Las hienas
Desde tu contestador automático
la voz de mi madre pronuncia tu nombre
como si fuese lo único que sabe decir.
Al nacer, dos palabras nos son dadas
como único patrimonio.
Una pequeña parcela donde crecer, criar hijos
servir de abono a la tierra.
Pues bien, mi madre ocupó tu terruño
y con las palabras de tu nombre
hizo una hoguera de leña húmeda
para espantar las hienas.
También ella será la encargada
de barrer las cenizas, de mezclarlas
con lo que quede de tierra.
Ignacio Di Tullio, Buenos Aires, 1982
de Famiglia, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2015
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