viernes, febrero 11, 2011

eduardo aibinder. el hombre bala del circo



















Bastard Son Los Que Lo Cuidamos

Salvarse del terror paterno y
salvarse de cuidar al padre
enfermo. Que nunca tuvo enemigos:
pero sentados al borde de la
cama; para los que lo cuidamos
es imposible una redención cuando
lo que queda es aire de tormenta.

**

Borde de la cama

Lo real no se parece a nada:
un padre no es el hombre bala
del circo, alguna vez tuvo esa fuerza
en el cuerpo, ahora le dice al médico:
"terminaron mis hazañas" mientras
se sienta al borde de la cama:
para dar o no su salto mortal.

**

Mundo exterior

Un camillero corriendo
bajo la lluvia, piensa:
que ahora la tormenta ha dado una tregua
y "el mundo se ha vuelto hospitalario"
no cordial, hospitalario:
rodeado de enfermos.

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Si mi padre fuese el hombre bala del circo

Si mi padre fuese
el hombre bala del circo podría
despegar de la camilla en la que está
montado y circula por los pasillos
del hospital. Si fuera el enfermero
que lleva esa camilla
le diría a mi padre: "Te llevo
como un botín, prendido a un
enemigo arrepentido y sin fuerzas
ahora a la merced de todos".

**

El hijo de G.T. apunta contra nosotros

La fruta de sobrepique caída,
remite a un tiempo
accidentado: a la fruta
pasada de época. La época pasa
se posa sobre el padre caído
sobre el hombre bala
del circo y los traspasa.

**

Si fuese el enfermero que lleva a mi padre

Si fuese el enfermero que lleva
a mi padre por los pasillos del hospital
pensaría que ese acto es una
peregrinación sin fe. El hombre
bala del circo piensa que en su
salto no va a morir
y es una fe arrojada al vacío.

**

Pasillo de hospital hacia afuera

La camilla hizo
un giro brusco en la oscuridad:
ha muerto mi padre y
nadie sabe dónde anda,
ni quién le perdonará los abandonos
a esta camilla que ha tomado
definitivamente autonomía.

**

Convertido ocasionalmente en ambulancia

No son catástrofe unas
mariposas estrellándose contra el
motor de un auto, convertido
ocasionalmente en ambulancia,
si las comparáramos con mi mamá
que pasó gran parte de su vida
contemplando
su herida madre,
delineando la cicatriz curvada en
su pierna como esos automovilistas
que en una curva
han perdido todo, incluso sus vidas.

Eduardo Ainbinder, Banfield, 1968
en Poesía en la fisura, Ediciones del Dock, Selección y prólogo Daniel Freidemberg, Buenos Aires, 1995
imagen obtenida de Dónde está Houdini del Sr. Werty

1 comentario:

El poeta ocasional dijo...

Me tocó fuerte, muy fuerte. Me averguenza escribir una palabra más