lunes, octubre 24, 2016

juana bignozzi. soy una mujer sin problemas



















Soy una mujer sin problemas

Todos lo saben
y entonces buscan compañía para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien que quiere morir en paz consigo mismo
y me produce estremecimientos, insomnio, soledad,
porque la paz conmigo misma sería una guerra sin fin,
dos o tres asesinatos inevitables y alguna entrega desmedida
que no entra en mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches
con un jardín inmenso donde los muertos se levantan para saludarme;
yo sueño con un hombre que me inquieta y como lo ignora
me habla amigablemente del resto del mundo
y de mis múltiples amores, tan simpáticos,
tan apropiados como tema de conversación.

Juana Bignozzi, Buenos Aires, 1937- 2015
de Mujer de cierto orden, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1967

domingo, octubre 23, 2016

rainer maría rilke. cuarta elegía











Cuarta Elegía

Oh árboles de la vida,
¿cuándo será el invierno?
Los hombres nunca vamos al unísono
como las aves migratorias.
Tarde o temprano, de súbito
nos imponemos a los vientos,
para luego caer en la indiferencia de un estanque.
En nuestra conciencia conviven
el florecer y el marchitarse.
Y hay leones todavía
que toda suerte de imponencia ignoran
mientras en ellos perdura el esplendor.

Pero nosotros, al sopesar lo uno de algo,
sentimos ya el despliegue de lo otro.
Lo que es hostil está más próximo
que los demás. A cada instante,
los amantes chocan en sus límites, el uno
contra el otro; ellos, que se habían prometido
pertenencia, fuerza y espacio.
Así como para hacer evidente
lo fugaz de una imagen,
se nos prepara un fondo de contraste,
se nos ofrece precisa claridad.
Pero no conocemos el contorno
de nuestra sensación; sólo la forma
que lo hace presente.
¿Quién no estuvo nunca con angustia
sentado ante el telón del propio corazón?
Aquél se descorrió, develando el decorado
para una despedida.
Fácil fue comprender. El jardín
conocido y la apacible
oscilación. Y en primer plano aparece
el bailarín. No es él. Con eso basta. Y aunque actúe
con sueltos ademanes, lleva disfraz;
es un burgués que entra a su casa por la cocina.

No quiero esas máscaras a medias. Prefiero
las muñecas; por lo menos están llenas.
Voy a soportar al títere con su alambre
y su apariencia de rostro.
Aquí. Estoy delante. Y aunque las lámparas
al final se apaguen, aunque se me diga: 'No hay
nada más', aunque desde el escenario
llegue el vacío del recinto con su ráfaga
de aire gris, y aunque ninguno 
de mis antepasados silenciosos me acompañe,
ninguna mujer, ni siquiera el muchacho
cuyos ojos pardos se hacen turbios...
con todo he de quedarme. Siempre hay algo
para ver.

¿Acaso no tengo razón? Padre mío, que por mí
conociste la amargura, al probar la mía;
que, mientras crecía, bebiste una y otra vez
las primeras y ya borrosas infusiones de mi misión,
y preocupado por el resabio de un sino
tan extraño, pusiste a prueba mi mirada
aún velada; que, a pesar de muerto,
te amedrenta la esperanza en mí,
y que por mi destino abandonas la calma
de los muertos, el reino de la serenidad,
¿no me darás la razón? ¿No tengo razón?
Tú me amabas por el pequeño avance
de amor que te brindaba, aunque siempre
volvía a apartarme, porque ese espacio
en tu rostro, al que amaba, se hacía el Espacio
donde tú dejabas de ser. Me he de quedar
frente al teatro de títeres, convertido de lleno
en esta mirada, para que aparezca un ángel
que al transformarse en actor reestablezca
el equilibrio en la escena de juguete.
Ángel y muñeco: por fin hay espectáculo.
Entonces se reconcilia lo que por estar en el mundo
no cesamos de desunir. Sólo entonces
de nuestras estaciones nace el ciclo
de la total transformación. Por encima
nuestro juega el ángel. Los moribundos
sospechan el pretexto en todo
cuanto aquí realizamos. Nada es apenas en sí.
Oh las horas abiertas de la infancia,
cuando detrás de las figuras había algo más
que pasado y no cernía el futuro
porvenir. Crecíamos urgidos, es cierto, por ser
grandes, en parte por amor hacia aquellos
que lo eran y ya no podían sino serlo.
En el camino solitario, sin embargo,
nos henchía el gozo de lo que dura
y en ese intervalo entre el mundo y  el juguete
permanecíamos, en un lugar que fue desde el comienzo
para un suceso puro concertado.

¿Quién mostrará a un a niño tal cual es? ¿Quién
lo situará en la constelación y dará la medida
de la distancia en su mano? ¿Quién dará
la muerte al niño con ese pan gris
que se endurece, o le dejará en la boca
redonda algo como el centro
de una hermosa fruta? ... Fácil es develar
el designio de los asesinos. Pero eso: contener
la muerte, la entera muerte, desde antes
que la vida comience con tanta dulzura
a contenerla, y no ser malo, eso
es infefable.


Rainer Maria Rilke, Praga, 1875 – Suiza, 1926
De Las Elegías de Duino, Editorial Leviatan, Buenos Aires, 1997
Versión de Ferenc Ovary
imagen de Mateo Santamarta

viernes, octubre 21, 2016

romina freschi. de 'eco en el parque'















Abrasa y arroja, la vida
     la real tirana.
    
     Ella es entonces
     la obligación, ese mandato
     que decimos
     que resistimos
    
     impuesto caro
     milagro que yugamos
     y vemos titilar
     como un corazoncito emplumado
     que tiembla y cede
     a la muerte
    
     pregunta y amenaza de zozobra
     que acecha
     todos los días
    
     y es siempre la misma:
     después de tanto esfuerzo
     tantas lágrimas
     tanta renuncia
     será que lo construido
     no es

     habitable.

Romina Freschi, Buenos Aires. 1974
de Eco del parque, Juana Ramírez Editora, 2015
imagen de Ernie Barreto


jueves, octubre 20, 2016

juan manuel inchauspe. no tenés más que palabras















***

No tenés más que palabras 

y decir esto
y decir que eliminaste los límites
entre el tener y no tener
es casi decir lo mismo.

Trabajás con nada.

Escribís sobre el vacío.
Frente a la rugosa realidad
tus herramientas se deshacen.

Asomando a una noche extraña

arrasada por los vientos
poblada de estrellas furiosas
que una vez dictaron a otros hombres
los nombres de fuego de Arturo
la Osa y el Centauro:
tu lengua sin cielo
tiembla
y se retuerce.

José Manuel Inchauspe, Santa Fe 1940-1985

en Antología de la Poesía Argentina, Tomo III, Selección e introducción Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1979
imagen de Osa-Ceriani

miércoles, octubre 19, 2016

mercedes araujo. la isla (selección)




















El peligro no aparece al principio,
lleva un tiempo comprender que las olas
se estrellan contra peñascos y otro tiempo
dejar de de intentar
que el cuerpo encuentre amparo.
Cuando lo has perdido, el agua te recuerda
que no es posible comenzar de nuevo,
en todo caso no con el mismo cuerpo.
Como un animal pequeño, de pelo débil
con orejas puntiagudas, las manos y los pies de mona,
con el pelo liso como el que tengo en estos días,
así, creo, será posible sobrevivir en el mar.


***
Palpo mi cuerpo, poco voluptuoso,
parece el de una langosta pero con escamas,
la piel durísima me convence de lo inútil
de temerle a las flechas. Ahora sé que los escarbajos
pueden caminar sin dañarse las alas
que todos amamos el vientre que nos nutre
y que el cuerpo que fue echado al pozo prefiere el agua.
Luego de estos meses en la isla, ciertas mutaciones
ocurrieron al cuerpo: la mirada
se disipó, los músculos se aletargaron.
Estrellas, luna, vientos, ríos,
la marea
todo lo enjuaga.

Merceders Araujo, Mendoza, 1972
de La isla, BajoLaLuna Poesía, Buenos Aires, 2010
imagen de Gérard Mursic

martes, octubre 18, 2016

po chu-i. poema


















LIV

Poema

Sentados, bajo la sombra
     que los bambúes
proyectan sobre el tablero,
dos monjes de la colina
     juegan a las damas.
No se les puede ver
     a través de la espesura,
pero de vez en cuando
     se escucha el ruido
       de una pieza jugada.

Po Chü-I, 772-846
Poesía Tang
imagen s/d




lunes, octubre 17, 2016

pier paolo pasolini. la mano que tiembla















La mano que tiembla

Por naturaleza estoy dentro de la pelea,
por edad estoy fuera de ella-
la ambigüedad está ratificada por la relación ambigua
entre contigüidad y semejanza - ¡gracias, viejo Jakobson!,
que no por nada te fundas no sólo en Poe, sino en Valéry -
pongamos un poco de oscuridad, él de hecho decía -
y es lo que hago cuando sonrío como quien está fuera de la pelea,
Y VICEVERSA -y es lo que hago cuando diciendo cosas claras
"les meto oscuridad" y, naturalmente, VICEVERSA -
pero nadie olvida que, como las fábulas,
también las estructuras tienden a repetirse, a no cambiar
y si una corriente literaria ha sido reccionaria,
ésa ha sido el simbolismo, sin embargo...
l'exitation prolonguée entre les sens e le son...
quien está fuera de la pelea es, se entiende, un poco reaccionario,
pero también quien está dentro lo es; un poco reaccionario es
quien es claro,
con todas sus comas, y quien ayuda a la natural ambigüedad
creando adrede los obstáculos. ¿Por qué no decirlo?

Pier Paolo Pasolini, Bolonia, 1922- Ostia, 1975
de Transhumanar y organizar
en Nada Personal, Poesía política de Pier Paolo Pasolini, Selección, versiones, prólogo y notas de Jorge Aulicino, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2016

imagen Unesco PDF

jueves, octubre 13, 2016

santiago sylvester. las casas















Las casas
               

Las casas se pusieron inhóspitas
y tuvimos que abandonarlas a su suerte.
Primero fue la casa de los patios
donde la infancia ponía expectativa en ciertas plantas
que todavía ofrecían protección.
y en una muy querida forma de llamarnos  a la mesa.
en otra casa las chirimoyas ordenaban una majestad
y el juego de los hermanos se escuchaba
como una premonición que sería demasiado dolorosa
si alguien insistiera ahora en recordar.
Después fue la casa donde la humedad del río
se nos pegaba al cuerpo como la piernas
de una mujer que nos enloquecía,
y hasta la sombra crujía de deseo, y una lengua
nos buscaba la lengua
con la voluntad desesperada.
Y las otras casas, con amigos hasta el amanecer,
con hijos, con poemas,
con pequeños olvidos (apenas distracciones
que sin embargo después venían a buscarnos desmesuradamente)
De todas las casas nos hemos ido.
y cuando creíamos que ya nada quedaba de ellas
apareció una hoja en el suelo, un grito subrepticio
en un cajón, el cuaderno de la escuela
con los cuidados de la  madre, un botón, el canto del gallo.
Qué hacer entonces,
si no queremos coleccionar fracasos
ni objetos distraídos  que se olvidaron de morir,
sino juntar los pedazos que sobreviven dolorosamente
y dejarlos caer por la ventana de este cuarto piso
como quien tira  una corona de novia al mar,
como un globo lamentable que aligera su carga.
Restos queridos a los que decimos adiós con  memoria trastornada.

Santiago Sylvester, Salta, 1942
en El reloj biológico; Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2007
imagen Yale 13,  Red Grooms, en The Museum Experience

miércoles, octubre 12, 2016

enrique banchs. la urna (selección)














***
Despedirse de tanta, tanta cosa
que me tuvo tan larga compañía
y al fin y al cabo es lo que más valía,
viéndolo bien, ¿no es cosa dolorosa?

Porque yo escribo este soneto y siento
que divido mi vida en dos mitades:
una es de nube, se la lleva el viento,
y otra es de tierra, toda realidades.

Yo me pregunto si tendré la fuerza
de olvidar tanto si que al fin se tuerza
la ilusión que es preciso me mantenga.

Y de veras no sé, no sé qué hacer...
Acaso nada, no sentir, no ver,

y dejarse llevar por lo que venga.

Enrique Banchs, Buenos Aires, 1888-1968
de La urna, 1911 

lunes, octubre 10, 2016

poul borum. dos poemas









Mientras arde la casa

Mientras arde la casa
él se sienta y dice:
el fuego es un fenómeno interno
Mientras arde la casa
él se precipita a las llamas gritando:
no olvidé nada ahí dentro
Mientras arde la casa
escribe una carta en la que dice:
mañana arderá la casa
Mientras arde la casa
se tumba en la cama y sueña
que la casa está ardiendo
Mientras arde la casa
comienza su disertación:
sobre la causas metafísicas de los incendios
Mientras arde la casa
telefonea al electricista
para encargarle nuevos cables
Mientras arde la casa
se da cuenta de su derrota:
días que tocan a su fin, soledad, la llegada de la noche
Mientras arde la casa
se hace de noche en esa parte del mundo
y él se queda dormido en una cama extraña

***
Pasa un tren
Pasa un tren
suena un silbato
detente detente gritan los árboles
pero no sirve de nada
pasa un tren
muere un sonido
detente grita la vida
nosotros ya estamos lejos

Poul Borum. Copenhagen, Dinamarca, 1934-1996
en Poesía nórdica, Ediciones de la Torre, Madrid, 1999. Trad. Francisco Uriz, Kirsti Baggethum, Mona Moltke, Pentti Saaritsa y José A. Fernández Romero
Gentileza de Jonio González
imagen de Andrew Wyeth

viernes, octubre 07, 2016

jorge garcía sabal. soledades















Soledades

Es confuso lo que uno podría ser
para otro cuando uno no conoce
aquello que oscuramente quiere,
pero sabe que lo perderá; como algo
que no está sino en uno, que hace daño,
pero como uno se hace daño a sí mismo;
que humilla y da miedo. Un miedo
que parece una pregunta de inicio
y despedida; mejor: un permanente adiós.
Es confuso; después uno vive la vida
lleno de miedo ante su piel, un miedo
de murciélago solo encerrado en una casa
de luces, un miedo como una mancha oscura,
otro.
Y pasa el tiempo y de a poco uno
va cambiando palabras intrascendentes
o palabras de búsqueda cada día, y
de a poco quita los espejos, descuelga
los cuadros, vende los muebles de la casa.

Con las puertas arrancadas, las ventana
abiertas, agachado en un rincón lleno de frío,
uno termina preguntando a uno ¿qué vio? ¿qué?
¿quién?

Jorge García Sabal,Balcarce, 1946- Buenos Aires, 1996
de Tabla Rasa, Ediciones del Dock, Poesía Pez Náufrago, Buenos Aires, 2016
imagen de Oleg Konin

jueves, octubre 06, 2016

pablo anadón. los muertos












Los muertos

Un día no estarán
y tendré tu cabeza entre mis manos
apretada en el pecho
como un niño de horas,
puro desvalimiento envuelto en un abrazo.
Entonces, el sollozo
será definitivo,
agua que baja al fondo
de unas palmas en cuenco
y allí se queda para siempre, espejo
de todo el que ha nacido:
solo, sólo uno mismo, planta acuática,
las raíces colgando a la deriva...
En la corriente negra,
brillantes de dolor nos amaremos
como sólo se aman
los hijos de los muertos.


Pablo Anadón, Villa Dolores, Córdoba, 1963
imagen de Helen Frankenthaler

miércoles, octubre 05, 2016

li-young lee. siete finales felices














Siete finales felices

Amor, después de hablar toda la noche,

¿en dónde estamos? ¿Por dónde comenzamos?

Necesitaba darle un nombre, necesitaba saber

qué quisimos decir cuando dijimos nosotros,
cuando dijimos nuestro, cuando dijimos esto.

Quería darle un nombre:

sombras contra el muro del jardín.
Un hombre remando solo en el mar.
Siete finales felices.

¿Y tú?  Tú eras feliz

con dos cuartos y una puerta para separarlos.
Y la luz del día a cada lado de la puerta.
Música escuchada desde el cuarto de arriba.
Y las campanas desde la calle
para apresurar nuestros mordaces corazones.

Pero desperté una noche

al hecho de que estaba cayendo.
Encendí la lámpara y la lámpara estaba cayendo.
Y la mano que la encendía estaba cayendo.
Y la luz caías, y todo lo que la luz tocaba
caía. Y tú caías
dormida junto a mí.
Tal el primer final feliz.


Li-Young Lee, Jakarta, Indonesia, 1957

en Harold Bloom, La escuela de Wallace Stevens,Vaso Roto Ediciones, Madrid, 2011
Edición, traducción y notas de Jeannette L. Clariond

martes, octubre 04, 2016

jorge aulicino. en la laguna artificial




















En la laguna artificial

a Polo

Volviendo de la pesca entre hojas negras
usted ha escuchado las campanas.
Lo que hasta ayer llamaba situación
se convierte en piedra entre los ojos.
Parado junto al charco ve ahora la lenta decantación del hierro.
No le pese la tarde, habrá otra y otra más.
Cierta congoja: monedas en los bolsillos, tampoco pesan.
Volviendo de la laguna artificial con su carga de anguilas
ve ahora las cosas que suceden: el sol en el poniente
los pasto aplastados, moscas y vidrios en la arena.
Hay palabras que jamás tendrán sentido.
No espere compasión del clima: es usted lo que ve.

También esta noche soplará el viento seco.

Jorge Aulicino, Buenos Aires, 1949
de La caída de los cuerpos, 1983
en Jorge Aulicino, Estación Finlandia, Poemas reunidos 1974-2011, BajoLaLuna, Buenos Aires, 2012
imagen de Jennifer Flannigan