La nuez
Casi
al ras del suelo
todos
los hombres que yo no era
miraban
tu nuez subir y bajar
a
cada trago.
Cuando
me alzabas en brazos
estudiaba
el recorrido del hueso irregular
que
sobresalía de tu garganta
como
de la piel de un reptil.
Atrapaba
la nuez con el índice y el pulgar
y
me entretenía obstruyendo su trayecto
hasta
que te atragantaras de risa.
Creía
que el hueso
cabía
en el hueco de una mano.
Soñaba
que un golpe podía partir ese fruto
y
en su interior, la lágrima seca que duerme
en
el corazón de los duraznos.
***
Recuerda siempre al hombre
Recuerda
siempre al hombre que
cada
sábado te despertaba
para
que lo ayudaras con la casa.
Decía
para qué llamar a alguien
si
el único problema que no tiene solución
es
la muerte.
Recuerda
su cara crecida de sombra
y
los ojos achinados por el humo del cigarrillo.
Subía
a altillos y tejados
y
vos lo esperabas al pie de la escalera
con
la caja de herramientas.
Odiaste
a ese cavernícola.
Decía
dejame a mí, pedía
que
le alumbraras con la linterna.
Recuerda
su
catequesis.
Ignacio Di Tullio, Villa Adelina, 1982
en Famiglia, próximamente en Ediciones del Dock, Colección "La verdad se mueve"
imagen de Bahram Gonche
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