22 de junio
(Para los poetas de la rosa y la mariposa)
Ellos también, poetas, defienden nuestros sueños.
¿No es acaso la poesía visión en que esta fiebre de formas que es la vida
ilumina de pronto las todavía trémulas y tiernas figuras del nacer?
¿Pensáis que una lívida muerte de hierro sobre el sueño
os podrá permitir decir la rosa, decir el vuelo de la mariposa?
Por éstas también se dice el amor a los otros,
y la muerte lívida estará atenta a las más frágiles palabras de amor
para romperlas algunas veces sobre los mismos delicados labios que apenas las murmuran.
Ya sabéis que hubo hogueras, ya sabéis que hubo hierro,
para los que solo fueron una débil brisa entre las cañas
o un tenue hilo de flauta casi perdido en sí mismo.
Es que la brisa y la flauta suspiraban por un mundo que se creía perdido
lo llamaban en la noche a un alba que se pensaba descendería de las estrellas.
La poesía fue nostalgia, mis amigos,
de la comunión que ahora sabemos cómo florecerá.
A pesar de ella misma fue nostalgia.
Por eso el hierro lívido quiso encerrar la brisa
y el estúpido fuego hacer cenizas de la más delgada agua de la melodía...
La poesía fue un sueño desgarrado también.
Fue una 'entraña desgarrada', ¿verdad Tchou-Chou-Tchenn?
porque no había quien hablara por los que se curvaban entre los arrozales y los trigos
mientras ella sufría la herida de la primavera.
Pero el sueño se iluminó y se extravió en finísimos laberintos.
Hölderlin y Jean Paul y Novalis y Tieck,
hasta la voz del 'cielo y del infierno' y hasta la voz del éter
y hasta la voz de 'Las iluminaciones'.
Blake, Shelley y Rimbaud supieron que no estaban solos, y vieron, mis amigos,ellos vieron.
Y unos cantaron lo que vieron y otros gritaron lo que vieron
cegados casi por el resplandor de una estrella que ahora nacía de la tierra..
Los poetas no estaban solos.
Mis amigos, ellos vieron, Brazos sobre los que perlaba la transpiración de la sangre
empezaban a arrojar en medio del dolor y del suplicio las semillas del sueño.
Y el sueño fue como un viento que madurara en las ciudades, en las aldeas y en los campos.
Y sobre la primavera del sueño se abatió la tempestad del hierro lívido el 22 de Junio.
Y los brazos que sostenían el sueño le hicieron un blindaje de muerte contra la tempestad.
Y la estrella de cinco puntas fue un ubicuo terror para el terror gamado...
He ahí nuestro sueño hecho una rosa de muerte para defenderse de la muerte.
He ahí la estrella hecha un relámpago fatal para defender la dulzura de la tierra
en la gracia de la harina, en la gracia del aceite, en la gracia de la sal y en la gracia del vino
para la gracia recién libre de vuestro canto, oh poetas de la rosa y de la mariposa.
Ellos también, poetas, defienden nuestros sueños entre las ráfagas lívidas de la muerte.
La rosa y la mariposa son de acero
para que mañana, en la primavera,
podamos decir, como el hermano Pasternak, la extrañeza del álamo en la calle...
La rosa y la mariposa son de muerte para los poderes de la muerte abatidos sobre el sueño.
Juan L. Ortiz, Puerto Ruíz, 1896 - Paraná, 1978
de El álamo y el viento
en Los poetas sociales, Centro Editor América Latina, Buenos Aires, 1968
imagen: Pierre Bonnard
No hay comentarios.:
Publicar un comentario