En la laguna artificial
a Polo
usted ha escuchado las campanas.
Lo que hasta ayer llamaba situación
se convierte en piedra entre los ojos.
Parado junto al charco ve ahora la lenta decantación del hierro.
No le pese la tarde, habrá otra y otra más.
Cierta congoja: monedas en los bolsillos, tampoco pesan.
Volviendo de la laguna artificial con su carga de anguilas
ve ahora las cosas que suceden: el sol en el poniente
los pasto aplastados, moscas y vidrios en la arena.
Hay palabras que jamás tendrán sentido.
No espere compasión del clima: es usted lo que ve.
También esta noche soplará el viento seco.
Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
de La caída de los cuerpos, 1983
en Jorge Aulicino, Estación Finlandia, Poemas reunidos 1974-2011, BajoLaLuna, Buenos Aires, 2012
imagen de Jennifer Flannigan
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