sábado, abril 23, 2011

rodolfo alonso. buenos vientos


Buenos vientos

El amor nuestro fue una belleza incandescente, paseada
con dignidad entre sobresaltos y disculpas.

Lo nuestro creció de golpe, auspiciado por la buena voluntad
de algunos vientos, que no supieron si no alterar nuestros
caminos, unificar nuestras distancias, darnos una mano.

Fueron los únicos culpables de esta feroz batalla por
la aventura, recientemente concluida.

de Buenos vientos


La voz tomada

Cuando se quiebre la lengua del amor, nos quedará
todavía esta palabra ronca.
Cuando no pueda decir, volverá todavía a mi garganta
el eco de tu cuerpo.

de El músico en la máquina


Querer es poder

desnudos
ante la noche o la miseria

la mirada sangrante
hace la luz del día

de Entre dientes


El vuelo de la ansiedad

Redonda y gruesa: así es la cal
viva, la tenaz ansiedad,
la dura que supera
los bordes y algunos saltos locos
sobre el abismo, la que aguanta
en las mañanas ágiles
o en la humedad más alta
de la noche, así es el frío
tembloroso
que persevera y que corroe
las paredes del siglo, los ácidos
cinturones de la carne,
la moral distinguida,
la fuga inexistente.

Espesa y cruda; hasta que llegue
para todos, para cada uno,
el acontecimiento
largamente esperado: la pasión,
la vida ya nunca subterránea,
la ligereza, la explosión de la verdad.

Inédito, 1961


El desdichado

Qué desoladamente desolado
te has quedado en la plaza,
niño, en el baldío
silencio de tu misma voz,
fría y sin brillo ahora.

La tarde se ha alejado vanamente
de tus ojos, arena
ya sin alrededor, ni más, ni nunca.
¿Es que en los míos
vas a quedarte quieto para siempre?

¿Qué esperabas allí, sentado, solo?
¿Que vinieran a darte,
a buscarte, a decirte?
¿Qué esperabas,
pequeño y desgarrado solitario,
sangre mía, ausencia
de todo el mundo? ¿Qué esperabas?

Inédito, 1963

Rodolfo Alonso, Buenos Aires, 1934
en Poesía argentina, Selección del Instituto Torcuato Di Tella, Editorial del Instituto, Buenos Aires, 1963
imagen: John Jude Palencar

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