martes, marzo 01, 2011
elizabeth azcona cranwell. única duración
Única duración
Tiempo hubo ya para reconocer los signos de las vidas remotas
donde nos hemos recorrido
entre la gracia, el júbilo, el dolor y la muerte
tiempo para aceptar las vidas que vendrán
insinuadas en espejos y hogueras, en lámparas y sueños.
Sombras de extinguidos jardines que rozan suavemente el olvido
narran su realidad en un vaivén de hojas, en múltiples regresos
y la memoria enciende lentamente sus formas
como juegos del agua, como notas que caen al espacio
(la voluntad y el verbo
estallido mutable de la luz)
Es la ilusión del nombre
el cuerpo y las palabras.
Somos los herederos del amor y la fiebre
de la desolación, el goce, sangre y mito
entre generaciones que se encuentran y crecen
se desgastan y mueren.
Todo sonido se disuelve en silencio
y el silencio es la sombra del poema.
¿Por qué ese canto de tristeza que atenúa la vida
que hace la sed en Dios
y alza su voz estéril en el empecinado grito de los días?
La tristeza es el honor de los muertos
y la muerte es un modo más hondo de la ausencia.
Pero el verano es fiel a sus designios
las estaciones giran destellos y tinieblas
y hasta la ausencia anuda sus contornos
y se disuelve en luz estalla de presencia colmadora.
Y el sol sacerdote del cuerpo
custodio de la ilusión de ser
vuelve una emoción clara la presencia del día.
Con este sol y mi sed de infinito
hago mi sitio en las edades
creo un lugar permanente y efímero
única tierra donde la memoria resplandece.
de Anunciación del mal y la inocencia
Elizabeth Azcona Cranwell, Buenos Aires 1933-2004
en Antología de la poesía argentina, Selección e introducción de Raúl Gustavo Aguirre, Tomo 3, Edición Librerías Fausto, Buenos Aires,1979
imagen: s/d
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