miércoles, abril 16, 2014

stephen spender. el trance




El Trance

A veces, separados al dormir, de improviso,
te alejas de mis brazos, sola,
hacia el caos de tu trance individual.
Mis ojos miran a través de tu frente, a través del hueso,
y  veo dónde al dormir la angustia dividió
su camino, que se nota: en tus labios
y que en tus manos y en tu sueño se pierde.

Nerviosa, te das vuelta y empujas
esas palabras tímidas contra mi oído
qué retumban en mi corazón como piedras.
‘Piedad’, ruegas, después ‘¿Quién es capaz de consagrar?’
preguntas . ‘Me persigue el Tiempo’, te lamentas.

Observo  ese precipicio de miedo
donde caminas, desnuda en desnuda angustia.
Comprometidos a ese cuidado profundo 
debajo del estado salvaje de nuestra carne
y  temblando el terror de nuestro sueño,
donde la agonía sin máscara es permitida.

Nuestros cuerpos, despojados de ropas que simulan,
y nuestras almas, despojadas del tejido de la belleza,
sus encantos burlados, encuentran su verdadero yo.
Este trance puro es el oráculo
que no habla otro idioma que el del corazón.

Nuestro ángel se encuentra con nuestro demonio,
en la atroz oscuridad no se separan
sino que cada uno perdona y da la bienvenida,
y sus mutuos temores son sanados
en el milagro de nuestra unión.

Stephen Spender, Kensington, 1909- City of Westminster, 1995
Versión © Silvia Camerotto
imagen de Winston Chmielinski, en athenna

The Trance

Sometimes, apart in sleep, by chance,
You fall out of my arms, alone,
Into the chaos of your separate trance.
My eyes gaze through your forehead, through the bone,
And see where in your sleep distress has torn
Its path, which on your lips is shown
And on your hands and in your dream forlorn.

Restless, you turn to me and press
Those timid words against my ear
Which thunder at my heart like stones.
'Mercy,' you plead, then 'Who can bless?'
You ask. 'I am pursued by Time,' you moan.

I watch that precipice of fear
You tread, naked in naked distress.
To that deep care we are committed
Beneath the wildness of our flesh
And shuddering horror of our dream,
Where unmasked agony is permitted.

Our bodies, stripped of clothes that seem,
And our souls, stripped of beauty's mesh,
Meet their true selves, their charms outwitted.
This pure trance is the oracle
That speaks no language but the heart.

Our angel with our devil meets
In the atrocious dark nor do they part
But each forgives and greets,
And their mutual terrors heal
Within our married miracle. 

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