elegía a la ciudad de esteco
Nadie te llora, Esteco, ni tus ruinas mueven los pájaros;
nadie se acuerda de tus palacios ni de tus dulces mujeres. Tampoco vosotros,
¡oh tristes muertos!, os acordáis de nadie y vuestros huesos silban
en el atardecer, sobre los días, para la noche y los largos siglos.
Job XXVII, 15 Qui reliqui fuerint ex eo sepelientur in interar.
Nadie vuelve la memoria a tu pueblo; a tus desatados sepulcros,
que no quiere cubrir el polvo; a tu corazón.
Ninguno, por tus hijos, consume su cuerpo solitario
con mezclados lutos. Ninguno, Esteco, se asienta,
a la sombra de tus abiertos árboles, ni limpia sus cansados ojos para mirarte.
Nadie busca tus escondidas desdichas, ni el pie que huye llega hasta ti;
nadie te ve debajo del cielo; solo nuestras orejas oyen vuestra arrogante fama:
«¡No sigas ese camino,
no seas orgullos y terco,
no te vayas a perder
como la ciudad de Esteco!».
El tigre-uturrunco no cruza sus malezas ―ni los perros―; únicamente el crispín,
y las serpientes te señorean sobre la sabandija,
¿Qué fue de ti, vana en la derrota? Qué hará tu luna por el verano, hambrienta y sorda,
entre los chañares, las breas y los algarrobos,
sólo tus muertos andan por las praderas, ceñidos de sucias tinieblas con sus incansables
yanaconas, que corren detrás de los rebaños,
del viento, con flechas mojadas en peligrosas hierbas,
y tirar otras almas al aborrecible infierno.
Nadie quiere ver tus infortunios, ¡nadie!, ni mover tus joyas, ni abrir tus abandonadas cenizas;
Sólo el aire, la lluvia y el sol, vuelven para aventar tus amargas ruinas sobre las ciudades.
¡Qué olvido tan grande de Dios habréis tenido!
Decid, ahora, hombres terribles de más lejos,
si vuestras caballerías herradas en plata y oro, os despiertan;
decid si oís cantar los gallos, el zorzal silbador, los ríos,
y si vuestros ojos ven volar los pájaros por el amanecer.
No. ¡Qué pena pesada bajó de aquel día hasta vuestras perdidas cabezas!
El viento colorado no sabía por dónde arrancar esa mañana;
las chataras, dando gritos, se caían de su vuelo con los ojos hacia adentro,
y el Pasaje sacó sus aguas del apretado seno, y las volcó sobre la tierra, y los peces,
brillantes, saltaban como los niños al atardecer; y buscaron los árboles para guarecerse;
el río de Las Piedras lo seguía, con sus sábalos, con sus bogas, sus bagres y dorados, a igual que las hojas
que arrastra el otoño.
¡Ay, infeliz ciudad: tus ángeles no te vieron,
y nadie guardó vuestra triste suerte!
¡Quién cantará tus desdichas! ¡Quién se acuerda hoy de nada!
«Cuando salí de mi casa
todos lloraban por mí;
las piedras lloraban sangre
y el sol no pudo salir».
¡Esteco! ¡Esteco!
Fuente: Ricardo E. Molinari, Argentinos en letras, Ediciones Culturales Argentinas, Buenos Aires, 1961
sábado, enero 03, 2009
yo soy un niño
*
Los poetas oficiales
¿Amoldáis vuestra esfera a lo más íntimo del porvenir?
Perros enanos entecos, tenéis a vuestro servicio los escribientes nacionales, pajarracos de la patria.
Canasteros de los frutos del odio, no estoy arrepentido de tener a mi servicio las joyas y los frutos del deseo.
Principitos destronados de toda sangre de descomposición en la naturaleza.
Eugenios, Equis, Clauditos, perritos de ceniza.
de Las jaulas del sol, 1960
Carta de enero
1.
Tengo ganas de leer algo hoy.
Me sangra la poesía por la boca.
Yo era estudiante y me adoraba la Naturaleza,
pero estaba olvidado,
me hería la plenitud del Universo,
y ahora te sacudo a ti, montes de cabellos rojos,
tierras paradas en aguardiente correntino,
grandes balsas de agua alojadas en la boca.
El pavor es celeste, el líquido terreno es fuego,
los pavos reales han sido capados por el sol,
y yo ando por la siesta:
provocador de las grandes fuentes sombrías,
alojado en la voluntad animal.
2.
¿Dónde pedir auxilio sino en la Tierra?
El mar es un cantor inseparable.
Pero tú tienes también llamaradas acuáticas, Tierra.
¡Acuarelas para quién sabe qué candor!
Yo soy un niño y nadie me podrá recibir,
pero tengo coraje
y ese nativo puro que arroja los paisajes por la nariz.
Tengo un collar para todo lo que arde.
de El delito natal, 1963
Tembladerales de oro
El dolor ha abierto sus puertas al agua de oro del oro que arde
contra el oro de los ocultos tembladerales que largan el
aire de oro hacia los rojos destinos pulmonares con el
acuerdo de los fantasmas de oro coronados por los juncos
de oro bebiendo los caballos de oro los arrieros de oro
envueltos en los ponchos de oro —a veces negro a veces
rojo— y el caballero que repasa las lagunas de los oros
naturalmente populares el que se embarca en las balsas de
oro con todos los excesos de pasajeros de oro que manejan
los caballos de oro con los rebenques de oro bebiendo en
la limetilla de oro del barro de oro de los sueños de los
frescos del oro entre la majestad de las palmeras de oro
y de los ajusticiados y degollados en las isletas de oro
bajo los yacarés de oro del oro del amor.
de Tembladerales de oro, 1973
Franciso Madariaga, 1927-2000
*yves tanguy
Fuente: Antología de la poesía argentina, Selección e introducción de Raúl Gustavo Aguirre, Tomo II, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1979
jueves, enero 01, 2009
feliz 2009
Razón habrá tenido mi abuelo
Razón habrá tenido mi abuelo
Razón habrá tenido mi bisabuelo
Raíces de árboles son nuestros pies
Alas de ave de paso tiene nuestro corazón
¿Quién vence al fin? ¿Quién vencerá?
Pondremos nuestros ojos en la Tierra
Ella es la acogedora, ella es la guía
He tenido buenos abuelos
He tenido buenos consejos
He nacido de una buena madre
Fill mapuqui ñi pulli qui aumquei
Fill mapuqui ñi pulli qui aumquei
Ka inchí-ñ ka tefa pullinguei
Elfilalay ñi lalay
inchiñ talli pulli
Ka lepuy pepirguei tati
Pue utraqueleimi pui rume
Quiñe pulli qui sumguei inchiñ
feumeu quiñe mapu qui sumgei
fuente: Mapuches, Una sola alma somos, Editorial Tantalia, Colección rarezas, Buenos Aires, 2006