domingo, septiembre 30, 2012

ernesto cardenal. epigramas




Epigramas

**
Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán tal vez por toda Hispanoamérica.
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.


**
De estos cines, Claudia, de estas fiestas,
de estas carreras de caballos,
no quedará nada para la posteridad
sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia
         (si acaso)
y el nombre de Claudia que yo puse en esos versos
y los de mis rivales, si es que yo decido rescatarlos
del olvido, y los incluyo también en mis versos
para ridiculizarlos.


**
Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.


**
Esta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas.


**
Me contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí ese artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.


**
 Yo he repartido papeletas clandestinas,
gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle
desafiando a los guardias armados.
Yo participé en la rebelión de abril:
pero palidezco cuando paso por tu casa
y tu sola mirada me hace temblar.


Ernesto Cardenal, Granada, 1925
en Epigramas, México, UNAM, 1961
imagen de Zorik Istomin©, en Uno de los nuestros

sábado, septiembre 29, 2012

juan gelman. lamento por el sapo de stanley hook







Lamento por el sapo de Stanley Hook

stanley hook llegó a Melody Spring un jueves de noche
con un sapo en la mano
“oh sapo” le decía “sapito mío íntimo mortal y moral y coral
no preocupado por esta finitud
no sacudido por triste condición furiosa” le decía

“oh caballito cantor de la humedad oh pedazo esmeralda”
le decía stanley hook al sapo que llevaba en la mano
y todos comprendieron que él amaba al sapo que llevaba en
la mano
más allá de accidentes geográficos sociológicos demográficos
climáticos
más allá de cualquier condición

“oye mío” decía “hay muerte y vida día y noche sombra y luz”
decía stanley hook “y sin embargo te amo sapo
como amaba a las rosas tempranas aquella mujer de Lesbos
pero más y tu olor es más bello porque te puedo oler”

decía stanley hook y se tocaba la garganta
como raspándose el crepúsculo que entraba y avanzaba y le ponía
el pecho gris
gris la memoria feo el corazón
“oye sapo” decía mostrándole el suelo
“los parientes de abajo también están divididos ni siquiera se hablan”
decía stanley hook “qué bárbara tristeza” decía ante el asombro
popular
los brillos del silencio popular
que se ponía como el sol

esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto
en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con su jueves

todo esto es verdad:
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo


Juan Gelman, Villa Crespo, 1930
En Los poemas de Sidney West, Buenos Aires, Galerna, 1969
Imagen de Kaveh H. Steppenwolf©, en Uno de los nuestros


miércoles, septiembre 26, 2012

sylvia plath. monólogo a las 3 a.m



Monólogo a las 3 a.m.

Mejor que se desgarre cada fibra
y que la furia avance,
sangre impregnando vívida
sillón, alfombra, piso
y el almanaque con forma de serpiente
confirmando que estás
a un millón de verdes condados de acá,

que sentarme muda, retorciéndome
bajo las estrellas que hormiguean,
con la mirada fija, con menstruación
manchando el tiempo
de decirnos adiós, de dejar ir a los trenes,
y yo, la gran estúpida magnánima, así arrancada
de mi reino.


1956

Sylvia Plath, Boston, Massachusetts, 1932, Londres, 1963
Version © Silvia Camerotto
Imagen de Steve Richard©, Angelus Series, en Uno de los nuestros


Monologue at 3 A.M

Better that every fiber crack
and fury make head,
blood drenching vivid
couch, carpet, floor
and the snake-figured almanac
vouching you are
a million green counties from here,

than to sit mute, twitching so
under prickling stars,
with stare, with curse
blackening the time
goodbyes were said, trains let go,
and I, great magnanimous fool, thus wrenched from
my one kingdom.

1956

lunes, septiembre 24, 2012

fernando rendón. hablaré con una voz de greda y otros poemas




2

Hablaré con una voz de greda de un sueño antiguo casi olvidado.

Pero no hablaré para renegar del plural de una prehistoria de espesas frondas, cuando no existía nada tuyo o mío sino nuestro.

No callará por mi boca la tierra negra su memoria. La piedra evocará siempre la angustiante pesadilla humana, que no ha conseguido aún extirpar la dulce evocación del origen.

Mas no sobredimensiones mis palabras, ellas solo te pondrán en guardia frente a lo que has visto ya y vivido, pues las palabras solas no pueden cambiar a un hombreo a un país que rige elespanto, y solo los hombres
y los países aterrados pueden transformarse a sí mismos.

Entre todas las palabras que pronuncié durante los años de la
incertidumbre, éstas serán las otras voces, los vocablos siempre explícitos y casi nunca comprendidos, que tal vez tampoco escucharás, aunque no es la primera vez que dialogamos.

Palabras contra este entramado de plomo que al final será vencido por un sueño, que asciende irreductible entre puñales.

De este sueño antiguo y nuestro escribiré, de los límites entre
los territorios visibles e invisibles, de las delirantes márgenes y abismos
de la realidad donde desaparecemos incautos, antes de morir. Del mundo que todavía tememos habitar pues nos ha sido arrebatado,sin haberlo percibido todavía, en el esplendor de su dimensión asombrosa.

De una misma respiración participan las piedras, las plantas,
los animales, los individuos y los pueblos.Una misma energía nos circula
atravesando la tierra.

¿Por qué se ha socavadola unidaddel mundo y el sufrimiento lo ha desbordado todo?

La casa es la tierra de la que fuimos expulsadoscon argumentos de hierro, bajo un cielo plomizo.

El espíritu de una edad de plomo nos avasalla hace incalculables siglos, entre las cuatro paredes de ciudades fantasmales, en las que fuimos confinados por soldados sin rostro, bajo una tormenta de polvo primitivo, para ser separados definitivamente de la tierra.

6

Un poema no es un juego de azar donde un corazón tahúr se juega
una apuesta sin sentido. Tampoco se juega su existencia el poema
en una carrera de lebreles. La poesía es la cifra del espíritu, el vestigio
de una metamorfosis sobrehumana.

En un poema siniestro fue encadenado el amor hace siglos. En un poema realista la clase obrera lucha todavía, mientras los pueblos indios
se movilizan desde el sur.

Hombres y bosques son abatidos por una misma sierra eléctrica, en tanto la juventud del mundo espera en vano la primavera, que germinará
como el oro rojo desde adentro.

El fuego destinado a desencadenarnos se oculta en la imaginación
de la libertad que pugna, en el corazón resplandecido de la piedra,
en las sibilinas plantas y en los libros que la inquisición prohibió
bajo pena de confinamiento, en los cantos y mitos que nutrieron
la infancia de los pueblos que escalan la substancia de la tierra, afincados en una incandescente cognición.

El poema resuelve el acertijo. ¿Cuál es el río presuroso, la risueña verdad siempre cambiante que nos niega, expresada a lo largo de una mutación inenarrable, cuyo cauce sólo puede ser alterado por el sueño? 

En la poesía, en la crucial escritura del poema, todos nos jugamos
sin ambages esta historia mortal.

Fernando Rendón, Colombia, 1951
de Cantos de la rama roja, Colección Sur
imagen de Anka Zhuravleva© – Autamn (detalle), en Uno de los nuestros


domingo, septiembre 23, 2012

andrés alvarado. la mesa redonda y roja




i
la mesa redonda y roja
en una casa que ya no
donde el sol.

el niño evoca sin saber la foto.

qué había tras los ojos?
extraño aroma
de cuerpos
caídos?


de "La casa de Culpina"


iv
entonces los ojos dijeron dos cosas:

¿hojas? –dijo el primero.
¡sueños! –dijo el segundo.

y todo siguió un curso
de cosas.

de "Otoño en cinco contemplaciones"

Andrés Pedro Alvarado, Buenos Aires, 1982
en El día de la lluvia, Editorial Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012


jueves, septiembre 20, 2012

siegfried sassoon. la gloria de las mujeres




La gloria de las mujeres

Nos aman cuando somos héroes, en casa, de licencia,
o cuando somos heridos en un lugar digno de ser nombrado.
Adoran las condecoraciones; creen
que la hidalguía redime las desgracias de la guerra.
Fabrican proyectiles. Escuchan con placer,
nuestras  historias de mugre y peligro, ingenuamente emocionadas.
Entronizan nuestros  lejanos ardores mientras combatimos,
y  se lamentan sobre nuestros laureados recuerdos cuando nos matan.
No pueden creer que las tropas británicas ‘se retiran’
cuando el último espanto del infierno las quiebra, y escapan,
pisoteando los cuerpos fatales, tapados de sangre.
Oh, madre alemana que sueñas al lado del hogar,
mientras tejes calcetines para enviar a tu hijo,
su cara hundida más y más en el lodo.


Siegfried Sassoon, Inglaterra, 1886-1967
versión  ©Silvia Camerotto
Imagen de Sam Weber©,en Uno de los nuestros


Glory of women

You love us when we’re heroes, home on leave,
Or wounded in a mentionable place.
You worship decorations; you believe
That chivalry redeems the war’s disgrace.
You make us shells. You listen with delight,
By tales of dirt and danger fondly thrilled.
You crown our distant ardors while we fight,
And mourn our laurelled memories when we’re killed.
You can’t believe that British troops "retire"
When hell’s last horror breaks them, and they run,
Trampling the terrible corpses - blind with blood.
O German mother dreaming by the fire,
While you are knitting socks to send your son
His face is trodden deeper in the mud.

martes, septiembre 18, 2012

eeva-liisa manner. no conozco el ser de las cosas y otros poemas




No conozco el ser de las cosas, sí sus cualidades

No conozco el ser de las cosas, sí sus cualidades.
Conozco tu ser, no tus cualidades.
¿Por qué esta infinita intriga y capricho?
¿decir cosas frías abrasadoramente? ¿cosas abrasadoras, fríamente?
Cuadratura del círculo, qué multitud de aristas,
y volver a empezar desde el principio: escribir con niebla.
Mira lo que hace en el espejo la mano que escribe:
lo hace todo al revés.


Nada

“No se puede vivir sin amar.”
“Sí, se puede”, dije
y me vestí de negro
para el último baile de disfraces.

Y tenía la boca llena de polvo
como si se me hubiese secado de tanto llorar
(ahora no había llorado en cincuenta años).

No quiero vuestro cielo, compañeros,
las mendaces promesas, los falsos amigos,
las calles de besos,
las mentiras de espejos huidizos.
Quiero romper el último sello,
la luna que no da luz,
la noche en la que no brilla nada.


Cuando leo, alguien piensa por mí

Cuando leo, alguien piensa por mí.
Cuando escribo, mi mano piensa por mí.
Cuando duermo no pregunto ¿existo?
Existo y sé que no soy libre,
no puedo engañarme: estoy en un sueño.


Eeva-Liisa Manner, Helsinski, 1921-1995
Poesía Nórdica. Antología, por Francisco J. Uriz, Ediciones de la Torre. Biblioteca Nórdica
Imagen de Daria Endresen© – “Protection”, en Uno de los nuestros


lunes, septiembre 17, 2012

tiffany atkinson. balada de tres




Balada de tres


A cenar con mis viejos amigos:
él está molesto. Ella nunca llega tarde.
Él bromea, los ojos fijos en la puerta —
yo examino mi plato.
Ella lo besa, pero en la mejilla—
eso me favorece,
y cuando ella ordena para los dos
él no lo quiere

y después pide justamente aquello.  Maldita sea,
lo que el matrimonio hace con la gente —
y si es ojo por ojo en cosas como esa
la vida en común es lo mismo —

francamente moriría soltera. Hasta
que llega la comida
tratamos de ponernos al día
mientras jugamos con nuestros cuchillos,

y todo el tiempo él se toma un trago
y se pone sentimental —
aunque su mano (dos veces) en mi rodilla
no se siente accidental.

Amigos, parecen cansados. La cena decayó—
pasen la sal. Como suele ocurrir
una pieza se soltó de la máquina de la ternura
y yo quedé con la llave en la mano

y no soy naturalmente fatalista:
aun así, camino  a casa, me doy cuenta
de que hay más gaviotas muertas,
chicos con muletas que lo habitual—

Una pequeña excusa para fumar hasta el amanecer,
permitiéndome beber a solas,
luego resistir la urgencia de llamarlos y
por dios, digamos que estoy pensando

que hay muchos modos de pelar un gato,
más aun de agitar las olas —
Una puntada a tiempo puede salvar tu sombrero
pero puede hacerte perder el saco.

Tiffany Atkinson, Berlín, 1972
de Catula Et Al, Bloodaxe books, Northumberland, 2011
versión © Silvia Camerotto
imagen de Marc Lagrange©, Silvermuseum, en Uno de los nuestros

Ballad of Three

To dinner with my oldest friends:
he’s pissed. She’s never late.
He banters, eyes strung to the door –
I scrutinise my plate.

She kisses him, but on the cheek –
that’s for my benefit,
and when she orders for them both
he’s having none of it

then orders just that. Bloody hell,
what marriage does to people –
and if tit-for-tat in things like that
is life together, equal –

frankly I’d die single. But
until the food arrives
we make a stab at catching up
while toying with our knives,

and all this time he knocks it back
and waxes sentimental –
although his hand (twice) on my knee
does not feel accidental.

Friends, you look tired. The dinner’s dead –
pass the salt. In the usual manner
a part has come loose in the tender machine
with me left holding the spanner,

and I no natural fatalist:
still, walking home, I notice
more than the usual incidence
of dead gulls, kids on crutches –

Slim excuse to smoke till dawn,
indulge in solo drinking,
then resist the urge to ring them and
for christ’s sake, say I’m thinking

how you’ve umpteen ways to skin a cat,
still more to rock a boat –
The stitch in time might save your hat
but make you leave your coat.

domingo, septiembre 16, 2012

raúl gonzález tuñón. los ojos de los muertos que ven nacer las lilas


Los ojos de los muertos que ven nacer las lilas

Los  muertos no están solos; hay una actividad
silenciosa y secreta, y un amable desdén
por aquellos que ignoran los detalles del tránsito.
Su indiferencia no es total; cambian las formas
y su fantasma va creciendo adentro, constante y sin apuro.

Es posible, no sé, que desde ese ángulo de visión cautivante
miren pasar los sueños, vean nacer las lilas
y descubran, de súbito, la derrota del tiempo.

Raúl González Tuñón, Buenos Aires, 1905-1974
de El rumbo de las islas perdidas, Editorial Descierto, Buenos Aires, 2012
imagen de Jerry Uelsmann© en Uno de los nuestros

lunes, septiembre 10, 2012

eduardo álvarez tuñón. el otro viaje




El otro viaje

No solo a la vejez te lleva el tiempo.
Otro viaje te aguarda.
Has llegado a la tierra donde se ven morir las religiones.
Compartes con el árbol ese placer perdido:
Una extraña ciudad ha venido a rodearte.
Sólo la habitan dioses que la tarde ha exiliado.
Caminas por las calles que sobre ti han caído.
Descubres que la fruta fue un dios al mediodía;
que es un dios que se extingue la primera fogata;
que las hojas son formas sutiles de los rezos;
que viviste rodeado de dioses que ignorabas.
Pero nacieron para ser eternos.
No vieron en la luz secretas despedidas,
ni besaron las puertas de las fugaces danzas.
Mendigo es quien encuentra aquello que no busca
y la mujer que amaste ya no es miedo ni espera,
sino un dios que se ha muerto,
sino una extraña lluvia que solo se recuerda
cuando un aroma cruza tu callada memoria.
Los días son las naves con que el tiempo te aleja.
Has llegado a esa tierra.
Puedes beber en lagos aquello que no vuelve.
Comprendes que los seres comparten con el fuego
el transformarse en dioses para poder morir.
No solo a la vejez te lleva el tiempo:
Otro viaje te aguarda.
Lo que creías el viento es un rito que huye,
una música extraña donde habita lo eterno
y el universo un templo,
                                                          abandonado y bello.


Eduardo Álvarez Tuñón, Buenos Aires, 1957
imagen de Kaveh H. Steppenwolf©, en Uno de los nuestros

domingo, septiembre 09, 2012

octavio paz. más allá del amor



Más allá del amor

Todo nos amenaza: 
el tiempo, que en vivientes fragmentos divide 
al que fui 
del que seré, 
como el machete a la culebra; 
la conciencia, la transparencia traspasada, 
la mirada ciega de mirarse mirar; 
las palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba, 
el agua, la piel; 
nuestros nombres, que entre tú y yo se levantan, 
murallas de vacío que ninguna trompeta derrumba. 

Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas, 
ni el delirio y su espuma profética, 
ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan. 
Más allá de nosotros, 
en las fronteras del ser y el estar, 
una vida más vida nos reclama. 

Afuera la noche respira, se extiende, 
llena de grandes hojas calientes, 
de espejos que combaten: 
frutos, garras, ojos, follajes, 
espaldas que relucen, 
cuerpos que se abren paso entre otros cuerpos. 

Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma, 
de tanta vida que se ignora y se entrega: 
tú también perteneces a la noche. 
Extiéndete, blancura que respira, 
late, oh estrella repartida, 
copa, 
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora, 
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida.


Octavio Paz, México, 1914- 1998
en Libertad bajo palabra, FCE, México, 1970
imagen de Chris Anthony©, en Uno de los nuestros

lunes, septiembre 03, 2012

mercedes cebrián. se dobla a diario el codo



c

Se dobla a diario el codo
y no nos inmutamos ante su condición
de gozne que vincula brazo
con antebrazo. Lo mismo la rodilla: articula
y facilita el vínculo pero sólo
hacia un lado; suele pasarle al vínculo,
alguien se queda siempre
fuera
de él, como si se tratase de un sorteo, como si
hablásemos en presencia de un plato
de menos aceitunas que personas.
No se establece el vínculo a través
de alaridos, ése sería el vínculo de los
sordomudos; en cambio el de la sangre
es más bien silencioso: ofrece alojamiento, mi colchón
y los vuestros sin ánimo de lucro. Si tenéis frío
esta noche, no dejéis de arroparos
con vuestra propia desoxirribosa.
Así es como se cumple lo genético: cuando estalle
la guerra haré un hueco en mi armario
para vosotros y para vuestra ropa
incomprensible. No tendréis que ir a un pozo
a buscar agua, habrá electricidad: mi luz
era ya
vuestra
antes de que surgieran el reuma
y su especialidad, la reumatología. No se han gastado
aún
las articulaciones: crujen, duelen, se traban.
Así es como padecen su carácter
de vínculo.

Mercedes Cebrián, Madrid, 1971
De Mercado Común, 2006
imagen de Zorik Istomin©, en Uno de los nuestros

domingo, septiembre 02, 2012

gabriela de cicco. hay un instante en lo puro y otros poemas




***
Hay un instante en que lo puro
cambia
         quiebra su quieta razón de ser
ahí antes de la escritura: rasgo íntimo,
huella;

labriego que fecunda la tierra
y bebe tranquilo su leche
en el campo desconocido
de nadie;

apenas una luz que asegura
a su mano otra
forma de caricia.

Las acacias crecen lejos
de allí, y él mira ensimismado
el recorte de su reflejo
en la laguna.

La sudestada crece y algo muere
viniendo con el viento.

de Casa Nueva

***
a K.S

En sombra insiste la evidencia
este jacarandá a la puerta
de la amiga.

Si desatiendo la palabra
perderé toda cuenta
o aquel hilo ganado
para volver sobre mí misma?

"Asistir a aquellas sin nadie!
también sin nadie
es abrir cauce,
instancia de la seda
disolviendo el vacío.

Gabriela De Cicco, Rosario, 1965
de La Duración, Nusud, Rosario, 1994
imagen de Jerry Uelsmann©, en Uno de los nuestros

sábado, septiembre 01, 2012

pier paolo pasolini. al muchacho codignola




Al muchacho Codignola

Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,
pero no esperes nada de este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de aquellos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse, balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos décadas, toda una vida,
y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,
aridecida de llanto y deseo de estar solos,
revela su irremediable diferencia.
Y, además, tendré que hacer de poeta
padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,
que te incomodará: al ser el de cuarenta
más alegre y joven que el de diecisiete,
él, ya dueño de la vida.
Más allá de esta apariencia, de este aspecto,
no tengo nada que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
me lo guardo apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,
bajo la boca torcida a fuerza de furia de sonrisas
de timidez, y los ojos que han perdido
su dulzura, como un higo agrio,
te parecerían el retrato
precisamente de esa madurez que te hace daño,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo, simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto
es árida piedad.

Pier Paolo Pasolini, Bolonia, 1922- Ostia, 1975
De  Poesia in forma di rosa, 1964
Versión de Carlos Vitale
imagen de Martin Stranka© – You Crashed In The Clouds , en Uno de los nuestros

Frammento epistolare, al ragazzo Codignola

Caro ragazzo, sì, certo, incontriamoci,
ma non aspettarti nulla da questo incontro.
Se mai, una nuova delusione, un nuovo
vuoto: di quelli che fanno bene
alla dignità narcissica, come un dolore.
A quarant'anni io sono come a diciassette.
Frustrati, il quarantenne e il diciassettenne
si possono, certo, incontrare, balbettando
idee convergenti, su problemi
tra cui si aprono due decenni, un'intera vita,
e che pure apparentemente sono gli stessi.
Finché una parola, uscita dalle gole incerte,
inaridita di pianto e voglia d'esser soli —
ne rivela l'immedicabile disparità.
E, insieme, dovrò pure fare il poeta
padre, e allora ripiegherò sull'ironia
— che t'imbarazzerà: essendo il quarantenne
più allegro e giovane del diciassettenne,
lui, ormai padrone della vita.
Oltre a questa apparenza, a questa parvenza,
non ho niente altro da dirti.
Sono avaro, quel poco che possiedo
me lo tengo stretto al cuore diabolico.
E i due palmi di pelle tra zigomo e mento, 
sotto la bocca distorta a furia di sorrisi
di timidezza, e l'occhio che ha perso
il suo dolce, come un fico inacidito,
ti apparirebbero il ritratto
proprio di quella maturità che ti fa male, 
maturità non fraterna. A che può servirti
un coetaneo — semplicemente intristito
nella magrezza che gli divora la carne?
Ciò ch'egli ha dato ha dato, il resto
è arida pietà.